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Cándida Ruiz: “La vida se ceba contra los pobres”

Entrevista a Cándida Ruiz, presidenta Cruz Roja Córdoba

Carmen Reina

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A Cándida Ruiz (Montilla, 1968) le asoman las lágrimas a los ojos cuando habla de la labor de Cruz Roja en algunas de las últimas emergencias que la entidad ha debido atender en Córdoba. Solo con eso bastaría para saber de qué pasta está hecha esta abogada que, desde hace seis años, está al frente de una organización que se ocupa de miles de personas al año, siempre junto a los más vulnerables de la sociedad.

La red que dirige en Cruz Roja está tejida por 18.000 miembros, entre voluntariado, socios y personal contratado tanto en la capital como en otros once municipios de Córdoba. Y su ayuda directa llegó solo el año pasado a 33.000 cordobeses, con particular atención a personas mayores, infancia, inmigrantes, personas con discapacidad, familias sin recursos, personas sin hogar o con enfermedades como la drogadicción o el VIH. Son las cifras tras las que están los rostros de la vulnerabilidad social.

Esa es la realidad que día a día vive desde Cruz Roja, una realidad sobre la que Ruiz dice que muchos se ponen de perfil para no mirarla de frente, para pensar que no existe. Pero existe. Sobre todo ello ha hablado en esta charla con Cordópolis, del papel de la entidad que dirige pero también del de cada uno de nosotros y de las administraciones, de la pobreza que sufren muchas familias sin recursos o de la soledad de los mayores, recordando también la labor de emergencia en episodios como las primeras semanas del confinamiento por la pandemia o la llegada de personas migrantes, exhaustas y desorientadas tras un viaje en patera hacia una nueva vida.

Dice Cándida Ruiz que, pese a todo, a ella siempre le gusta ver el vaso medio lleno. Y que, frente a esa realidad, cree en la bondad de las personas y en la solidaridad para ayudar. Pero, sobre todo, en actuar con el ejemplo para las nuevas generaciones y que, con ello, el mañana sea un poco mejor para todos.

PREGUNTA: Para comenzar, me gustaría saber cuándo y por qué empezó a colaborar con Cruz Roja.

RESPUESTA: Bueno, yo empiezo a colaborar con Cruz Roja desde una perspectiva absolutamente profesional, solidaria pero relacionada con mi profesión.  A mí me piden, en un momento dado, que yo forme parte de la Comisión de Derechos y Garantías, como voluntaria instructora de expedientes disciplinarios. En Cruz Roja existen unos procedimientos reglados para garantizar que no se comenten infraccionesy en el propio reglamento hay estipuladas una serie de sanciones y unos procedimientos garantistas. Entonces, yo intervengo como si fuera juez instructor dentro de estos procedimientos, para garantizar que, efectivamente, la persona ha tenido un procedimiento cuando se comete una infracción que, afortunadamente, son muy, muy pocas, teniendo en cuenta el número de voluntariado que nosotros tenemos.

Así que yo conocía desde fuera la institución, conocía casi la parte fea, vamos a llamarlo así, porque ver que se cometa alguna infracción pues no es la parte bonita de la institución. Pero es verdad que ahí empecé a conocer a personas, voluntarias también, y me di cuenta del talante humano. Te das cuenta de las cosas que hace la institución cuando empiezas a trabajar. Sobre todo, me llamó la atención la calidad humana de las personas con las que yo me reunía muy pocas veces y, en dos segundos, parecía que formaban parte de tu vida y de tu familia.

Ese fue mi primer contacto con la Cruz Roja. Yo casi que no había pisado la sede, porque me reunía en Antequera. Me pidieron ese favor de colaborar y formaba parte de mi labor profesional, relacionada con el ámbito jurídico, y no tuve ningún problema en colaborar cuando me lo pidieron. Así fueron los principios.

Luego ya, de pronto un día, me pidieron algo. Llevaba ya un tiempo, pero no era una voluntaria de a pie, como yo digo, mi voluntariado era en otros ámbitos. Y me pidieron esto: que si quería ser presidenta de la institución. Así. Yo pensé: 'Pero bueno, ¿qué me están pidiendo?' No era lo mío asumir representaciones ni nada, si acaso la reina en mi casa, en mi familia (ríe).

El perfil de la pobreza es de mujer

P. Bueno, a lo mejor tiene que ver, es abogada y puede estar relacionada una cierta vocación por la justicia social…

R. Yo creo que, desde todos los trabajos, desde todas las profesiones, no se puede perder el enfoque de trabajar con las personas. En mi profesión lo hago. Es decir, si me muevo en el mundo del Derecho de Familia con divorcios y demás, pues escuchar es muy importante. Aunque también tenemos que desconectar, porque a veces los problemas nos los llevamos a casa. Pero sí, yo creo que se puede hacer una función solidaria cuando se está trabajando. Creo que no se puede perder en la vida la perspectiva de atender a las personas y que todos, de alguna u otra manera, podemos hacerlo.

P. De repente se puso al frente de una entidad que atiende cada año a miles de personas que lo necesitan. ¿Cómo sociedad somos conscientes de la dimensión de esa realidad en Córdoba?

R. Creo que cada vez más. Desde Cruz Roja hacemos muchas campañas de sensibilización y concienciación sobre la realidad que tiene Córdoba y sobre la cantidad de cosas que hacen las instituciones, en este caso Cruz Roja. Y yo creo que cada vez somos más conscientes de las cosas. Lo que pasa es que a veces nos ponemos de perfil frente a los problemas. Nos ponemos de perfil frente al problema de la migración, nos ponemos de perfil con el tema de salud mental… Yo creo que, a veces, es falta de formación y falta de información.

Entonces, para nosotros las campañas de sensibilización son muy importantes porque, a veces, cuando las cosas se conocen, se quieren. Y el desconocimiento hace que pongamos un freno y un muro frente a los problemas.

P. Ha utilizado la expresión de ‘ponernos de perfil’. Yo le iba a preguntar justamente si miramos realmente para otro lado y no queremos ver esa realidad.

R. A veces miramos para otro lado. Pero ya digo que, cuando se mira para otro lado, muchas veces es por el desconocimiento, por la falta de información o por la desinformación. Porque a veces las redes sociales y todo nos dan mucha información, pero no vemos la piel de las personas. Cuando tú ves la piel, lo sientes de otra manera.

Aquí, por ejemplo, con las personas de migración en pateras (llegaron varios cientos a Córdoba dirigidos desde la costa en el verano de 2018), solo recibimos a parte en Vista Alegre. Y yo recuerdo cuando tú ves a las personas, con los niños, desorientadas, que acaban de llegar, que les han dado un bocadillo, que están pasando un triaje y que lo primero que querían hacer era conseguir batería en su móvil para decirles a sus familias que estaban vivas…Cuando tú ves esa realidad, yo recuerdo que a las doce de la noche me fui caminando desde Vista Alegre llorando. Llorando.

Yo creo que, a veces, nos ponemos de perfil porque no queremos ver los problemas y a veces tenemos mucha desinformación o una información sesgada de lo que realmente hay detrás. Y tenemos mucha suerte de la realidad que nos toca vivir a nosotros.

P. ¿No creemos que un día podemos ser nosotros quienes necesitemos esa ayuda?

R. Pues tampoco lo creía la gente en Ucrania, a lo mejor. No estamos exentos de que mañana nos toque a nosotros cualquier problema. Lo hemos vivido con la pandemia. Con la pandemia, vimos muchas personas que nunca habían llamado a las puertas de los servicios sociales ni de las instituciones. Y vimos personas que no tenían cubiertas sus necesidades básicas y nunca habían tenido problemas. No sabemos qué nos puede pasar.

Pero yo creo que el no saber lo que nos puede pasar no debe ser tampoco el motor que nos impulse a estar con las personas. A estar con las personas nos debe impulsar que tenemos que ser ejemplo para nuestros hijos, que tenemos que inculcar valores, que si no el barco se nos va de las manos. No creo que se trate de pensar si mañana nosotros podemos estar ahí, que también, pero se trata de una cosa básica: es la piel, son las personas, son nuestros hijos, son nuestros mayores.

Cruz Roja ha sido el salvavidas de muchas personas

P. Justamente, la población a la que se atiende desde Cruz Roja es la más vulnerable, la que necesita más protección. Son los mayores, la infancia, personas sin hogar, sin recursos económicos, con enfermedades estigmatizadas… El denominador común siempre es esa vulnerabilidad.

R. Claro, porque en el momento que una persona no tiene cubierta una necesidad, ya tiene esa vulnerabilidad, como cuando las personas no tienen empleo… Además, desde Cruz Roja, intentamos que el tratamiento a las personas, a las familias, sea integral. ¿Por qué? Porque una persona puede tener un problema de desempleo, pero luego llegas y te das cuenta de que en su casa a lo mejor tiene un problema con menores o de un conviviente con el alcohol. Te das cuenta de que una vulnerabilidad normalmente no viene sola, arrastra más. Porque las vulnerabilidades generan más vulnerabilidades. Si nosotros no tenemos nuestras necesidades cubiertas, en un momento dado podemos caer en una depresión, no podemos atender a nuestros hijos como merecen, nos bloqueamos… Hay que hacer una intervención integral con las personas cuando hay una vulnerabilidad, porque no es una sola, es una cadena.

P. ¿Ha habido en los últimos años un cambio de perfil de la persona que necesita ayuda o lo que ha pasado es que se ha ampliado el número de quienes la necesitan?

R. Creo que con la pandemia nos hemos dado cuenta de muchas personas que nunca se habían visto así. Fue una situación tan de golpe, tan surrealista, que nos dimos cuenta de que muchas personas que nunca habían tenido que asistir a servicios sociales, iban a servicios sociales.

Pero también ahora se amplía el perfil de lo que se denomina vulnerabilidad. Hace unos años, hablar de que las mujeres éramos vulnerables…ahora se habla con otra entidad. La brecha digital, la brecha salarial, el tema de género, el tema de la desigualdad, estudiar los problemas que hay y que generan que no tengamos a lo mejor el acceso a según qué empleos masculinizados. Pues hay que ver por qué. Y, cuando atajas un poco las causas o el origen, se llega. Entonces, esa vulnerabilidad no es que esté cambiando, es que se van reconociendo cosas que antes pues no veíamos.

Antes el problema de la salud mental, por ejemplo, era algo solo clínico. Ahora no es una cosa clínica, la salud mental es una vulnerabilidad que no solo tienes que atender clínicamente sino que genera un problema fundamentalmente en la integración y en el empleo. Entonces, eso antes se veía desde otra óptica, solo era un problema de salud mental médico y ahora ya ampliamos.

Creo que lo que va evolucionando es también darnos cuenta de debilidades y vulnerabilidades que antes nos pasaban desapercibidas. En ese sentido, va cambiado el perfil, la necesidad de la sociedad. Eso pasa con el tema de los mayores, por ejemplo, con la soledad. Empezamos a trabajar ese tema y algo está cambiando, pero es verdad que la sociedad cambia, porque antes las personas mayores estaban dentro de su núcleo familiar. Ahora atender a los mayores es más complicado, porque ya, entre otras cosas, no hay tantos hijos, porque antes las personas convivían siempre en su núcleo, ahora sabemos que los hijos a lo mejor se nos van….Entonces, pues sí, tenemos que adaptarnos a las nuevas circunstancias. Como con la brecha digital. No podíamos hablar de la brecha digital cuando no estábamos en un mundo digital.

P. Citaba que algo que da pie a esa vulnerabilidad es la falta de empleo, de los recursos económicos básicos. ¿Se han ampliado las desigualdades al reducirse la clase media? ¿Hay más gente en riesgo de pobreza?

R. Yo no tengo datos que darte ahora mismo de un informe concreto, pero te hablo de lo que nos puede decir el sentido común. Es verdad que todo cambia. En la generación de nuestros padres el empleo era permanente…. Ahora, ¿que se amplíe la masa de personas vulnerables? Bueno, también podemos verlo de otra forma, también podemos ver que todos tenemos derecho a la igualdad de oportunidades. A lo mejor no es tanto que se amplía la masa de la vulnerabilidad, a lo mejor es que nadie somos infalibles y todos podemos ser vulnerables. Pero también trabajamos por una sociedad más justa, donde las brechas terminen, donde haya igualdad de oportunidades.

P. Sí ha citado antes entre las personas vulnerables, ha nombrado a la mujer. ¿El perfil de la pobreza tiene nombre de mujer?

R. Por supuesto, el perfil de pobreza es de mujer. Se lo escuché una vez a Salvador Ruiz, el representante de Cáritas que hacen unos estudios bastante buenos sobre la pobreza, y él decía: 'La pobreza tiene cara de mujer'. Ojalá llegue el momento que no tengamos que decirlo, pero es verdad que las mujeres son más vulnerables porque los datos así lo dan. Igual que también tenemos los datos de que las mujeres son muy solidarias.

Nosotros tenemos dentro de Cruz Roja una resolución para incentivar la participación de las mujeres en la gobernanza de los órganos de la institución. Y nos damos cuenta de que voluntarias hay muchas. A medida que vas subiendo el nivel a presidenta provincial, presidenta autonómica…Pasa en esto, pasa en la política y en todo, a medida que vas subiendo la mujer va desapareciendo. Y hay que ver cuáles son las causas. También está el techo de cristal. Y también arrastramos el factor educacional y queremos llegar al 100% en todas las cosas y a veces no se puede llegar. Tenemos que ser conscientes de nuestras debilidades. Y dejarnos querer también, que a veces las mujeres no nos dejamos querer.

Cuando una persona se mete en una patera, necesita que alguien le dé la mano

P. ¿De qué manera las políticas en favor de la igualdad, de la mujer, pueden ayudar a que no sean las más vulnerables socialmente?

R. Es muy importante en esto todas las campañas de sensibilización, trabajar en la universidad, trabajar con nuestros jóvenes, trabajar con los niños y trabajar desde las familias y desde las casas. Es decir, el árbol, desde chiquitito se ha dicho siempre ¿no? Hay que regar el árbol para que crezca. Hay que dar ejemplo a nuestros hijos.

Además, hay algo que está cambiando, yo lo noto en mis hijos, y que va evolucionando en esto de la igualdad. Yo soy de la generación del 68 y la mentalidad nos ha ido cambiando. Distinto es que a la hora de la verdad, luego también arrastre yo mis lacras (bromea). Las cosas estas que todavía tenemos que perfilar, pero al menos las ideas te digo yo que las tengo muy claras.

P. Hablamos antes de los grupos de población, de segmentos o colectivos que se atienden, de cifras. Pero todo eso ¿no nos separa de ver que son personas las que necesitan esta atención?

R. A veces, cuando hablamos de cifras, lo decimos siempre en Cruz Roja, detrás hay siempre personas. Y eso no lo perdemos de vista. No nos queda más remedio que cuantificar en número, pero somos muy conscientes de que cuando se cuantifica, de verdad que vemos las caras de las personas. Para ponerle cara a los números, hay que trabajar con las personas.

P. Ponerle rostro enlaza un poco con las campañas de sensibilización que comentaba. ¿Dónde hay que poner el foco para que eso cale y no miremos para otro lado?

R. Nos vamos reinventando. En cada momento hay que poner el foco en la necesidad. Cruz Roja interviene donde está la vulnerabilidad. Te pongo un ejemplo: cuando las administraciones públicas asumen atender esa necesidad con los recursos públicos, nosotros nos solemos retirar y siempre vamos buscando la cara a una nueva vulnerabilidad. Esto nos pasó, por ejemplo, ya hace muchos años trabajando con los mayores, cuando entonces no se hablaba de la soledad.

Creo que hay que trabajar con la educación, con la formación… Jugamos ahora mucho con lo digital, es muy importante hacer un buen uso de las redes sociales. Y yo siempre pongo el foco en nuestros jóvenes, creo que ellos son el futuro y hay que trabajar mucho con la sensibilización y la implicación de los jóvenes. Yo se lo digo a mis hijos. Cada uno tiene que dar en función de sus posibilidades, es decir, trabajar por los demás también lo hacen las personas que están cuidando a su madre, por ejemplo. Bueno el tema de los cuidadores da para mucho y el respiro para los cuidadores, es un mundo muy duro. El cuidar a los cuidadores, tenemos un programa de respiro para ellos, hay que cuidar a las personas que cuidan.

Esto es un engranaje y muchas veces las personas atendidas acaban siendo voluntarios. Yo creo que la bondad genera bondad y la solidaridad genera solidaridad. Y la entrega recoge y luego vuelve a sembrar. 

P.  ¿Diría que Cruz Roja es literalmente un salvavidas para muchas personas?

R. Ha sido el salvavidas de muchas personas. Yo he oído a muchas personas que le han puesto a su salvavidas el nombre de la Cruz Roja. Disfruto mucho de nuestros actos internos y veo a las personas cómo agradecen lo que han recibido y cómo han visto, efectivamente, un salvavidas. Han visto un salvavidas que son personas que ayudan, que tienden la mano. Nuestros salvavidas igualmente tienen carne y tienen piel, son las personas. Y cuando tú tocas al recibir o cuando tú estás dando o tocando, eso genera energía positiva. 

Nadie somos infalibles y todos podemos ser vulnerables

P. Citaba antes la pandemia, que fue un antes y un después para todos. ¿Qué supuso en la labor de Cruz Roja y cómo se hizo frente?

R. Parto siempre de la fortaleza que tiene Cruz Roja en las emergencias, lo lleva en su ADN, nace en una batalla donde ve que en los dos bandos hay personas que atender y que no hay que distinguir entre malos y buenos, solo ver la necesidad y atajar la necesidad. Cuando surge la pandemia, yo creo que se ponen en marcha rápidamente los recursos, la capacidad de Cruz Roja. Y se tenía que reinventar. Y además de nuestros programas, pues salió el llamamiento de Responde.

Cruz Roja siempre tiene las pilas puestas pero cuando hay una emergencia tiene que ponerse a al altura de la necesidad. Y creo que actuó rápido, bien, nos pusimos a disposición de las administraciones públicas, que es lo que teníamos que hacer…y con todos nuestros recursos a disposición de las personas. Creo que dio la altura y cuando no había nadie, nuestros voluntarios ahí estaban, cuando no se sabía nada, ahí estaban. Y además había que compaginar el mensaje de ‘quédate en casa’ con el de ‘tengo que ayudar’, parecía que no podía encajarse, pero se encajó y se hizo bien. Cómo estos mayores nuestros estaban acompañados a través del teléfono. Fue una situación dura y difícil. Pero creo que Cruz Roja estuvo a la altura. A mí no deja de sorprenderme, soy una enamorada de esta institución.

P. ¿Hemos aprendido de esa experiencia como sociedad? ¿Saca algo positivo?

R. Yo creo que de lo malo se aprende y de lo bueno se disfruta. Y yo creo que hemos aprendido a saber los resortes de nuestra vida, que no vivimos protegidos, que todos en un momento dado podemos ser vulnerables. Y que hay que aunar esfuerzos.

Ahí nos veíamos en la calle, con nuestros sanitarios, salíamos los vecinos y recuperamos aquella relación de vecindad casi perdida que parecía que era del patio de nuestros abuelos. Pues la gente volvió a hablar con los vecinos por los balcones. Que no se nos olvide. Yo creo que hemos aprendido. La pandemia sacó el lado bueno de las personas, la bondad y el cariño.

P. Me refería a ese aprendizaje por lo que ahora tenemos encima, esa segunda crisis, energética y de precios. ¿Cómo se está notando eso en Córdoba y en la labor de Cruz Roja?

R. Pues mucho, en las familias. Si antes con las tarjetas monedero estábamos cubriendo necesidades básicas, ahora cuando te viene el triple en las facturas de la luz, del gas…. Las economías domésticas no lo pueden soportar. Por eso, el nuevo llamamiento de Cruz Roja es ‘Reacciona’: reacciona ante esta necesidad y que las personas reaccionen también. Tiene una doble lectura y queremos que la sociedad reaccione, sea consciente de la realidad que nos toca vivir y siga ayudando a las personas. Porque todos podemos ayudar, bien económicamente o bien siendo voluntario. Todos podemos hacer algo y entre todos podemos hacer mucho.

P. Y siempre vuelven a ser víctimas los más vulnerables, los primeros a los que azota esta nueva crisis.

R. Por supuesto, las personas más vulnerables lo son frente a cualquier crisis, sea una crisis energética, sea producto de una pandemia, sea lo que sea. Estoy completamente segura, porque además así son las cifras, los estudios y las circunstancias de las familias. Quien tenía menos….es una cuestión matemática. Si me valía con dos y ahora me tengo que valer con uno, pues es que no llego. Si era vulnerable, ahora es que soy más vulnerable.

A veces nos ponemos de perfil porque no queremos ver los problemas

P. No sé si tiene un análisis acerca de preguntas que nos hacemos sobre por qué se cronifica esa pobreza, sobre por qué hay ciertos barrios de Córdoba siempre entre los más pobres de España.

R. Es complicada la pobreza cuando se cronifica. Lo que sí tengo claro es que es necesaria la ayuda y que la ayuda que se debe prestar en las zonas donde está cronificada la pobreza tiene que ser una ayuda integral. Tú no puedes dar alimentos, tienes que enseñar cómo se llena un frigorífico. A veces la pobreza es tal pobreza que las personas no saben porque no se les ha educado, en algo a veces tan fácil como comprar la comida. Tienes que enseñarles.

P. No han tenido esa oportunidad.

R. Nadie les dio esa oportunidad. Entonces, donde está cronificada la pobreza hay que hacer una intervención integral. Y se trabaja en ello, y a veces se consiguen muy buenos resultados, pero claro, es un mundo duro. Donde todo es negro, tienes que estar empezando a pintar en blanco… Es duro, pero creo que se consiguen muchas cosas. Y además, cuando tú ves que una persona sale, apuestas por las personas…la satisfacción es muy grande, cuando ves que un chico se emplea, consigue un empleo... Es que no es solo el sitio habitacional, el no tener recursos, el no tener mentalidad de llevar a los niños al colegio… Nos encontramos con esos problemas en los barrios más desfavorecidos.

Y hay que hacer un trabajo integral. No te puedo decir por qué se cronifica (la pobreza), pero se cronifica por eso, por lo que estábamos hablando, porque es que la vida se ceba contra los pobres. 

P. En ese trabajo integral, le pregunto por la coordinación que tienen las distintas ONG en Córdoba.

R. Sí, te pongo un ejemplo. En el trabajo con las personas sin hogar formamos parte de la Red CoHabita. O por ejemplo con el reparto de alimentos nos coordinamos con Cáritas en ese reparto para personas que viven en la calle. Yo creo que trabajar en red y con el resto de entidades es aunar esfuerzos.

P. Tienen una relación fluida y necesaria.

R. Absolutamente necesaria. Igual que se trabaja codo con codo con las administraciones públicas, tenemos y debemos trabajar con el resto de las entidades. Es el camino, aunar nuestros esfuerzos.

Córdoba es una ciudad solidaria

P. A lo mejor desde las administraciones tendrían que tomar eso como ejemplo, que lo que prime sea esa necesidad de aunar esos esfuerzos.

R. Yo creo que en el ámbito social las entidades lo tenemos muy claro. Nosotros no somos políticos, somos entidades sociales. Nos relacionamos con las administraciones públicas y tenemos bastante claro que lo que pretendemos es el bien de las personas. Entonces, aquí por ejemplo, no vendo un producto porque me paguen, yo sé que es un buen producto, sé lo que hace la Cruz Roja, conozco a las personas que están dentro de Cruz Roja. Entiendo que, por supuesto, la forma de atender a la sociedad es saber que aquí necesitamos a todos. Y todos aprendemos de todos.

P. ¿Y qué papel juegan las administraciones? ¿Qué le pediría?

R. Nosotros siempre somos muy bien tratados por las administraciones, tenemos que colaborar con muchas de nuestras intervenciones, nuestras actividades, están financiadas por las administraciones públicas. Confían en nosotros las administraciones públicas y tengo que agradecer esa confianza, aprovecho esta entrevista para agradecerlo.

¿Qué les pido a las administraciones públicas? Pues que sigan siendo conscientes de la realidad, que no pierdan de vista que la atención social es fundamental. Se lo pido a las administraciones, se lo pido a los políticos. Es decir, invertir en el ámbito social es invertir y apostar por que la sociedad sea cada día más sana. Ser conscientes de que tenemos que colaborar, también con los que están fuera, también en cooperación. Ser conscientes de que las fronteras no sé de qué entienden, pero las personas no elegimos dónde nacemos. Que habrá que tomar soluciones políticas, no me compete a mí, pero yo digo que cuando una persona se mete en una patera, necesita que alguien le dé la mano.

P. ¿Y puede pasar con las administraciones que miren para otro lado porque, bueno, ahí están las ONG?

R. Bueno, las administraciones asumen una responsabilidad social. Saben que están las ONG, pero nosotros colaboramos con las administraciones públicas. Hombre, mirar para otro lado… Las personas con las que yo trato, que intervienen en el tema social, son conscientes de la realidad. Si no, no debieran estar donde están. Distinto es que luego los recursos sean más o sean menos y las decisiones políticas… Ahí yo no entro. Pero yo creo que, como personas que asumen responsabilidades, son conscientes de lo que hay, yo creo que sí, en general, las administraciones públicas son conscientes de eso y que por lo general actúan en consecuencia como se debe intervenir. Y siempre nos piden colaboración. Por ejemplo, la Junta de Andalucía, con las tarjeta monedero… porque nuestra estructura tenía más capacidad para dar una respuesta inmediata. Yo creo que dentro de la complicación, hay que seguir caminando. Siempre quiero ver el vaso medio lleno.

P. Sí, pero también está la carta a los reyes Magos, para pedir…

R. Yo, pedir, pido que todos, sean las administraciones, las personas, pongamos cada uno de nuestra parte. Y seamos conscientes de que la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos es que vean un buen ejemplo. Y que trabajar por los demás es una satisfacción, lo tengo clarísimo.

Hay que cuidar a las personas que cuidan

P. Por eso no quiero dejar de preguntarle por el papel de los voluntarios, siempre se dice que es el bien más preciado que tiene Cruz Roja.

R. Es nuestra fortaleza, nuestra fortuna y nuestro gran tesoro. La Cruz Roja no es una institución con voluntarios, es una institución de voluntarios. Nosotros no contamos con voluntarios, es que la Cruz Roja no tendría sentido si no fuera una institución de voluntarios. Nuestro voluntariado es el motor de la institución y son los brazos que llegan a las personas. Sin ellos, la Cruz Roja no existiría, lógicamente. No existiría.

P. ¿Córdoba es solidaria?

R. Sí, Córdoba es solidaria. Córdoba es una ciudad solidaria y sus gentes tienen muy buen corazón. Nosotros lo vemos en la cantidad de socios con los que contamos, en la cantidad de voluntariado con el que, con una llamada como el tema de la pandemia, aquello era impresionante… Es decir, las personas responden siempre.

Y participan. Yo creo que en Córdoba hay mucha unión entre todos. El otro día celebramos el Día de la Banderita, que ya sabéis que aparcamos las huchas para sensibilizar de nuevo con la situación que se vive… Y yo veo cómo acuden todos a la llamada y cómo la sociedad se para, cómo la gente vive y siente, y nos preguntan dónde están las huchas porque quieren colaborar. No es una cuestión económica, es una cuestión de entrega.

Ellos simbolizan un poco este gesto para solidarizarse con su convecinos, con los cordobeses. Yo creo que sí, que Córdoba es una ciudad muy solidaria, creo que está en los genes, de los andaluces en general. Somos gente de bien.

P. Y desde otro punto de vista, siempre se dice que la solidaridad tiene algo de egoísmo, porque uno se siente bien al poder ayudar.

R. Bueno, puede ser. Pero vamos a cambiarle el nombre. Es verdad que te reporta una satisfacción, pero no es que yo esté pagando, esto no es un diezmo, no es que esté comprando mi conciencia, que a mí me relaje la conciencia poque yo colabore. Es que cuando yo colaboro, empiezo a disfrutar porque empiezo a empatizar con las personas y me doy cuenta de que así soy más feliz. Y la felicidad no se compra.

En pandemia, cuando no había nadie, nuestros voluntarios estaban ahí

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