Capítulo cuarto: de los amores reñidos
Visto lo visto en días anteriores, resultaba previsible. Pero no era de esperar que fuera como sucedió. Menos de cien espectadores -y de la mitad- siguieron al último grupo de la función. La cuarta preliminar del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas -guía del Carnaval de Córdoba- echó el cierre con el Gran Teatro desangelado. Fue difícil observar el patio de butacas mientras una chirigota, la de Arjona (Jaén), actuaba llena de ilusión. A este conjunto le tocó probar el trago amargo en una función que algunas horas antes se convirtió en una auténtica fiesta gracias a otro de la misma modalidad. Éste fue el de los hermanos Gallardo, de Cañete de las Torres, que sobresalió en una sesión en la que además de carcajadas hubo notables reivindicaciones. Y críticas al propio certamen y a quienes del mismo participan.
La del viernes fue una noche de amores reñidos... Comenzó la penúltima función de la primera fase del Concurso con menos de media entrada en el Gran Teatro. Quienes no acudieron para el inicio se perdieron un pase emocionante por parte de la cantera del Carnaval de la provincia. La comparsa infantil de La rebelión de los valientes, de Pozoblanco, abrió con tipo de El Principito. ‘Este mundo se nos queda pequeño’, con buen sello musical y de voz, regaló un pasodoble memorable -escrito por Francisco José Vélez-: en defensa de la inclusión de los sordomudos, los pequeños utilizaron lenguaje de signos al tiempo que defendían la letra. Un gesto ejemplar antes de que los mayores tomaran su lugar.
A esa entrañable actuación le siguió la de la comparsa de Belmez, que apareció con ‘Desde mi atalaya’. Sonó bien el grupo, que reivindicó respeto en el Concurso para la provincia con una letra muy cuidada. Desde otro municipio de Córdoba llegó también la agrupación que pisó las tablas después. Ésta fue la chirigota de la Asociación Juan Sánchez El Pescaero, de Montoro. Lo hizo con ‘Rigoberto, el experto, te vas con lo puesto’, con tipo de sastre. Al paso por el cuarto pase de la noche, el ambiente mejoró en el Gran Teatro. Ese turno correspondió al cuarteto de José Cobos Mesa, o Pepón hijo, que presentó ‘Multiservicios Los Pepes, Obras Varias’. Dos albañiles se vieron envueltos en la polémica exhumación de Franco. La idea fue valiente y su desarrollo acertado: las carcajadas se sucedieron.
El cuarteto encendió la mecha y la dinamita explotó con la chirigota de los hermanos Gallardo, de Cañete de las Torres, con la que el Gran Teatro se desató. Más de media entrada registró el principal espacio escénico de la ciudad con ‘¡Pa vestir santos!’. Una tropa de mujeres solteronas hizo reír en todo momento al respetable, que terminó en pie para ovacionar a un grupo que sigue con su buen hacer de los últimos años. Ojo. Acto seguido se estrenó la comparsa de Los Herederos, con Pepín Carrillo metido de lleno en el proyecto de su hijo Alejandro. La agrupación representó a ‘La troupe’, una panda de artistas de circo que regaló una idea viva en sonido y puesta en escena. La formación afinó también y recogió el calor del público, que comenzó a decrecer justo después de su pase. La chirigota de Paquito Vega, con ‘Los del Lidl’, tomó el relevo en el escenario. La crítica al certamen regresó de su mano, con una letra en la que habló de hipocresía antes de recordar nombres históricos de la fiesta de Don Carnal.
Cruzó la función su ecuador con la comparsa de Los Niños, que junto con la chirigota de los hermanos Gallardo fue cabeza de serie. Su propuesta fue ‘La Bohème’, con artistas bohemios que sonaron bien. Con ellos estuvo Nicolás Díaz, Púa de oro el año pasado y cuya actuación al punteo fue una delicia. A partir de ahí, el decaimiento. El público fue a menos con cada nueva agrupación. Ya a la chirigota de Manuel Valera y Rafa Pérez le tocó sufrir la costumbre de no seguir una función completa sino a grupos propios. Actuó con ‘Los Rebujitos ya tienen tablas’ y también criticó al Concurso -pilló hasta el apuntador-. Los versos duros siguieron con ‘Los extranjeros’, de la comparsa La Madrileña. Desde Madrid regresó este conjunto de andaluces emigrados, que en su nombre ya lo empezaron a decir todo.
En su primer pasodoble recordaron cómo en 2018 ni una sola formación quiso cambiarles el turno en semifinales: se quedaron sin volver al Teatro Góngora y se sintieron, cantaron, como extranjeros en su tierra. Su pase fue muy aplaudido por los ya pocos aficionados que quedaban en el teatro, que menos fueron todavía cuando la chirigota de Arjona (Jaén) representó ‘Los auténticos correcaminos y no aquellos que hacían bip-bip, porque hacían din-don’. Pese a lo duro del vacío del patio de butacas, estos repartidores de paquetes dieron la talla.
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