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El festival que convirtió El Carpio en un museo de arte contemporáneo al aire libre

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Juan Velasco

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Las huellas de un proyecto como Scarpia en la localidad de El Carpio van más allá de los números que arroje el libro de visitas a sus exposiciones. El pueblo lleva 19 años acogiendo estas jornadas de arte contemporáneo que siempre se pensaron como una oportunidad de transformar social y culturalmente el municipio.

Y también estéticamente. Algo palpable cuando uno pasea por las calles del pueblo, convertido en un museo al aire libre. El director artístico de Scarpia, Jesús Zurita, explica que esta línea de trabajo es enormemente importante en un festival que lleva un tiempo trazando un diálogo entre el arte nuevo y la historia del arte en la localidad.

“Hemos querido seguir convirtiendo el pueblo en un museo al aire libre, con intervenciones de pintura mural que no solo se insertan en el municipio, sino que localizaciones que sean muy curiosas”, señala Zurita sobre una edición en la que brillan especialmente los trabajos al aire libre de Sebas Velasco y Virginia Bersabé.

Velasco ha pintado un mural enorme en una casa de máquinas visible desde una de las carreteras que conecta la localidad con su pequeña industria. El artista plástico burgalés, de hecho, quedó enormemente seducido por el contraste entre el medio rural y el componente industrial de la localidad, y eso acabó permeando su obra, que muestra a una joven iluminada por luces de neón, situada en un entorno agreste, a unos metros de un centro tecnológico.

Bersabé, por su parte, ha pintado un enorme mural en el Patio del Palacio Ducal, frente al hogar del pensionista, donde esta artista ha dibujado a una mujer mayor adormilada, trazando una curiosa relación con el cuadro La Venus del espejo, que fue propiedad del Marqués de El Carpio, un histórico coleccionista de arte y “de pinturas que muchas veces transgredían las normas de la época”, recuerda Zurita.

También coleccionaba caballos aquel marqués, de ahí la espectacular obra que hay este año en la localidad a cargo del artista Sergio Romero Linares, en la que aparece un pura sangre negro, pintado con todo lujo de detalles. “Buscamos constantemente guiños entre el pasado histórico y las propuestas expositivas que tenemos”, señala el programador.

Aunque en los últimos años Scarpia ha apostado por el arte pictórico, lo cierto es que siempre se concibió como un festival de intervención en el paisaje natural y urbano. Así es como nació, impulsado por el artista y gestor cultural Miguel Ángel Moreno Carretero, y así es como Scarpia ha concitado a El Carpio a artistas de reconocido prestigio nacional e internacional, a los que se permite repensar la estética de espacios públicos o privados, dando lugar a obras provisionales y no coleccionables, a veces perennes, pero siempre con un espíritu experiencial.

“Muchas veces en los pueblos no tenemos conciencia o no valoramos estos espacios, y este tipo de piezas hace que se vuelvan a valorar. Le das una nueva vida a todo”, remarca Zurita, que cita a Dostoiesky y a su idea que la belleza salvará al mundo. “Quizá la cultura tenga un papel fundamental, que no solo hay que curar el cuerpo sino que, después de todas estas situaciones tan adversas, la cultura es un remedio y una cura”, concluye.

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