El desperdicio de alimentos en la cadena alimentaria
Acabo de leer un estudio de la FAO en el que se destaca las pérdidas que se producen a lo largo de toda la cadena alimentaria.
Alrededor de un tercio de la producción de alimentos destinados al consumo humano se pierde o se desperdicia en todo el mundo. Hablamos de 1.300 millones de toneladas al año. 89 millones de toneladas corresponden a la Unión Europea, y a nuestro país unos 8 millones de toneladas.
Siguiendo con las estadísticas, parece ser que cada familia española desperdicia a la semana 1,3 kilos, motivado por una gestión inadecuada de los consumidores en la compra y en el consumo. A veces se produce por la confusión o falta de información sobre las fechas de caducidad y consumo preferente. Entre aquellos alimentos que más se echan a perder, el primer lugar lo ocupa el pan, seguido por los cereales, pastelería, frutas y hortalizas, yogures, quesos y otros derivados lácteos. Como ejemplo, parece ser que por cada litro de leche que se malbarata, hay un desperdicio de 80 litros de agua y 0,7 kilos de alimentación seca para los animales.
En cuanto a la Distribución, actualmente se desaprovecha el 5,6% de los productos que gestiona, fundamentalmente debido a la retirada de productos del lineal.
En suma, las pérdidas y el desperdicio sobre alimentos pueden producirse en todos los eslabones de la cadena alimentaria; en el campo, en las industrias de transformación
(aquí, alrededor de un 39%), en la fase de distribución, en los comedores escolares y restaurantes, y en las casas de los consumidores. Parece ser que las causas no son siempre las mismas y que varían según el tipo de producto, y sobre todo en función de aspectos de la producción, el almacenamiento, el transporte, el envasado y para finalizar, los malos hábitos o la falta de concienciación de los consumidores.
Otro punto que hay que añadir es que la cadena de suministro de alimentos está cada vez más globalizada. Algunos productos alimenticios se producen, transforman y consumen en partes muy diferentes del mundo. El impacto del creciente comercio internacional en las pérdidas de alimentos aún debe evaluarse mejor.
Y hasta ahora, no se ha prestado mucha atención a las consecuencias del no consumo de los alimentos aprovechables.
Mientras tanto, se incrementa el número de personas en vulnerabilidad social. En la parroquia cerca de mi domicilio, aumentan cada día las personas que acuden a por una ración de comida.
Las Administraciones Públicas, y muchas empresas, están aunando esfuerzos e intentando encontrar soluciones comunes. Hablo de cuestiones como todo lo relacionado con la legalidad en
materia de donaciones, la gestión adecuada de las donaciones, el aprovechamiento de los excedentes que generan la agricultura y la ganadería, y la gestión de las buenas prácticas para gestionar ese desperdicio. Es necesario fomentar la transparencia de esa cadena agroalimentaria, el diálogo y por supuesto, la coordinación.
Porque todos los eslabones están afectados, tenemos que involucrarnos todos.
En suma la estrategia tiene que pasar por aunar el reto de lograr la participación de todos los sectores de la sociedad, involucrando en su elaboración y en su puesta en funcionamiento a las Administraciones Públicas relacionadas, empresas privadas y todos los operadores relacionados con la cadena alimentaria, asociaciones
y a la Sociedad en su conjunto. Seguro que de esta forma se reducen estas pérdidas.
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