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Ana Verdú: “No consta una donación de Fernando III para uso catedralicio”

Ana Verdú, directora del Archivo Municipal de Córdoba | MADERO CUBERO

Marta Jiménez

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Las vestales eran sacerdotisas de la antigua Roma que tenían la responsabilidad de mantener encendido el fuego sagrado del templo de Vesta. Ana Verdú no es sacerdotisa y habita en nuestro tiempo, pero tiene la misión de mantener encendido el fuego sagrado de la memoria de la ciudad. Ella dirige, desde 1992, al solvente equipo de uno de nuestros templos laicos y joya de la corona: el Archivo Municipal de Córdoba. Un referente cultural de primer orden y uno de los archivos más consultados de España.

Así que no resulta insustancial a los ojos de la periodista y del fotógrafo, que en su despacho tenga un lugar de honor la figura del dios romano Jano, simbología de los archivos por sus dos caras: una que mira al pasado y otra al futuro. La escultura que disfruta cada día esta archivera tiene las caras de Sócrates y de Séneca, quienes conviven en su hermoso despacho con varios vaciados del sello de la ciudad de 1284, regalo del Archivo Histórico Nacional. “Es una foto de la ciudad del siglo XIII y este es el sello de Córdoba y no el del león rampante, que es el de la provincia”, explica con determinación la archivera. Es la primera pista que nos da esta mujer seria y amable de su alto sentido de la historia, lo que la hace ser capaz de indignarse ante la menor tropelía o amenaza al rigor.

Antes, hemos visitado de su mano la maravillosa casa mudéjar que acoge el archivo, con dos patios y pozo, zaguán y cancel, artesonado policromado y ajimez. Una joya arquitectónica que guarda en su interior millones de joyas documentales. La archivera nos conduce a la cámara de los depósitos, que se distribuyen entre la planta baja y una entreplanta, guardando los documentos municipales que se han conservado desde la conquista cristiana de la ciudad en 1236.

Precisamente de 1241 data el documento más antiguo. El fuero de la ciudad de Fernando III, que sirvió de modelo para los fueros de otras ciudades, y que Ana despierta del sueño de los justos para ser mostrado y fotografiado. Restaurado por el Instituto de Patrimonio, en el pergamino se aprecia el crismón con el alfa y el omega, el sello real y el listado de las personas que dieron fe del documento. Un idioma que esta experta en paleografía, a base de mucha vista y mucha práctica, domina muy bien porque se enfrenta a los documentos “como si fueran un crucigrama”.

El próximo jueves día 9 se celebra el Día Internacional de los Archivos. En la casa solariega dimensionada como archivo de la ciudad sonará el flamenco y se hablará de un sabio, José de la Torre y del Cerro. También archivero, fue el descubridor de la ascendencia familiar cordobesa de Cervantes. Precisamente el jueves, la alcaldesa recepcionará de manos de la hija del archivero su epistolario, donado a este archivo, y un hecho que llena de entusiasmo a Verdú.

Con el permiso de Sócrates, de Séneca y de los pájaros que trinan en los patios aledaños, se enciende la grabadora.

P. Vestal, reina sabia de la tribu, centinela del tesoro… ¿Te reconoces metafóricamente en estas figuras?

R. De reina nada, de cancerbera del pasado tampoco, es una imagen que aborrecemos los archiveros. De servidora de documentos, simplemente. Los documentos están para servir no para estar atesorados. En ese sentido la custodia es fundamental para una difusión básica. Me considero una afortunada porque trabajo en algo que me apasiona. Manejo la materia prima de la historia sin versiones que son los documentos de la historia y procuro servirlos así, fidedignos, levantando acta del presente y del pasado, claro está.

P. Pero los documentos se pueden interpretar…

R. Se pueden interpretar pero la piedra de toque es el documento. Ningún documento nace pensando que va a hacer historia y esa es su mejor característica, la que le confiere toda la fiabilidad. Desde tiempo inmemorial un documento siempre nace en una modesta mesa, antiguamente la de un escribano y ahora mismo la de un funcionario. Nadie hace un documento pensando en la historia. Eso le hace ser aséptico y por eso es la historia sin versiones, levanta acta de lo que pasa, de lo que se hace y de por qué. Luego se puede interpretar, sí, para eso están las corrientes historiográficas que sí interpretan, pero siempre está el documento como piedra de toque.

Manejo la materia prima de la historia sin versiones que son los documentos

P. ¿Esta casa solariega guarda la memoria de la ciudad?

R. Me encanta esa denominación de la casa de la memoria. La ciudad tiene memoria gracias a sus ciudadanos, si no esto sería un escaparate, un decorado. Guarda la memoria de la ciudad y de sus ciudadanos, y en eso hemos tenido desde hace mucho tiempo una trayectoria que en un momento dado se ha cortado, de recuperar la memoria de los cordobeses, de aquellas personas que nunca fueron personajes. Eso hace que la historia que se va escribiendo cada día de Córdoba no sea un nodo, no esté escrita en blanco y negro. Con la memoria de los ciudadanos, y tenemos mucha aquí conservada y difundida, en este archivo, entra el technicolor en la historia y hace una historia más real, con más matices.

P. ¿La ciudad del presente cómo se ve desde aquí? ¿Con menos clichés, tal vez?

R. Por supuesto, la foto fija no existe en un archivo, es muy irisada. Hay tantos tipos de documentos que hablan de lo mismo que te hacen un panorama y ese panorama hace que la información que extraes de los documentos no sea plana. La ciudad desde aquí se ve en vorágine, muy participativa, cada vez más participativa y tenemos los documentos de esa participación, se ve en ebullición a pesar de que muchas veces nosotros los cordobeses nos quejamos de esa aparente quietud, en el sentido de estático, y no, damos fe de que hay en ebullición y dan fe los documentos de esa ebullición y de esa gana de participación ciudadana que hay a todos los niveles y de participación en la cosa pública, como decían los romanos, que es la cosa que interesa a todos. La ciudad está muy viva. La querríamos seguramente más viva, con más proyección, pero para nada es una ciudad que esté muerta o estática.

La ciudad desde aquí se ve en vorágine, muy participativa, se ve en ebullición a pesar de que muchas veces nosotros  nos quejamos de esa aparente quietud

P. Se ve con más luces que sombras

R. Indudablemente. Y no es que sea optimista, en este caso que soy una realista bien informada y da como resultado una alegría de lo que se está haciendo en Córdoba. La veo muy participativa. Es muy fácil estar siempre quejándose, y ese es nuestro deber como ciudadanos, entiéndeme, la democracia es eso, pero habría que reclamar más participación efectiva en las decisiones de gobierno del Ayuntamiento. Tenemos los cauces y la ley nos asiste para poder verdaderamente abrir más cauces de participación y por lo tanto, que toda la configuración y fisonomía de la ciudad que se va haciendo sea también obra nuestra, de los ciudadanos, ¿no? y seamos todos responsables, para lo bueno y para lo malo.

P. ¿Queda mucho por descubrir de la historia de Córdoba?

R. Sí que queda. Y mira que hay mucho escrito y distintas líneas de investigación desde hace muchísimos años. Este archivo fue declarado Archivo Importante a nivel nacional por una Real Orden de final del XIX. Este archivo es tan impresionante que tenemos la suerte de tener uno de los mejores del estado. Quedan series y series documentales que están vírgenes, que están sin descubrir, y además en este archivo no solamente está el fondo Municipal, el fondo del Concejo /Ayuntamiento que nace tras la conquista de la ciudad, sino que han llegado aquí otros muchos fondos que a veces sabemos cómo han llegado y a veces no. Por ejemplo, está aquí el archivo del gremio de plateros, una pequeña parte del archivo de la sección de damas de la Asociación Amigos del País, por ejemplo tenemos un archivo donado por Borja Pavón, otro archivo de los jurados de Córdoba, que era como la oposición municipal… Tenemos muchos fondos que son consultables a través de internet y que no se han tocado. Desde el punto de vista de descubrir la historia de nuestra ciudad, con el convencimiento de que quien conoce su pasado puede andar más recto en el presente, sí que queda mucho por descubrir, muchísimo.

Hay que descubrir la historia de nuestra ciudad con el convencimiento de que quien conoce su pasado puede andar más recto en el presente

P. ¿Sueñas con descubrimientos que te gustaría hallar?

R. No. La misión de una archivera no es investigar, sino servir los documentos y nuestra labor pasa por describirlos de forma adecuada para que sea muy fácil para el investigador encontrar lo que busca. La pregunta que me haces proviene de una concepción muy antigua que se tiene, pero es normal porque es la percepción que tiene la mayoría de la gente. Desgraciadamente en la antigüedad se daba que el archivero era investigador, pero ahora sería lo mismo que el camarero que se come las comidas que debe servir. Nosotros debemos hacer magníficamente la carta del restaurante para que todo el mundo sepa encontrar lo que busca, debemos hacerla de forma minuciosa porque hablamos de millones y millones de documentos. Tenemos un corpus de armas de documentación a través del que se pueden hacer búsquedas exhaustivas de todo tipo. Tenemos que permitir que se pueda navegar a través del archivo y lo hemos conseguido a través de buenas aplicaciones informáticas y de internet. Y tenemos que ayudar al que busca a encontrar lo que busca para que lo investigue y lo publique él.

P. Formularé la pregunta de otro modo, ¿sueñas con que haya un gran hallazgo en este archivo?

R. Me encantaría.

P. ¿Qué te gustaría que se hallase?

R. Muchos documentos que se sabe que existen. Por ejemplo, no se ha podido hallar la prueba con documento del tiempo que estuvo aquí esperando Colón a que lo recibieran los Reyes Católicos, un tiempo que le dio para todo, hasta para engendrar descendencia con una bella cordobesa. Sí que tenemos rastros documentales del paso del Gran Capitán por aquí o sí que tenemos pruebas también de la ascendencia cordobesa de Miguel de Cervantes. El gran erudito De la Torre y el Cerro lo descubrió. El de Colón me encantaría que se descubriese aquí, por qué no.

No se ha podido hallar la prueba con documento del tiempo que estuvo aquí esperando Colón a que lo recibieran los Reyes Católicos (...) Me encantaría que se descubriese aquí

P. ¿Por qué es tan desconocido el patrimonio documental?

R. Bueno, no te creas que lo es tanto. Por los investigadores desde luego no lo es, y por la ciudadanía tal vez por el desconocimiento de que un documento para ellos tan modesto como una licencia o una expediente de apertura de un bar es patrimonio documental, al ser documentación expedida por la Administración Pública que sirve a los ciudadanos y que hay que conservar de forma indefinida. Como una licencia de obra mayor, o padrones, que los tenemos desde principio del XVI. Quizás solo falta ponerle la etiqueta. Ya que patrimonio documental no son solo los grande pergaminos del siglo XIII, o las Reales Provisiones de los Reyes Católicos o del Emperador Carlos, sino también estos documentos de la Administración Pública que le sirven al ciudadano en la defensa de sus intereses. Le falta ponerle esa etiqueta y el conocer sus derechos como ciudadanos acerca de ese patrimonio documental.

P. Da la sensación que existe una mayor sensibilidad hacia el patrimonio hecho con piedra, al más físico

R. Puede ser. Pero basta que ocurra en un pueblo se sepa que van a sacar el archivo de su ciudad, como ocurrió en Montemayor, para que los ciudadanos se posicionen. Puede que se tenga esa imagen de que está aquí custodiado, como tantas cosas que sabemos que las tenemos y no les hacemos mucho caso, pero basta que se haga un movimiento de querer sacar los documentos que configuran el DNI de la ciudad, su identidad, lo que fuimos y lo que somos y cómo vamos a dejar el retrato de esa ciudad para los que vengan. Hubo un ejemplo también cercano en Salamanca, donde hubo un movimiento de la ciudad, incluso de gente que no había pisado nunca ese archivo. La gente se posiciona y es bonito, aunque no lo sepan lo sienten como algo suyo.

Basta que ocurra que en un pueblo se sepa que van a sacar el archivo de su ciudad, como ocurrió en Montemayor, para que los ciudadanos se posicionen

P. ¿De dónde te viene la vocación de archivera?

R. Viene por azar. Hice Historia aquí y en Valladolid, y parece que cuando estudias esto todos estamos abocados a la enseñanza, a ser profesores de instituto. Fue por unas becas que dio Diputación para el levantamiento de los archivos municipales de la provincia de Córdoba lo que me trajo hasta aquí. Al comienzo estuve en Fuente Palmera y seguí por muchos más, primero con becas y luego ya contratada. Siempre bromeo diciendo que hice la vuelta archivística a la provincia. En Fuente Palmera se cumplía el aniversario de las nuevas poblaciones y yo había estudiado el tema porque mi familia es de San Sebastián de los Ballesteros, somos alemanes aunque yo naciera en Córdoba. Me acerqué por primera vez de una manera muy epitelial a lo que significó ser colono. Y cuando por primera vez tuve un documento delante dije la historia es esto. Me emociono todavía, fíjate. Aquí el pasado y el futuro van juntos, lo mismo estoy luchando por la plataforma de archivo electrónico que estoy haciendo informes de todo tipo manejando documentos históricos. Y el pelo se me pone de punta cuando tengo un documento delante de Alfonso X o de la pobre reina Juana que tanto sufrió, a la que le tengo especial cariño. Me sigo emocionando.

Lo mío con los archivos fue un flechazo. Y sufrí mucho verdaderamente, incluso unas infecciones que se daban en la guerra a causa de la suciedad, la piorrea, porque levanté archivos de los suelos de tantas ciudades, de Palma del Río, de Posadas, de El Carpio, de Montoro… los levanté de los suelos hasta dejarlos colocados en estanterías, hacer su inventario y su catálogo. Mi madre, que ya no está, me decía, hija mía tanto estudiar para esto, porque me veía cómo llevaba la bata para atrás todos los días. Sin embargo, me han dado tantas satisfacciones los archivos, no solo de hacer arqueología documental en su momento poniendo en valor archivos y devolverle la historia a un pueblo o a una ciudad, pero también de ver a personas que han podido cobrar una pensión gracias a un documento. Esa persona humilde que te viene con los roscos fritos para darte las gracias porque ha podido cobrar su primera pensión gracias a un documento que tú has encontrado, eso no tiene precio. Algo que demuestra que el archivo no es finalista, histórico, plagado de investigadores, en el buen sentido, que están escarbando en la historia. Es servicio al administrado, a la administración que sirve al ciudadano y también un servicio a la historia, pero no a ésta exclusivamente.

P. Llegas aquí en 1992 tras pasar por el archivo de la Diputación también ¿qué ha sido lo más sorprendente que has encontrado en un archivo?

R. Justamente en La Carlota encontré ordenanzas que no se sabía que existían, allí queda el centro de todas las colonizaciones. En 1961 se vendió por papel viejo, imagínate qué disparate. Rescatamos algunos documentos que se habían salvado. También en Palma del Río encontramos la ordenanzas de una cofradía del siglo XIII, muy interesante. También archivos de la Guerra Civil, muy triste, pero que ahí estaban en Palma del Río. En Montoro, un archivo riquísimo de documentos históricos... tanto que sería imposible relatarlo todo. Y cuando llegué aquí, que pensaba que estaba todo hecho, me doy cuenta que era un archivo inmenso y que quedaba mucho por hacer, como configurarse como un servicio más que gestiona documentalmente a todas las oficinas del Ayuntamiento, un archivo administrativo para poder servir rápidamente a la administración y al ciudadano, ese fue el salto que en su momento tuvo que dar este archivo como tantos otros municipales. Somos un archivo de trinchera para el ciudadano.

Cuando por primera vez tuve un documento delante dije: la historia es esto

P. El documento más antiguo que guarda este archivo es de 1241, el fuero de Córdoba

R. Los fueros, porque dio dos, uno lo dio de forma apresurada y escrito en romance, uno de los primeros que no está escrito en latín, y a los veintitantos días ya dio el fuero con todas las formalidades, el sello real...

P. ¿Existe esperanza de encontrar algún documento anterior a esa fecha?

R. No, en este archivo no, lo tenemos todo visto con lupita, nuestro archivo está mirado del derecho y del revés. Anterior a 1241 es difícil, más menos del funcionamiento primitivo del concejo, en ese tiempo en el que Córdoba, tras la conquista, es una ciudad riquísima pero está totalmente despoblada. Pero el funcionamiento del Ayuntamiento comienza con esas normas de Fernando III y no hay esperanza. No está todo investigado, pero sí inventariado, catalogado, y aunque de vez en cuando aparecen sorpresas, porque en las guardas, esas encuadernaciones históricas que has visto, necesitaban unas almohadillas y en Gerona ocurrió que al ir a restaurar esta clase de encuadernaciones de actas capitulares, esa almohadilla que había entre el cuero y el documento se había utilizado para guardar documentos judíos y apareció una colección muy importante. Si apareciera algo así aquí seríamos muy felices, pero salvo cosas así tan escondidas, no puede aparecer nada tan antiguo.

Me han dado tantas satisfacciones los archivos (...) como ver a personas que han podido cobrar una pensión gracias a un documento

P. En los últimos meses se ha aludido a los documentos que dejó y no dejó el rey Fernando III a cuentas del debate de la Mezquita-Catedral. No se ha encontrado el documento que prueba la donación de la Mezquita a la Iglesia, o al menos el Cabildo Catedralicio no ha podido aportar ese documento ¿Te consta que exista?

R. Lo único que puedo decir, y es mi opinión particular de archivera, es que eso no es algo que dieran los reyes. Toda la historiografía de Fernando III, que es mucha, y hay un especialista que es Julio González que tiene un monográfico titulado Reinado y diplomas de Fernando III, que es un libro que he consultado mucho, en el que afirma que no es algo que los reyes hagan, lo de realizar escrituras de donación. Así que lo más probable es que no exista tal documento Se donan muchísimas otras cosas a la Iglesia y a los nobles, cortijos, castillos, territorios… A Córdoba, por ejemplo, le donan el Castillo de Almodóvar. También se donan villas enteras pero yo no he visto en territorio conquistado escrituras de donación de templos o de edificios anteriores utilizados como templos. No lo he visto ni en el caso de Córdoba ni de fuera y es mucha casualidad que no se conserve en ningún lado. En el caso de Sevilla, tampoco.

P. ¿Y que no exista qué significa?

R. Eso es interpretable. Mi punto de vista como archivera es que no se hacían esa clase de donaciones.

Salvo algo muy escondido, no puede aparecer nada tan antiguo (anterior a 1241)

P. Por tanto, ¿las catedrales pertenecían a la corona?

R. Eso ya... doctores tiene la iglesia. Nuestra asesoría jurídica (la del Ayuntamiento) es la que tiene que llegar a esa conclusión. Lo que sí puedo es constatar que en toda la diplomatura de Fernando III no consta nunca la donación de un inmueble para uso catedralicio. No consta.

P. De lo que sí has dejado constancia es de tu preferencia por el “modesto documento” que es un mandamiento del Concejo (Ayuntamiento) en el que prohibía bajo pena de muerte a los albañiles y canteros de la Mezquita que la deshiciesen y que trabajaran en la obra de la Catedral

R. Ha sido muy difundido ese documento desde siempre. Cuando se reúne aquí el Icomos, que es un órgano consultivo de la Unesco, en 1972, pone las bases para la declaración de Patrimonio Mundial de la Mezquita. En esa época el Ayuntamiento de Córdoba, en concreto el alcalde Alarcón Constant, propone que se cree una comisión para proponer a la Unesco la declaración de la Mezquita como Monumento Internacional, que era como se llamaba entonces. Ya era Monumento Nacional. Fuerza a que se reúna aquí ese órgano consultivo, que se iba reuniendo en los diferentes países para recomendar la inscripción o no de los monumentos. Había un gran alarde diplomático en aquella época, en plena dictadura y con un boicot a España por parte de los organismos internacionales. El alcalde consigue de una manera muy meritoria el que se reúna aquí el Icomos, que recomienda en el 73 que se inscriba la Mezquita. Ese es el germen de su título posterior de Patrimonio Mundial, tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia.

Me he despistado un poco pero adonde quería llegar es que en esa primera reunión del 72 se hace una memoria en la que interviene mi antecesor y el archivero de la Catedral, Manuel Nieto Cumplido. Se hace una memoria y en ella presume la comisión de ese documento, del documento de 1523 en que el Concejo se posiciona y publica un bando en el que prohíbe bajo pena de muerte a los albañiles, los canteros… en fin, a los que menos culpa tenían, para construir ese crucero, se intentó parar la obra pero no se consiguió. La obra, en realidad, había estado parada mucho tiempo y en un nuevo intento desesperado amenazó de muerte a quien tocase la obra de la Mezquita. Decía el documento que la obra era de tal calidad que se estaba “desfaciendo” y sería difícil volver a rehacer. Y ya en el 72 se presume de aquello.

Con la memoria de los ciudadanos entra el technicolor en la historia

P. Precisamente en los años 70 hubo un intento de trasladar la Catedral fuera de la Mezquita

R. Eso mucha gente no lo sabe. Se intentó devolver la Mezquita a su aspecto primitivo. Tenemos los documentos que hablan de sacar y desmontar esa gran obra que es el crucero de la Catedral para trasladarlo a otro sitio. El alcalde cita que Franco estaba de acuerdo, tenemos los documentos que son actas de pleno, y el dictador estaba por la labor de desmontar el crucero y se habla de la pureza original. Todos estos avatares de la Mezquita, como cordobesa que soy, forma parte de mi patrimonio monumental y les tengo mucho cariño a estos documentos que manifiestan una sensibilidad hacia el edificio desde el siglo XVI.

P. Es de suponer que algunos documentos de este Archivo estarán arrojando luz sobre otro tema de actualidad como es el de las inmatriculaciones de la iglesia, sobre todo la de algunas plazas públicas

R. Efectivamente. El archivo contiene documentos vivos que no caducan nunca. En cualquier momento un documento puede ponerse delante de un juez, algo que no puedes hacer con un libro. Cuando nos piden informes recurrimos a los documentos y es lo que se pone encima de la mesa. A la vía jurídica es a quien corresponde ver qué se puede hacer con esos documentos.

Tenemos los documentos que hablan de sacar y desmontar esa gran obra que es el crucero de la Catedral para trasladarlo a otro sitio

P. Este archivo también guarda una fototeca ¿Cuál es la fotografía más antigua que se conserva?

R. La que se hizo con motivo de la visita de Isabel II a la ciudad. Se realizó una especie de arco triunfal, una arquitectura efímera para recibir a la reina. En la Puerta de Almodóvar se montan unas tiendas, a modo de nuestra feria de ahora. La foto es de 1862. A partir de ahí tenemos fotografías de los pioneros, colecciones muy bonitas que se pueden consultar por internet. Las fotografías son documentos al igual que los videos.

P. Precisamente existe un proyecto de recuperación de las imágenes de la extinta Televisión Municipal

R. Un proyecto que es una realidad. Siempre estamos pensando en documentos y en escritos, pero un documento audiovisual también lo es y si lo hace una televisión pública son documentos públicos según la ley. Así que existen unas obligaciones de salvaguarda y de difusión. La salvaguarda pasa por un hándicap muy grande, que es pasar a nuevos soportes. La TVM es de la más antiguas del estado, data del 84, y las primeras emisiones, que son historia de la ciudad, están en un formato analógico obsoleto porque ya no existen ni los reproductores. El primer hándicap es saber qué había ahí. Desde hace casi dos años, a través de un programa de empleo empezamos con lo que ha sido la salvaguarda de digitalización de esos soportes, que es lenta y difícil, y a documentarlos, que es la siguiente parte. Para ello hay que saber quienes eran los personajes que aparecen en las imágenes y la política es bulliciosa y hay muchos cambios y muchas veces no tenemos memoria de quién era tal o cuál persona o al contrario, que se dan por hecho quién era esa persona. Hay imágenes inéditas de la ciudad en sí y de acontecimientos en la ciudad. Es un proyecto hecho realidad gracias a los programas de empleo o a contrataciones de servicio de expertos.

El archivo contiene documentos vivos que no caducan nunca. En cualquier momento un documento puede ponerse delante de un juez, algo que no puedes hacer con un libro

P. ¿Existen muchas donaciones privadas?

R. Hicimos una campaña que se llamaba El hilo de la vida, que también tuvo una exposición, con la que quisimos recuperar las imágenes de las primeras fotografías de los cordobeses. Hubo una participación inmensa y se donaron imágenes más que fotografías y digitalizamos en alta calidad esas fotografías. La siguiente fue de la época de los 60 y se llamó Tal como éramos, y también hubo mucha participación y donaciones. Nos donaron álbumes enteros, digitalizamos y devolvimos. La fotografía es un documento fundamental de una familia. Salvo cuando desaparece una familia yo no soy partidaria de donarla a nadie, son tus documentos, tus raíces. Pero generosamente llegaron álbumes enteros de familias que son maravillosos, gente que estaba en la Exposición Universal de París, en la Iberoamericana de Sevilla con unas imágenes maravillosas.

P. En Córdoba existen archivos privados importantísimos, como el de Viana

R. Sí, hice hace muchos años, cuando empezaba, publiqué un libro llamado Archivos privados y semipúblicos de Córdoba capital y di a conocer algunos, como el de Viana que incluye el de Torres Cabrera. Viana tiene varios archivos privados, también fotográficos maravillosos. Tenemos un patrimonio documental en la ciudad muy importante.

P. Este Archivo Municipal fue pionero en estar en la realidad virtual ¿Al final los archivos estarán en cualquier parte?

R. Eso es imposible, un disparate porque no podrían estar totalmente. Pero todo lo que ha nacido en papel, y hoy sigue naciendo en papel, porque digitalizar toda una administración pública es una entelequia, es imposible que esté en la red, no hay infraestructura para digitalizar todo eso. Por cierto, que el famoso papel reciclado es el peor para conservar porque se destruye. Lo que hay que evitar es que los documentos nazcan en papel y que el archivo electrónico donde vayan a estar esos documentos tenga todas las garantías de un archivo físico lleno de documentos en papel, pergamino.. etc. Solemos digitalizar lo más utilizado por el ciudadano y los documentos históricos más importantes se digitalizan al objeto de poderlos difundir mejor y de no darlos, ya que el uso deteriora. Ahora nacen documentos originales electrónicos y lo que hay que procurar, y esa es mi gran lucha, es que no se le dé a la impresión. Es la gran lucha de los archiveros con la administración. Lo que nace electrónico tiene que ir a un archivo electrónico. En el momento que nace todo electrónico, sí que puede estar en tu casa. La administración electrónica.

Lo que hay que evitar es que los documentos nazcan en papel y que el archivo electrónico donde vayan a estar esos documentos tenga todas las garantías de un archivo físico

P. ¿Los archivos y los documentos son garantes de la transparencia y la democracia?

R. Esa fue mi ponencia en un reciente seminario celebrado en Córdoba. De cómo en los archivos está el lado más amable de la transparencia. Porque la transparencia no es solo un portal de transparencia, que suele ser un alud de datos al ciudadano, que, como bromeamos los archiveros, son el Sálvame Deluxe de la política. Ojo son necesarios, pero el lado más amable de la transparencia para el ciudadano de a pie es el archivo. No tendrá que estar rompiéndose la cabeza en un ordenador buscando esto y lo otro, nosotros le damos lo que necesite, como hacemos ahora mismo. Con todas las garantías legales en cuanto al acceso, el respeto y la intimidad, con el derecho que le asiste al interesado, empezando por la legalidad. Y no todo el mundo tiene facilidad para encontrar un documento en internet. Esto no es el Facebook. Este es el proceloso mundo de la administración.

P. Hubo un momento,llamémosle agridulce en tu carrera como directora de este archivo municipal en el verano de 2011, cuando el gobierno municipal de entonces te abrió un expediente (por haber colocado un cartel informativo) y recibiste el apoyo de numerosos profesionales e investigadores

R. Sí, fue una gran satisfacción. Aquello fue un despropósito porque era algo pedido y solicitado. Soy municipalista, soy una funcionaria y sé los cauces. Yo había solicitado el cierre de la sala de consulta y no del servicio, en tanto en cuanto no había ordenanzas de vigilancia. En verano es cuando vienen más investigadores porque tienen más tiempo y se sirven documentos de alto valor histórico. No se puede abrir un museo sin vigilancia, a nadie se le ocurre. Yo solicité cerrar esa sala de consulta por registro y también lo hablé. Aquello se sacó de contexto y no era justo. En mi buena fe pensé que mientras enviaban a dos ordenanzas, se cerraban la sala de consulta. Pero ocurrió lo que ocurrió de forma desproporcionada e injusta. Fue un momento muy doloroso para mí.

Soy municipalista, soy una funcionaria y sé los cauces (...) Pero ocurrió lo que ocurrió de forma desproporcionada e injusta. Fue un momento muy doloroso para mí

P. ¿Existen ahora los medios materiales y profesionales necesarios?

R. Sí, afortunadamente. Aquél fue un momento de crisis económica, de no renovación de contratos, fue duro para toda la administración. Personal siempre tenemos poco en los archivos, además del hándicap del trabajo que nos está dando la administración electrónica, que es brutal. Nunca es suficiente la plantilla, que siempre es escasa. Pero estoy muy satisfecha con el presupuesto del archivo, porque por fin podremos hacer frente de manera paulatina a la restauración de documentos de alto valor histórico  de los que tenemos una tonelada. Y para la digitalización, que es una medida de seguridad y de difusión. Las partidas de este año han dignificado el servicio del archivo. Respecto a los recursos humanos espero que de manera paulatina se vaya dotando de algo más para recuperar el patrimonio documental de la ciudad..

P. Hubo también un momento dulce en tu carrera que ocurrió muy lejos de aquí, en Bali (Indonesia). Fuiste la redactora del dossier de los patios y se consiguió la declaración de Patrimonio Inmaterial

R. Fue un momento muy grato y muy trabajoso. Córdoba tiene dos señas de identidad por excelencia, el gran monumento de la Mezquita y los pequeños recintos que son los patios de vecinos. Fue muy satisfactorio a pesar de los sinsabores que tuvo, que fueron muchos e injustos también. La fabricación de todo el expediente primero del dossier de los patios fue muy trabajado, tuvimos la satisfacción de trabajar con los cuidadores de los patios, que se volcaron. De aquella época de trabajo brutal guardo la satisfacción de la colaboración a deshoras y con todo el entusiasmo. Estaban siempre dispuestos a colaborar. Es un patrimonio que tenemos gracias a ellos.

De aquella época de trabajo brutal (en el dossier de los patios) guardo la satisfacción de la colaboración a deshoras y con todo el entusiasmo

P. ¿Comienza a ser difícil salvaguardar los criterios por los que la Unesco concedió el título de Patrimonio Inmaterial a los patios? Y hablo de la masificación y el debate que existe en torno al concurso.

R. Me imagino que habrá que reajustarlo. Mi opinión como ciudadana es que es algo sobrevenido. Ahí están los cuidadores, quienes sienten la fiesta, que es espontánea, no ha nacido ni de la religión ni vinculada a un mercado. Tendrá que haber un tiempo de ajuste y estoy segura que se está trabajando por parte de las asociaciones, que tanto le importa y que tanto luchan por la fiesta. Con la declaración de patrimonio viene un mayor interés y una mayor afluencia de público al ser Patrimonio de la Humanidad, algo que ya se nos escapa porque también es de ellos. Es algo que se nos escapa en ese difícil equilibrio de guardar su esencia ante la demanda del turismo y del público. Se conseguirá porque hay voluntad por todas las partes.

P. Otra gran hazaña fue la de los muros de la memoria en los cementerios cordobeses.

R. Ese ha sido otro momento muy importante para este archivo. El trabajo que hemos desarrollado con la recuperación de la memoria ciudadana y que queremos continuar, ya que se paró en estos últimos años. Este archivo documentó uno por uno, y quedan muchos por documentar desgraciadamente, las personas fusiladas en la Guerra Civil. Este archivo desde ese taller de memoria histórica realizó una labor dolorosísima con los libros de cementerios y documentos en la mano, con los familiares en la puerta llorando y contándonos sobre sus desaparecidos. Documentamos cada línea escrita, nos son invenciones. Tuvimos algún error que se nos achacó con los nombres iguales, y se han ido corrigiendo. Fue una labor brutal de trabajo, sin horas, sin tardes ni fines de semana. Cada día de los difuntos cuando veo un clavel pegado con fixo al lado de un nombre me doy por satisfecha. En ello realizó una gran labor un compañero nuestro, sociólogo y doctor en Historia, Rafael Morales, que trabajó de manera incesante. Fue un trabajo paralelo de recuperación de la memoria y de dignificación de los proscritos. Aquello se hizo con el taller de memoria oral que se cercenó hace cuatro años y que pretendemos ahora ponerlo en marcha porque quedan muchos nombres por escribir. Una condición sine qua non mía es que todo lo que no esté documentado no se escribe. Y mira que había personas que lloraban a lágrima viva contando que se llevaron a su familiar, pero si no está documentado como fusilado, nada podíamos hacer.

Este archivo documentó una por una, y quedan muchas por documentar desgraciadamente, las personas fusiladas en la Guerra Civil

P. Miremos al futuro para terminar ¿cómo te gustaría que tu sucesor/a dentro de dos siglos encontrara este archivo, lo que tú estás dejando como archivera?

R. Estoy segura que los verá con el mismo respeto y cariño que ahora mismo lo vemos nosotros, por ejemplo, con respecto a los que trabajaron aquí hace 50 años. Por el mero hecho de que nazcan de un ordenador no dejarán de ser documentos. Veo un hándicap muy difícil, como he dicho, en la conservación del documento electrónico. La originalidad y la salvaguarda cuando dejan de funcionar los sistemas operativos para sustituirlos por otros puede amenazar la supervivencia del documento porque desaparece su soporte digital. Somos capaces de conservar un pergamino de hace un montón de siglos pero tenemos mucha inquietud con el soporte virtual etéreo. Hay un abismo por delante y una gran responsabilidad por parte de los archiveros alertando a nuestra administración. Un documento para que sirva tiene que tener la garantía de la originalidad y de la no manipulación. Así que a mi sucesor lo veo con una gran responsabilidad y preocupación respecto a conservar y asegurar la autenticidad y originalidad del documento. Yo estoy muy preocupada.

Ahora mismo estoy con la propuesta de adherirnos a la plataforma de archivo electrónico del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. Ya tenemos el piloto, somos el primer archivo del estado y el único que lo tiene, se llama Archive, y la propuesta es vamos allá con todas las aplicaciones. Ahora mismo hay no sé cuántas aplicaciones generando sus propios documentos electrónicos, con lo cual los archiveros somos capaces de dar en papel cualquier documento que esté en cualquier sitio. Pero si una aplicación electrónica de contabilidad te genera un documentos electrónico en esa aplicación, empieza a multiplicarlo por administraciones. Ya se ha dado un plazo en la nueva Ley de Procedimiento Administrativo entre octubre de 2017 y octubre de 2018 para que exista por cada organismo de la administración un archivo electrónico único de documentos. Me gustaría que a partir de esa fecha todos los documentos sean electrónicos en el Ayuntamiento porque no hemos tenido más papel en la vida, nunca, porque es muy fácil imprimir.

Todas las administraciones tienen lo que yo llamo su cuartillo electrónico y ahora cómo garantizas que eso no se ha tocado, después, cómo lo localizas, dónde está el documento electrónico con firma electrónica que no sea caduca... Hoy por hoy los archiveros somos capaces de localizar desde el siglo XIII hasta ahora mismo en papel y ocurre que el documento electrónico yo no sé dónde encontrarlo. Aquí la ley se ha posicionado y ha dado ese plazo a las administraciones. El gran hándicap es conseguir que pervivan en el tiempo los documentos electrónicos cuando van a estar sufriendo en el tiempo modificaciones los sistemas operativos que los producen y las máquinas. Es de pánico. A ver esto cómo. Nosotros ya no tenemos nada en memoria externa sino en los servidores del Ayuntamiento y se hacen copias diarias. Todo estará en la nube y esperemos que no haya un cataclismo electrónico. Pienso en esa amnesia en la que nos podríamos quedar, que es mejor sujetarnos la cabeza. Es verdaderamente de respeto.

Somos capaces de conservar un pergamino de hace un montón de siglos pero tenemos mucha inquietud con el soporte virtual etéreo

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