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Una sonrisa en El Arcángel para ver todo de otro color

Rafael Ávalos

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El Córdoba rompió ante el Alcorcón su racha negativa en el coliseo ribereño, donde no ganaba desde enero y sumaba seis partidos sin hacerlo, y además encadenó su segunda victoria consecutiva

Todo tiene otro color, ahora mucho más vivo. El horizonte se mira de otra manera. La coyuntura es bien diferente. Las circunstancias marcan que sea así. Si bien no se trata de lanzar las campanas al vuelo, el Córdoba encara el tramo final del campeonato con la sensación de que marchará bien. Al menos, lo hará dentro de la calma, sin agobios ni necesidades. La plantilla blanquiverde descansa esta jornada de Lunes Santo para retomar el trabajo mañana, a buen seguro con la sonrisa puesta. El conjunto califal consiguió ayer un triunfo valioso en diversos sentidos. El primero de ellos, que logró establecer una diferencia significativa con un descenso que hasta hace nada acechó de forma peligrosa. Son seis puntos los que en este momento tiene de ventaja sobre el décimo noveno clasificado el equipo que dirige Albert Ferrer. Además, aunque sea mínimamente, recorta en uno la distancia con el play off.

Pero la importancia de la victoria que logró ante el Alcorcón no sólo lo es a efectos clasificatorios, a nivel numérico. También significó un gran bálsamo para la moral de la escuadra blanquiverde en otros dos aspectos. Por un lado, consiguió ganar de nuevo en El Arcángel mucho tiempo después. En concreto, no lo hacía desde el 4 de enero, cuando se impuso por 2-0 al Recreativo de Huelva. Aquel fue el primer encuentro del presente año y el penúltimo en que cosechó los tres puntos el Córdoba de Pablo Villa. Desde entonces, hasta ayer, se sucedieron seis partidos en el coliseo ribereño sin que el equipo lograra obtener el triunfo. Los dos primeros de esa serie se cerraron con sendas derrotas ante Deportivo y Éibar. Esta última significó la destitución del técnico alcorconero. El balance de los otros cuatro fue de tres empates y un tropiezo más, ése ante Las Palmas.

De esta forma, Albert Ferrer estrenó ayer su casillero de victorias como local, algo que el conjunto califal necesitaba. No en vano, la estadística dio un vuelco inesperado en la segunda vuelta, en que se pasó de ser uno de los equipos con mejores números en su estadio de la categoría a tener otros tan discretos que le hicieron quedar en una zona menos agradable de esa hipotética clasificación. Sea como fuere, nuevamente se sonrió junto al Guadalquivir y sirvió para, por otro lado, rememorar el gran inicio de temporada. Porque otro aspecto importante del triunfo ante los alfareros estaba, y está, en encadenar dos consecutivos. En efecto, el Córdoba volvió a sumar de tres en dos semanas seguidas. Dicha circunstancia no se producía desde la segunda jornada del curso, en que se venció en Riazor después de superar a la Ponferradina en la apertura de la competición.

Algo menos de siete meses transcurrieron entre aquel encuentro en tierras gallegas y el de ayer ante el Alcorcón, al que, por cierto se deja a seis puntos por debajo. Un dato más de lo que debe suponer anímicamente al Córdoba la victoria de este domingo es el de la diferencia particular de goles con otros rivales. Hasta llegar a El Molinón y dar la campanada, el cuadro blanquiverde sólo le había ganado la partida a Ponferradina y Girona. De pronto, obtiene otras dos nuevas rentas a su favor, importantes siempre de cara al final del campeonato. El Sporting y el Alcorcón sucumbieron también en ese sentido ante el equipo de Ferrer.

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