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Maese Luis, 4: una mirada actual a la tradición

Patio de arquitectura moderna en la calle Maese Luis, 4 | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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En pleno corazón de la Axerquía florece mayo con intensidad. Los naranjos de San Fernando guían el camino del viandante, que después de dejar atrás el Compás de San Francisco tiene opción de descubrir más jardines de los que a vivo color forman parte del Festival de los Patios de Córdoba. Una calle se abre camino con el nombre de Maese Luis, en cuyo tramo inicial, a la derecha, surge uno de esos espacios que en estas fechas descubren el aroma de lo tradicional, aun cuando tiene marcado carácter renovador, en la ciudad. Tras la puerta surgen numerosas plantas en el número 4 de ese punto, donde la fiesta Patrimonio de la Humanidad tiene su sello en la perspectiva más actual gracias al respeto también de la transición generacional.

Concluye el zaguán en una galería porticada que da acceso al patio, encuadrado en la ruta Judería – San Francisco y participante en la modalidad de arquitectura moderna. En ese punto recibe a los visitantes Sara Pulido, que con una sonrisa rememora el origen de la vivienda. “Esta casa la construyó mi suegro hace unos 50 años, o algo menos quizá. En la actualidad vivimos mi suegra y nosotros (por su familia)”, indica al tiempo que señala el busto que en homenaje al hombre que levantó la residencia realizaran sus hijos. “Se lo regalaron en vida porque a él le hacía mucha ilusión tener uno”, apunta la propietaria, que recuerda también como la edificación cobró forma con la idea de que fuera habitacional y también lugar de trabajo de su dueño original, dedicado a la joyería. Con todo, la casa mantiene el aroma que tuviera antes de su nueva disposición. “El otro día estuvo un hombre aquí diciéndome que sobre los años cincuenta se acuerda de cómo vino y había un patio, así que imagino que también sería una casa de este estilo”, relata Sara.

Tras el fallecimiento del hombre que proyectara la vivienda, uno de sus hijos decidió no sólo mantener el patio con el cuidado que le ofrecía su madre sino incluirlo en el Festival de los Patios. “Nos gustaban mucho los patios. Nosotros, con los niños chicos, nos íbamos todas las tardes entre semana y hacíamos una ruta. Mi marido preguntaba qué planta era cada una y empezamos a tenerlo cada día más bonito, así que dijimos, ya que me doy el trabajo, lo presento”, narra Sara Pulido sobre este espacio que este año cumple su cuarto en el recorrido oficial del mayo cordobés. “A mi suegra le gustaban mucho las plantas y las flores, pero no quería meterse en complicaciones. Fue su hijo (por su marido) el que insistió en que lo hiciéramos”, cuenta. En cuanto a las macetas que reúne la familia, la propietaria indica que “lo más característico es lo verde, porque es un patio de sombra y es lo que mejor se da”. En ese sentido, destaca una pilastra de 40 años entre otras y las costillas de Adán, por ejemplo.

A los visitantes, que son “muy agradecidos y educados, no tocan y procuran no molestar”, les llama la atención el color que ofrecen los geranios enanos. Estas flores son la carta de presentación al patio, en la galería porticada, que goza también de una fuente. Mientras numerosas personas entran en la casa para observar con detalle el llamativo espacio suena la música. El compás propio de la tierra aporta al lugar una mayor alegría, también para los propietarios, que de por sí, y desde el respeto a su anterior generación y las tradiciones, siente “una satisfacción personal muy grande” a pesar del esfuerzo que supone presentar su pequeño oasis al Festival. “Tienes que dar mucho a cambio. Yo en particular, que tengo dos niños chicos y que trabajamos los dos (en referencia al matrimonio), me tengo que organizar muy bien”, añade Sara Pulido.

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