Una vuelta después de aquel 5-0…
De nuevo, afronta el partido más importante de la temporada. Ya lo es definitivamente después de no pocas finales. Pero también es el de mayor relevancia de las últimas campañas. La configuración del futuro más inmediato del club es la razón. El Córdoba se juega este domingo (20:30) la permanencia en Segunda A y, por tanto, en el fútbol profesional. Algo que significa un mantenimiento mucho más seguro de su viabilidad. La salvación pasa, tras una remontada épica, por ganar sí o sí en este duelo, que lleva a los blanquiverdes a visitar al Reus. La ilusión es desbordante y recuerda en cierto modo a la que viviera la afición precisamente ante la visita del cuadro catalán a El Arcángel. Entonces, el conjunto califal enfrentaba su encuentro de despedida de 2017 tras ser anunciado el acuerdo de compraventa de la propiedad entre Carlos González y Jesús León. La sensación de liberación se tradujo en el campo con una goleada, si bien el guión sufrió giros inesperados a continuación. Al final, un mes después de ese día, empezaron a cambiar todas las estructuras cordobesistas. Ahora, una vuelta después de aquel 5-0…
Corría el 19 de diciembre de 2017. El Córdoba recibía al Reus en una extraña jornada intersemanal, dispuesta en el calendario por su estrechez. Acumulaba el equipo nada más y nada menos que 11 partidos sin conocer la victoria y cinco con idéntica factura en El Arcángel. El triunfo era tan necesario como obligado. De repente, una noticia sacudió a la afición y también a la ciudad: Carlos González había decidido vender la sociedad (SAD) a Jesús León. Surgió una corriente de esperanza entre la hinchada blanquiverde, que aspiraba a olvidar los traumas padecidos durante la gestión del empresario tinerfeño e iniciar un camino hacia una permanencia ya entonces bastante complicada. Ocurrió por la mañana, casi al mediodía, un buen puñado de horas antes del encuentro ante la escuadra dirigida por el exblanquiverde Aritz López Garai. Pero a pesar del optimismo generado por el anuncio, el estadio registró una de sus afluencias más pobres de los últimos tiempos.
La noche era fresca, como correspondía, y a la hora del partido eran menos de 5.000 las personas que se daban cita en El Arcángel. Entre ellas estaban, en el palco, Jesús León y Luis Oliver. El zaragozano era en ese momento socio comprador. La historia se redefinió semanas después. Aun con una baja asistencia, el choque fue una fiesta. Y de tal se dibujó tanto en el césped como en la grada. En el campo, el Córdoba rompió por completo los esquemas de su rival y le endosó un rotundo 5-0. Dirigido por Jorge Romero, el conjunto blanquiverde anotaba cinco tantos y hacía una manita tras más de cuatro años -abril y enero de 2013 en cada caso-. Sergi Guardiola ofreció un recital con tres dianas en su cuenta personal y Aguza puso el resto con otros dos goles. En los asientos de un despoblado estadio se celebraba mientras el triunfo con tanta satisfacción como el cambio de propiedad. Sonaban otra vez cánticos como aquel de “González vete ya”. Un futuro diferente se vislumbraba entre los seguidores, aun cuando los califales seguían a seis puntos de la salvación.
Pero el destino actual del Córdoba no comenzó a escribirse fácilmente, como tampoco con rapidez. El 10 de enero González decidía no cerrar el proceso de compraventa y lo dejaba en punto muerto. Luis Oliver tenía que salir de la sociedad compradora. Era una de las exigencias de garantía del tinerfeño, que dos días después incluso dio por finalizada la operación. El 19 de enero, las dos partes sellaban al fin el acuerdo con la firma del contrato de la transacción. Entonces sí arrancaba otro período para el club, que poco a poco vio modificadas todas sus estructuras. Como es lógico, lo primero en cambiar -más allá de la propiedad, como es lógico- fue la presidencia, que asumió el nuevo dueño, Jesús León, y la composición del Consejo de Administración. Después sería turno de la dirección deportiva, de la que se hizo cargo el propio Luis Oliver de la mano del exfutbolista López Ramos. El jerezano vivió precisamente el descenso del equipo a Segunda B en la dura temporada 2004-05, la del cincuentenario amargo. Se decía adiós a Álex Gómez Comes, Miguel Linares y Cándido Cardoso. Tocaba tras esos primeros pasos reconstruir una plantilla rota en lo deportivo y anímico. Aunque esto requirió también de una gran paciencia, pues había que acabar con el desfase de más de un millón de euros en el límite salarial.
Salieron futbolistas y después comenzaron a llegar en oleada otros. Los tres últimos días de mercado lo fueron de vorágine en El Arcángel, que vio aparecer a jugadores de diferente talla en el panorama nacional y a José Antonio Reyes. El 1 de febrero tocaba pensar ya, únicamente, en un milagro que costó iniciar. La nueva propiedad dio confianza a Jorge Romero, pero los resultados hicieron que se agotara. Tras golear al Reus, el Córdoba apenas logró otro triunfo -ante el Albacete (1-0)- en seis choques. Y fue entonces cuando la renovada entidad apostó por un relevo en el banquillo y llamar a José Ramón Sandoval. La reconstrucción del club era ya total -con excepción hecha de otros cargos y puestos-. Ese cambio surtió efecto después de tocar fondo anímico ante el Granada, día en el que terminó finalmente una etapa para comenzar otra bien distinta. Casi nada es igual, incluida la baja afluencia a El Arcángel y salvo la necesidad por el triunfo del cuadro califal. La permanencia es posible una vuelta después de aquel 5-0…
0