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Somos lo que hacemos

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Paco Merino

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Cómo es el Córdoba. Por algo tiene un máster de supervivencia en situaciones infernales. Pasan los años, pasan los jugadores... pero el drama siempre está. Para bien o para mal. Más frecuentemente por lo segundo. En Santo Domingo, el conjunto blanquiverde añadió motivos a su esperanza en el milagro. El “sí se puede” con el que los seguidores desplazados terminaron de destrozarse la garganta sonó más real. El cordobesismo llevaba muchísimo tiempo sin ver dos victorias seguidas. Ya las tiene. Además, con un par de remontadas, una circunstancia que no se había producido en todo el curso. Si el Cordoba encajaba primero, palmatoria o una triste equis. Esa penosa etiqueta se la arrancó el equipo ante el Valladolid y en Alcorcón le dio una patada más. Como a otra estadística que revela la magnitud de su tragedia: no vencía lejos de casa desde el pasado 24 de agosto, en el Carlos Belmonte de Albacete. Desde entonces, un empate llorando hasta el fin en el hogar del colista de la categoría. Con eso no se va a ninguna parte. Con resultados como el de Alcorcón, sí. Por lo menos es un testimonio de vida, una muestra de rebeldía ante el destino. El verano ha terminado. La pregunta es si esta reacción incipiente será suficiente o cuajará del modo que el Córdoba necesita. Se trata de ganar muchas veces, de meterse en una espiral loca... Está en ello. Narváez y Aythami, los dos principales refuerzos en el mercado invernal, firmaron los goles que neutralizaron el tempranero tanto de los de Julio Velázquez y desataron la fiesta cordobesista.

Lo del Córdoba, en el fondo y en las formas, va por el camino de la épica. Llegó a Alcorcón a ganar, con una alineación de corte ofensivo y un conmovedor apoyo en las gradas. Antes de los cinco minutos iba perdiendo por 1-0. Esa es su vida. Nadar contra corriente. Patinar sobre fango sin perder el equilibrio y, además, sonriendo para hacer ver a su gente que mantiene la entereza de ánimo. No es fácil apañarse un milagro, pero el Córdoba lo sigue haciendo con lo que tiene. Sandoval tiró de Loureiro para cubrir el lateral derecho ante la sanción de Fernández, uno de los puntales de una retaguardia en obras permanentes. En la zurda se afincó otra vez Javi Galán, que sube bien -es lo suyo- pero que anda todavía cociéndose como defensa. Es un riesgo, pero el Córdoba lo corre. Como el jugar con dos centrales que apenas han competido este año y que ahora se apostan en la primera línea del frente. Aythami y Quintanilla no se habían visto en su vida hasta hace unas semanas y ahora son los pilares de la zaga de un aspirante a la salvación. Por ahí van los tiros.

Los planes que tuviera Sandoval quedaron condicionados por el rápido gol encajado por los blanquiverdes. Hay una diferencia con el Córdoba de hace unos meses. Antes recibía un puñetazo y claudicaba sin remisión. Era fácilmente batible en el marcador y en el ánimo. Aquel conjunto pusilánime y medroso quedó atrás. Ahora demuestra que está vivo. Le pinchan y sangra. Eso no significa que juegue de maravilla ni que domine, pero sí que no mira hacia abajo y acepta el sometimiento del rival. Los de Sandoval tardaron unos minutos en reponerse ante un Alcorcón fogoso, pero lo hicieron. Mantuvieron la compostura y frenaron a los alfareros, que aprovechaban que los blanquiverdes perdían pronto el balón y se precipitaban en el pase. Lo compensaron con presión y solidaridad, que son la masa madre de un equipo en sus circunstancias.

El panorama se aclaró con un jugadón de Juanjo Narváez, que se fue escorando al borde del área eludiendo adversarios hasta que encontró el hueco para ajustar un zapatazo tremendo al que Casto no llegó. El colombiano dejó su sello para devolver opciones de victoria a su equipo antes de los veinte minutos. El Córdoba se sintió capaz y mejoró su desempeño, aunque con problemas para generar ocasiones de gol. El Alcorcón, con sus taras pero más hecho como conjunto, se encontraba más suelto. A los 25 minutos, un latigazo de Jonathan Pereira obligó a Pawel Kieszek a añadir un motivo más para su consideración como uno de los mejores porteros de la categoría. El polaco detuvo un lanzamiento envenenado del menuda punta alfarero. A cinco del descanso, el Córdoba tuvo la suya con un disparo al borde del área de Sergi Guardiola que interceptó con algún apuro Casto Espinosa. El partido era áspero, con dos equipos comidos por los nervios.

Tras el intermedio, Sandoval dejó en la caseta a Javi Lara para dar más brío en la medular con el joven Álvaro Aguado. El jiennense tiene descaro y ganas. Se mostró activo, pero el Córdoba no andaba en general sobrado de inspiración. Tampoco el Alcorcón, bastante marrullero y espeso a la hora de armar su juego de ataque. La segunda parte transcurría sin demasiados sobresaltos en las áreas, con muchas pérdidas de balón y los delanteros mirando con carita de pena. Los técnicos tomaron cartas en el asunto. Sandoval, que había retirado a Alfaro para buscar con Vallejo algo más de pelea, se decidió a quitar a un extenuado Narváez para colocar a Reyes. Quebaban veinte minutos. Y el internacional de Utrera se mostró determinante. Le hicieron una falta en la esquina del área que le costó la tarjeta a Errasti. La sacó con maestría y Aythami, que llegaba en carrera, marcó de cabeza para llevar el delirio a la grada blanquiverde.

El partido se volvió loco. Jonathan Pereira lo intentó en un disparo raso que Álex Quintanilla envió a córner. El Córdoba tenía diez minutos por delante para defender lo suyo. Su remontada. La segunda consecutiva después de la conseguida siete días atrás ante el Valladolid... después de todo un curso sin hacerlo. Lo dicho: forzado a la hazaña. Siempre por el camino difícil. Sergi Guardiola tuvo una clara para apuntillar, pero Casto lo evitó. Peor lo pasó después en una acción de Pereira que terminó con un trallazo de Nono que superó a Kieszek y que sacó, en la misma línea de gol, Edu Ramos. A cuatro del final, Álvaro Aguado armó un buen disparo lejano en una contra que se estrelló en la lateral de la re. El pleito era ya una ruleta rusa. Pero el Córdoba resistió. Lanzando balonazos a la estratosfera y apoyándose al límite. A la altura de las circunstancias. El silbatazo final se festejó como si se hubiera ganado un título. Somos lo que hacemos.

FICHA TÉCNICA

AD ALCORCÓN, 1: Casto, Laure, Esteban Burgos, Pablo Vázquez, Bellvís, Errasti, Sangalli (Bruno Gama, 74'), Álvaro Peña (Dorca, 74'), Mateo García, Asdrúbal (Nono, 60') y Jonathan Pereira.

CÓRDOBA CF, 2: Pawel Kieszek, Loureiro, Aythami, Álex Quintanilla, Javi Galán, Edu Ramos, Javi Lara (Álvaro Aguado 46'), Jovanovic, Narváez (Reyes, 71'), Alfaro (Álex Vallejo, 61') y Sergi Guardiola.

ÁRBITRO: Valdés Aller (Comité Castellano y Leonés). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Esteban Burgos, Errasti y Asdrúbal y a los cordobesistas Sergi Guardiola y Loureiro.

GOLES: 1-0 (3'). Asdrúbal. 1-1 (18) Juanjo Narváez. 1-2 (77') Aythami.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la vigésimo novena jornada del campeonato nacional de Liga 1|2|3, disputado en el Estadio de Santo Domingo ante 2.842 espectadores, con unos 400 aficionados cordobesistas en las gradas. Se guardó un minuto de silencio en memoria del internacional Enrique Castro Quini, un histórico del fútbol español.

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