Pozanco, 6: la frescura que regala lo antiguo
Entrar a la casa-patio de la calle Pozanco, 6 es hacerlo a un lugar donde la frescura lo abarca todo. Cruzar el zaguán de la entrada te sumerge en una estancia donde los grados de temperatura bajan con respecto a los de la calle. En días de intenso calor, este pequeño oasis es de agradecer. Recibiendo a los turistas se encuentran Mercedes Romero y Ana Sánchez, propietarias de esta casa en la que viven dos familias.
Mercedes Romero lleva en esta vivienda casi toda una vida. Desde que naciera a principios de los años 60, Mercedes no se ha separado de una vivienda en la que ha convivido con sus tíos y que se lo ha dado todo. Pero en la que, desde hace cuatro años, falta una de sus hijas. En 2013, un accidente de moto en la carretera de Alcolea provocó el fallecimiento de la joven, que tenía en ese momento 18 años. Mercedes explica que su hija le dejaba “en muy pocas ocasiones” poner algunas macetas en su ventana. “Decía que le quitaba la luz”, explica la propietaria. Sin embargo, y desde hace cuatro años, Mercedes decidió dar vida a ese ventanal con unas flores que se mantienen ahí durante todo el año.
Aunque en la vivienda conviven dos familias, tradicionalmente fue “una casa de vecinos que compró mi abuelo en 1956. Yo he nacido y me he criado aquí. Era una casa de tres columnas de medio punto pero cuando mi hermano y yo nos hicimos mayores, la casa estaba muy deteriorada”. Así, y fruto de una herencia, los hermanos decidieron derribar una casa que databa del siglo XVIII. Actualmente, esta casa está compuesta por dos viviendas unifamiliares que se encargan de cuidar el patio que abren en esta época y en Navidad.
A pesar de la remodelación, Mercedes cuenta que la frescura “de la casa sigue siendo la misma ya que los muros originales no los tiramos. Simplemente, los restauramos y revestimos para que no se siguieran estropeando”. A esta frescura también contribuye un río que pasa bajo los pies de los visitantes y que discurre hacia San Lorenzo. Los muros primigenios de la vivienda son los únicos elementos que hoy día siguen en pie en esta nueva casa. El antiguo suelo chino y cemento se ha convertido en un suelo de loza y el pozo árabe ha sido eliminado “ya que se metía en una de las casas” e imposibilitaba la correcta restauración.
El patio cuadrado de esta vivienda está repleto de flores y plantas, con una variedad de más de 50 especies, y donde destaca el árbol del Pacífico, traído por Mercedes desde Tenerife. Cuando las obras de remodelación finalizaron, en torno a 1997, las familias “empezamos a poner unas poquitas de macetas. La Costilla de Adán está desde que empezamos, hace 20 años, y el ficus tiene ya diez. Poco a poco fuimos poniendo plantas como la esparraguera, la flor del coral, orquídeas... Y fue en 2007 cuando decidimos empezar a concursar”. Hasta la fecha, este patio ha recibido dos menciones, unos premios que Mercedes recibe “encantada”. “No podemos pretender que nos den un primer premio, pero nosotros hacemos esto con mucho amor”, apunta Mercedes, mientras enseña a unas turistas la flor del amor.
A pesar del cuidado diario de estas flores, Mercedes reconoce que hay una planta que aún se le resiste. En el alféizar de la ventana, la propietaria tiene colocado un bonsai que no ha trasplantado nunca por miedo a que se estropee. “Yo no tengo ni idea de cómo cuidar un bonsai. Ahí lo tengo y poquito a poco va creciendo. Si alguien tiene idea y quiere venir a ayudarme, aquí le espero”, concluye la propietaria.
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