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Rafa Sanz: “El baloncesto ahora me da pena y me indigna”

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Paco Merino

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Sólo fueron dos temporadas, pero del recuerdo de aquellos días se sigue alimentando toda una generación de aficionados. Un chaval de 23 años y 4 meses, el entrenador más joven en toda la historia del baloncesto profesional español -en la máxima categoría el récord lo ostenta Felipe Coello, con 24 años y 2 meses en el Náutico de Tenerife-, se hace cargo en 1999 del primer equipo del Cajasur, un club arraigado -compitiendo en divisiones nacionales desde 1974- y habituado a una vida frustrante salpicada de alegrías ocasionales. Tras comprobar que se perpetuaba una política de fichajes austera, aderezada con apuestas locales y extranjeros desconocidos, el grueso de la descreída masa de seguidores de este deporte en Córdoba se disponía a consumir, con el tibio conformismo habitual, una temporada más en la LEB Oro. Y entonces se desató la locura. Con un estilo de juego valiente, jugadores con talento y carisma -Joe Alonso, Óscar González, William Gladness...-, bisoños canteranos que maduraban a todo ritmo y un entrenador de desbordante personalidad, el Cajasur se convirtió en la sensación de la liga y en un fenómeno mediático en la ciudad. En las noches de los viernes, Vista Alegre se transformaba en un foro de ilusiones compartidas. Sanz lo revolucionó todo. Aquel chico que apenas se afeitaba tenía algo. Más joven que la mayoría de los jugadores a los que adiestraba, demostraba en cada acción una firmeza de criterio que era fácil de asimilar con una dosis elevada de prepotencia. No caía bien a algunos, resultaba incómodo por sus opiniones y su vehemencia para defenderlas. Ese punto de rebeldía lo trasladó al Cajasur, que dejó de ser un perfecto equipo intrascendente para erigirse en el líder de una rebelión de desheredados. Llevaba desde los 14 años dirigiendo equipos en el Colegio Salesianos, luego despuntó en Montilla... Pero aquéllo superaba todas las previsiones. Era lo nunca visto. Cuando se ponía el traje para los partidos, cualquier cosa podía suceder. Formaba parte esencial del espectáculo.

Más de dos mil personas de promedio se congregaban en una instalación que albergó los episodios más impactantes de este deporte en el siglo XXI. Los grandes de la Liga caían derrotados ante una formación brillante, estimulada por su propio éxito. Se alcanzaron los play offs de ascenso a la ACB, se superó por primera vez una ronda -hubo lleno en Vista Alegre en un memorable quinto partido ante el Inca de Lou Roe- y la esperanza en un futuro mejor se instaló, con fundamento, entre la afición de Córdoba. Todo eso ocurrió a unos cien metros del lugar en el que Rafael Sanz Armada (Córdoba, 27 de mayo de 1976) habla con Cordópolis. Han pasado 12 años desde que se fue de su ciudad para no volver. Durante la entrevista se disculpa en un par de ocasiones para atender a personas que le preguntan cómo le va y que le hablan, de esa manera tan especial con la que se habla de las cosas que a uno le hicieron sentir algo, de aquellos partidos disputados hace más de una década.

Sanz estuvo en La Palma, Tenerife y Ourense. Es el entrenador español que más partidos ha dirigido en la historia de la LEB. Ahora ha vuelto a Córdoba. Tiene 37 años, una hija y un desafío pendiente.

PREGUNTA. ¿Qué le quedó por hacer?

RESPUESTA. Hice cosas importantes, me fui con un balance bueno y con el aprecio de la gente. Pero... Siempre falta algo. Lo que sigue faltando todavía. Mira, uno es entrenador por vocación, pero es que además yo tuve la suerte de que las cosas me fueron muy bien. Yo no soy de los que dicen que Córdoba no es justa con lo suyo, ni que Córdoba no sabe apreciar lo autóctono. Ése no es mi mensaje. Yo he sido muy bien tratado aquí. Evidementemente, hay gente que no me ha tragado y ha intentado dar un mensaje no muy real de la situación, pero en el noventa y cinco por ciento de los casos mi mensaje es de agradecimiento a toda la gente del baloncesto, los medios, la afición... Yo me lo pasé muy bien. Creo que Córdoba tiene potencial y, además, en deportes de sala tiene esa necesidad. Dentro de los deportes de sala, el baloncesto interesa a la gente. Hay clubes de sala que lo hacen fantástico, pero tienen un hándicap: a la gente no le interesa por muy bien que lo hagan sus jugadores, sus jugadoras, sus dirigentes o sus entrenadores. Pero el baloncesto sí que interesa en Córdoba. Hay un núcleo de aficionados, de miles de personas, a los que les gusta ese producto. Lo que reclaman es que se les dé un equipo profesional en una categoría digna, que enganche de nuevo a toda la gente.

Faltan esas personas que tengan la autoridad moral, la aprobación de todo el mundo, el carisma para gestionar el deporte"

P. ¿Qué le dieron fuera que no tuvo aquí?

R. Bueno, no te creas... Me fui de aquí por la necesidad de tener que abrirme nuevos horizontes profesionales. En Córdoba mi función estaba finiquitada. Estuve dos años en ese club y, si te paras a pensar, a lo mejor puedo ser el segundo que tenga más partidos dirigidos en la historia de ese club (no lo nombra; se refiere al Cajasur Juventud de Córdoba), porque es un club que fagocita entrenadores con una facilidad pasmosa. Yo he encontrado fuera digamos que cosas buenas y malas, como en cualquier lado y como aquí también. Yo me siento cordobés y ya digo que para mí las sensaciones fueron especiales aquí. Me encuentro con personas que me cuentan lo bien que lo pasaron, y yo me siento igual porque compartir con ellos dos horas en las que eres feliz durante un partido es algo inolvidable. A mí me gustaría volver a sentir esa sensación que tuve en su momento y compartirlas con la gente.

P. En su época la gente hablaba de baloncesto, ese deporte aparecía en los medios de comunicación, los aficionados conocían a los jugadores, iba mucha gente al pabellón y los resultados deportivos no eran precisamente malos. Ahora, la mayoría de los cordobeses apenas sabe que hay un equipo y, por supuesto, el campeonato que disputa ofrece escasos atractivos. ¿Qué siente ante eso?

R. Mucha pena. Honestamente, me produce mucha pena y a la vez me indigna. Creo que se perdió una gran oportunidad. Nosotros vivimos un boom mediático, con la aparición de dos periódicos nuevos, la llegada de gente de mucho talento a los medios de comunicación. Todo ese talento en los medios, esas nuevas vías de comunicación, no las supo aprovechar el club que entonces había. Eso fue un pecado mortal. Los medios eran una correa de transmisión perfecta hacia las instituciones, las empresas, los aficionados...

Aquí se ofertan plazas en los equipos, pero... ¿quién busca la excelencia?"

A mí todavía me habla gente anónima de aquella época y es porque le llegó nuestra honestidad, nuestra humildad a la vez ambiciosa, de querer hacer un producto de calidad, un estilo de juego, una filosofía a la hora de hacer fichajes... Hubo gente que se enganchó con aquello y eso lo recuerda. Eso el club no lo supo aprovechar. Era un club en blanco y negro, que no supo reciclarse hacia el profesionalismo y en vez de subirse a la ola se quedó parado y le pasó por encima.

P. También esa expansión del “producto baloncesto” en Córdoba vino con una remodelación de las ligas nacionales, el célebre proyecto FEB que llevó baloncesto profesional a muchas capitales que, en un medio plazo, alcanzaron la ACB. Luego unos equipos prosperaron y otros se hundieron, pero tocaron la élite. Aquí eso no ha sucedido.

R. Yo entiendo que eso viene por el miedo a crecer, el miedo a no dominar tú. No podemos obviar que la cultura deportiva en Córdoba es muy escasa. En lo público y en lo privado. Hemos tenido concejales de Deportes que decían que había una calle cortada “para coches y amotos”, con énfasis en la “a”. Yo he tenido a un jugador que ha ido a una instalación a entrenar y por hacer un mate le han llamado la atención. Son cosas surrealistas. La cultura deportiva en nuestra ciudad es muy pobre. Tú sabes que yo soy muy cordobesista. Basta ver los presidentes que ha tenido mi club de fútbol. Qué poso de gestión, de conocimiento, ha dejado el Córdoba en la ciudad. Qué poso ha dejado el club Juventud en la ciudad. Es que no hay cultura. Y eso nos mata. Sobre todo no hay cultura deportiva de élite, porque hay que entender que el deporte de élite es una opción de ocio. Hay que dar un producto de calidad para que se enganche cuanta más gente mejor. Si no es así, no tiene razón de ser. Eso no está reñido con la base. La base, sin élite, tampoco tiene sentido porque los chavales no ven horizonte, no tienen una motivación que les empuje. Pero aquí se ha hecho mucha demagogia. ¿Deporte base de qué? ¿Y dónde están esos maestros del deporte base? Hay algunos casos, pero no veo muchos. Creo que en general nos falta cultura deportiva.

P. Ahora se viven situaciones dispares. Uno puede construir un club desde la base o hacerse amigo de un jeque que compra una plaza en una categoría profesional y en unos meses está en la ACB.

R. En Córdoba no podemos pensar en ACB. Pero sí en LEB Oro, que yo creo que es la categoría que Córdoba puede asumir y que a la gente le parece un espectáculo atractivo, deportivamente hablando, y que puede tener cabida en los medios de comunicación... Ahí sí se puede estar.

P. En un coloquio sobre cantera, llegó a decir que los directores deportivos eran gerentes y que los entrenadores ejercían como alineadores de niños que pagaban su cuota. Un panorama muy mercantilista.

R. Sí, falta el soporte ético. Falta el Kiko Pastor que sea capaz de separar a los padres caprichosos y pantojos para tomar decisiones. Faltan esas personas que tengan la autoridad moral, la aprobación de todo el mundo, el carisma para gestionar el deporte. Gente que sean educadores, no cobradores, que estén en el deporte como una vía educativa y que sepan transmitírselo a sus entrenadores. Yo te digo una cosa evidente: un jugador que quiera salir adelante sin esfuerzo personal, sin un gran sacrificio, va por un camino equivocado. Es imposible.¿Pero quién les transmite eso a los chavales? Ahora la mayoría se limitan a ofrecer el producto, a ofertar plazas, pero ¿quién busca la excelencia? Eso, ni de lejos.

¿Deporte base de qué? ¿Y dónde están esos maestros del deporte base? Hay algunos casos, pero no veo muchos"

P. Aunque los mejores, hoy como ayer, se siguen marchando.

R. Si en Córdoba queremos tener un equipo en LEB Oro, cuando los chavales lleguen a cadetes hay que decirles que si quieren seguir adelante se les exige un esfuerzo máximo. A lo mejor esos chavales se quitan del equipo y ya no pagan la cuota, y eso no interesa. Los chavales tienen que estudiar, eso es lo primero, pero después de eso el baloncesto tiene que ser lo más importante. Y si no están dispuestos a hacer esos sacrificios es imposible. Y no hablamos de grandes cracks, sino de jugadores cordobeses que han jugado aquí muchos años. Jugadores como Lopera, como Manolo Camacho, como Mendoza, Jorge García... Todo este tipo de jugadores que han hecho carrera en la Liga LEB e incluso han llegado a la ACB, ¿qué se cree la gente? ¿Que han venido a tocarlos con una varita mágica? Gente como José Ferrer... Son jugadores salidos de pico y pala. ¿Cuántas horas le han echado al baloncesto gente como Ferrer, Lopera o Camacho? Para tener una clase media alta en Córdoba, que nos permita estar en la LEB Oro, hace falta que esos chavales sepan y que esos clubes sepan el esfuerzo que hay que hacer. Pero muchas veces eso no interesa. ¿Quién crea ese producto? Nadie lo crea. No es tener muchos niños jugando y esperar a que de ahí salga uno por milagro. No es así. Así se empieza, pero luego llegan los procesos de selección y sólo siguen los que trabajan duro. En el momento en que un club grande ve a un chaval que despunta, se lo lleva. Los padres ven que aquí no hay futuro. Eso es un error garrafal. Habría que crear una línea de futuro y que los chavales lo vieran. Y eso es tener un equipo en la élite. Sin eso, la cantera se convierte en una guardería.

P. El Bball Córdoba es el último proyecto lanzado para devolver a la ciudad un sitio en el profesionalismo. ¿Qué opinión le merece?

R. Yo, antes que todo, les agradezco que estén ahí. Porque yo, como consumidor de baloncesto, tengo que agradecerles el que organicen un clinic, el que traigan partidos de ACB... Yo se lo agradezco porque es una opción que siempre te tienes que ir fuera para disfrutarla. Yo tengo toda la admiración por esa capacidad organizativa que demuestran en momentos puntuales. Eso, como aficionado, se lo agradezco. Ahora bien, para mí hay una cuestión clave. Esa mentalidad de hacer algo a base de aglutinar desde abajo y crecer es, para mí, una política errónea. Yo moriré y no lo veremos. Porque entran en la balcanización del baloncesto local, en la guerra civil. Los chavales, la materia  prima, la tienen otros.

No se puede pretender crear otro club de base que compita con los clubes de base que ya existen en Córdoba. Lo van a ver como un enemigo y encima se mofan"

Quieren trazar alianzas, pero no lo van a poder hacer porque los otros no tienen ningún interés en trazar alianzas, porque les ocupan el negocio a otros y se lo pisan. Hasta que los esfuerzos de un club de Córdoba no se dediquen a buscar dinero, puro y duro, puerta a puerta, establecimiento a establecimiento, persona a persona, para tener un club profesional que sea verdaderamente una referencia, no progresaremos. Tiene que tener toda la atención de empresas, medios y aficionados. Y eso, a medio plazo, se podría ver como una opción para que los mejores de Córdoba vayan a parar allí. No se puede pretender crear otro club de base que compita con los clubes de base que ya existen en Córdoba. Lo van a ver como un enemigo y encima se mofan. Los de El Carmen se estarán mofando de los de Bball porque les ganaron. Dirán: tenemos mejor base y encima les ganamos con el sénior. El Bball no llega a tener la autoridad moral ni sobre sus propias supuestas bases, porque no las tiene. Yo estoy en este mundillo y sé lo que unos comentan de otros.

P. Entonces...

R. La única vía que yo veo es la de no enfangarse en la base, no meterse en ese territorio porque va a ser arduo y va a generar controversias y división. Se puede pensar que es bueno tener muchas categorías base, 300 o 400 chavales para que las instituciones vean que mueves a mucha gente y tienes labor social, pero eso también te va a generar polémicas con otros miles. Y eso los políticos no lo quieren. Es tan fácil, y tan difícil, como coger la maletita todas las tardes y salir a vender un producto. Y eso es lo que aquí no hay. No hay vendedores de un producto. No hay gente que vaya a un bar a pedir cien euros por un carné y no le dé vergüenza que le digan que no. Eso es lo que falta. Dos mil abonados a cien euros. Y eso hay que hacerlo a pico y pala. No estar cruzado de brazos en el pabellón viendo cómo entrena un equipo y dando las claves maestras de cómo se tienen que hacer las cosas. El directivo debe estar para generar recursos, tiene que generar dinero, y hay que dar a la afición de Córdoba un equipo que llame la atención. Hoy en día estar en la LEB Oro es muy sencillo. Sólo hacen falta 500 ó 600 mil euros. Y en Córdoba se podría conseguir eso, pero hace falta gente que se tire a la calle para buscarlo. Sólo desde el profesionalismo se puede tratar con respeto y dar cabida a los demás equipos. Porque si no es así, los demás te ven de tú a tú.

La ACB es inalcanzable, es un sueño. Pero la LEB Oro puede ser una realidad en Córdoba. Lo que falta es gente que sea capaz de buscar los recursos y que se profesionalice la gestión"

P. Al fin y al cabo, se trata de que militas en el campeonato que te puedes pagar.

R. Bueno, juegas en la liga que te puedes pagar, sí. Se trata de generar los recursos para sufragar los gastos de un equipo profesional en Córdoba porque si no la gente no va. No hay vuelta de hoja. La ACB es inalcanzable, es un sueño. Pero la LEB Oro es una realidad en Córdoba. Lo que falta es gente que sea capaz de buscar los recursos y que se profesionalice la gestión en cuanto a tiempo, dedicación, ideas, estudios, horas de trabajo... El baloncesto en Córdoba ha evolucionado hacia una cosa muy mala. Y es que es el medio de vida, digamos, de unos poquitos mileuristas, es la ayuda para el apartamento de unos poquitos más, es el dinero para la cervecita de unos cientos más... No se trata de vivir del baloncesto o de chuparle la sangre al baloncesto. Esto es un corralito, digamos que algo a lo que sacarle un beneficio. Nadie se preocupa de buscar la excelencia. Ni de lejos, ni de lejos.

P.¿Falta dinero o falta personal competente?

R. Los precios han bajado desorbitadamente. Lo que no tenemos es gente con vocación de servicio. Aquí unos vienen para alimentar su ego, otros para ganar un campeonato local que luego no sirve para nada, otros para salir en una foto... No hay vocación de decir: vamos a hacer un proyecto para dar un espectáculo de calidad, una opción de ocio para la ciudad. Existe esa necesidad en Córdoba. La hay.

No puede ser un proyecto entre alianzas de base, porque en la base hay una guerra feroz. Eso es un negocio. Ahora la cantera un modus vivendi"

P. ¿Y es eso posible en Córdoba?

R. Yo he estado en la capital de una isla con veinte mil habitantes. Estuve seis años en el UB La Palma. Pero había un gerente, que era profesor de matemáticas de un instituto, y que por las tardes le dedicaba cinco o seis horas al club. Y un presidente, que era médico, que por las tardes, al salir de su consulta, estaba dos horas en el club. Y tenían una cosa buena aquellas dos personas, que ninguno de los dos era profesional de la gestión, y es que eran buena gente. Y todo el mundo los veía así. Como buena gente, trigo limpio. Eso es clave. Y en el baloncesto de Córdoba no lo ha habido.

P. Habla de liderazgo moral.

R. Totalmente. Falta la autoridad moral. En Córdoba, cuando los del baloncesto piden algo, hay gente que se echa la mano a la cartera. El baloncesto de Córdoba ha sido un baloncesto rancio, chorizo, de trampa, de deuda, de púa, de engaños... Eso ha sido el baloncesto de Córdoba durante mucho tiempo. Ahora se quiere cambiar esa imagen. A mí lo que no me gustaría es que el baloncesto de Córdoba se convirtiera en fuegos de artificio. Los proyectos los hacen las buenas personas, los que son capaces de liderar desde la integridad los proyectos. Aquí falta saber que la persona, cuando habla con una institución o en un medio de comunicación, es realmente trigo limpio.

P. ¿Le importa el qué dirán?

R. A mí no me preocupa lo que puedan decir de mí. La gente que me conoce, que convive conmigo, sabe cómo yo soy. Yo he estado mucho tiempo alejado de dar opiniones del baloncesto de Córdoba porque no he querido molestar y no quiero que nadie se sienta atacado, porque hay un gran complejo de inferioridad. No hay buena cintura. Hay que ver las críticas que yo he soportado. Se podrá decir de mí que digo cosas altisonantes, pero también las dicen de mí y me considero buen encajador. A mí me han criticado personas absolutamente nefastas y a mí nadie me puede decir que las haya vetado, que no haya concedido entrevistas, porque aquí en Córdoba he hablado hasta para Radio Taxi. Lo que a mí me duele es la mediocridad. Y como yo soy entrenador de baloncesto, y creo que en mi ciudad hay un baloncesto mediocre, pues hablo de eso. Y me duele eso. La mediocridad, el conformismo, el latifundismo. Eso es lo que hay. A mí me gustaría romper un poco a nivel mental con todo eso. Creo que hay capacidad, talento, debate, diferentes ideas y todas pueden ser válidas. Yo he aprendido de muchos entrenadores de Córdoba, me he quedado con cosas de muchos de ellos. Lo que nos falta es que alguien sea capaz de encauzar ese talento, que lo hay.

"A lo mejor dentro de dos o tres años yo mismo soy uno de esos chupasangres del baloncesto, porque los pañales hay que pagarlos... Pero nadie me podrá quitar a mí la idea de que una cosa es hacerlo por necesidad, y otra que sea caldo de cultivo para la élite"

P. Siempre se entiende que es mejor una buena excusa que una solución.

R. Sí, totalmente. Aquí la excusa es que nunca hemos tenido un Unicaja ni un Cajasol. ¡Pero si hemos tenido un Cajasur! Y hemos hecho un desastre con él. De gestión, de imagen... Nos quejamos de lo que no tenemos pero no pensamos en lo que tuvimos, en todas las barbaridades que se hicieron. ¿Qué sponsor puede confiar en un producto de tan bajísima calidad? Yo tengo una gran admiración por la gente del Colegio Virgen del Carmen y por lo que están haciendo. Lo de sacar un equipo en Primera Nacional es poner la guinda a su pastel, pero a mí, cuando vi que en la Copa Diputación le ganaron al que supuestamente es el primer equipo de la ciudad, a mí me dolió. He entrenado en Montilla dos años magníficos, al lado de uno de mis grandes amigos, el montillano Paco Vilchez, y me dolió que el que supuestamente es el primer equipo de Córdoba perdiera en Montilla aunque fuese en un partido de pretemporada. Y te explico por qué. Porque eso alimenta la mediocridad. Eso da la razón a los mediocres que no quieren que aquí avance nada. Lo que nos falta es quitarnos ya los complejos y decir: si queremos baloncesto sénior en Córdoba, tenemos que ir a por un proyecto profesional. Esto de Primera Nacional, de EBA... Esto no nos lleva a ningún sitio. Absolutamente a ningún sitio. Para mí, es una pérdida de tiempo. Es entrar en un territorio copado por mucha gente. Me duele en el alma ver esto, porque no va a captar nada de sponsors, medios, aficionados nuevos...

P. ¿Cuál sería, a su juicio, la estrategia para cambiar las cosas?

R. No me creo que en una ciudad como Córdoba, con más de trescientos mil habitantes, no seamos capaces de lanzar un proyecto profesional. ¿Y dónde está el fallo? La gente del baloncesto quiere crecer dirigiéndose a la gente del baloncesto. El Bball está buscando alianzas con otros clubes de baloncesto. Eso es un error monumental. Eso es imposible. La única manera de hacerlo es cuando tú estés arriba y tengas algo que ofrecerles. ¿Pero ahora qué les vas a ofrecer si no tienes un duro? Y ellos lo saben. Estás tieso como la mojama. Cuando estés arriba, ya te vendrán... Así, desde luego que no. Es una absoluta pérdida de tiempo y no va a llevar a nada. Mira lo que ocurre. Salen dos cadetes buenos y uno se va a Sevilla y otro a Madrid. Rafa Blanco está en el Madrid... Los entrenadores que trabajan en los clubes se alegran de que los chavales se vayan al Real Madrid o al Cajasol antes de que jueguen aquí. Por las lógicas envidias localistas, claro. Pero eso no es de aquí de Córdoba. Pasa en todos los sitios. Ahora: si tú tuvieras un proyecto en condiciones, en la LEB Oro, a lo mejor ese padre se piensa que su hijo se quede aquí.

A los jugadores en cadetes o en júnior no se les exige porque si no se van y se pierde la cuota"

¿Pero ahora? ¿Qué tiene que pensar ese padre? ¿Que su hijo llegue a un equipo de EBA que pierde contra los de Primera Nacional? ¿Qué futuro es ese? No puede ser un proyecto entre alianzas de base, porque en la base hay una guerra feroz. Eso es un negocio. Ahora la cantera es un modus vivendi. En algunos casos, es una base importante de los ingresos de una persona, hasta del cien por cien. Y la gente mata por eso. Estamos en un país de seis millones de parados. A lo mejor dentro de dos o tres años yo mismo soy uno de esos chupasangres del baloncesto, porque los pañales hay que pagarlos... Pero nadie me podrá quitar a mí la idea de que una cosa es hacerlo por necesidad, y otra que sea caldo de cultivo para la élite. No lo es. No. Ahí no hay atisbo de excelencia, de esfuerzo... A los jugadores en cadetes o en júnior no se les exige porque si no se van y se pierde la cuota.

P. ¿Y qué me dice del Córdoba CF? Es como una metáfora de la ciudad.

R. Yo prefiero no saber mucho del Córdoba, porque es algo que llevo dentro desde chico. Recuerdo haber visto partidos con cien personas en la grada, en un campo que se caía a pedazos. El Córdoba es un club que está, para mí, en manos de un personaje poco menos que de comedia, pero está ahí porque la gestión de la gente de Córdoba ha sido nefasta. Esa es la realidad. No hemos sido capaces desde una gestión cordobesa de dotar al club de un nivel de profesionalismo alto y de una seriedad. Hemos tenido buenos entrenadores, buenos directores deportivos, buenos gerentes... y todos han acabado saliendo fuera. Ahora hay una persona que se ha quedado con esto, que es su negocio, y que hace de su capa un sayo precisamente por eso. Y como es suyo, está para servirse porque los cordobeses no hemos sabido defender lo nuestro. Quejarse es absurdo. Es lo que hay. Yo me he vuelto a hacer abonado porque para mí es una pasión. No quiero racionalizar mucho. Si pienso en cómo han tratado a mucha gente que estaba ahí y que han tenido que salir, no volvería al fútbol. Pero ya digo que no quiero pensar en eso. Voy al estadio y trato de disfrutar. Y a veces lo consigo.

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