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ENTREVISTA

Antonio Pérez, productor: “Los patriotas que critican las subvenciones sólo van a ver cine americano”

Entrevista N&B al productor Antonio Pérez

Juan Velasco

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Antonio Pérez (Córdoba, 1954) pasó su infancia encadenando una película detrás de otra en un cine familiar de esos que poblaban las ciudades andaluzas hasta la llegada de los multicines. Allí fue taquillero, proyeccionista y acomodador. Allí se hizo también cinéfilo y probablemente allí, entre latones de películas y carteles viejos, naciera el productor de cine que llevó el nombre de Andalucía a Cannes, Venecia, Berlín, Toronto o San Sebastián (donde obtuvo la Concha de Oro).

Que ese productor insistiera en hacer cine con denominación de origen es otra historia. Y esa historia la ha escrito Pérez con letras mayúsculas en los 40 años en los que lleva al frente Maestranza Films, una productora que algún periodista tildó de embajadora del cine andaluz. Fue a principios de siglo, cuando Pérez surfeaba la ola del éxito de Solas (Benito Zambrano, 1999), Nadie conoce a nadie (Mateo Gil, 1999) o Atún y chocolate (Pablo Carbonell, 2004) o Habana Blues (Benito Zambrano, 2004). Después, la crisis del ladrillo puso su mundo patas abajo, con la suerte (es un decir) de que, tal y como cuenta, los productores de cine españoles viven en perpetua crisis financiera.

Más o menos por esa época, Pérez acababa de producir y estrenar la primera película de un joven y desconocido director cordobés: Tres días, de F.J. Gutiérrez. Aquella apuesta triunfó en el Festival de Cine de Málaga, disparó al cineasta a nivel internacional e incluso vivió una inesperada segunda vida con su entrada en las plataformas, desafiando a esos algoritmos que tanto molestan a Pérez cuando habla del estado de la industria hoy en día.

El productor cordobés, Premio de Honor del X Festival de Cine Europeo de Sevilla, derriba mitos con la misma facilidad con la que escupe los títulos de las películas clásicas que han moldeado su mirada. Se cita con Cordópolis en Córdoba, en la Filmoteca, donde preestrenó el pasado lunes La espera, la nueva película de aquel joven cineasta cordobés y que, de nuevo, ha sido una apuesta artística reconocida internacionalmente, y con toda la pinta de que acabará siendo un pequeño evento cinematográfico cuando aterrice en esas plataformas a las que el productor, por el momento, le cierra la puerta. Y, sin decirlo, su negativa suena a una especie de compromiso para no traicionar la memoria de aquel niño que andurreaba por un cine familiar.

Podría hacer series en plataformas, pero no me pone, me gusta el cine

PREGUNTA. Presentas La espera en Córdoba y en un festival de cine que la ciudad lleva tiempo sin disfrutar.

RESPUESTA. Esto es estupendo. La iniciativa es muy buena y creo que está muy bien enfocado. Y completa ese lujo que es tener la Filmoteca aquí. Hombre, y Javier (F.J. Gutiérrez) y yo estamos especialmente ilusionados porque jugamos en casa, en nuestra tierra. Hemos trabajado muchísimo en esta película y una de nuestras ilusiones era presentarla aquí. O sea, sí que es algo muy especial.

P. Antes me contabas que Córdoba no es una ciudad en la que te has prodigado mucho rodando. No sé si es también una ciudad particularmente difícil para que funcionen las películas que has hecho.

R. No, si el problema de rodar o no es otro. Normalmente es difícil rodar en sitios como Córdoba porque es complejo cortar calles. Pasa lo mismo en Sevilla. Por ejemplo, nosotros rodamos mucho en Carmona, donde son muy sensibles a esto, y allí las calles recuerdan a cualquier ciudad andaluza. Y luego, ten en cuenta que, fuera de donde viven los técnicos, ya hay que pagar hotel y dietas. Eso, cuando los presupuestos están muy limitados, pues no es posible. Por ejemplo, esta película, ha tenido un presupuesto muy limitado -de hecho, no tiene ayudas públicas ni la ha comprado ninguna televisión de momento-, así que está todo hecho a menos de 45 kilómetros, que es lo que dice el convenio para las dietas, y cerca de Sevilla, que es donde viven la mayoría de los técnicos. Pero, para toda la parte serrana, hubiéramos hecho una toma aquí si no supusiera un dineral desplazar a 60 o 70 personas. 

P. ¿Y a nivel de proyección? ¿Te ha funcionado bien como público esta ciudad?

R. Bueno, no especialmente. Nunca, de hecho. Por ejemplo, Solas, la ciudad en la que mejor fue la película fue en Pamplona. Quiero decir, nadie es profeta en su tierra. En general, en el cine español como hay tanto vilipendiador… Ayer me decía un amigo: “Cuando estuve en el rodaje de la película, es increíble el calor que hacía”. Y yo le dije: Pues todos los días era igual y estuvimos 60 personas ahí trabajando. Bueno, luego están los muy patriotas, que ven cine americano, pero siempre dicen que estamos de fiesta en Ibiza y con las subvenciones. 

P. Ese tipo de leyenda negra se ha fomentado particularmente desde la derecha. ¿Tú acabas de estrenar una película que es todo lo contrario? 

R. Exactamente. Pero es que, además, eso es mentira. Son muchas mentiras. Son gente que no saben valorar el cine como industria. En el cine español, el sueldo medio es de 4.000 euros al mes. Hay más y menos. Pero no es el mileurismo que hay en todas las industrias. Hacemos cultura, no contaminamos… Quiero decir, somos una industria fantástica que además movemos el nombre de España por el mundo.

Yo hago dos discriminaciones positivas: una con los andaluces y otras con las mujeres, porque siempre han estado puteados

P. Hacéis bandera.

R. Exactamente. La espera va a ser una de las tres películas españolas que más se van a mover en el mundo. Y con un enfoque totalmente andaluz. Y con la mayoría de los técnicos y casi la totalidad de los actores son andaluces. Bueno, pues esto de lo que hablamos, desgraciadamente es lo que hay. El otro día estuve en la radio y entró un contertulio diciendo (cambia el tono de voz a señor enfadado): “A ver cuando hacéis películas sin zubvenciones”. Se les llena la boca cuando dicen subvenciones. Y yo le dije: “Primero, ahora no se llaman subvenciones, tienen otro nombre. Pero usted está engañando a los oyentes, no sé si por desconocimiento. Le voy a decir ahora mismo -saqué el teléfono- cuáles son las ayudas en Estados Unidos y ojalá que las tuviéramos aquí en España”. Y se las empecé a decir. “¿Sabe usted por qué es bueno? Porque es bueno para la economía. Y eso es lo que no saben ustedes, que nos ponen a parir. ¿Ve usted cómo hay ayudas en todos los estados?”…

P. Eso por no hablar de las ayudas que hay en España a la fabricación de coches, a la hostelería…

R. Exactamente, o a los tomates. Por eso te digo, que hoy en día, en la sociedad de mercado, que es como se llama el capitalismo, estos son los mecanismos para poder compensar desequilibrios económicos. Es decir, si el mercado fuera libre, pues entraban los tomates marroquíes aquí y arruinaban a los agricultores españoles. Entonces, las ayudas son mecanismos compensatorios y las hay en todos los sectores. Y, por cierto, en España este sistema es uno de los más bajos de Europa.

P. Y probablemente donde menos protegida está la figura del cineasta o del autor.

R. Por eso te digo. Son mentiras fruto del sectarismo y la ideología. Es decir, todos estos patriotas que critican las subvenciones van a ver cine americano. Y La espera es una película súper española. Hay mucho Delibes, mucho Camus, mucho Saura ahí. Y sierra, campo y caza, que no suele salir en las películas. A los cazadores les va a gustar mucho la película por eso, porque su mundo no lo suelen ver en el cine.

P. ¿Qué ha aportado esta película a tu relación con Francisco Javier Gutiérrez?

R. Bueno, mi relación con Javier es muy extensa. Estamos en contacto continuo, viajo a Los Ángeles y comemos juntos. Nos vemos en Córdoba y Fuengirola, porque yo, como él, mantengo allí un apartamento y soy fuengiroleño (Se ríe). Y compartimos muchas cosas. Somos amigos, más allá de la relación laboral que nos une.

P. Sí, pero me imagino que respecto a Tres días, Javier habrá evolucionado mucho.

R. Sí, por supuesto. Pero porque tiene talento. La gente con talento siempre progresa. Como Benito Zambrano, como Mateo Gil u otros directores con los que he trabajado, o que he descubierto, digamos.

Debería estar jubilado, pero aquí estoy, dando tumbos y perdiendo dinero

P. ¿Te ha sorprendido la nula recepción que ha tenido en Los Goya?

R. Sí, pero es que es lógico. Como no estrenes antes la película y no tenga cierta notoriedad y la vea la gente… Hay tanta oferta para visionar, que te aturulla. Hombre, lo único que podías pedir es un poquito de curiosidad, ¿no? Es que llevamos 22 festivales, como Austin, Sitges, Vancouver… Pues eso, un poco de curiosidad, de preguntarse qué tiene esta película para que la hayan cogido en estos festivales, donde se ven muy pocas películas españolas. Es que, además, llevamos 16 premios. En Málaga rompió, en Tenerife, donde es muy difícil colocar copias de películas españolas, están pidiéndome más copias. Porque en el Festival de Tenerife fue un éxito rotundo.

En fin, bueno, es por la mecánica y la falta de curiosidad y de rutina. Y, si yo tengo alguna crítica, sería por qué han nominado, o mejor por qué han votado los académicos -que los culpables somos nosotros-, a 20.000 especies de abejas a mejores efectos especiales. Bueno, no sé, a lo mejor se me pasó que hubiera una abejita dibujada o algo así. Pero, tú fíjate: si ves la lista de películas españolas que se han hecho este año. Por ejemplo, la película que hay ahora donde trabaja Santiago Segura sobre la Navidad, pues nada más que los cinco primeros minutos son brillantísimos a nivel de efectos especiales. Y, por supuesto, no está nominada. Pero es algo brillantísimo y se han dejado un dineral. 

P. ¿Los académicos hacen bien su trabajo?

R. La mayoría sí, pero echo en falta curiosidad. Todo se hace rutinario. Por ejemplo, los Premios Feroz, los de los periodistas, antes rompían con el esquema de Los Goya y se metían mucho con ellos, se picaban… Bueno, este año, los Premios Feroz son todavía más conservadores que Los Goya. Y la mayoría no han visto esta película, pese a que tengan información sobre su paso por los festivales. Pero bueno, que hay más: que no hayan nominado a Kiti Manver en esos premios con el papelón que hace en Mamacruz. Pues no la habrán visto, porque es una película pequeña, porque el que la ve la vota. 

P. Este sábado salía la lista de Sight & Sound de las mejores películas del año, y la única española era Samsara de Lois Patiño, que tampoco ha sido nominada.

R. Y es muy interesante. Esa es otra, esa no la habrá visto ninguno. La nuestra, mira, alguno la habrá visto porque Javier, bueno, Javier es más famoso en Estados Unidos que aquí. 

P. Y Víctor Clavijo, que yo pensaba que le iba a caer la nominación seguro.

R. Bueno, lo de Victor es que es cantado. Ya lo dice Fotogramas y las grandes revistas, que uno dice: ¿Pero cómo puede ser eso? El problema es que no la han visto, que por el sistema, por estrenar tan tarde, no tiene notoriedad. Porque, el que la ve, votaría a Víctor. Esa es la parte perversa, digamos, del sistema. 

P. Y ahora, me pregunto: ¿tiene impacto una nominación a Los Goya?

R. Bueno, no. Sobre todo para 20.000 especies de abejas, por muchos premios que le den... Y repito que es una magnífica película, pero no va a conseguir tantos premios. Hay que tener en cuenta que se estrenó en San Sebastián, junto con O Corno, que es un peliculón, que ganó el único festival categoría A que hay en España, y tiene una nominación o dos. Y eso que tiene una dirección brillantísima. O Corno es una debut brutal. 

La espera va a ser una de películas españolas que más se van a mover en el mundo

P. Y ha podido jugar en contra de La Espera que sea una película de género.

R. Sí, eso sí. 

P. En España la última película que triunfó de género fue El día de la bestia, casi.

R. No, fue la de El orfanato. Pero como decía mi hijo, era una película de susto, más que de género. Pero, en general, es un hándicap también. Pero La espera es una película de autor y los tintes fantásticos que tiene, los que hemos nacido y vivido en la sierra y en los pueblos -mi madre era de Villaharta-, pues conocemos todos estos mitos en los cortijos, de los desaparecidos, del caciquismo… Y a todo eso le da un tinte relativamente fantástico. Pero porque a Javier le encanta el género. No sé si le has preguntado, pero curiosamente Javier pasa muchísimo miedo en las películas, cuando las ve luego no duerme. Es curioso. A mí me gustan mucho las de A24, que hace películas de género pero de calidad, como la de Lamb. Es un poco un género folk terror, como ésta. 

P. España es hoy una potencia en cine de género. 

R. Totalmente.

P. Ahora mismo tenemos 30 monedas triunfando en todo el mundo en HBO, Hermana muerte, de Paco Plaza, que también ha sido un pelotazo mundial…

R. Paco Plaza es un directorazo. Él y Balagueró son unos grandísimos directores. Y Álex es que es un genio. 

P. Y el propio género es un revulsivo para la taquilla.

R. Sí, a la gente joven le gusta. Pero lo que pasa es que un nicho. Y luego pasa una cosa, como que no te lo crees. Esto es como cuando durante la Transición empezamos a sacar en las películas a policías españoles que ponían gestos americanos. ¿Qué pasaba? Que la gente no se lo creía. Aquí la policía son los grises, los cabrones esos, fachas todos. No se lo creían con razón. Pero, bueno, también había policías así, no todo eran Los Grises, que nos pegaban palos a la gente como yo en la universidad. Te quiero decir que, en ese aspecto, hay cosas que no son creíbles. Y la gente, salvo los verdaderos aficionados al nicho, no se creen que la pelis de género españolas sean buenas.

Pero, fíjate, que grandes directores del género estuvieron a punto de hacer un remake de Tres días. Una película que luego ha sido copiada muchas veces, como se ha sugerido en medios americanos. Que lo que pasa es que somos pequeñitos y no podemos meternos en un pleito, pero es que hay una lista importante de películas que se han basado en Tres días. No te digo ya películas como la de Lars Von Trier, Melancolía. No te digo la primera parte, pero la última parte es que era lo mismo, y haciendo con dinero el efecto que nosotros tuvimos que hacer a mano, corriendo y el último día. Porque aquí es que hacemos lo que podemos, no lo que queremos. Ese es el problema de esta industria, un poco pobre.

El cine da trabajo a muchas personas y bien pagadas, no la mierda del mileurismo que tiene condenados a los chavales de este país

P. Venga, vamos al principio, cuéntame cómo acabas tú en esta industria.

R. Bueno, yo acabé la carrera pero me metí a estudiar cuando sacaba tiempo biológicas y música. Yo acabé muy joven la carrera, porque tenía un año de adelanto en la universidad y, con 23 años, ya terminé. Y seguía con mi cinefilia, que me la metió mi madre y mi madre en la cabeza. Mi padre fue propietario de un cine en Andújar, que le vendieron los Sánchez Ramade. Tengo ocho hermanos y soy el único al que me dio, pero es que yo me metía en la primera sesión y hasta la última. He echado una mano en la taquilla, en lo que fuera en el cine; mi padre me presentó a los distribuidores… O sea, que lo conozco muy bien y soy uno de los pocos productores que tiene una visión global de cómo funciona las cosas.

P. Hombre, eso ayuda mucho a la hora de distribuir tus películas.

R. Fíjate que acabamos de quitar en Córdoba una sala para este película por un esquema que no entienden mis compañeros. Te pongo un ejemplo burdo: si en Córdoba hay mil espectadores para ver esta película, si lo pones en un solo cine, mil euros no está mal de recaudación. Si pones dos salas, si la pones en El Tablero y el Guadalquivir, da 500 euros cada uno, y te la quitan. En estas fechas en la que hace mucho dinero las pelis. Pero, si dejas uno, dices: no está mal. Ha estado de la mitad para arriba. Y la dejan otra semana. Eso no lo entienden mis compañeros, que piensan que mientras más copias haya, mejor. Yo lo entiendo de otra manera porque mi padre era exhibidor y conozco a los distribuidores. Pues le hemos dicho que no a este exhibidor, que es además un fan de la película. Pero es que si se divide al público objetivo, nos perjudica a todos.

Es decir, yo veo el fenómeno en global y eso me distingue de muchos compañeros, que nunca me vuelvo loco con el número de copias. Los hay que se obsesionan: “Voy a salir con 200 copias”. Es una de las tonterías que tienen algunos compañeros. Luego están los que dicen: “Tenemos 20 candidaturas a Los Goya”. Eso lo haces para confundir a la gente y hacerles creer que son nominaciones. A ver, mérito tiene hacer una película, pero es que hay medios serios que cogen esto de las candidaturas, que es un engañabobos. 

P. Supongo que, a pesar de que tienes esa visión tan global, de que llevas tantos años, todavía tienes que andar explicándole a la gente qué hace un productor de cine. 

R. Eso no lo sabe nadie y es muy difícil que lo expliques. Y se creen que estamos con las jóvenes actrices, de fiesta en Ibiza, y toda la historia. Cuando lo que hacemos es un trabajo muy duro y muy de vocación. Esto no lo aguanta cualquiera. Rodando La espera estábamos en agosto en pleno campo. ¿Tú sabes qué calor hacía? Eso hay mucha gente que no lo aguanta. Trabajar en el cine tiene un factor vocacional muy grande. Yo trataba de meterme en el mundo del cine, y la primera en la que me metí fue en la última de Buñuel. Y conocí al maestro, y hablé mucho con él y para mí fue un verdadero placer. Pero luego me engañaron y no me pagaron. Tengo mil anécdotas.

P. De hecho, hay mucha gente que piensa que Maestranza Films nace con Solas, cuando ya llevabas décadas en activo.

R. Claro, es que yo ya había tenido una Concha de Oro. Mis películas han estado en los festivales más importantes del mundo. Hemos estado en Cannes, cinco veces en Berlín, donde ganamos el Premio del Público, en Venecia, Montreal, Toronto… En El Cairo hubo una vez que arrasamos en premios, nos llevamos Mejor Película, Premios del Jurado, donde estaba Susan Sarandon. Era con una película que se llamaba Retorno a Hansala

Lo que me distingue de muchos compañeros es que nunca me vuelvo loco con el número de copias

P. ¿Y llegaste a estrenar en el cine de tu familia?

R. No. Pero sí en Andújar. La espera se va a estrenar allí y creo que le va a ir muy bien, por la afición que hay a la caza. Y porque es una película muy original y que apenas se hace en España, por la estética y por el tema. Ahora, afortunadamente, las mujeres están estrenando muchas películas e interesantísimas, lo que me parece un adelanto y un gran salto, pero esta película es lo contrario: es muy masculina, como era la época en la que se ambienta. 

P. ¿En toda esta trayectoria has perdido alguna vez el pellizquito del cine?

R. No. Nunca. De hecho, yo ahora debería estar jubilado, pero estoy aquí dando tumbos y perdiendo dinero. 

P. ¿Cuántas veces te has arruinado?

R. Yo creo que una, y ya no me he recuperado (Se ríe). Es que hay un mito en el cine español, que es que haces una película y luego haces la siguiente, y luego otra. Y dices: ya está, ya he hecho más de 40 películas, me retiro. Pero no puedes. No puedes porque, normalmente, con el primer dinero de la siguiente película, pagas los pufos de la última. Y dejamos un pufo en esa, que pagamos con la siguiente. 

P. O sea, que tener éxito como productor es recuperar la inversión con la siguiente película.

R. Exactamente (Se ríe). A mí lo que me hizo mucho daño, y fue una caída en picado, fue la crisis de 2008.

P. Que te pilló justo en un momento de gran éxito.

R. Sí, sí. Hombre, teníamos películas como la de Benito, que fuimos a San Sebastián y otras muchas.

P. Atún y chocolate.

R. Sí, Atún no fue mal, pero la distribuía Warner y no sabía cómo verla. Luego la gente respondió de una forma que le sorprendió mucho. Es que era una película tan original y tan distinta, tan divertida… Fue una comedia muy distinta, pero porque Pablo es así, un artista que está más loco que una cabra. Pero sí, aquello fue una crisis económica que rompió los descuentos y los contratos. Piensa que, cuando hacemos una película, el primer dinero lo ingresas tres años después de iniciar la película. ¿Cómo soportas eso? Descontando los contratos. En este caso, con La espera, sólo tenemos el de Canal Sur, que es poco para una película que ha costado cerca de dos millones. Es muy complicado, a menos que seas rico. O eso, o que le hagas caso a todos esos sectarios y malos españoles que denigran al resto de españoles. Los patriotas. A ver si esta va a Abascal a verla y dice: “¡Qué española, la caza, esto es cine español bueno, no esas mariconadas!”. Madre mía, qué malos españoles somos. 

Normalmente, con el primer dinero de la siguiente película, pagas los pufos de la anterior

P. Solas no inventó a Maestranza films pero, no cabe duda, fue un punto y a parte.

R. Sí, sí. Fue tremendo y en Andalucía fue muy importante. Solas dijo: “Yes we can”. Se puede. Para que te hagas una idea, Solas fue el producto cultural andaluz más vendido y difundido en el mundo. Más que todos los millones que tenía la Consejería de Cultura de la Junta, que no nos dio ni una ayuda. O sea, fíjate que una iniciativa privada haga más por la cultura andaluza y tenga más impactos mundiales, porque se vendió en más de 50 países. Eso fue un chute de autoestima. Yo siempre digo que yo hago dos discriminaciones positivas: una con los andaluces y otras con las mujeres, porque siempre han estado puteados. 

P. Curiosamente, en una entrevista con María Galiana, nos dijo que Solas, a pesar del éxito, no les reportó tanto a ella y a Ana Fernández. Que luego tuvieron una carrera en cine muy pobre.

R. Porque se equivocaron sus agentes. No escogieron buenas películas, ella se metió en Cuéntame y ya no podía hacer nada. Cuando tenía un hueco, se metía a hacer teatro, que le apasiona. O sea, no es ningún argumento. Esa es la paradoja que te digo. Talento hay en Andalucía. Ana, por ejemplo, estaba en el teatro, era súper amiga, y yo se la recomendé a Benito, como a María Galiana. Y con María hubo problemas, porque el personaje se basaba en la madre de Benito, que era enjuta y pequeñita, y María llegó con toda esa humanidad. Pero tenían talento. De hecho, le dieron el Goya. Si el problema es que nadie les daba una oportunidad. Incluso cuando le dieron el Goya hubo gente como José Luis García Sánchez o Fernando Trueba que me dijeron: “Pérez, tú no has descubierto a María Galiana”. Y es verdad que había trabajado en sus películas. Pero ellos la habían puesto donde siempre: de secundaria, de cocinera y de sirvienta, como hacen con los andaluces. Yo le di un protagonista. Y eso le dio un Goya. 

P. ¿Se sigue viendo ese cliché?

R. Cada vez menos. Ahora hay mucha gente como Javier, que demuestra la modernidad de un sector de Andalucía que somos distintos y nos negamos a aceptar el papel de toda la vida. Yo creo que eso está cambiando. Mira, por ejemplo, antes, los empresarios agrícolas eran todos terratenientes y gente más bruta que la mar, y ahora hay gente muy brillante en el tema agrario. Ahora hay infraestructuras, exportaciones… Fíjate todo el talento que hay en Andalucía, en Córdoba, Sevilla, Málaga o en Almería. 

P. ¿Y tú te has visto minusvalorarlo por ser un productor andaluz?

R. A mí es que no me han hecho ni puto caso. Pero eso va en el oficio. Es doloroso, pero llega un momento en que dices: si es que esto no es un problema de la valía de los cineastas andaluces, el problema es que somos muy malos hermanos. ¿Cuándo vamos a vivir en paz respetando las opiniones de los demás? Es que estamos siempre igual...

P. ¿Pesa significarse en el cine español?

R. A ver, ¿por qué Bardem no va a decir lo que le da la gana, si tiene más dinero que todos estos juntos? ¿A quién le van a hacer caso, a un líder político que no lo conoce nadie en el mundo o a Bardem que lo reconocen en todo el mundo y es una gloria nacional? ¿Por qué no lo reconocen? Por sectarismo. No porque no sea un tipo brillante. Que políticamente, diga barbaridades o no, yo ahí no me meto, estamos en una democracia y dice lo que le da la gana, sea erróneo o no. Pero eso no lo priva de ser un genio. Y vas a Estados Unidos, donde los del cine no son comunistas o maricones, como dicen que somos los de aquí, y resulta que se pegan cabezazos por el genio que es Bardem. Y de su mujer ni te digo, que es más discreta, pero que aquí tampoco se salva.

P. Tú has vivido toda la evolución de la industria del cine español, de la Ley Miró hasta la era del contenido. ¿No sé si tú consideras que haces contenido?

R. Yo es que no trabajo así. Mira que podría hacer series, pero no me pone. Y eso que ponen el dinerito los otros, pero es que, ya a mi edad, me gusta el cine. Me gusta el riesgo y no entras en ese rollo de los contenidos con los que tan irónicamente se mete Nani Moretti en su última película. Y son amigos, pero van en otra dinámica. A Javier no le llegan propuestas, y cuando llegan, les explico que Javier está en otro nivel. Porque a Javier lo lleva UTA (United Talent Agency), una de las tres agencias más grandes del mundo, y tenéis que negociar con él como si fuera Scorsese, que ha tenido el mismo agente que él. Pero, ¿qué lo queréis contratar por cuatro duros? Javier, como yo, no hace censura económica. Pero tú para hacer una mierda de estas, págalo y tendrás un director de primerísima categoría. Eso sí, negocia con los agentes, que se van a tirar por el suelo de risa cuando vean la oferta económica. Porque él, las películas que tiene encima de la mesa son como The ring, de 20 o 25 millones. El de las plataformas es otro mundo.

Hoy hay muy buenos productores en Andalucía, antes estaba más sólo que la una

P. Pero, en estas décadas, sí que ha cambiado la visión del cine mismo. Yo era un chaval y me sabía nombres de productores españoles. 

R. Pero no hace falta.

P. Sí, pero yo sabía quien era Andrés Vicente Gómez, sabía quien era Elías Querejeta… 

R. ¿Y qué le pasó a Elías? Elías Querejeta murió en la pobreza. Yo soy consejero de EGEDA, con Enrique Cerezo, y le apoyábamos y le pasábamos lo mínimo para poder vivir y morirse dignamente. Y hablamos de Elías, un grande del patrimonio cultural español y europeo, fíjate las películas que ha hecho. 

P. ¿Y Andrés también se arruinó?

R. Andrés es otro genio, pero lo que pasa es que Andrés es más complicado (Se ríe). Andrés revive siempre.

P. Tal y como me lo pintas, me recuerda a una charla que tuve con Fosforito que decía que los flamencos, por mucha Unesco, siempre se mueren de hambre.

R. Sí. Con el cine pasa eso. Pero los productores no tenemos que ser famosos. A mí no me llena el autoestima. A mí el autoestima es cuando veo la peli. Que luego se debe dinero, bueno, pues es dinero. Y hay quien se mueve por dinero y quien se mueve por poder. Eso está en la película de Chinatown, cuando Jack Nicholson le pregunta John Houston, con Los Ángeles detrás: “¿Tú qué más quieres, si lo tienes todo?”. Y él le responde: “Poder”. Es una reflexión muy simplista de la condición humana porque no todos somos iguales, afortunadamente. Pero en eso te tienes que mover.

P. ¿El cine ha perdido impacto cultural?

R. Yo creo que no. Que el cine le sigue gustando mucho a la gente, incluso al que no entiende de cine. Esto no es como los libros, donde aunque leas mucho, no te atreves a ser experto. Con el cine ocurre lo contrario: todo el mundo sabe. Lo cual es una falta de respeto tremenda. Es que hoy hay actores que se llaman a sí mismo actores y no han leído la historia del teatro español del Siglo de Oro y no saben quién es Lope de Vega. O que te pones a hablar de Ozu, y te dicen que es el delantero centro del Galatasaray. Tío, es historia del cine, si te dedicas a eso, tienes que saber cómo ha progresado. Tienes que saber cómo evolucionó el montaje de Eisenstein. No basta con ver la última película de Michael Mann, que tiene un montaje que te cagas, tienes que recordar lo que realmente son las bases, y lo revolucionario que fue el montaje de Eisenstein, que creó casi por completo un nuevo tipo de lenguaje. Yo soy académico de Bellas Artes en Santa Isabel de Hungría, y mi tesis la hice sobre eso, haciendo un paralelismo entre el cine y la literatura y cómo hay un lenguaje que se parece mucho.

P. Ahora que has mencionado las escaleras de Odessa, podemos hablar de Brian de Palma, con el que también has trabajado.

R. Sí, desgraciadamente fue una película con mil problemas. Se arruinó el productor, nos metió a todos en un lío, y yo la saqué como tonto romántico porque no quería dejar tirado al maestro Brian de Palma en Almería. Porque es que la película no se hubiera acabado. Pero bueno, di la cara. 

Hay chavales que se llaman a sí mismos actores y no saben ni quien es Lope de Vega

P. ¿Es difícil traer a rodar a gente como Brian de Palma a Andalucía?

R. No, porque estaba previsto desde el guion. Y cuando estuvimos localizando, él quería rodar en Málaga, pero nos tuvimos que ir a Almería. Y a él le encantaba la estética, todo. En el guion estaba así y decía que los terroristas estaban en esta zona, por la vecindad de Marruecos. 

P. ¿Se rueda en Andalucía tanto como se debería?

R. Se rueda muchísimo, lo que pasa es que no tenemos los incentivos fiscales que tienen Bilbao o Canarias. Ridley Scott es un fanático de Andalucía, sabe que las cosas aquí se hacen bien, que es un sitio moderno y que la Andalucía Film Commision lo está vendiendo continuamente. Y sabe que los técnicos son buenos, y que hay disposición de las autoridades y buenas comunicaciones. Él rueda muy confiado aquí. 

P. ¿A ti te llamaron alguna vez embajador del cine andaluz? ¿Te identificas? 

R. Bueno, es un titular periodístico. Hoy hay muy buenos productores. Hoy hay gente como Olmo Figueredo, Marta Velasco… Hoy hay muy buenos productores en Andalucía, antes estaba más sólo que la una. Y yo sí creo que Solas fue ese fenómeno que le dijo a la gente que aquí se podía hacer. La generación de Alberto Rodríguez lo vio claro. Dijo: si lo ha hecho este tío, nosotros lo podemos hacer. Y era una generación distinta y brillante, como se ha visto. O sea, talento hay en Andalucía. Y ya creo que cada vez más las autoridades, con independencia de los partidos políticos, conocen bien la industria y la apoyan. Eso antes era muy difícil de ver. Eso ha sido un salto grande. Sigue habiendo lo de siempre: “Comunistas, maricones, rojos, subvencionados”. Pero, la mayoría tiene altitud de miras.

P. Es industria. Se puede decir que hay industria del cine en Andalucía, ¿no?

R. Totalmente. Es una industria estructurada con todos los servicios. Es un entramado totalmente industrial, aunque siga siendo muy artesanal en la fabricación y en el aprendizaje incluso. Muchas veces se ha dicho de abrir una escuela de cine en Andalucía…

P. ¿Y cómo lo ves tú?

R. ¿Para qué? ¿Para gastarnos unos millones de euros y que salgan dos? Para eso págale unas becas gordas para que viajen a Estados Unidos a la UCLA, con la condición de que vengan formados a hacer cine aquí. 

P. Te preguntaba por lo industrial por aquello que decía Berlanga, de que el problema del cine español es que estaba ligado al Ministerio de Cultura, en vez del Ministerio de Industria.

R. Eso es algo que siempre se ha dicho, pero cada vez más el ICEX está involucrado en la exportación, hay un hub europeo tremendo con sede en Madrid, está la producción de Netflix. Pero lo ha reconocido la industria europea, que se funciona a un nivel enorme, y que el cine da trabajo a muchas personas y bien pagadas, no con la mierda del mileurismo que tiene condenados a los chavales de este país.

P. Para terminar, cuéntame algún proyecto malogrado que te haya dolido mucho.

R. Es que hay muchos. Con Javier ha habido dos o tres proyectos que ha costado mucho vender. Entre ellos una historia que tiene de unos toreros vampiros, que tenía mucho rodaje en Córdoba y que no lo acaban de ver, aunque yo creo que puede ser una historia distinta y muy original. Yo que sé, y luego hacer una serie hoy sobre personajes andaluces que son muy interesantes y que no han salido nunca.

P. Bueno, ahora estamos viendo lo que ha ocurrido con Séneca, que a punto ha estado de no estrenarse en Córdoba.

R. Sí, bueno, ha habido mucha polémica. Pero los franceses, por ejemplo, siempre han querido hacer una película de Averroes. Todo el lobby judío es muy potente allí y consideran que Averroes es un personaje fascinante. Pero nunca ha acabado de cuajar. Y ahora tengo un proyecto que es muy complicado y llevo dos años desarrollando, que se llama Jesucristo flamenco.

P. ¡Hostia!

R. Sí, es un guion fantástico, con grandes cantaores españoles. Está previsto que Jesucristo sea Arcángel. El vestuario lo va a hacer Palomo Spain. Y fue anunciarlo y ¡ya salieron los puristas! Es una película internacional y un espectáculo. Es una obra muy ambiciosa. 

P. ¿Pero eso cómo va? ¿Sigue adelante?

R. Sí. Va bien, ya hemos hecho un documental, y tenemos una figura clave, que es el director musical, se llama Alfonso Casado, que es de Alcalá de Guadaira, y que es un genio. Es el director musical Los miserables, vive en Londres, y es uno de los mayores talentos de la música andaluza. Es un genio, que ha mamado el flamenco, y que trabaja en Broadway y en grandes musicales. Y es la clave del proyecto, porque los musicales tienen muchas claves que no estamos acostumbrados en España. 

P. O sea, que esa sí que la haces.

R. Sí, eso lo saco. La principal característica de un productor es la tozudez. Ser un cabezón que te cagas. Porque, al final, el problema que hay es eso que has dicho de los contenidos. Es que hoy, es como si al catedrático lo examina el bedel de la universidad. La penúltima película que hicimos, Héroes de Barrio, con Joaquín (el del Betis), me decía TVE: “Dame una película familiar”. Pues le doy la película y me dicen que qué pinta Joaquín. Y luego, a los cinco o seis meses, Joaquín rompe las audiencias en televisión. ¿Qué es lo que pasó? Que Héroes de barrio se la acabamos vendiendo a todas las televisiones y nos la pagaron mejor que si la hubieran pagado antes, que te ven cara de desesperado y te pagan muy poco. El problema es que, cuando presentas un proyecto te atiende un niñato, que se pone a hablarte de algoritmos.

P. Ay, los algoritmos, eso me suena a mí también.

R. A ver, que alguien me explique a mí lo del algoritmo con Tres días. ¿Por qué Tres días a los quince años se la vendemos a Netflix de catálogo, de paquete, nos pagan una puta mierda, y se pone en el top 10 durante semanas? Analiza eso con el algoritmo. ¿Cómo se acuerda la gente de una película? ¿Quién ha pinchado y ha dicho, Tres días, y la ha vuelto a ver y la ha recomendado? ¿Cómo se produce eso? Pues esos del algoritmo son los que te examinan. Y, de hecho, no han cogido la película a Javier; ahora por supuesto la cogerán. Bueno, como dicen en mi pueblo: A cojón visto, macho. 

P. Los de los algoritmos sí que están de fiesta en Ibiza.

R. Esos sí. Pero como son de derechas, no se meten con ellos. 

P. La fábrica de los sueños a veces se vuelve la fábrica de las pesadillas.

R. Y de las mentiras.

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