SEMANA SANTA DE CÓRDOBA
El legado de la mina bajo el Cristo de la Expiración de Peñarroya

“El Cristo es lo único que sigue en pie de aquel pasado minero del pueblo”. Resulta difícil condensar una historia de casi cuatro décadas en sólo una frase. Lo logra con brillantez Miguel Hidalgo, hermano mayor de la cofradía señera de Peñarroya-Pueblonuevo. Se trata de la que cada Jueves Santo realiza estación con la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración. Y es en esa procesión cuando el pasado carbonífero de la localidad se retoma por medio de una tradición surgida de forma casi casual.
Corría el año 1987 cuando se reorganizaron distintas cofradías que ahora se aúnan en la de Nazareno, Expiración, Sepulcro y Soledad. Entonces “estaban todavía las minas en activo”. Ya se había acometido el traslado desde la Real Iglesia Matriz de Nuestra Señora del Rosario hasta la nueva parroquia de El Salvador y San Luis Beltrán. Sucedió en la Semana Santa referida que “los mineros del pueblo se animaron a sacar al Cristo de la Expiración”. Hasta entonces la talla, y las demás también, salía con ruedas.
Nació de ese gesto un vínculo irrompible “desde el escudo de la hermandad, en el que en la parte inferior están el pico y la pala sobre el fondo azul del mono de los mineros”. Fue a finales de los noventa del pasado siglo cuando acabó la explotación en el cerco industrial del municipio. Cabe reseñar que ese sector fue primordial durante más de un siglo no sólo para Peñarroya-Pueblonuevo sino para el Valle del Guadiato. Aquel cierre no supuso el final del relato.

De generación en generación
Los que eran mineros pasaron a ser extrabajadores de las minas. Y tras ellos vinieron sus familiares. El caso es que cada Jueves Santo el Santísimo Cristo de la Expiración es portado por personas vestidas con overol, botas altas y casco. Se utiliza la ropa de quienes se empleaban en los pozos. “Durante el tiempo que estuvo Encasur, la empresa dedicada a la explotación de las minas, la relación era mucho más estrecha”, admite Miguel Hidalgo. Porque esa entidad participaba activamente en la corporación.
De aquellos días quedó, por ejemplo, el conjunto de lámparas mineras que alumbraban, en vez de faroles o candelabros, al Crucificado. Pero “sigue la relación con prejubilados y jubilados” y con sus sucesores. Al fin y al cabo, “la gran mayoría del pueblo fue minera, si no, tuvo relación directa”. Todos, sin importar la generación, “están muy orgullosos” de la ligazón entre la hermandad y su oficio. Su rector subraya que, incluso, “el Cristo es como su estandarte”.
Y es en este punto cuando Miguel Hidalgo pronuncia la frase que lo resume todo. Porque “la fundición y las torres ya son ruinas, las minas se cerraron, pero el Cristo está”. “Sigue el recuerdo de tanta gente, es algo que las familias de los mineros ven en esa historia”, añade. El relevo se refleja en la actualidad en un hecho que no deja de ser significativo: “Delante del paso no llevamos nazarenos, siempre hubo gente vestida de minera y lo que se ve últimamente es a niños con esa ropa”.

Identidad de Peñarroya-Pueblonuevo
Antes de llegar al momento presente vivió el Valle del Guadiato tiempos difíciles. Sobre todo, lo sufrió Peñarroya-Pueblonuevo. Y entonces también estuvo presente la devoción por el Santísimo Cristo de la Expiración. En 1999, tras el cierre de la explotación minera, se produjo la llamada Marcha Negra. Trabajadores del carbón iniciaron un camino a pie hasta Madrid para exigir ayudas “para que la comarca no se quedara desamparada”. “En Aranjuez pararon porque se había llegado a un acuerdo”, narra Miguel Hidalgo.
Por aquel hecho, que tuvo lugar antes de la Semana Santa, “los mineros tuvieron un agradecimiento al Cristo”. “Antes de salir, lo que hicieron fue llevarlo de rodillas desde el final del templo hasta la puerta”, concluye el hermano mayor de la cofradía. Fue otro hito dentro de la vinculación, que “es una seña de identidad” para la corporación. “Para nosotros es un orgullo y también una responsabilidad, porque es algo único, que no se ve en ningún otro lugar, y tenemos la obligación de preservarlo”, expresa Miguel Hidalgo.
Hasta tal punto es valiosa la tradición que sin la estampa de cada Jueves Santo “no se entendería la Semana Santa de Peñarroya-Pueblonuevo”. No en vano, al mismo tiempo “no se entendería en cualquier otro lugar”. “No es algo que puedas exportar”, concluye el regidor de la hermandad. Y eso se percibe, emocionalmente, en todo el recorrido de su cortejo, que resulta especial “desde que se levanta el Cristo hasta que se recoge”. Es fácil saber el motivo: “Ese día vuelve a resurgir el espíritu minero”.

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