De patios entre Santiago y San Pedro (II): La Palma, 3
Apenas una esquina es necesario torcer para encontrarse con la trasera de la Basílica de San Pedro. En el corazón del barrio al que da nombre el fernandino templo, se halla uno de los muchos espacios que en Córdoba son su propia esencia. Se sitúa, y esto es curioso, entre dos calles con rótulos de monarcas: Isabel II y Alfonso XII. Es la de La Palma, en cuyo número 3 se erige un señero palacete que esconde un reconocido recinto de cuantos participan normalmente en el Festival de Patios de la ciudad, en este caso en la ruta Santiago-San Pedro. Tiene sello propio este escenario dentro del Mayo Festivo -guía- y fuera de él, puesto que su propietario deja al descubierto lo que considera el alma de su hogar a lo largo de todo el año. Es Manuel Cachinero, artista que convive con las musas de las flores, quien da vida al edificio en su zona más natural.
Conocido como casa Trillo Figueroa, el inmueble tiene su origen en el siglo XVIII. En concreto, su construcción tuvo lugar allá por 1782 y tuvo carácter señorial. Si bien no existen datos exactos, indagaciones por parte de familiares de su actual dueño llevan a pensar que la vivienda perteneció, muy probablemente, a un capitán de los Tercios. El patio fue antaño paso de carruajes y hoy día tiene peculiaridades como sus plantas trepadoras, la combinación del agua con las flores o la coexistencia de un limonero y un naranjo. El recinto cumple en torno a tres décadas en el Festival de Patios, en el que aparece dentro de la modalidad de Arquitectura Antigua, y siempre luce una bella buganvilla (con 70 años). Al certamen le augura Manuel Cachinero, su dueño, “un buen futuro”, si bien entiende que “no hay demasiada gente joven” en estas viviendas.
PREGUNTA. ¿Qué significa el patio para usted?
RESPUESTA. El patio es el mejor lugar de la casa. Es lo primordial.
P. ¿Por qué decide participar en el Festival?
R. Fue cuando miembros de la Asociación de Amigos de los Patios pasaron por aquí y me preguntaron por qué no participaba, que estaba muy bien el patio. Así fue. Sabía que había Festival pero no me preocupé de ello. Ellos pasaron por aquí, me lo dijeron y me apunté. De hecho, me integré en la asociación.
P. ¿Qué opinión le merece el Festival de Patios hoy por hoy?
R. Lo veo muy bien. Se está desbordando mucho porque viene mucha gente, pero es algo que está pasando con muchas otras cosas. Creo que la organización está bien y que funciona bien.
P. ¿Qué considera necesario mejorar?
R. Aunque dicen que los propietarios somos unos peseteros, o similar, un patio tiene mucho trabajo y no recibimos demasiado. Si fuera por lo que recibimos, habría muy poca gente que los pondría. Lo que pasa es que nos gusta y es una satisfacción ver la reacción de la gente. Eso vale muchísimo. La gente para en el patio y ver la sonrisa que ponen no tiene precio.
P. ¿Qué futuro cree que aguarda al Festival de Patios?
R. Pienso que un buen futuro. Esto no va a ir para atrás, va a ir para adelante. El único problema que puede haber es que somos gente mayor. No hay demasiada gente joven, es lo único que veo que puede estar en peligro. Pero no creo que suceda nada, porque siempre habrá gente que se apunte a seguir. Sólo hay que ver las cofradías.
P. ¿Cuál es su recomendación para disfrutar de los patios?
R. Que vayan tranquilos (los visitantes), que no quieran ver 50 patios. Si tienen que ver diez, que los vean bien. Cada patio tiene su encanto, su personalidad. Que vayan disfrutando, viendo y que pregunten a quienes estamos en ellos. Que no sea entrar como muchos, que entran como ovejas, uno detrás del otro y sin detenerse.
0