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“Nos sentimos olvidados y marginados”

Campo de la calle Marbella, sede de la UD Sur | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Como si apenas hubiera transcurrido el tiempo. La imagen es poco propia hoy por hoy. El terreno de albero rememora a épocas pasadas. Tanto quizá como lo hace la grada, vetusta ya. Quizá quien vaya de paso no se percate, pero la estampa permite pensar en un escenario en desuso. Nada más lejos de la realidad, pues en el mismo trabajan sin descanso, y todavía con una ilusión irreductible aunque apagada, entrenadores y jugadores. Los últimos son niños que no alcanzan los 15 años. En la calle Marbella de Córdoba existe un campo histórico, como lo es el club que allí radica. Se trata de la Unión Deportiva Sur, una entidad con más de seis décadas de trayectoria en el fútbol formativo de la capital y que, tras tanto camino, atraviesa uno de sus momentos más complicados. Las condiciones de su sede son las que son y eso afecta.

“Como mejor podemos. Algunos váteres están rotos, hay cañerías rotas. El presidente se lo ha dicho al Interventor (del Ayuntamiento) y no le hace ni puñetero caso”, indica de inicio Rafael Alijo. Él es secretario de la UD Sur y acumula tres décadas dentro del club, casi tanto tiempo como tiene el campo de la calle Marbella y la mitad de los que cumple la propia entidad -fundada en 1954-. Responde a cómo es posible mantener la actividad en unas instalaciones que, por reformadas en parte hace no mucho, parecen de una etapa ya muy pasada. “Hay azulejos caídos y ventanas rotas”, señala sobre los vestuarios. Los destrozos se deben a actos ajenos, no directos de su uso, y son sólo un extracto de la difícil realidad del histórico conjunto.

Las instalaciones se sitúan en el Distrito Sur, donde hoy por hoy el Fray Albino sufre el deterioro casi insostenible del Stadium San Eulogio -que aguarda su reforma- o espera a ser derruido el Pabellón de La Juventud. Desde hace unos días, por si fuera poco, tienen falta de luz y agua caliente -al ser eléctricos los termos- debido a impagos del Instituto Municipal de Deportes (Imdeco). Al organismo corresponde el mantenimiento del campo y ésta es la gota que colma el vaso para quienes componen el Sur, como lo conocen en el barrio. “Lo que pasaba en el campo lo arreglaban ellos y desde que está el nuevo Interventor no se hace nada. El presidente le pidió el seguro y le dijo que no”, expone Rafael Alijo. “El tema de la luz ha sido un palo mortal. No puedes entrenar, porque sin luz qué haces. Los partidos no los puedes jugar tampoco, tienes que jugar a las tres de la tarde”, apunta después sobre el asunto de la electricidad.

“No sé si será por casualidad, pero a los más desgraciados nos ha tocado. Estamos fatal y el palo te lo pegan a ti. No hay derecho a eso”, añade el secretario técnico de la UD Sur. Pero el problema de la luz no hace más que aflorar la realidad del campo de la calle Marbella, que necesita urgentemente de la atención institucional. “En 40 años se ha mejorado algo, no mucho. Los vestuarios mejoraron cuando los arreglaron. Y cuando no estaba este Interventor nos arreglaban muchas cosas, ahora no quiere gastar un duro”, explica Rafael Alijo, que no duda en expresar su descontento con la situación. “Nos sentimos olvidados y marginados, no quieren saber nada”, dice acerca del trato municipal. “Me parece que es un abuso. Están abusando de nosotros. No deberíamos estar así. No sé si es porque somos de ese barrio”, agrega.

Ante tal situación, el club se reivindica de la forma en que puede. Durante estos días lo hace, por ejemplo, con sentadas de sus jugadores antes de los partidos. Una imagen que se diera, sin ir más lejos, el jueves. La falta de luz y agua caliente es el motivo, si bien el trasfondo es otro. Como el hecho de que el campo esté rodeado, en partes, de un matorral que seco provoca pinchazos en balones. También en las piernas de los niños que entrenan y juegan en estas instalaciones. “Esto no está en condiciones. Lo pasamos muy mal para inscribir a los equipos, nos las vemos negras”, clama Rafael Alijo. Como muestra el botón de que actualmente el club cuenta con cuatro equipos cuando hasta no hace demasiado fueran 14 o 15. “Muchos chiquillos se echan atrás, porque ya están todos los campos con césped”, comenta el secretario técnico del Sur, que aguarda la mejora del terreno de juego. “Hace un par de meses estuvo aquí el presidente del patronato (Imdeco) y dijo que está todo hecho, que falta venir a hacer el proyecto. Nos comentaron que vendrían en dos semanas y nada”, cuenta.

Césped o riesgo de extinción

El de la calle Marbella es uno de los pocos campos que existen en Córdoba capital sin césped artificial. Una superficie ésta que esperan como agua de mayo en la UD Sur y que en teoría debe ser una realidad antes de que termine 2019. El proyecto, después de superar alguna traba, está aprobado. Ahora falta la ejecución, algo en lo que no hay confianza entre padres y madres. “Los padres preguntan mucho por el campo porque saben que hay un presupuesto, pero no confían en que se vaya a hacer”, apunta José María Muñoz, que dirige esta temporada a un conjunto infantil del club. Precisamente el albero significa una pérdida de atractivo para los pequeños, y con ello de jugadores. “La mayoría de los nenes se quedan porque llevan muchos años con nosotros y son familias con dificultades. Da las gracias a que hayan salido cuatro equipos”, prosigue.

En efecto, el Ayuntamiento tiene aprobada una obra de enjundia para este campo, que en la actualidad es un peligro a veces para los niños. “En el momento en que llueve ya no podemos entrenar. El terreno se pone que no puedes ni entrar. Los pinchillos (del matorral) hacen que se pinchen los balones y cuando termina el entrenamiento están prácticamente todos desinflados. Incluso en los partidos”, detalla José María Muñoz. “Si llueve, el agua tiende a salirse y en la parte de una portería se hacen surcos en la tierra. Como el nene no pise bien, se hace el tobillo polvo. Ha habido casos en los que por suerte no han tenido que salirse. Nuestros jugadores ya saben por dónde tienen que ir”, prosigue el entrenador de los infantiles del Sur.

Además, el campo no está cercado por un muro sino por un vallado de escasa altura. Esto ocasiona que los balones vuelen hacia la calle y que la gente vea los partidos sin acceder a las instalaciones. “Tiene que venir una grúa pequeña para poner las redes y no viene, el balón se sale fuera. Encima perjudica al club porque la gente puede verlo desde fuera, mientras en los demás campos paga entrada”, señala José María Muñoz, que lleva ocho años dentro de la UD Sur. Su mensaje para el Imdeco es claro. “Son muchos años intentando arreglar el campo. Si han dado presupuesto, que sea verdad y tiren para delante. Nos hacen muchas promesas y luego nada”, afirma. “Tantos años como tiene este club y que no le metan mano para que sea medio decente para los nenes… Luego llegan todos los políticos a decir que sí, pero no le meten mano”, dice.

La esperanza es, más allá de solventar el problema con la luz -y por ende con el agua caliente-, que el césped artificial y las demás mejoras sean una realidad en el campo de la calle Marbella. Sobre todo porque “comparado con cualquier otro campo, las instalaciones no son las adecuadas”. Si no llega el césped, la supervivencia del Sur está en el aire. Al menos según la visión de José María Muñoz. “Los nenes están entusiasmados y los padres, todos a expensas. Como este año (2019) no lo pongan, creo que el Sur desaparece. O si sale el club lo hace con un par de equipos nada más”, asegura.

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