Reencuentro en medio de la tormenta
Está la tarde como para no salir de casa. Enagua y calefactor bajo la mesa es lo que apetece. Cualquiera diría que la ciudad está a las puertas de su mayo festivo, al que va a recibir con un tiempo un tanto desagradable. El día es triste, de esos otoñales que invitan a la lectura o al cine en casa. Pero es domingo y hay una cita en El Arcángel, al que se aproximan no pocos valientes. Eso sí, la asistencia no es la que quizá debiera dada las circunstancias. Poco más de 10.000 personas acuden al coliseo ribereño, un reino venido a menos. Sobre todo cuando el cielo es oscuro e incordia la lluvia. Por otro lado, también es necesaria la reflexión sobre el motivo por el que la afición vive con hastío tan mal final de temporada de su equipo. Esta vez toca recuperar terreno perdido, otra vez. El rival es asequible a priori. Sin embargo… en esto del fútbol ya se sabe.
Cuando el viento todavía no sopla con fuerza, ni cae el agua, dos hombres pisan el césped de El Arcángel. Lo hacen otros muchos pero ellos de manera especial. Como cada vez en la que regresan a la que fuera su casa. Sus nombres son Fran Cruz y Javi Hervás e inevitablemente están ligados por siempre al Córdoba, el club en el que crecieran y en el que disfrutaran, ya en la primera plantilla, de momentos inolvidables. El primero es uno de cuantos un 22 de junio de 2014 pasaran a la historia del club y de la ciudad con el ascenso a Primera. El segundo es parte de aquellos que regalaran a la afición la mejor campaña, en lo que al juego se refiere, de los últimos tiempos, esa 2011-12 en la que los seguidores blanquiverdes soñaran con el regreso a la elite. Los dos se ejercitan sobre el campo, aunque de manera diferente. Uno corre junto a otros nueve futbolistas. El otro actúa con los restantes. La suerte es distinta para ambos.
Como estuviera previsto, Fran Cruz forma parte del once del Mirandés. Es pieza fija y mucho más, según se comprueba en El Arcángel. Manda en la defensa, da órdenes y batalla como si la camiseta que vistiera fuera la de toda la vida. Pero en un momento dado el Córdoba encuentra una grieta en la zaga a la que mantiene firme y marca. La fortuna le sonríe a los blanquiverdes, menos mal. Porque al equipo de Carrión no le queda otra que ganar para espantar los fantasmas del descenso. El estadio recobra la vida que no tuviera a lo largo de los minutos anteriores. Mientras, en el banquillo aguarda su oportunidad Javi Hervás. Pero su ocasión no llega y el regreso es mucho más frío en su caso. Pasa desapercibido. No así el Mirandés, que en el último suspiro asesta un duro golpe al cuadro califal. Urko Vera aparece y empata. Final. Todo salta por los aires. Y el viento sopla. Y llueve. Y las protestas afloran.
El Mirandés siente alivio al obtener un punto que en poco, por no decir nada, le ayuda en su lucha por una salvación cuasi imposible. Fran Cruz sonríe. Probablemente lo haga también Javi Hervás. A su alrededor, en el campo que siempre va a ser el suyo, todo parece derrumbarse. La afición clama contra el banquillo: “Carrión dimisión”. Y contra la propiedad y el Consejo de Administración, como en el minuto 54. Un punto y ya. Un punto que sabe a presión máxima a corto y medio plazo. Un punto que dibuja un horizonte sombrío en lo que resta de campaña. Ellos creen haber recibido justicia, en su hogar se sienten rotos. Así es el fútbol, que depara relatos en ocasiones raros. Como el del reencuentro en medio de la tormenta.
0