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Deporte en pandemia: la espera de más de los Juegos Olímpicos

Fátima Gávez, con la medalla con que completó su pase a los Juegos.

Rafael Ávalos

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Hace ahora un año del crecimiento exponencial, casi a cada minuto, de las dudas. Aun más de la preocupación ante una coyuntura desconocida durante un siglo. Con una alarma mayor por momentos es normal que las incógnitas fueran también muchas más a lo largo de esos días. El 11 de marzo de 2020 quizá nadie pudiera intuir es el final en cierto modo de la vida como es conocida durante un tiempo. Sin ir más lejos, el estado de alarma decretado por el Gobierno el siguiente fin de semana es recordado como el inicio de una etapa compleja en el día a día pero sobre todo muy dura en el panorama socio sanitario -y económico-. Lo cierto es que los efectos de la pandemia de Covid-19 se dejan sentir en otros muchos sentidos, claro está secundarios en relación con todo lo referente a la salud global. Valga el ejemplo de la atípica Olimpiada que vive en todo el mundo el deporte en general.

Por primera vez desde 1944 unos Juegos Olímpicos tuvieron que ser suspendidos. La diferencia entre este caso y la anterior es grande. En cualquier caso, la esperadísima cita de Tokio 2020 tuvo que postergare. Ocurrió después de unas semanas en las que faltó un acuerdo firme y sobraron pronunciamientos y planteamientos. Finalmente, aun cuando todavía el Comité Olímpico Internacional (COI) entendía que era factible llevar a cabo el magnífico evento en Japón, el 24 de marzo las posibles decisiones quedaron en una. Fue entonces cuando oficialmente quedó aplazada la mayor fiesta mundial del deporte -sobre todo del atletismo en sus muy diversas modalidades- para el siguiente año. Menos de una semana después fue aprobado el calendario para la capital del país asiático. Desde entonces toca esperar al 23 de julio del presente 2021.

Así, el planeta asistió a un hecho histórico, y no sólo del panorama deportivo pues este evento trasciende esa frontera de ámbito. El hito venía establecido por la larguísima distancia entre esta situación y la más cercana, atrás en el tiempo, que fuera similar. En concreto, tuvieron que sucederse 76 años, que se dice pronto, para que los Juegos Olímpicos no se desarrollaran según lo previsto. Existe, en efecto, una diferencia entre los precedentes, que no son sólo uno, y la actual tesitura. En 1916 la cita global más relevante del deporte no se atrasó sino que fue directamente cancelada. El motivo no fue otro que la continuidad de la llamada Gran Guerra, posteriormente Primera Guerra Mundial. La celebración debía tener lugar en Berlín, en ese momento bajo el Segundo Reich. Idéntico fue el guion en 1940 y 1944, cuando, en ambos casos, los Juegos no tuvieron lugar por la Segunda Guerra Mundial.

Helsinki y Londres debían ser las sedes de aquellos eventos. Como datos curiosos, la capital finlandesa albergaba la cita de 1940 tras la renuncia, precisamente, de Tokio. Mientras, la principal ciudad inglesa tuvo ocasión de resarcirse y acogió la competición de 1948. Desde entonces, los Juegos Olímpicos siempre trascurrieron según lo fijado con bastante anterioridad, incluso cuando hubo problemas de cierta importancia. Cabe recordar recientemente, por ejemplo, la altísima polución existente en Pekín en 2008 o las carencias o la suciedad de las aguas abiertas en la edición de Río de Janeiro en 2016. También significa que, por primera vez y por ende, la Olimpiada -que no ha de confundirse, como sucede habitualmente, con los Juegos- se viera ampliada en un año más. Un hecho éste que, con todo, no supone ningún quebradero de cabeza para los y las deportistas que ya habían obtenido clasificación con anterioridad.

Ejemplo de ello es Fátima Gálvez, una de las figuras de la provincia que aguardan el instante en que vuelva a buscar una medalla olímpica. La tiradora baenense selló su pasaporte para Tokio el 23 de junio de 2019, día en que logró un bronce en los Juegos Europeos de Minsk. Aquel billete de vuelo lo tiene todavía y no lo va a perder, como tampoco le va a ocurrir al paralímpico Alfonso Cabello. A ellos se suman después Julia Figueroa y el iliturgitano pero cordobés adoptivo -e integrante del Club Fidias- Miguel Ángel Martínez Tajuelo. En cuanto a la judoca, eso sí, es necesaria una matización: la canterana del Club Kodokan tenía prácticamente asegurada su presencia en Japón, lo que es así todavía en la actualidad. Por mucho que tenga que lograrlo oficialmente, la deportista del Tera i Mar aventaja en muchísimo a su competidora española. A todo esto, igual el aplazamiento conlleva el viaje de otro referente de la provincia. Porque Carmen Avilés opta a estrenarse en una cita de este tipo de la mano del combinado español de atletismo dentro de la prueba de 4x400 (relevos).

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