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Sani Ladan: “No hay valla o muro que contenga el sueño y la esperanza”

Sani Mohamed Ladan | MADERO CUBERO

Juan Velasco

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Sobre el 2018 que se despide estos días ha sobrevolado un ruido incesante que ha estado durante décadas presente en la sociedad pero relegado casi a la anécdota y que, concretamente desde el pasado verano, por el empuje de determinadas fuerzas políticas y medios de comunicación, se ha querido convertir en categoría. ¿De qué hablamos cuando hablamos de inmigración? Un país decente, con unos medios de comunicación decentes, jamás le darían un micrófono al líder de un partido que utiliza, en pleno siglo XXI, el apelativo “negrero” como descalificación.

Este 2018 que se va, sin embargo, lo hace asumiendo con asombrosa naturalidad que el líder de un partido que se arroga el constitucionalismo defina como “negrero” un barco en el que viajan 310 personas. 310 seres humanos rescatados en el Mediterráneo que tienen mucho en común con el protagonista de la última entrevista del año en Cordópolis, el activista y mediador cultural Sani Ladan. Como ellos, Ladan ha tenido que asumir con naturalidad que reduzcan su existencia a un adjetivo, “inmigrante”, que le ha acompañado en decenas de titulares de medios de comunicación de las últimas semanas.

Estudiante de Relaciones Internacionales y vicepresidente de la Asociación Elín, la voz de Ladan ha sido un bálsamo contra quienes usan la palabra “negrero” gracias a un vídeo viral que recoge parte del discurso que dio en el Parlamento Europeo en octubre y que explica, negro sobre blanco, de qué hablamos cuando hablamos de inmigración. Su vinculación con Podemos como candidato por Córdoba a las futuras elecciones, fracasada finalmente por la Ley de Extranjería que también le impide votar en los comicios, le ha puesto en el disparadero mediático, aunque ha optado por no regalar su voz a quienes solo buscaban alimentar el ruido.

Una mañana de navidad, junto a la Mezquita-Catedral, Sani Mohamed Ladan se sienta en una terraza y habla de esperanza. Y la esperanza que describe tiene la forma de un joven africano que toma conciencia de sí mismo, que aprende de dónde viene y que determina dónde ha de llegar. Y ese viaje interior tiene varias paradas, como él bien sabe. Sani Ladan (Duala, Camerún, 1995) está a 5.200 kilómetros de su hogar cuando comienza esta entrevista.

PREGUNTA. Lo primero, quizá hasta lo más básico, sea preguntar por tu nombre. ¿Eres Sani Ladan o Sani Mohammed?

RESPUESTA. Fíjate, cuando llegué a España, estaba inconsciente. Así que los que estaban conmigo fueron los que dijeron a la policía que mi nombre era Sani Mohamed, ya que solo sabían eso. Luego los agentes me preguntaron por mi nombre y yo dije Sani Mohamed Ladan. Pero ellos solamente pusieron Sani Mohamed en la ficha. Y esa ficha es la que utilicé y con la que yo he tenido que hacer mi tarjeta de residencia. Y entonces, claro, eso se queda ahí, y el Ladan no aparece.

P. ¿Ladan es tu apellido?

R. Efectivamente. La primera vez que volví a Camerún, a mis padres eso les sentó muy mal. Sobre todo a mi padre. No lo superó. Y desde entonces es una reivindicación que hago en mis redes sociales, en las que pongo mi primer nombre y mi apellido.

P. He leído varias entrevistas tuyas y, según el medio, hay diferencias en la edad con la que partiste de Camerún. ¿Con qué edad realmente iniciaste ese viaje?

R. Pues yo salí con 15 años. Es verdad que la intención primera no era venir a España. Yo quería ir a Nigeria para poder estudiar. Pero las circunstancias del camino son las que me trajeron hasta España.

P. ¿Por qué Nigeria?

R. Pues es algo que puede ser lo contrario a lo que la gente siempre piensa de África… A veces en clase me preguntaban si teníamos carreteras o tiendas. Te entra hasta la risa. Entonces puede sorprender, pero en Nigeria hay muy buenas universidades. Y para un joven de Camerún que anhela estudiar, miras primero a tu alrededor. Y así es como decido ir a Nigeria. Además, fue tras estar investigando las universidades que había allí y porque las ganas de estudiar me movieron tanto que no pensé mucho cuando me fui. Es verdad que yo me fui con dinero y pensaba que eso lo iba a solucionar todo.

"Los que venimos de África no somos pobres"

Yo me fui sin decir nada a mis padres. Porque ningún padre puede dejar a su hijo salir a la aventura con 15 años. Y así es como llego a Nigeria. Pero aparte de eso, también hubo un problema con una beca que solicité. Las becas en Camerún se consiguen con oposiciones o concursos. Yo me presenté a uno y saqué una buena nota para conseguir esa plaza, pero al final esa plaza la vendieron. Porque pidieron dinero a mis padres para acceder a lo que ya era mío. Y cuando les solicitaron ese dinero a mis padres, que querían pagar, yo les dije que no. Y una de las condiciones que me pusieron era que iba a seguir estudiando. Y así es como empiezo a plantearme salir. Porque era tanta la frustración que me cegó y no me dejó ver las cosas. Y yo salí directamente.

P. Una de las cosas que has comentado es que saliste de Camerún con dinero. Esto difiere de uno de los tópicos que muchas veces se dice de manera buenista para defender la inmigración, que es eso de que el inmigrante viaja porque es pobre y miserable.

R. Yo quiero dejar muy claro que los que venimos de África no somos pobres. Depende del concepto de pobreza que se tenga, claro. Quizá nuestra riqueza se les escapa a la gente que habla así y a su forma de ver la vida. Nosotros traemos mucha riqueza y mucho talento. Y esto son cosas que la gente tiene que entender, que hay otra forma de vivir más allá de Europa. Hay otra realidad. Nuestro día a día no es pensar en cómo venir a Europa. Nuestro día a día no es vivir en la miseria. Hay otra realidad que vivimos en África, y por eso es importante quitar esa visión del inmigrante pobre. Porque no existe solo un fenómeno migratorio. Hay muchos fenómenos migratorios. Pero cuando hablas de la inmigración se mete a todo el mundo en el mismo saco.

Yo vengo de Camerún, y puedo hablar con otra persona que ha venido de Camerún y que ha tenido una vida totalmente diferente a la mía. Como ocurre en España o en cualquier sitio. Eso son cosas que se le escapan a la gente. Porque, muchas veces, cuando estás lleno de xenofobia, no te paras a pensar. Y por eso es importante la labor que hacemos, de intentar acercar otras realidades a la gente.

P. Tu destino no era Europa, pero acabas en Europa. ¿Por qué?

R. Pues por las circunstancias del camino. Yo cuando llego a Nigeria estaba muy contento de que iba a llegar a Jos para hacer mis estudios. Pero cuando llegué a Jos, era el cuartel general de Boko Haram. Y un día entraron en las casas del pueblo donde estaba y empezaron a quemarlas y a llevarse a los niños, y nosotros salimos huyendo hacia Níger en un camión que llevaba tomates. Así es como llego a Níger, donde estuve muy poco tiempo, en unas condiciones muy duras, trabajando en el campo, sembrando cebollas y ajos.

Y, a partir de ese momento, te das cuenta de que esto no es lo que querías. Yo dormí en la calle, en unas condiciones bastante difíciles. Tenía que seguir el camino. Así es como decido ir hacia Argelia. Porque, cada paso que iba dando, me decían siempre: “Ahí quizá puedas estudiar”. Esa esperanza de que en el siguiente paso iba a poder estudiar era la que me movía. Por ella crucé el desierto del Sáhara en cuatro días, hasta llegar a Argelia. Allí estuve muy poco tiempo también, porque estuve en durmiendo en unas tuberías, y un día en una redada de policía le pegaron fuego a las dos entradas de la tubería. Con estas condiciones, no te permiten quedarte ahí. Así que en Argelia seguí una vía de tren y llegué a Marruecos, después de tres días caminando.

"Solo descolonizando nuestra educación, nuestra economía y nuestra vida social, podemos avanzar"

P. ¿Ibas solo?

R. Ibas encontrando gente. Y durante el camino hay una vida de comunidad. Hay un colectivismo bastante arraigado y natural que permite que a veces no te sientas solo. Pero claro, por mucho que estés con la gente, no es tu familia. Son gente que has ido conociendo y que también forman parte ya de tu familia pero no es lo mismo. Esa soledad de estar solo por la noche en una esquina y empezar a anhelar a tu familia, tus amigos y todo lo que has dejado atrás, eso no te lo quita nadie. Es algo que te acompaña a lo largo de todo ese tiempo. Es una de las cosas que de verdad llevas.

P. Durante todo este camino, vas hablando con mucha gente. ¿Qué se dice de España? ¿Se dice “yo voy a España porque allí hay trabajo” o “voy a España porque hay ayudas”?

R. Yo digo siempre que nosotros vemos lo que nos enseñan. Vemos lo que quieren que veamos. Si cuando estás en África, en cualquier país, miras los medios de comunicación, te fijas en los estudios que haces, ves algo cortado con escuadra y cartabón. En tu libro de texto tienes una fruta como la pera o la manzana, algo que en tu día a día no ves, y pronto te das cuenta de que te están formando desde pequeño esa forma de idealizar a Europa. Nunca te sacan el lado negativo, que lo hay. Ni la miseria, que la hay aquí. Eso nunca sale en los medios de comunicación. Entonces cuando ves ese tipo de cosas, si lo estás pasando mal allí, lo primero que piensas es en ir a este sitio. Pero no se dice la verdad.

P. Vamos a empezar por lo básico de nuevo. ¿Quién controla la educación y los medios de comunicación en África?

R. Claro. Es que todo lo que tenemos en educación es colonial, entre comillas. La educación en África es una educación colonial. De hecho, ahora mismo en varias plataformas de jóvenes africanos hay una lucha que estamos llevando a cabo para africanizar nuestra educación de un modo que refleje de nuestro día a día y hable de nuestra auténtica historia. Porque solo descolonizando nuestra educación, nuestra economía y nuestra vida social, podemos avanzar. Porque todo esto está aún colonizado, por mucho que nos digan que en los años sesenta se acabaron las colonias y que los países africanos consiguieron su independencia.

P. No dijeron a qué precio.

R. Claro. Actualmente, hay catorce países africanos que utilizan una moneda que se llama Franco CFA. Franco de las Colonias Francesas de África. Y tú dices: estamos en el siglo XXI, en el 2018, y la economía de 150 millones de personas está en manos de Francia, que es la que decide qué cantidad de dinero les lleva y cómo se los lleva. Porque se fabrica en Francia, en un barrio de París. Entonces, dices, ¿cómo se desarrolla esta gente si su economía está en manos de Francia y una de las condiciones que puso el general De Gaulle en la época colonial era que, para acceder a la independencia, había que asumir la deuda externa de la metrópolis?

Asumir todas estas deudas hizo que esos países nacieran endeudados. Y esa deuda les persigue. Y para ir quitando poco a poco esas deudas, el FMI hace una política de reestructuración para que las deudas se vayan pagando con las materias primas. Esto provoca, por ejemplo, que en un país como puede ser Costa de Marfil, que es el primer productor de cacao a nivel mundial, comerse un buen chocolate sea un problema. El cacao tiene que ir a Francia, a Suiza, y a todos estos países, para que se lo bendigan, antes de volver a Costa de Marfil y tengan que pagar precios muy caros para consumir lo que producen.

Hoy, por suerte, hay varias plataformas de jóvenes africanos y eso es algo que a mí me anima en esta lucha. Porque yo sé que lo vamos a conseguir. Puede tardar lo que tenga que tardar, pero vamos a conseguir que lo que es africano sea africano. Y, si alguien lo quiere, que sea mediante un trato de respeto, que nunca lo ha habido a lo largo del tiempo.

"La vida en los CIEs es una vida de continua tortura"

P. Eso que dices, esa seguridad en que al final se logrará, estará basado en tu propia experiencia. ¿Tú estabas convencido de que ibas a conseguir estudiar?

R. Yo cuando salí lo tenía muy claro. Pero conforme se me iban poniendo las cosas difíciles con los diferentes obstáculos, soy un ser humano y tengo mis debilidades. Es decir, llegaba un momento en que no veías claro lo que estabas haciendo. No solo no lo ves claro, sino que sientes un bajón y decides tirar la toalla y se te pasan muchas cosas malas por la cabeza. Pero este objetivo ha sido muy fuerte. Más que muchas cosas. Este objetivo es el que siempre me ha movido. De hecho, a día de hoy es lo que me sigue moviendo. Yo me pregunto muchas veces cómo este anhelo me puede mover tanto que a veces consigue que me supere y que logre superar algunos obstáculos que no podría en una situación normal. ¿Sabía que lo iba a conseguir? Nunca puedes saber eso. Pero, si luchas día a día, siempre te queda la esperanza de que la lucha te va a llevar a conseguir eso.

P. Entras a nado en España. ¿En qué año?

R. Yo entro a Ceuta el 27 de diciembre de 2011.

P. Hace siete años.

R. Sí.

P. No fue en el tristemente famoso recibimiento con pelotas de goma, eso fue posterior.

R. No. Esto fue antes de lo del Tarajal.

P. Pero te dieron el mismo recibimiento.

R. El mismo. E incluso antes de mi entrada, esta misma actuación también existía en la frontera sur. Cuando ocurrió lo del Tarajal, en 2014, el 6 de febrero, escuché al entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, decir que no hubo disparos de pelotas de goma y que la actuación fue correcta. Yo me reía porque sé realmente lo que pasa allí en la frontera. Y no es nada nuevo. Como el tema de las devoluciones en caliente, que a veces los medios se escandalizan durante dos o tres días, como si fuera algo nuevo.

P. ¿Pasa a diario?

R. Es algo que pasa en la frontera y hay que decirlo. Porque a veces quizá esa actuación se ha perpetuado porque no se decía. Y ahora hay muchas organizaciones que afortunadamente denuncian esos actos en la frontera sur para que no queden impunes. De hecho, tras lo ocurrido en el Tarajal, cada año vamos a Ceuta a recordar un poco a esos hermanos que perdieron la vida y a todos los hermanos y las hermanas que están perdiendo la vida en la fosa común del Mediterráneo. Es una forma también de decir que no olvidamos a esta gente.

P. De tu estancia en los CIEs sé que te cuesta hablar, pero me gustaría que me lo contaras porque lo cierto es que a la prensa no le dejan entrar. Incluso a algunas autoridades no les dejan entrar tampoco. ¿Cómo es la vida en un CIE?

R. Los CIEs son cárceles que no deberían existir. La mera existencia de los CIEs es una patada al derecho internacional. Y dicen que son centros de carácter no penitenciario, pero (sonríe) cualquiera que haya estado allí sabe que son una cárcel en toda regla. Es un centro donde, primero, el hecho de meterte ahí es una forma de vulnerar tus derechos más básicos, el de circulación o el de la libertad, que vienen recogidos en el artículo número 1 de la Declaración de los Derechos Humanos. Y la vida en los CIEs es una vida de continua tortura, psicológica sobre todo. Y la tortura psicológica no es que te metan en un sitio y que… No...

La tortura es que yo te encierro allí, no sabes qué va a pasar contigo, vas a estar en una incertidumbre continua, vas a vivir una provocación continua por parte de la policía que guarda a los inmigrantes allí, una continua provocación para que de alguna manera explotes y ellos tengan un motivo para devolverte a tu país. Hablo siempre de donde yo he estado, en Tarifa. Estás en una celda de ocho metros cuadrados, con diez personas, en literas. Las necesidades más básicas las hacéis allí. No hay ninguna intimidad. Para ir a ducharte tienes que ir acompañado por un policía. Tienes cinco minutos para ducharte. Cuando llegas, evidentemente, te quitan todo lo que tienes.

"La única crisis que hay en Europa es una crisis política"

No tienes ni siquiera la noción del tiempo. Yo recuerdo que pasé las navidades de 2013 en el CIE de Tarifa y fue bastante duro. El CIE de Tarifa está en una isla que se llama Isla Paloma y cualquiera que haya ido a Tarifa sabe el aire y el viento que hace allí. Pues imagina estando en medio del mar en esa isla donde (se ríe y se toma unos segundos)… donde para sacarnos al patio, que es como un corral con rejas, nos dejaban al allí, sin nada donde cubrirnos. Y ese tiempo teníamos que estar allí en el patio. Pero es que luego hay días en los que, si hay mucho viento, no nos dejan salir. Estamos en nuestras celdas cada uno. Yo recuerdo que el año nuevo de 2013 no vimos entrar el año porque nadie tenía reloj y estábamos en nuestras celdas. Y por los pasillos hablábamos entre nosotros. No nos dejaron ni siquiera saber. Ni sentarnos en un salón que había para poder ver la tele. Nos cerraron y se fueron los policías a festejarlo ahí al lado. Y nosotros escuchábamos la música que tenían puesta. Algunos se durmieron y otros se pusieron a cantar.

Son momentos que yo recuerdo porque a mí nunca me habían esposado hasta llegar a Ceuta. De hecho, yo llegué al hospital esposado a otra persona. Y nunca me habían esposado así hasta que me llevaron al CIE. Y estar en una celda donde por la noche entran con una violencia increíble a llevarse al que tú tienes al lado, pues hace que no pegues ojo.

P. Nunca sabías si tú ibas a ser el siguiente.

R. Exacto. Eso. No pegas ojo durante varios días y sabes que al que se están llevando por allí es para llevarlo a su país.

P. ¿Allí solo trabajan policías? Supongo que hay médicos y psicólogos también, ¿no?

R. Lo que pasa es que los CIEs no tienen la misma regulación. Es decir, el CIE de Tarifa no tiene nada que ver con el de Valencia o el de Aluche. Por lo tanto, yo hablo siempre del CIE de Tarifa. Ahí solamente había policías. No había psicólogos y no había abogados. Es verdad que últimamente, según lo que he escuchado, han empezado a dejar entrar a algunos abogados. No sé si es verdad o no. Pero cuando yo estaba no los había. Había un hombre de la iglesia, al único que le dejaban entrar, y que tenía una actitud bastante paternalista.

P. ¿A un sacerdote católico sí?

R. Sí. De hecho, recuerdo una vez que vino. Cuando le dices tu nombre, te lo cambia por un nombre español.

P. ¿En serio?

R. Sí. Y yo eso lo odio. Porque me recuerda a la época colonial. A la época de la esclavitud, cuando se llevaban a los esclavos y les intentaban poner nombres occidentales. Pues este señor llegó ahí y me preguntó. Yo le dije: me llamo Sani. “Bueno, a partir de ahora te llamo Pedro”. Y yo le tiré de la mano y le dije: “No. Me llamo Sani. Y si no me puedes llamar por mi nombre, no me llames”. Entonces, está ese hombre. Y luego hay muy poca asistencia sanitaria. El médico venía tres días a la semana y para cuestiones básicas.

Cuando necesitas asistencia de verdad te tienen que llevar a un centro de salud. Yo recuerdo una vez que me dolía la muela por la noche y llamé a un policía por el dolor. Entonces él habló con sus superiores y le dijeron que me podían llevar al centro de salud. Entraron en mi celda y me dijeron que me tenían que esposar las manos y los pies y escoltarme hasta el centro. Y yo me imaginé este panorama y no. Primero es como reafirmar los prejuicios que la gente tiene y los estereotipos. Y yo me negué a ir. Porque, por mucho que hayamos llegado a este país como hemos llegado, tenemos algo de dignidad y yo no tolero a nadie que la pise.

"Además de expoliarnos, nos toman por tontos"

P. Este año que se acaba quedará sin duda como el año en que algunos partidos y grupos de presión decidieron poner la inmigración en la agenda mediática como un problema. Se habla mucho más de ello que cuando tú llegaste.

R. Lo primero es un error enorme por parte de los medios de comunicación y los políticos, y esto se traslada a la sociedad, sobre cómo se gestiona y cómo se habla de la inmigración. Cuando se habla de algo como un problema, la cosa acaba convirtiéndose en un problema. Mientras no se deje de ver la inmigración como un problema, y se empiece a ver la inmigración como algo natural del ser humano, va a ser muy complicado. Y viendo un poco todo con perspectiva, siempre se ha hablado de la inmigración como un problema. Cuando yo llegué ya era un problema según algunos políticos. Antes incluso, cuando empezaron a llegar los primeros, en Ceuta en los años noventa, también se hablaba de ello como un problema. Cuando empezaron a llegar los refugiados sirios era una crisis migratoria, o así la llaman.

P. ¿Y no lo es?

R. La única crisis que hay en Europa es una crisis política. Yo creo que Europa tiene que solucionar esa crisis política. Porque si se soluciona la crisis política entre los países de la Unión Europea sería muy fácil solucionar este tema. Porque estamos viendo ahora mismo cómo se está cayendo el modelo social europeo. El único que se intenta mantener es el modelo económico, porque es lo que mueve.

P. Lo económico es lo político en Europa.

R. No. No, lo político…

P. Me refiero a que la economía está dominando las decisiones políticas.

R. Eso. Pero el modelo social europeo, que tanto nos han vendido y que es un modelo bastante bueno respecto a otras regiones del mundo, estamos viendo su declive. Y cuando hay declive en la política y en el modelo social, y no se reconoce, porque ahí está el problema, nadie lo puede solucionar. Y si no lo solucionas, todo lo que viene detrás, sea inmigración, sean movimientos sociales, pues desequilibran. Y esto es lo que le está pasando a Europa, porque la inmigración siempre ha existido.

P. De alguna manera se camufla esta situación que tú estás relatando con titulares y eslóganes vacíos. Hace unas semanas, en una entrevista de campaña, un político me dijo que la inmigración se soluciona en origen. Yo entonces le dije que eso supone “frenar el expolio” y ahí se acabó la entrevista. Su respuesta fue “eso lo estás diciendo tú”. ¿A estas alturas se puede negar que existe expolio?

R. (Se ríe) A ver, es lo que llevan años haciendo. Nadie, ningún político lo va a decir. Es verdad que los políticos franceses que han dejado el cargo están hablando. Hace poco, leí en una entrevista a Jacques Chirac hablar y decir claramente, sin tapujos, que todo lo que tenemos en nuestros bolsillos en Francia viene de África. No lo dije yo. La entrevista la tengo en el móvil. Todo lo que tenemos en los bolsillos viene de África. Y empezó a explicarlo. Últimamente estoy leyendo ciertas cosas respecto al continente africano, y hay un modelo que plantearon, que se llama la Françafrique. Era una relación en la que detrás había muchas cosas encubiertas. El tema del expolio muchos políticos no lo reconocen. Es decir, además de expoliarnos, nos toman por tontos.

He escuchado a políticos decir aquí en España que a África le hace falta un Plan Marshall. Yo me río. Porque yo creo que ese político tiene que repasar la historia. Estoy seguro de que no sabe siquiera en qué contexto llegó el Plan Marshall. Con toda la humildad, pero antes de hablar hay que buscar. Sobre todo cuando uno es personaje público y todo lo que dice puede tener repercusiones. ¿En qué contexto llegó el Plan Marshall? ¿A quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? Y cuando responda a todo eso, entonces piensa si se puede aplicar a África. Lo que necesita África es que haya un trato de respeto y de igualdad con Europa. Es decir, tú tienes esto, y cuando yo vengo a cogerlo, me siento en la mesa contigo y te digo: yo te doy esto a cambio, pero desde el respeto.

P. Lo cierto es que eso no se da ni dentro de la propia Europa. Hay países de Europa a los que la Unión Europea ha machacado. Te pongo el ejemplo de Grecia. Esa relación de poder y oprimido también se da dentro. Por lo que parece un ideal prácticamente imposible de conseguir.

R. Pero con África no es lo mismo. Cuando el Reino Unido dice que se sale de Europa. ¿Desde la UE que han hecho? Dialogar. Y siguen dialogando. Quieren llegar a un acuerdo. No ha habido ni asesinatos ni golpes de estado. Si empiezo a nombrarte a los políticos africanos que se han opuesto y han dicho que quieren respeto. La lista es larga. Mucha gente te dice: “¿Y qué hacen vuestros dirigentes?”. Eso a mí me duele. ¿Esos dirigentes tienen parte de la culpa? Evidentemente. Porque son marionetas, sobre todo los que están ahora. Pero los que había antes, si no les han envenenado en una cena, los han matado con golpes de estado. ¿Cuántos golpes de estado ha habido en África? Y todos los golpes de estado que ha habido en África están financiados desde Occidente, sobre todo Francia en este caso.

"Lo que necesita África es que haya un trato de respeto y de igualdad con Europa"

Con esta perspectiva, los que llegan al poder se alían con Occidente. Porque primero está EE.UU., está Europa, los líderes africanos, y el pueblo está abajo. Entonces, ésta es la relación. Con África es diferente, porque si no quieres, te quito de en medio. Y han quitado a muchos. Thomas Sankara, Patrice Lumumba, Kwame Nkrumah… La lista es bastante larga. Entonces, los jóvenes africanos ahora mismo estamos llevando una lucha en la que creemos que tiene que ser una lucha horizontal y una revolución intelectual pero horizontal, porque cuando hay líderes siempre se les ha atacado. Esto está funcionando en varios países, con muchos jóvenes emprendedores, jóvenes que después de su formación vuelven y se meten en política y están regenerando la política del continente.

Ahora, por ejemplo, se está hablando de temas como el de la moneda, de los que antes no se hablaban, temas que antes eran muy secretos. Ahora mismo 17 puertos africanos están controlados por el grupo Bolloré, un grupo francés. Es decir, todo lo que entra y sale está en sus manos. Y yo me pregunto, ¿cómo se puede desarrollar un país con este tipo de condiciones? Es decir, que se llenen la boca de hablar de que África necesita un Plan Marshall y que hay que actuar en el origen… ¿Cuántas veces lo hemos oído?

P. Es el tipo de titular del que hemos hablado antes, que se dice para tapar un fracaso evidente y un declive de valores y de reflexión.

R. Exacto. Y cuando se dice esto, ante la sociedad te haces un lavado de cara. Esa sociedad sabe que Europa quiere actuar en el origen. Entonces, ya está. Te has ganado a la población, pero para actuar desde el origen, hay que saber lo que pasa en el continente africano. Y muy poca gente sabe lo que pasa realmente. A veces, incluso por mucho que le acercas esta realidad, miran hacia otro lado. Yo lo digo siempre. No venimos por gusto. Ojalá me hubiera quedado en mi país haciendo mis estudios. Porque con mi familia es con quien mejor puedo estar. Y pensar que salimos por gusto… Hay que ir al fondo del problema. Y mientras no se solucione el problema del expolio…

He llegado a escuchar a uno que le llaman Señor África, un tal Raimundo, en una entrevista a raíz de un foro con varios expertos en migración, que le pusieron un vídeo mío que circula por las redes. Y él dijo textualmente, y tengo capturas de pantalla, que vincular la cooperación al desarrollo de África con la inmigración es un error. Y yo me río. Porque este hombre, o nos está tomando el pelo o no sabe cuál es su trabajo. Y lo llaman Señor África y todo porque es no sé qué del gobierno.

"Todos los golpes de estado que ha habido en África están financiados desde occidente"

P. En tu caso, ¿eres crítico con la cooperación al desarrollo?

R. Lo soy.

P. He hablado de este tema con una amigo mío que es médico cooperante y que dice que a nivel sanitario es vital. ¿Si se retirara el dinero para anti-retrovirales qué pasaría por ejemplo?

R. No es cooperación al desarrollo. Es dependencia.

P. Es obvio que hay intereses y que se ha creado una relación de dependencia brutal. Pero es que hablamos de miles de vidas.

R. Puede sonar muy fuerte, pero nosotros no queremos esto. Nosotros queremos que, si de verdad se quiere hacer una política de cooperación al desarrollo, que se venga a África y se implanten métodos que puedan hacer que los propios africanos puedan llevar eso a cabo y que después formen a otros, que les den el relevo y la cosa siga. Vuelvo al Plan Marshall. El Plan Marshall se llevó a Europa para que pudiera desarrollarse y hacer comercio con los EE. UU.

P. Sin duda fue una americanización.

R. Eso fue lo que pasó. Los estadounidenses no vinieron aquí y empezaron a cooperar y dar cosas en los pueblos. A dar entre comillas. Porque incluso el dar… Es decir, nosotros preferimos una buena cooperación. Yo prefiero lo que llamo desarrollo comunitario. Yo estuve en Senegal con un chico que se llama Mamadou Dia, un chico que estuvo en España y que regresó a Senegal y montó un proyecto de desarrollo comunitario excelente. Yo he estado y te digo que eso es lo que queremos. Que sea la gente. Y que los recursos que hay allí sirvan para poner en marcha métodos de desarrollo y que esos métodos sirvan para que la gente sea dueña de su futuro. Y no que yo lleve una campaña de vacunación de dos meses o de una semana o de siete meses. Que también es bueno. Yo no puedo decir que no es bueno, pero crea dependencia. Porque cuando acaba, vuelve a ocurrir lo mismo y a la gente de allí no la has formado para que lo puedan solucionar, ni hay medios para poder solucionarlo. Y esto es crear la eterna dependencia que ha existido siempre.

P. Has dicho dueños del futuro. Yo tengo que confesar que tampoco aquí me siento muy dueño de mi futuro.

R. Pero no se puede comparar.

"(la de África) tiene que ser una lucha y una revolución intelectual pero horizontal"

P. Te voy a pedir el ejercicio. ¿En qué se parecen Camerún y España?

R. Pues, si me dices quizás Andalucía, sí que hay similitud en ese ambiente de calle. Hay una cercanía entre la gente que sí se puede parecer. Y, cuanto más avanzas hacia Europa, se va perdiendo.

P. ¿Allí hay también diferencia norte-sur?

R. Sí. Se nota. Es verdad que, como hay un comunitarismo bastante arraigado, a veces es difícil ver las desigualdades, aunque existen y son enormes. Pero el hecho de que el vecino, si tiene algo lo comparte con el de al lado, eso lo hace más difuso.

P. Te pregunto por tu país por eso que Fela Kuti decía de que el 99% de la información que llega de África es falsa. ¿Estás de acuerdo?

R. Completamente de acuerdo. Hay un dicho congoleño que dice que mientras los animales no tengan historiadores, se seguirá venerando a los cazadores. La historia de la cacería va a seguir venerando a los cazadores si los animales no tienen quien cuente su historia.

P. Recuerda al de Malcolm X: “Si sigues mirando la televisión, acabarás amando al opresor y odiando al oprimido”.

R. Así es. Pues es verdad. Porque hay algo. Hay una necesidad de que nosotros seamos nuestra propia voz y nosotros hablemos de África. Yo me di cuenta de eso curiosamente cuando llegué aquí. Porque cuando estaba en Camerún, mis libros venían de Francia, yo me sabía los monumentos de París, la geografía de Europa, la historia de Europa… Lo comemos. ¿Pero qué hay de nuestra historia? Nos empiezan a hablar desde la época colonial y nos plantan a los padres de nuestra independencia como delincuentes, como salvajes y que se organizaban e iban en contra de los blancos. Así es como nos plantean nuestra historia.

Es decir, que a tu propio héroe o los mártires de la independencia te los plantean como algo negativo. Entonces, tú creces con eso. Cuando llego aquí y empiezo a leer obras escritas por africanos o por afrodescendientes o afroamericanos… Guau… Para mí fue como si se cayera un muro que tenía delante. Y me di cuenta realmente de lo ignorante que era. Y desde entonces no he dejado de leer. Leo muchísimo. Es que yo no sabía que había filósofos africanos, para que veas hasta dónde llega eso. No sabía que había matemáticos africanos. Todo te viene de ahí. Y cuando descubres este mundo… Mientras nosotros no aprendamos y hablemos de África lejos de los tópicos será difícil. Estamos en el camino. Yo tengo tanta esperanza porque veo realmente ese cambio en los jóvenes africanos, en los que se está creando una conciencia panafricana que yo creo que tarde o temprano empezaremos a recoger los frutos.

"Nosotros ya tenemos voz. Lo que queremos es que se nos escuche"

P. ¿Tú querías ser periodista?

R. Sí (Se ríe).

P. ¿Y qué opinas de los titulares de las últimas semanas? Lo primero ha sido que te han colgado la coletilla de inmigrante, y algún medio lo ha mejorado llamándote “inmigrante antivox”.

R. (Se sigue riendo) A ver, yo siempre quise ser periodista por mi hermano, que es periodista en Camerún y es mi referente y mi modelo. Pero cuando hice este camino empecé a ser muy crítico con los medios de comunicación. De los siete años que llevo en España, no he visto y no recuerdo un día que haya visto una noticia auténtica, clara y bonita que hable del lado bonito de la inmigración, o de África. Y eso me frustra muchísimo.

Y con lo que ha pasado últimamente... Yo me reía. Es verdad que me ayudó mucho estar en periodo de exámenes. Pensaba que me iba a afectar mucho más, pero me permitió discernir. Yo con los medios he tenido muchos contactos porque estoy en el mundo del activismo, además de con mi hermano. Yo sé cómo tratar a los medios de comunicación. La gente se sorprende que lo diga, por la edad que tengo. Pero yo sé cómo tratar a los medios. Entonces, cuando llega todo esto, lo primero es ver cómo se pone en los titulares. “El inmigrante no sé qué no sé cuántos va a ir en la lista de Pablo Iglesias”, “el inmigrante ha hecho no sé qué”… Y cuando leí para colmo el titular de OK Diario que ponía “el inmigrante antivox”…

P. Ha sido en El Mundo. Es un apelativo puro de OK Diario, pero ha sido El Mundo.

R. El periódico El Mundo, sí. OK Diario puso “el inmigrante camerunés expulsado”. Algunos pusieron “fulminado”. Estuvieron llamándome muchos medios y yo les decía que no iba a atender a nadie. A mí nadie me va a forzar a hablar. Pueden escribir lo que quieran. Yo no tengo nada que demostrar a nadie y no tengo nada que reprocharme. No he hecho nada grave para tener que ocultarlo ni sentir la presión, si bien es verdad que el acoso mediático es bastante duro de vivir. Es verdad que les decía que estaba de exámenes y a los que insistían les decía que, si querían hablar de mi vida, estaba en las redes sociales o internet.

Algunos que me pusieron como “antivox”… Bueno, yo a Vox hasta hace poco no sabía ni que existía, por lo tanto, “antivox”… Yo siempre he sido activista, antes de que apareciera Vox. Y cuando aparecí en el programa de Salvados, ni siquiera hable de Vox. Yo hablaba de la situación de los inmigrantes. Porque los inmigrantes tenemos que justificar hasta nuestra existencia. El mismo hecho de estar respirando el aire en España. Eso es lo que dije y es lo que voy a reiterar siempre. Vox a mí no me preocupa. A mí me preocupa la gente. La gente que me rodea y la que veo en la sociedad porque, como lo decía una compañera en el programa, se intenta enfrentar al penúltimo contra el último. Y a mí ese enfrentamiento es lo que más me preocupa. Mucho más que Vox. Porque de la inmigración se ha hablado mal antes de la llegada de Vox.

P. Y mucho me temo que se va a seguir hablando.

R. Exacto. Y lo que está proponiendo Vox, eso sí que quiero dejarlo claro, no es nada nuevo. ¿Deportar a los inmigrantes? Ya se está deportando. ¿Quién puede decir que no se está deportando a los inmigrantes?

"Vox a mí no me preocupa. A mí me preocupa la gente"

P. Ese es otro eslogan vacío. En campaña también lo hablaba con un miembro de Vox. Le pregunté si acaso sabía cuánto costaba de media una deportación. Y no lo sabía. Cuesta 4.000 euros por deportado. O deportar a dónde. Si el que llega no dice de dónde viene, a dónde lo vas a deportar.

R. Claro. Por eso digo. Son propuestas utópicas.

P. Y populistas.

R. Y populistas. Hay que decir las cosas. Yo estudio Relaciones Internacionales y este año estamos en auge de eso. Con lo que pasó en Brasil con Bolsonaro también vimos cómo esos discursos calan. Son estrategias que utilizan. Son propuestas muy simplistas que llegan fácilmente. Y no estudian el impacto que pueden tener y cómo se puede realizar. Y en un país firmante de varios acuerdos internacionales, a pesar de que muchos de ellos son papel mojado, en un estado de derecho, España es garante del derecho internacional. Por lo tanto, hay muchas cosas de las que dice que se están haciendo que ni siquiera son nada nuevo. Deportar, se está haciendo. La valla está ahí.

P. Quieren convertirla en muro, que eso ya es trumpismo puro.

R. Si es que por mucho que pongan el muro en Ceuta y Melilla no va a parar la inmigración. La inmigración no va a parar. No hay valla o muro que contenga el sueño y la esperanza. Por lo tanto, en vez de dedicarse a poner muros, que vayan a África y solucionen el trato que ha habido con África desde la época colonial, desde la conferencia de Berlin de 1884, cuando se repartieron África y desde el tiempo de la esclavitud. Que solucionen esas cosas y ni siquiera haría falta una valla porque no vendríamos. Yo es que estoy convencido y además estoy viendo a muchos africanos que vienen a Europa y cuando estudian y se forman vuelven a África. Porque es que tu familia seguirá siendo tu familia y tu tierra seguirá siendo tu tierra. Nadie te va a quitar eso. Por lo tanto es erróneo pensar que poniendo muros y deportando inmigrantes vas a solucionar el problema.

¿Quién cree que esto va a solucionar algo? En EE.UU., Donald Trump también puso esta propuesta y ahora está en pleno shutdown. ¿Por qué? Pues porque hay propuestas que en campaña es fácil decirlo pero que, cuando calculan los costes, se dan cuenta de que son una locura. Porque el peligro también está en que, si hay una hostilidad ante los inmigrantes, en España y en cualquier del mundo, los inmigrantes se podrán ir a otro país, pero lo que has creado dentro de tu propio país enfrentando a tu propia sociedad se queda. Porque entre los propios españoles los hay que están a favor y los que están en contra. Entonces, si tu discurso fomenta que los españoles se enfrenten por la inmigración, aunque los inmigrantes se vayan, este problema no lo vas a poder solucionar. Ahí se quedan resentimientos que duran mucho tiempo en la sociedad.

"Una persona bien incluida es una potencial riqueza"

P. Sabiendo lo que sabes y tras haber hablado justamente de promesas en campaña. ¿De verdad crees que si Podemos llegara al Gobierno iba a llevar a cabo políticas que mejoraran la relación entre África y España o crees que estaría también atado de pies y manos?

R. ¿Hablamos del tema de la inmigración, no?

P. Sí, claro.

R. A cualquier gobierno que llegue le pongo siempre el ejemplo de Canadá. Es verdad que también tiene sus fallos, pero es un país que está llevando el tema de la inmigración y de la inclusión de los inmigrantes en la sociedad de una manera bastante suave. Además es que Canadá, antes de firmar el pacto de Marrakech, reconoce que si Canadá es lo que es ahora, es en parte por los inmigrantes que antes vinieron. Hay un ministro en Canadá o un parlamentario que es de origen indio y que va vestido como se viste en la India y eso es una riqueza. Y Canadá lo reconoce.

Es decir, ¿puede llegar un dirigente y aplicar esas medidas de respeto y poder solucionar desde el origen y dar con una solución auténtica? Claro que sí. ¿Pero interesa? Ésa es la cuestión. ¿España dejaría de hacer pesca salvaje en las costas de Senegal? ¿España dejaría todos esos intereses? ¿O Francia dejaría que Areva, la empresa que explota la mina de uranio en Níger, o las empresas europeas que están explotando las minas de coltán en el Congo dejaran de hacerlo de verdad?

P. Eso mismo te estoy preguntando.

R. Pero nosotros, lo digo siempre, con una certidumbre total, nosotros lo vamos a hacer. Incluso si tenemos que forzarlos a hacerlo, lo vamos a hacer los jóvenes africanos. Lo digo siempre. Nosotros no estamos esperando que Europa cambie. Europa no va a cambiar. Los dirigentes europeos no van a cambiar su trato respecto a África. Esto significa que nosotros somos los que tenemos que forzarles a que esto cambie. Y estamos en camino. Puede tardar lo que vaya a tardar, pero Europa al final pondrá un puente en el Mediterráneo. Puede sonar muy utópico ahora, tal y como estamos hoy en día, pero ocurrirá. Y esto ocurrirá cuando los africanos, después de plantear toda nuestra lucha y nuestra revolución, digamos a Europa que hasta aquí hemos llegado. Todo el sistema de bienestar de Europa del que tanto hablan se sustenta con los recursos de África. Vas a los hospitales, miras las máquinas. ¿Los minerales de dónde vienen? La electricidad. Para calentarte en España, tiene que venir el gas de Argelia. Así, muchas cosas.

P. Pero por eso mismo me sorprende que, sabiendo lo que sabes y planteando todas estas preguntas, directamente te presentes con un partido que, por ejemplo, a la hora de fabricar armas para Arabia Saudí, contraviniendo todos los tratados firmados e incluso una ley, no tiene ni siquiera un postura clara al respecto sobre si para ello compensa mantener los puestos de trabajo en un astillero de Cádiz. O sea, ¿tú crees que un partido como Podemos va a cambiar todo esto que me estás diciendo y que va a sacrificar el sustento de las familias que hacen pesca salvaje en las costas de Senegal, por ejemplo?

"Todo el sistema de bienestar de Europa del que tanto hablan se sustenta con los recursos de África"

R. Mira, yo prefiero no hablar de partidos.

P. Claro, pero es que has encabezado, aunque brevemente, la candidatura de un partido en concreto.

R. Sí, pero yo no soy de Podemos. Yo no soy afiliado ni militante de Podemos. Y en mi lucha, yo prefiero que hablemos de un conjunto. Porque si nosotros pedimos respeto y decimos que hasta aquí hemos llegado, esté el partido que esté tendrá que respetar. A mí me dan igual los partidos. Puedes ser de derechas, de izquierdas, de extrema derecha o de lo que quieras. Me importan muy poco los partidos. Yo miro lo que decimos nosotros, los africanos. ¿Qué decimos? Si decimos que hasta esta raya llegamos, quien venga no vamos a mirarle el color ideológico. Es 50% para nosotros. Y si lo acepta, nosotros podemos tratar con quien sea, venga quien venga. Pueden plantear o dejar de plantear o decir o dejar de decir.

Yo digo siempre: si en algún momento tengo que entrar en política, tengo muy claro que vengo del mundo del activismo. Si me meto en política es para intentar cambiar y no para que la política me cambie. Y no tendría ningún reparo en quitarme esa capa de política y seguir con lo que estoy haciendo si veo realmente que hay cosas que no me gustan o que no funcionan. Porque no voy a meterme en política para estar. Mi formación mira hacia las organizaciones internacionales. Ni siquiera hacia política nacional. Pero reconozco que la base política la tengo y que huir de ella es también no ver la realidad. Y, cuando llegue el momento en que uno se sienta preparado, después de reflexionar, uno se meterá. Pero siempre con la idea de intentar cambiar algo. No de parecerme ni de hacer lo que se está haciendo.

El hecho de venir del mundo del activismo me hace entrar ya con una visión. Porque yo ahora mismo llevo en una organización internacional que hace cooperación al desarrollo en países, y yo no voy a comulgar con esa cooperación al desarrollo, pero intentaré aportar algo por ser africano y haber vivido en África. E intentaré decir: “Oye, podemos hacer las cosas así”. Y si se puede, se hace. Y si no se puede, pues desde luego con mi nombre no se va a hacer.

P. ¿Me imagino que eso era lo que tú querías aportar al parlamento, no? Ese testimonio desde las tripas. Ese “estoy aquí y soy parte de este país, escuchadme”.

R. Claro. Yo tengo muy claro de que si me meto en política no será por estar.

"Yo no soy afiliado ni militante de Podemos"

P. ¿Alguna vez has tenido miedo a occidentalizarte?

R. ¿Miedo a occidentalizarme? No. Mi padre siempre nos lo dice. Nosotros vivimos en Duala, que es la segunda ciudad más grande y la capital económica de Camerún. Pero mi padre es de un pueblo. Él llegó a Duala y vivió y trabajó allí, que es donde crecimos. Y él siempre regresaba a su pueblo. Y nos decía siempre: “Ésta es vuestra casa, la mía está en mi pueblo”. Y para saber a dónde quieres ir, tienes que saber de dónde vienes. Yo siempre he tenido eso en la mente. Yo vine aquí. Yo sabía que una de las primeras cosas era aprender el idioma para incluirme dentro de esta sociedad, y también formarme para que de alguna manera pudiera tener criterios propios. Porque una vez que uno ve claramente qué quiere y tiene criterio propio es difícil alinearlo. Y occidentalizarse es también sinónimo de alineación. Y a mí no me gusta alinear a nadie ni que se me alinee. Siempre he tenido muy claro que tenía que coger de aquí, y mezclarlo y hacer algo muy bonito. Mezclar esas dos culturas y encontrar un punto intermedio, un equilibrio es lo mejor que puede hacer uno, y además es lo más bonito. Yo vengo aquí y te cuento cosas de África y voy a África y cuento cosas de Europa. No abrirte a conocer otras cosas es lo que aumenta la xenofobia. El miedo a lo desconocido.

P. Quiero terminar la entrevista poniendo sobre la mesa dos cosas que han ocurrido casi al mismo tiempo. Puede parecer una comparación un tanto superflua pero no lo tengo tan claro. Y es que, al mismo tiempo que explotaba en Andalucía y España el fenómeno de Vox, dos africanos, César Brandon y Famous, ganaban dos concursos súper populares como Got Talent y OT, que tienen además una enorme repercusión y en los que vota el público. ¿Qué dice más de España de estas dos cosas?

R. En francés hay un dicho que dice que “no se puede esconder la luz del sol”. Esos talentos... Yo digo siempre que los africanos y los afrodescendientes tenemos talento y los traemos, y que la sociedad tiene que mirarnos más allá del “pobrecito”, el “miserable” y el “inmigrante”, y empezar a ver a la persona. A ver el talento. Porque muchas veces, por no querer verlo, se mata un talento que podría aportar mucho a esta sociedad. Una persona muy bien incluida dentro de esta sociedad es una potencial riqueza para el país que le acoge. Y más allá del sentido que aquí se tiene de riqueza. Riqueza en el sentido africano. César Brandon o Famous o muchos que hay, son jóvenes llenos de talento, llenos de luz. Y, por mucho odio que tenga uno, va a ser difícil apagar esa luz. Basta con que nos den un escenario. Basta con que nos den un altavoz. Y cuando se habla de que hay que darnos voz, yo digo que no. Nosotros ya tenemos voz. Lo que queremos es que se nos escuche. Y, una vez que se nos escuche, la gente va a entender que nosotros nos forzamos a nadie a que nos quiera. Eso viene naturalmente con todo lo que llevamos dentro.

"Europa al final pondrá un puente en el Mediterráneo"

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