Es hija de Araceli y Fran, hermana de Raquel, estudia Educación Primaria y le gusta tocar el piano, el ukelele y cantar. También le gustan las series de La casa de papel y Lupin y salir de vez en cuando sus amigos. Podría ser la descripción de cualquier chica normal de Córdoba o del resto de España. Sin embargo, representa lo anómalo del talento precoz. De sacarle el mayor rédito al tiempo y al talento que una adquiere meramente por genética. El talento, sin trabajo, se queda en nada. Sería una más. Pero ella no lo es. Ella es, a tenor de su medallero, una de las grandes promesas del atletismo provincial. Y ese ámbito ya se le queda pequeño. Con sólo 18 años, ya destaca a nivel nacional e incluso internacional. Con los pies en el suelo, pero con el sueño olímpico al alcance del trabajo máximo.
Carmen Avilés Palos (Madrid, 2002), en principio, es una atleta madrileña. Bueno, tiene mezcla. Aunque ella sabe para dónde tirar. “Soy madrileña porque nací allí pero mi sangre es cordobesa. Toda mi familia es de aquí, toda la cultura de Córdoba la he vivido desde pequeña”, explica a CORDÓPOLIS desde las gradas del IDM Fontanar, haciendo frente a un viento huracanado. Ella se crio en la capital de España; de hecho, conserva su dicción, pero el sur le tira más. “El acento cordobés ha estado en mi casa desde que he nacido porque mis dos padres son cordobeses. Así que mitad cordobesa, mitad madrileña: madrileña de nacimiento y de sangre cordobesa”, explica siempre con la alegría por bandera.
Cambios de deporte y lidiar con la presión
Cuando era más pequeña, ella describe a su yo del pasado como “un rabo de lagartija”. Muy inquieta y, por ende, le gustaba hacer mucho deporte. Y no topó de primeras con el atletismo. “Yo empecé en el colegio con baloncesto y había extraescolares de baile, estuve en las dos. Luego mi hermana se apuntó a baile más exigente, que era español, clásico, ballet, de todo...Me apunté a la escuela porque quería ser como ella; seguí bailando, seguí bailando, estuve ocho años creo en baile, y decidí cambiar la rutina porque yo necesitaba moverme”, explica. Fue ahí cuando la figura maternal se erigió para presentarle a Avilés opciones de continuar con la actividad deportiva pero por otro camino. “Quería hacer gimnasia deportiva pero mi madre me dijo que yo era muy alta para eso, que no iba a hacer nada realmente y que me iba a lesionar. Entonces me dio a elegir entre varios deportes, entre voleibol, fútbol...y entre ellos estaba atletismo. Me dijo que tenía muchas disciplinas y que seguramente en alguna de ellas destacaría”, agrega la atleta. Empezó en Tres Cantos (Madrid) y tocó todos los palos: que si jabalina, altura, longitud...pero la velocidad es lo suyo. Y no tardó en demostrarlo. Consiguió la mínima del Campeonato de España...pero no fue. Carmen Avilés expresa que “no fui porque no sabía lo que era y además mi entrenadora no me iba a acompañar. Se quedó ahí y justo al año siguiente, hablamos de 2016 creo, me vine a Córdoba, porque toda mi familia era de aquí y conocí a Antonio Bravo: empecé a entrenar con él y de ahí, para adelante”.
Durante toda la entrevista, la velocista siempre tiene palabras de elogio para su entrenador. Avilés afirma, de hecho, que su progresión tan rápida “ha sido, sobre todo, por trabajo, esfuerzo y constancia, porque Antonio me ha guiado mucho de la mano y he ido a todas las competiciones con él. He estado con él mano a mano, codo con codo, en todas las competiciones, en todos los entrenamientos y, quieras que no, cuando hay una persona que te ayuda mucho, aparte de toda mi familia y de toda la gente que hay detrás de este trabajo, te anima a seguir”. Sólo desde septiembre del año pasado, ha conseguido dos medallas de plata en 400 metros (Campeonato de España), un oro en en 400 metros en categoría sub20, otro oro en el Campeonato de Andalucía en 200 metros y una plata en 400 en pista cubierta para atletas sub20.
Esta última presea, además, adquiere un mayor valor cuando se conoce que hizo casi la mitad de la carrera lesionada. La zona afectada del sóleo le impide entrenar con normalidad, pero esa lesión no evitó llevarse la medalla en medio de una batalla mental consigo misma. “Llegué a la final y sabía que iba a ser una carrera muy bonita, porque Salma (Paralluelo) y yo estábamos a la par, podía haber una carrera buena. Pero a los 150 metros, mi sóleo dijo basta. Hice la primera curva y noté como un pinchazo y estuve hasta el final de la prueba con el sóleo así. Quise abandonar, pasé la primera meta de 200 metros y dije que no, que esa carrera la iba a acabar como fuese, así que la acabé y me desplomé”, confiesa Carmen Avilés, que ya se recupera de esa microrrotura con ayuda de fisioterapeutas y rehabilitación. Sus derrotas no suponen otra cosa que una lección en el deporte. Ya no sólo en finales. Su no clasificación a la final del último Campeonato de España absoluto en febrero es buen ejemplo de ello. “Hay gente que lo vio como una derrota y, en cambio, en la prensa lo pusieron como un aprendizaje más. En mis redes puse que unas veces se gana y otras se aprende y eso fue lo que realmente importó”, manifestó a la postre.
Conforme va haciendo gala de su inevitable progresión como atleta, la presión crece de todas partes y Avilés es consciente de ello. “Al principio, era más contacto con la competición, las marcas que yo podía ir haciendo y demás pero ahora que estoy con la selección española, que puedo estar dentro de un relevo que puede ser olímpico, hay mucha presión en tema de marcas”, explica, aunque su entrenador se encarga de modelarla en ese sentido. Añade, por ese lado, que “yo tengo presión por mejorar mis metas e incluso mis tiempos y mis puestos, pero Antonio me dice que las cosas vienen cuando tienen que venir. Este año, por ejemplo, en pista cubierta, ha habido mucha presión porque en el 400 no alcanzado la marca que a mí me hubiera gustado tener, pero Antonio me ha animado porque eso no es lo que cuenta realmente. Si ahora estamos haciendo un 54 (segundos) o un 55, en un futuro puede ser un 53 o un 52”.
El sueño olímpico, cerca, y a la vez, lejos
Entre marcas, carreras y competiciones, uno puede preguntarse: ¿pensaba Carmen Avilés que llegaría tan lejos cuando empezó? Ella se sincera. “Yo no. No me imaginaba que fuese a llegar tan lejos. Yo veía el atletismo como un hobby que me gustaba. Nunca me había matado a entrenar para sacar una marca, eso lo he estado viendo estos años de atrás”, revela la atleta madrileño-cordobesa, que también apostilla que “cuando me apunté a la escuela, las marcas salieron por cómo yo era, por genética. Además, de todo el esfuerzo y el trabajo que hay, he conseguido todo lo que he conseguido. Yo no me esperaba llegar hasta donde he llegado y aún todo lo que queda”. Fruto de un talento insaciable, Carmen Avilés no quiere subir el segundo escalón antes que el primero. Antonio Bravo es su termómetro en ese sentido. “Él me ha dicho que las marcas vendrán cuando tengan que venir y nos traerán todo lo que nos tengan que traer. El año pasado conseguí esa medalla de plata en pista cubierta que no me la esperaba, esa plata en aire libre que yo sabía que la podía conseguir y que, si ya lo había conseguido en pista cubierta, por qué no al aire libre”, señala.
Mientras se recupera de su lesión, que no le tendrá demasiado tiempo fuera de las pistas, ella piensa en su propio reto después de una recuperación positiva. “Sería ir progresivamente al Campeonato de Andalucía, Campeonato de España y demás y, como objetivos más grandes, sería el Campeonato de Europa de mi categoría y el del mundo”, afirma. Cuando se le pregunta dónde se ve en cinco o diez años, ella lo tiene claro. “Espero verme en unos Juegos. Sería un sueño”, confiesa. Ese sueño, por otro lado, podría tenerlo al alcance de sus pies este mismo año gracias a la cita olímpica de Tokyo 2021. Ella añade al respecto que “los JJ.OO. también son un objetivo para ir con el relevo de España pero está complicado, porque tendríamos que pasar varias etapas. No significa que sea imposible, pero está complicado. Está esa posibilidad pero individualmente es muy difícil porque la marca es estratosférica, no la ha hecho todavía nadie de las chicas. En el relevo está complicado pero hay muchas más posibilidades que yendo individualmente”. Asimismo, no se obsesiona viendo marcas de otras competidoras por televisión. “ no soy una persona que esté todo el día enganchada viendo marcas o competiciones. A mí me gusta tener el atletismo cuando hay que tenerlo y si me apetece verlo, pues se ve, pero hay veces en las que te crea presión”, explica.
Fama relativa
Con diseño propio gracias a una conocida marca cordobesa, ella no cree ser famosa a pesar de su condición de deportista de alto rendimiento. Aun así, cuando uno entra al Fontanar, lo primero que uno ve hacia delante es un cartel de Carmen Avilés en plena competición. “A nivel provincial, yo no me considero una persona famosa. Sí que es cierto que entre mis amigos, de la gente que habla: ”ay, esa es tu amiga la que corre, la que gana siempre“ (risas). A mi nunca me han parado por la calle a pedirme una foto ni nada de eso”, comenta. En clase sí que es conocida, aunque más en su etapa de instituto, según desarrolla ella misma. “Es que al final, si tú faltas a clase una o dos semanas, como me pasó en diciembre, porque estuve en la concentración de la selección española absoluta, se acaban enterando todos porque hay una persona que lleva faltando dos semanas y no es por Covid. Todos los profesores lo saben y muchas veces cuando he vuelto me han preguntado que qué tal la competición. Ahora en la universidad somos muchos más, pero cuando estaba en el instituto, todo Bachillerato lo sabía. Muchas veces los profesores me preguntaban por las medallas en mitad de la clase o por las carreras y al final se acababan enterando”.
Ella está en primero de carrera por la vía de la Educación Primaria, en la que tiene mucho que decir. Avilés señala que “creo que puedo aportar bastante a la educación; a mí me gustaría enseñar, sobre todo, valores del deporte, que tienen muchos y los niños pueden aprender mucho de ellos”. Mientras termina la carrera o no, la velocista no cree que no sea compaginable el deporte de élite con los estudios universitarios. “Yo lo estoy compaginando bien porque me organizo bien y los horarios son bastante flexibles. Igual un día entro a las 8 de la mañana y salgo a las 12. Me permiten ese tiempo de descanso, ese tiempo de estudiar, luego entrenar y volver a estudiar. De cara a los entrenamientos más duros, como una preparación para unos Juegos Olímpicos, creo que es compaginable”, manifiesta con seguridad, aunque no tiene tanta cuando le sobreviene la dicotomía entre profesora y atleta de élite. “La verdad es que no me lo había planteado”, confiesa. “Como hasta ahora sí que puedo compaginarlo, no vería por qué dejar una de las dos. No sabría decirte. No sería capaz de elegir una u otra. Es verdad que el deporte me aporta mucho pero del deporte no se puede vivir, al menos, del atletismo. En la educación, yo estoy estudiando una carrera, algo tienes que tener. Si en algún momento tú te lesionas, igual dejas el atletismo porque no puedes correr, pero ese Grado lo vas a tener. En atletismo no estoy por tema económico, estoy porque me gusta hacerlo y disfruto haciéndolo”. Honestidad ante la realidad de su deporte.
Ella no tiene referente de renombre, que acapare los focos a nivel nacional. Tiene claro que “cada deportista tiene algo y de todos aprendes un poco, pero la persona más cercana que tengo es mi entrenador, con el que voy mano a mano y es del que más aprendo; como también ha sido atleta, es el que me aporta sus valores también y el que me enseña todo lo que no sé”. A nivel provincial, el nombre que más destaca es Belén Recio, historia del atletismo cordobés. “Le tengo mucho aprecio porque es una persona admirable. En el atletismo cordobés hizo mucho: de hecho, ella tiene el récord de Andalucía en 200 metros y me he quedado a nada este año (risas): de 23.96 a 23.73. En velocidad es bastante pero es asequible”. Con tan sólo 18 años, camino de los 19 en apenas dos semanas, ella sueña con más medallas, superar sus propias marcas, representar a su país en los Juegos Olímpicos y, sobre todo, formarse para el futuro. A su edad, pocas personas tendrían las cosas tan claras. Su talento, de Córdoba hacia el mundo.
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