Carles Francino: “Me gustaría ver desde la ventana un país muchísimo más tranquilo”
Francino nunca olvidará 2021. El COVID asaltó a su familia dejando una espiral de UCI, miedo, incertidumbre y muerte. Una enfermedad que aún prosigue con persistencia en alguno de sus allegados.
Él tuvo momentos complicados, sufrió un ictus, pero su fortaleza deportiva y vital lo volvió a poner delante del micro un mes y medio después. El día que volvió a la radio su voz se rompió. En un mar de lágrimas también le rompió el corazón por el camino a quien lo escuchaba aquella tarde. Hoy da gracias a la vida, que le ha dado tanto.
Y va dando abrazos por doquier.
El pasado 1 de octubre abrió La Ventana en Córdoba con motivo del centenario de los patios y un puñado de sus oyentes lo acompañaron en la Sala Orive. Esa mañana charló con Cordópolis bajo los árboles del parque del mismo nombre.
En el video que acompaña a esta entrevista, y que abrió boca a la conversación, nos reconoció que la radio es una transmisora de sentimientos imbatible.
También, que no ha vivido una retransmisión igual que la que hizo desde el volcán de la Palma por mucho que haya sido testigo de los efectos de terremotos, inundaciones y atentados. Que no es estrella de nada, pero que soñaba con ser músico.
Que Acontence que no es poco, la sección de Nieves Concostrina, es el podcast más descargado y escuchado de su programa y que está muy orgulloso de su hijo actor, “Carlitos”, aunque le haga la competencia en su misma franja horaria desde la serie Amar es para siempre.
P. ¿Cómo estás?
R. Me encuentro muy bien. Todas las pruebas han salido bien, me las hice hace un mes y medio, y tanto a nivel cardiovascular como las posibles secuelas del ictus, el neurólogo y todo, no me ha quedado nada. Lo cual le sorprende a alguno de mis médicos, pero es así. Este bicho, por desgracia, es una ruleta, no sabes a quién le toca. Mi mujer, por ejemplo, estuvo bastante menos grave que yo, pero sigue teniendo secuelas físicas bastante visibles, además, en forma de fatiga crónica, de mareos y demás y anímicas. Y yo en cambio estoy como una rosa.
P. ¿Y tus hijos?
R. Mis hijos, bien. También lo pasaron los dos pequeñitos, pero nada. Los críos normalmente tienen poco afectación con esto.
P. ¿Te ha afectado al rendimiento deportivo?
R. No me ha afectado y lo que sí me dijeron los médicos es que me había ayudado mucho. Los dos días en los que, luego me enteré de esto, estuve más delicado, bueno, pues ahí me ayudó tener la base física que tengo. Esto siempre ayuda, hombre. Si tienes sobrepeso, fumas y tal, pues tienes más posibilidades de palmarla directamente.
Estoy como una rosa
P. ¿Qué les dices a los que se niegan a vacunarse?
R. Que se lo hagan mirar, es que no se me ocurre otra cosa. Es decir, es que ya sé que también hay terraplanistas que siguen pensando que la tierra es plana cuando hay tantas evidencias de que no lo es. Entonces, a alguien que con la historia de lo que han supuesto las vacunas, no esta, sino todas para la humanidad en ahorro de millones y millones de vidas, que todavía se lo plantee y se lo cuestione y beba de teorías estrafalarias, pues solo puedo decirle que se lo haga mirar porque hay algo ahí que no le rige bien, sinceramente, por no hablar de la falta de empatía y de solidaridad con los demás que conlleva su postura. Porque tú puedes hacer con tu vida más o menos lo que te venga en gana, pero si, de rebote, pones en peligro a los demás, pues ahí falla algo.
P. El otro día te decía el actor Antonio de la Torre en antena que le partiste el corazón a media España con tus lágrimas ¿Crees que pudiste cambiar el chip a algún negacionista?
R. Espero. Me gustaría pensar que sí, porque yo lo único que pretendía ese día, más allá de mostrarme como un llorica, porque no era mi intención, era compartir dos o tres reflexiones que sacaba de mi propia experiencia, que no es muy diferente de la que ha pasado mucha gente en España, pero yo tengo este pequeño altavoz de La Ventana y dije vamos a ver si esto sirve. A mí me gustaría que alguien hubiera reflexionado sobre eso, sobre el recuerdo del trabajo que hicieron y están haciendo los sanitarios, sobre las cosas importantes de la vida y sobre la responsabilidad individual que tenemos todos en una situación como ésta.
P. Se agradece tanto que un hombre comparta esta clase de emociones en público, para variar.
R. Claro, pero eso es una cosa absurda. Yo tampoco he sido así siempre, todos evolucionamos con el paso del tiempo, pero ocultar los sentimientos creo que es absurdo, porque lo único que te provoca es una úlcera. Para esto la radio sirve mucho, porque en la radio no puedes hacer muchas trampas porque se notan. Entonces, yo ese día que volvía a trabajar después de mucho tiempo, de pasarlas canutas y de haber vivido una experiencia jodida a nivel familiar, además, pues me derrumbé, ya está, ¿qué problema hay? Otras veces en la radio me ha pasado igual, que me descojono de risa de repente con algo que dicen los de Todo por la Radio, pues en ese momento cuando hablo con alguien que me conmueve, pues joder, me emocionó. Pero intentar gestionar las emociones por la vía del recorte me parece que es un mal negocio porque al final, primero, no te conocen como eres de verdad y segundo, tú no estás bien. Es como meter la mierda bajo la alfombra. Un día u otro no sabes cómo, pero sale, así que mejor limpiarla cada día y ya está.
Quien beba de teorías estrafalarias [con las vacunas] solo puedo decirle que se lo haga mirar
P. A tus sesenta y tantos…
R. tres, sesenta y tres años tengo ya.
P. ¿Has llegado a ser el hombre con el que soñabas ser?
R. Yo no me imaginé nunca llegar a esto ni nunca he hecho planes. No he hecho muchos planes en la vida, de hecho, cuando tenía veintipocos años o así pensaba que igual me haría ilusión retirarme a los cuarenta. Mis hermanos se descojonan todavía, me dicen ¿recordes, eh? A mí mi trabajo me encanta y además creo que se me nota. Yo disfruto mucho con lo que hago en la radio ahora y además aprendo todos los días un huevo y eso para mí es una recompensa sensacional. Pero siempre he pensado que dedicamos mucha parte y seguramente demasiada de nuestra vida, solo al trabajo, al trabajo, al trabajo. Yo de la misma forma que te digo que estoy encantado con con mi oficio, si ahora me llamaran y me dijeran no tienes que volver, no tendría ningún trauma. Porque tengo un montón de cosas que hacer en la vida y que descubrir. Entonces, nunca ha hecho planes muy concretos más allá de este sueño de juventud sobre qué iba a hacer o dejar de hacer dentro de cinco, diez años. Es que no lo sé. En septiembre ha hecho dieciséis años que volví a Madrid, a la SER. A mí si me dicen hace dieciséis años que iba a volver a la radio, que iba a volver a Madrid y que iba a estar tanto tiempo y a pasar todo lo que ha pasado, hubiera dicho tú estás loco. Y, sin embargo, ha ocurrido. Igual dentro de dos años estoy, yo que sé dónde estoy. O haciendo La Ventana o estoy en mi casa o en un diario local o en una tele. Yo que sé, no tengo ni idea.
P. De hecho, eres de los pocos que reconoce pertenecer a la “generación tapón” [que hace referencia a las personas nacidas entre 1943 y 1963, que bloquean el progreso profesional de las siguientes generaciones]
R. Claro, esto ya lo he contado alguna vez. Hace tres temporadas estaba a punto de vencer mi contrato en la SER, eso que se va renovando, si te quieren, de vez en cuando. Fui a ver al director general y le dije, Daniel, tenemos que buscar una salida. ¿Pasa algo? No, no, yo estoy de puta madre, estoy muy bien, el programa funciona. Pero, oye, llevo más de cuarenta años trabajando, creo que es hora de bajar un poco el pistón, pero, sobre todo, creo que tenemos que dar el relevo a otra gente. Es que, coño, la SER, se lo dije a él, a Daniel Gavela, el anterior director general, estás tú, está Augusto Delkader… Ostras, parece el Comité Central del PCUS, de verdad. No, en serio, entonces nos reímos, pero estoy yo, que ya tengo más de 60 años, está cerquita de cumplirlos Marcos [José Antonio, editor de Hora 14]. Para mí la gran noticia de este verano en la SER es que Aimar Bretos dirija Hora 25. No sólo porque es un periodista cojonudo, con una capacidad de crecimiento muy grande, sino porque es un tipo de menos de cuarenta años que por fin ponemos al frente de un programa nacional.
El día que volvía a trabajar después de mucho tiempo, de pasarlas canutas, pues me derrumbé, ya está, ¿qué problema hay?
P. Por lo que se ve, Gavela te convenció.
R. Claro. Mi capacidad de persuasión es nula porque entré con esa propuesta, que además la hablamos porque lo sigo pensando, que tenemos que dar relevos, y, en cambio, salí con una renovación de varias temporadas en las que aún sigo, pero tengo conciencia de que somos un poco generación tapón en todos los ámbitos, no sólo el periodismo, en la política, en todo. Oye, ya pasó a lo mejor nuestro tiempo de estar en primera fila. Tampoco soy un apóstol de la juventud como valor intrínseco porque sí, pero seguro que hay gente como Aimar o una Aimara que puede hacer La Ventana, el programa de la Cope, el de Onda Cero, coño, ¿por qué no? y en la tele, como prima la imagen sigue habiendo profesionales veteranos muy buenos, Matías, Pedro Piqueras… hay gente muy veterana, Ana Blanco, pero hay más relevo por una razón y en la radio no tanto. Oye, a mí que no me manden al basurero de un día para otro, porque tampoco es eso, pero que hagamos esa reflexión de que no hace falta estirar hasta cuando ya no puedes más, sino que antes, a lo mejor, hay fases de transición. Pero hay que dar el relevo, la política de dar el relevo tenemos que aplicarla.
P. Aunque la juventud no siempre está en la edad. Hay gente muy mayor que tiene solo 30 años.
R. Claro, efectivamente. Estoy de acuerdo.
P. De hecho, una gran parte del equipo de La Ventana es joven.
R.La Ventana es un producto coral y he pretendido que lo sea siempre. Es decir, yo tengo un equipo de periodistas, de gente más joven toda que yo sin ninguna duda y tengo un equipo de colaboradores que ya no aproximamos más en la edad y en la generación. Lo que pretendo son dos cosas, una, que todos en su ámbito sepan mucho más que yo, eso es así y a las pruebas me remito, Boyero sabe más de cine, Benjamín de literatura, Mariola Cubells de tele…. O sea, todo el mundo sabe más que yo, de los periodistas jóvenes hay muchísimas cosas de las que saben más que yo y yo lo que hago es ser como Guardiola, si se me permite el símil y yo lo que hago es disfrutar con eso, aprender y tratar de que tenga una coherencia lo que hacemos. Eso la primera, que sepan más que yo, y la segunda, que sean buena gente. Yo no sé trabajar de otro modo, no sé trabajar con gente tóxica ni vivir. Entonces, el otro día leí en El País Semanal una entrevista que una empresaria gallega de 26 años, una crack, que decía haber fichado a gente con muchísimo talento que tenía cero empatía y había sido un fracaso. Pues yo pienso exactamente lo mismo. Hay que trabajar con buen rollo. O sea, no puede ser ir a trabajar cada día y más en un oficio como el nuestro, que tocamos material sensible, y trabajar de mala hostia. Yo presumo de que somos un equipo de verdad, porque yo he tratado de que sea así, sinceramente.
Para mí la gran noticia de este verano en la SER es que Aimar Bretos dirija Hora 25 [...] por fin ponemos al frente de un programa nacional a un tipo de menos de 40
P. En la Ventana hay una sección de Filosofía que hace un profesor de Córdoba.
R. Claro, el cordobés, nuestro el cordobés.
P. Sé que te ha traído a Córdoba el centenario de los patios, que son una maravilla, pero a mí me parece increíble que Córdoba no potencie el hecho de ser cuna de conocimiento y de pensamiento, algo que emerge del subsuelo, pero que parece que no olemos los ciudadanos de hoy.
R.José carlos Ruiz tiene desde hace tiempo una idea. De la misma forma que Córdoba tiene varios elementos de su patrimonio y su historia declarados Patrimonio de la Humanidad, él quiere que se declare Patrimonio Filosófico de la Humanidad, porque aquí, en fin, la historia, los nombres propios, la tradición es que parece que apunta, lógicamente, en esa dirección. Hoy [en el programa que hicieron el 1 de octubre] vamos a hablar de Séneca, pero podríamos hablar de Averroes o de Maimónides o de quien sea, da igual, aquí se mama, la historia, la cultura, la filosofía y el título de la sección no es casual. El “Más Platón y menos Whatsapp” es muy obvio, pero yo creo que es absolutamente necesario en estos tiempos.
P. De hecho, esta sección llegó a tu programa una vez que la Filosofía salió de las aulas.
R. Claro, por favor. Es que, joder, para vivir necesitamos esto. Vamos a golpe de titular, a golpe de visita, a golpe de like… Vivimos en la cultura del fogonazo y eso durante un rato, está bien, pero, a la que llevas ya dos horas te duele la cabeza. Pero como es adictivo, nos cuesta mucho desengancharnos de eso. Yo creo que necesitamos con urgencia sosiego. Estamos enfermos de prisa, que dicho por mí, en el grupo en el que estoy es feo, pero necesitamos sosiego, parar un poco, calma. El otro día hablamos con una experta en dieta digital, a propósito del fenómeno de Tik Tok. Cinco años, 800 millones de usuarios, la mayoría chavalines o chavalinas. Bueno, es que Tik Tok es adictivo para mí si me meto. O sea, como vas viendo esas stories tan breves, hostia, y todas son virales, atractivas, estrambóticas, joder, vas dándole al dedo hasta que dices, coño, para ya con el dedo. Entonces, necesitamos otra cosa. Necesitamos un poquito más de pausa y de gente que piense, que mire al interior y que comparta. Y los patios en ese sentido, yo creo que son un símbolo, porque son unos elementos urbanísticos muy hermosos, un gran reclamo turístico, que está muy bien.
P. Pero si vienes en mayo están masificados y pierden casi todo su encanto.
R. Ya lo sé. Volveremos en mayo porque yo quiero verlos y quiero hacer un programa en un patio, de pie, y que toda la tarde vaya entrando y saliendo gente. Ahora que entre un músico, ahora un poeta, un vecino y quiero hacer un programa en los patios porque para mí el mensaje es ese: Los patios de Córdoba son un símbolo de convivencia, de relación, de espacio común compartido. ¿Por qué no traemos aquí un debate del Congreso en un patio de estos, a ver si dejan de hacer el gilipollas? No, de verdad. O sea, hemos estado visitando uno esta mañana [en la calle Trueque]. El señor que nos ha guiado que nos contaba que vivieron ahí cuatro familias... Bueno, lo que hemos vivido de chavales algunos, la cultura de barrio. En fin, los patios son un símbolo de muchas cosas.
Necesitamos con urgencia sosiego
P. Pero insisto, lo del apresuramiento de la vida también se ha extendido a hacer turismo en los patios.
R. Lo sé. Es que una cosa es hacer turismo y otra viajar, son son dos cosas distintas.
P. Hacéis cada tarde un programa en el que la política está muy presente pero casi sin políticos ¿por qué decidisteis excluirlos?
R. Es una decisión pensada. Yo creo que los políticos y los partidos ya tienen suficientes espacios donde hablar y, de hecho, los ocupan todos los días, no son tacaños a la hora de ocupar espacio, sino que nos dan la matraca todo el día. Entonces, bueno, claro que estamos pendientes de la política, es que la política es todo, absolutamente todo y es la cultura y la sanidad, la educación y el urbanismo y el turismo, todo es política. Es que creo que existe una gran confusión, creo que la información política no es sólo la información de partidos, el Sálvame de los partidos. En eso lo hemos ido convirtiendo nosotros, en un sinónimo y creo que es un error que hemos cometido o al que nos han empujado. Pero, ¿para qué vas a dar más minutos a los políticos para que hablen de lo mismo en los mismos términos?
Eso sí, hoy al alcalde de Córdoba, que lo voy a entrevistar porque está en Valencia, en el cónclave este del PP para reforzar a Casado, que le ha salido mal, pobre, pero da igual, yo no voy a preguntar nada de política ni le voy a preguntar por el Ave María que rezó el otro día una concejala de VOX, porque no me interesa. Ya está dicho, ya está contado. Quiero que el alcalde que, de alguna forma, es nuestro anfitrión hoy aquí, me hable de su infancia y de su relación con los patios y esta ciudad hacia donde va. Pero, ¿para qué voy a preguntarle otra vez que le supone gobernar con el apoyo de VOX en el Ayuntamiento? Pues ya está. Ya hay espacios que se ocupan de eso.
P. ¿De qué forma puede frenar la radio tanta polarización y tanta ideología reconcentrada?
R. No contribuyendo a ello. Por un lado, no siendo altavoz de gritos que a veces no tienen el más mínimo interés, que solo te atraen por el grito. Eso por un lado y por otro, planteando debates y temas que salgan de esto, que hay un montón. Asuntos de filosofía, de ciencia, de cultura, joder, de matemáticas, de viajes, todo. Hay un montón de historias dignas de ser contadas, sobre todo historias. La filosofía que desde el principio he tratado de inculcar a todos los compañeros y compañeras que trabajamos en La Ventana es que somos contadores de historias y tenemos que ser buscadores de historias. En la reunión de ayer, por ejemplo, decidimos que tenemos que poner en marcha un reportaje y buscar cinco o seis casos de gente que esté sufriendo COVID recurrente, que ya nos hemos olvidado y hay miles de personas en España y algún compañero de la radio muy grave, además, que un año después sigue sin poder casi ni andar ¿Qué pasa con esta gente que, además, incluso a la hora de declarar una incapacidad tienen problemas y trabas burocráticas? O las colas del hambre que siguen ahí exactamente igual en Madrid, en Barcelona, en Sevilla, en Bilbao, en todas partes. Hay un mensaje general de recuperación y es verdad, es bueno que se dé ese mensaje, pero no nos olvidemos de la gente que queda atrás y que son unos cuantos. Entonces, ¿la radio cómo puede contribuir a eso? Pues queriendo hacerlo.
¿Por qué no traemos un debate del Congreso a un patio de estos, a ver si dejan de hacer el gilipollas?
P. El otro día hiciste un alegato estupendo en contra del periodismo espectáculo.
R.Ya, con el tema del volcán. Pero yo no quiero dar lecciones a nadie. O sea, es lo último que pretendo y cuando vine aquí a hacer Hoy por Hoy recuerdo que se lo dije a los jefes, ya bastante jodienda era venir detrás de Iñaki, que juega en otra división. Olvidémonos de esto, pero yo no vengo aquí a intentar ser líderes de opinión de nada. Me gustaría, y creo que lo conseguimos, ser líder de información, pero de opinión, no. La opinión está por todas partes, que tenemos una epidemia.
P. Al menos serás consciente de tu influencia.
R. Bueno, sí. Pero una cosa es la opinión, que tenemos una epidemia de opinatitis, todo el mundo opina de todo en cualquier momento y sobre cualquier tema, entonces, yo ese día que estaba en el volcán, pensaba y estaba viendo las teles y había oído quejas de vecinos que decían que los tomaban como actores, como figurantes.. Pensaba, a ver, es nuestra obligación profesional buscar un punto de equilibrio entre contar historias para compartirlas, para acompañar a la gente que las está pasando putas, entre ese límite y el de convertirlo en un espectáculo, en buscar la cosa morbosa. Es que me contaron una cosa de cómo una reportera de televisión les dijo a una gente que iba a salir de una casa que tenían que esperar una hora para la conexión. No he querido contarlo en la radio porque no hace falta. O aquel reportero que iba diez metros delante de la lava como si estuviera en peligro. Yo estuve la otra noche casi tocando la lava, pero a diez metros de la columna ésa de siete metros, porque nos colaron y la pudimos ver, ya está. Pero tú no eres el protagonista, lo es la lava, la casa, las víctimas y todo.
Entonces, si nos olvidamos de que el periodismo y el periodista no es el centro de la información, sino que tenemos que contar cosas, coño, ganaríamos mucho. Eso es más complicado en la tele. Yo he estado muchos años en la tele también y entiendo que la imagen tiene una potencia imbatible, pero no lo podemos supeditar todo a eso. El otro día Millás decía que cuando un enviado de estos se empieza a mover ya no presta atención a lo que dice, porque se mueve tanto que lo distrae. ¿Aporta algo esto, de verdad? Insisto, yo no quiero dar lecciones a nadie, solo reflexiono sobre las cosas que me parece, pero no pretendo marcar a nadie cómo tiene que ser ni actuar, vamos, ni muchísimo menos. Eso sería una pedantería en la que no querría caer.
P. ¿Y qué ocurre cuando es protagonista la cadena y el grupo para el que trabajas y todo lo del grupo PRISA se convierte en noticia?
R. Pues es que con nosotros no va eso. Si hay que dar un comunicado de la junta de accionistas, pues lo das. Pero nosotros ¿qué tenemos que hacer con eso? Yo a veces con compañeros, cuando hay rumores de cambios, te preguntan qué crees que pasará, yo no creo nada. Es que nosotros no tenemos ninguna capacidad de influencia en eso ni vamos a decidir nada. Entonces, ahora viene una gente nueva, con ideas nuevas, pues vamos a ver qué traen. Pero estar ahí dedicando energía a esto de lo no tengo ni puta idea, para qué.. Cuando hay movimientos empresariales dentro de la compañía, pues los observas y ya está.
Me gustaría, y creo que lo conseguimos, ser líder de información, pero de opinión, no
P. En realidad tú ibas para maestro.
R. Yo quería ser maestro y tengo dos hermanas, una ya no ejerce hace años, la otra sí, Silvia sigue ejerciendo, y yo quería estudiar Magisterio. Lo he contado muchas veces, pero dos amigos de COU, muy colegas, me convencieron de matricularnos los tres en Bellaterra a estudiar periodismo. Lo cual fue un desastre porque yo he sacado siempre muy buenas notas, pero muy buenas y el primer año de carrera creo que cateé cuatro o cinco. Luego las saqué en septiembre, o sea, tampoco fue un drama, pero no di ni golpe, que fue en el año que murió Franco, por cierto. Me convencieron de matricularme ahí y el primer año empecé de prácticas en una radio pequeña, en Reus, en Radio Popular, coño y me fue picando el gusanillo y ahí seguí. Estuve varios años yendo y viniendo de Reus a Bellaterra para seguir haciendo cursos y llegué a cuarto, que entonces eran cinco años de carrera, y hubo un momento que ya tenía contrato de verdad indefinido en la radio, entonces se hacía eso, y ya no lo podía compaginar con los estudios. Dije, bueno, ya retomaré algún día y no he retomado nunca. Yo no soy licenciado. No pude y no estoy orgulloso de ello.
P. ¿Te han atacado mucho por esto los defensores de la titulitis?
R. No, la verdad es que no.
P. Algo de ejercicio de magisterio también tiene la radio.
R. Yo a los únicos actos que voy, digamos sociales, fuera de mi trabajo es cuando hay estudiantes de por medio. No voy a saraos porque no, porque no me gustan. No digo que no estén bien, pero a mí no me molan. Pero cuando te llaman de la universidad o te llama un estudiante que tiene que hacer un trabajo de fin de curso, a los que pueda atiendo con la idea no de dar ninguna lección de nada, pero sí de contar cómo me ha ido y sobre todo, trato de sacarles de algún equívoco de lo que es este oficio. Este oficio es lo que es, para lo bueno y para lo malo, pero no es otra cosa. No es un camino para la fama ni para el poder ni para hacerse millonario ni cosas de éstas. Ni para quitar presidentes ni ponerlos. Tiene otro tipo de gratificaciones, de recompensas, algunas intangibles y otras tangibles. Bueno, pues que sepas lo que es, si no, si prefieres lo otro, coño, pues hacerte notar, trabajar en La Caixa... hay un montón de profesiones dignas y mejor remuneradas. Pero lo primero para ejercer de periodista es saber lo qué es esto y que te guste. Si no te gusta, no pasa nada, haces otra cosa y ya está.
P. ¿Cómo concilias vida familiar con niños pequeños, radio y deporte a diario?
R. Pues porque mi mujer también es periodista, de hecho, yo la conocí en la radio y nos combinamos cómo podemos.Tenemos la ayuda externa de una asistenta y bueno, pues con eso hacemos, pero conciliamos razonablemente bien para los tiempos que corren. Yo me muevo mucho más y salgo mucho más por razones obvias, pero, bueno, no se nos da mal. A mi me gustaría poder aportar un poquito más en la parte doméstica, pero no, no me da la vida.Y el deporte cada día es filosofía de vida.
En la radio no puedes hacer muchas trampas porque se notan
P. ¿Qué te gustaría seguir viendo desde tu ventana?
R. Un país más tranquilo, sin ninguna duda. Yo estoy muy preocupado. No soy pesimista de serie ni nada, pero esto me preocupa. No podemos discutir de nada, no podemos hablar de nada, ni de política ni de fútbol ni de nada. Hay una mala hostia en el ambiente general que no sé de dónde ha salido. Bueno, sí lo sé, pero vamos, que corre por ahí y creo que España es otra cosa. Creo que la España real es otra cosa de la que vendemos o de la que mostramos cada día. A mi me gustaría ver desde la ventana un país muchísimo más tranquilo. igual es cursi la expresión, pero más hermanado, no tan encabronado como estamos ahora.
P. Oyendo La Ventana no da esa sensación.
R. Es verdad. En absoluto, en absoluto da esa sensación. El otro día montamos un debate sobre el cannabis, un cara a cara. Oye, es un tema muy serio y que no se debate porque no, porque en este país de las cosas sólo se debate a gorrazos Pero el cannabis es un fenómeno social, económico, sanitario y policial de primerísimo orden. Es que lo contamos el otro día, hay 20 mil detenidos cada año en España por cannabis ¿Tú sabes los recursos policiales que supone eso?, incluidas las mafias, la pasta que mueven, los tiros que se pegan a veces y luego la capacidad de decisión de una persona adulta. Oye, si tú te bebes seis copas de vino, te fumas un cigarro, que es una mierda para tu salud, ¿por qué no puedo fumar un porro? dónde está escrito. Lo que pasa es que es un debate donde interviene la moral y ahí estamos perdidos ya y como ahora la política se transformaba en sentimientos, estamos jodidos. Un debate sobre Catalunya, que ya, en fin, no quiero ni hablar de eso, que es de un aburrimiento, pero es imposible ese debate y es un problema, un tumor que no resolveremos.
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