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Rafael Ávalos

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Cierto es que su desarrollo es distinto al habitual. Sucede con motivo de la pandemia de Covid-19, que obliga a mantener precauciones en el comportamiento social. Pese a ello, y esto es lo importante, Córdoba vuelve a disfrutar de su fiesta más emblemática. Es un Concurso de Patios que en 2021 conmemora su centenario. Así, desde el lunes y hasta al domingo 16 de mayo es posible acudir a los 50 recintos que participan en la que es octogésima edición del certamen. Pero no sólo al medio centenar de espacios cuidados y abiertos por quienes viven en torno a ellos sino otros cuantos. No en vano, de tiempo atrás la celebración engloba otros rincones típicos fuera de la decisión del jurado de turno. Dentro del mapa aparecen siete en este sentido, como puede serlo el de los museos de Bellas Artes y Julio Romero de Torres o uno de los que custodia el Palacio de Viana.

En una ruta secundaria, quizá sea más sencillo arrancar el recorrido a un puñado de metros de lo que antaño fuera Puerta de Plasencia. Para que sea más sencillo, cerca de la plaza Cristo de Gracia. De hecho, es casi a espaldas de la parroquia -convento en realidad a nivel histórico-, donde se sitúa el primero de los patios abiertos a visitas durante el Concurso pero fuera de éste. Se halla en el barrio de San Lorenzo y refleja en grandísima medida la tradición de este tipo de viviendas. También es muestra, en cierto modo, de la riqueza del certamen. Esto último porque el espacio en concreto es uno de los más reconocidos, hasta su cierre en este ámbito, en la fiesta promovida por el Ayuntamiento desde 1921. Se trata del número 11 de San Juan de Palomares, que ya en 1933 obtuvo el tercer premio tras el 60 de Gutiérrez de los Ríos, así como del 15 de Badanas -otro histórico-. Si bien entonces se ubicaba en el callejero con el 84. Hoy en día, desde hace alguna década, es sede de la Asociación Claveles y Gitanillas.

Tiene el 11 de San Juan de Palomares la particularidad de que no existe un zaguán a la entrada para las estancias habitacionales sino una gran área al aire libre. De la calle se accede directamente al patio, por tanto, en que hasta el día de su fallecimiento no cejó en su empeño la querida Josefita, su cuidadora. Aún en el barrio homónimo de un relevante templo fernandino como es San Lorenzo Mártir, y apenas unos metros antes de llegar a la parroquia, se encuentra otra casa emblemática. En este caso es el 4 de la calle Trueque, que tantas estampas dejó a lo largo de su historia y que hasta hace un tiempo albergó el Centro de Interpretación de la Fiesta de los Patios. Sí existe en este rincón un zaguán que traslada a un recinto plenamente costumbrista, en torno al que se reparten las habitaciones que fueron en su día lugares de vida y uso. Todo con un pozo de inspiración árabe situado aproximadamente en la zona central y el tipismo más auténtico en cuanto a colores y macetas.

Al igual que el actual 11 de San Juan de Palomares, el 4 de Trueque tuvo una enorme repercusión en el Concurso. Los dos espacios de San Lorenzo recibieron numerosos premios a lo largo de los años, en esta ocasión gracias a otra cuidadora recordada como era Carmela Montilla. Desde este punto probablemente lo mejor, por mantener una línea de continuidad en el paseo, sea acercarse hasta Rejas de Don Gome para entrar en uno de los escenarios más atractivos de la ciudad. Es el Palacio de Viana, que dispone gratuitamente al viandante uno de sus 12 patios. Concretamente es el conocido como de las Rejas, uno de los más populares del magnífico conjunto y que en su época era forma de exteriorizar por los propietarios su posición social. De estilo manierista, este rincón cuenta con una fuente en su centro y plantas no sólo en tiestos sino en sus paredes. La siguiente parada ha de ser otra vieja casa señorial, esta vez, desde San Agustín, en el barrio de San Andrés.

Ligeramente escondida a la vista del transeúnte se halla la Casa de los Villalones, que es un edificio de corte renacentista realizado por uno de los grandes nombres de la ciudad. Hernán Ruiz Jiménez, el Joven o II, fue el encargado de erigir la construcción allá en 1560. Hoy en día es sede de las delegaciones municipales de Cultura, Fiestas y Tradiciones Populares y Turismo. En este punto predomina la sencillez, con un patio propio de palacio y esto es de forma claustral. Y desde aquí, incluso a través de los casi secretos Jardines Huerto de Orive, que este último título es el que recibe ahora el histórico inmueble, los pasos conducen hasta un lugar emblemático de Córdoba. Es la plaza del Potro, donde se levanta la que fuera casa de Julio Romero de Torres y que alberga tanto su museo como el de Bellas Artes. La fachada plateresca oculta otro hermoso recinto abierto, éste mucho más ajardinado y con fuente en el centro.

Varios pasillos se abren entre zonas de plantas a modo de amplios arriates para llegar precisamente al surtidor de agua en piedra. Este edificio fue también Hospital de la Caridad muchísimo antes que vivienda del ilustre pintor. A unos metros, casi al frente de esta construcción está la Posada del Potro, actual Centro de Flamenco Fosforito, que no aparece en mapa pero también puede visitarse. Y de ahí a la Judería, donde el cordobés y el foráneo tiene opción de acceder a la Casa Árabe. Se ubica ésta en el 9 de Samuel de los Santos Gener y en este caso de nuevo se presenta un espacio en todo momento abierto en torno al cual se sitúan las que fueron estancias de aquella vivienda mudéjar que hoy sólo se intuye. La ruta secundaria del Concurso de Patios termina, con el itinerario trazado, en la plaza Ramón y Cajal, en otra sede institucional. Se trata en esta ocasión de la Subdelegación de Defensa, cuyo origen también es de carácter señorial. Éste fue el antiguo palacio de los Venegas de Henestrosa y más tarde el hogar del Cardenal Belluga. La sencillez es sólo aparente aquí.

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