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Historias tras el deporte | Javi López, el joven que cambió el fútbol por la Ciencia

Javi López, segundo a la izquierda, en su etapa en el Córdoba | LARREA

Rafael Ávalos

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Tan ocupados -y a veces preocupados- como se encuentran en los clubes, incluso los propios deportistas, las aficiones y los medios por los resultados suele ocurrir que en no pocas ocasiones se olvida el aspecto humano. Más si cabe en un tiempo, este raro siglo XXI, en que la información está asaltada con frecuencia por temas banales -en el panorama nacional sobre todo-. Se levanta un muro y no se logra ver las historias que tras él quedan. La elevada pared es lo que pretende derribar CORDÓPOLIS, dentro de lo posible, a partir de este miércoles y cada mes con relatos que tienen mucho que ver con el deporte pero más aún con las personas que lo practican a un nivel profesional o cerca de éste. Por ejemplo, ¿puede imaginar cualquiera, en la sociedad actual, que un joven de 22 años abandone el fútbol por la vida académica? Quizá sean pocos casos, si bien existen. Es la narración, sin ir más lejos, de Javi López, que de promesa en el césped pasara a destacada figura de la Ciencia.

La historia de Javier López Albacete (Córdoba, 9 de diciembre de 1977) es quizá una de las más curiosas que depare el deporte cordobés. Para conocerla a fondo resulta esencial retroceder en el tiempo hasta la transición de los siglos XX y XXI. Corría el 16 de enero de 2000 y, con un frío que pela -como se suele decir-, el Córdoba jugaba en El Molinón. Un estadio de Primera visitado en Segunda. Las lesiones tenían en cuadro al conjunto blanquiverde y su entrenador, Pepe Escalante, tuvo que recurrir al segundo equipo para completar la convocatoria. Curiosamente, los tres cambios que realizó esa tarde, en la que el Sporting de Gijón se impuso por 1-0 con un gol en propia puerta del inolvidable Óscar Ventaja, fueron para entrada de canteranos. Y precisamente entre ellos estuvo el protagonista de esta historia, un Javi López que saltó al verde tras la expulsión del veterano Mandiá. Era el minuto 58 y el joven central tenía la difícil misión de frenar a Igor Lediakhov. Circunstancias todas que, veinte años y medio después, el ahora doctor en Física recuerda perfectamente.

Del origen del filial al debut en Segunda

“Claro que me acuerdo. El primer partido oficial que jugué fue en El Molinón contra el Sporting de Gijón. Me acuerdo de que estaba emocionado porque no lo esperaba. Y también un poco nervioso, lógicamente”, rememora Javi López desde Bruselas -pues la capital belga es su actual lugar de residencia-. Tal fue la sensación entonces que es capaz de revivir el momento que si hubiera ocurrido tan sólo un día antes. “Estaba en el banquillo y, no me acuerdo muy bien, creo que expulsaron a un central. No sé si era Mandiá, me parece, y entonces tuve que salir al campo de improviso, sin calentar, sin preparación ni nada”, expone. Sucedió todo en un estadio de primer rango, lo que dio más valor si cabe al instante. Porque “El Molinón es un campo bastante imponente, iba mucha gente y el ambiente era muy futbolero”. Nada más y nada menos para un debut en Segunda. “Entre los nervios, el frío, no haber calentado, toda aquella gente allí… Pero tengo un recuerdo bonito”, expresa con tono jocoso.

Veinte años y medio -y algo más- después, Javi López asegura que en aquel momento no tenía el objetivo de alcanzar el primer equipo. Aunque siempre a un futbolista de la cantera le agrada la idea de llegar al conjunto principal del club. “No es que aspirará. Estaba contento y me divertía en el filial, que jugábamos en Tercera. Llevábamos -dice también por otros compañeros- algún tiempo que entrenábamos con ellos -se refiere al primer plantel- e hicimos parte de la pretemporada también”, explica. “Había jugado en algún amistoso y ya estaba participando de alguna manera. Cuando te convocan para un partido oficial pues un poco te sorprende”, prosigue antes de admitir que “no te pilla completamente por sorpresa”. Su estreno en categoría profesional se produjo después de vivir, de lleno, el origen del actual filial -aunque sea cuadro dependiente-. Un apunte que añade más sentimiento si cabe al relato. “Yo viví todos los ascensos porque, de hecho, el año que se creó el filial empezamos en Primera Provincial, la categoría más baja de todas. Antes había tenido un par de años que no jugué porque me fui a Sevilla a estudiar. Luego volví y me llamó Pepe Murcia -técnico e impulsor del Córdoba B-. Ése fue el primer ascenso, a Regional”, relata el exblanquiverde. Alguna temporada después tuvo lugar el salto a Tercera, que se dio precisamente cuando el club retornó a Segunda después de más de tres lustros.

Recorridos los terrenos de juego más complicados, Javi López comenzó poco a poco a tener nombre -de cara al futuro- en el conjunto blanquiverde. Dicha circunstancia se confirmó con su presencia en el primer equipo en pretemporada y durante el curso -el del regreso al fin a la división de plata- y su estreno en Gijón. Juanito y Robert eran los líderes de la defensa entonces y a él le vieron no pocos como el heredero natural de ambos, principalmente del primero -el Gran Capitán-. Más aún cuando el último duelo de aquella temporada 1999-2000, la primera del Córdoba en Segunda desde principios de los ochenta -del siglo XX- compitió de nuevo y esta vez como titular. El Tenerife era el rival en el cierre de una campaña memorable, en la que incluso se soñó con el salto a la élite, y el central estuvo junto al veterano zaguero de Bechí -que un año después colgó las botas con vuelta olímpica en El Arcángel-. Fue sustituido al descanso con tal de buscar la victoria, ya que el marcador establecía un empate a uno. Ése fue el último encuentro no sólo con el cuadro califal sino de fútbol que disputó.

Principio y continuidad brillante en la Ciencia

Es difícil, después de veinte años y algo más precisar el momento en que Javi López decidió cambiar por completo su futuro. La única certeza es que ocurrió en verano de 2000. De repente, el central llamado en teoría a ser el sustituto de Juanito apostó por el estudio y abandonó el fútbol. Tenía 22 años, era una de las grandes promesas del Córdoba, tales como Curro Vacas, Rafa Requena o Antonio Sarmiento, y ya sabía lo que era compartir verde con jugadores como Robert Fernández. Puso punto final y su decisión causó cierta sorpresa. No estaba la sociedad -por desgracia cada vez es más así- preparada para que un chaval prefiriera la vida académica por el deporte rey. “De hecho mucha gente me lo ha dicho muchas veces”, admite al tiempo que asevera que la medida “no fue una cosa de cortar por lo sano”. Sólo se intuyó así fuera del círculo íntimo del entonces talentoso futbolista.

“Yo, esta dudas e inquietudes las compartía con mi familia, que me apoyaba e incluso pensaba que hacía bien porque los padres tienden a preferir un camino seguro más que uno que potencialmente no sabes por dónde va a salir”, comenta sobre la realidad de su marcha. La situación no fue tan simple como elegir entre fútbol y estudio sino un asunto de percepción del hoy y el mañana. “De alguna manera me cansé -de jugar-. Si la pregunta es si dejé el fútbol por los estudios, respondo que no fue exactamente así. Creo que podría haber seguido porque yo había estado con mis estudios, además con una disciplina a la que yo estaba muy acostumbrado. Podía con todo y sin demasiado problema”, explica al respecto. No en vano, sus primeros cuatro años universitarios los cubrió mientras continuaba su progresión en el Córdoba. Entonces, ¿qué hizo que su vida diera un giro radical?

Ocurrió básicamente lo que suele por estos lares: la cantera no obtenía la confianza necesaria para creer en un futuro en el primer equipo. “No estaba muy claro lo que iban a hacer con nosotros, quiero decir con los tres o cuatro del filial que de vez en cuando entrenábamos o jugábamos con el primer equipo. Yo no lo veía muy claro. La secretaría técnica tampoco fue muy clara conmigo y me planteaba cederme”, repasa aquellos días. “También me di cuenta de que te metes en un vestuario profesional y tienes oportunidad de ver cosas que no son tan positivas”, añade para incidir en la drástica variación que supone pasar de un filial a un equipo profesional. “Ése no era mi camino”, asevera sobre el fútbol al tiempo que confiesa que por la edad, su decisión, “era una apuesta muy fuerte”. Por tanto, lo describe como una etapa en la que “era al doble o nada”, todo ello con un factor determinante: “No te llegaba la motivación desde el club, que no era muy claro conmigo”. “Cuando pienso alguna vez en eso… Pues a lo mejor habría hecho las cosas de manera diferente pero entre que no me sentí muy apoyado y no veía el futuro muy claro”, prosigue no sin matizar que si hubiera surgido una oferta de Primera o Segunda -como ejemplo- no habría dejado de pisar el césped mientras continuaba con sus estudios.

“También es que, honestamente, no me veía bueno. Ahí a lo mejor sí pequé, y de lo único que me arrepiento, es de no haberme valorado. Me quedo con la espina de decir que a lo mejor era bueno para Segunda y Primera”, indica después de veinte años y unos meses de cambiar el césped por la Ciencia. Tampoco es que eche en falta todo el reconocimiento efímero del deporte, ya que hizo lo que quería y alcanzó metas de no poca relevancia. Javier López Albacete es hoy en día firma de un doctor en Física y profesor titular de la Universidad de Granada. Pero no sólo eso. Es el sello también de un integrante, con acento cordobés, de la Comisión Europea de Investigación, más en concreto dentro del departamento de Gestión y Coordinación de Proyectos. “Lo que he hecho hasta ahora, en los tres años que llevo en Bruselas, es investigación y en la universidad, docencia. Luego surgió la oportunidad de venirme a la Comisión Europea para gestionar y coordinar las evaluaciones y el seguimiento de ciertos proyectos a nivel europeo”, aclara.

¿Qué queda del Córdoba?

De manera un tanto estúpida y casi simplista surge una pregunta… ¿Es más duro la profesión de un futbolista o de un científico? “Hay muchas experiencias posibles. La carrera investigadora es bastante sacrificada porque trabaja uno con presión continua. Uno dice, investiga, bueno, pero y qué justifica que tú estés aquí. Investigas porque tienes que encontrar un resultado interesante o que contribuya. Eso no es fácil”, aclara Javi López al respecto. “Mucha gente la deja por el camino -la carrera investigadora- porque es muy incierta y hay que trabajar muchísimo”, agrega antes de afirmar que, de volver atrás, “lo volvería a hacer”. “En el fútbol, a determinados niveles, también tienes mucha presión e incertidumbre, son carreras muy cortas. Triunfas o nada”, concluye en este aspecto.

De vuelta a su etapa como futbolista, Javi López observa aquellos años con alegría por lo vivido. “La mayoría de los recuerdos son bastante buenos”, destaca. Sí es cierto que critica la falta de oportunidades para la cantera. “Creo que había una generación de buenos futbolistas que, si se es hubiera arropado e integrado mejor, podrían haber llegado a consolidarse en el primer equipo”, expresa en relación a dicho asunto. Pero, más allá de la mirada al pasado, ¿cómo ve, si es lo que lo sigue, al Córdoba actual? “Sí lo sigo pero los detalles no los tengo porque no los he seguido mucho -acerca de la situación institucional-. Me da la impresión de que es un poco caótico. Como que ha pasado mucha gente distinta por allí sin tener, me parece, ningún proyecto definido a largo plazo”, resalta. “O sea, que -el club- haya sido un poco utilizado en algunos momentos por alguna parte”, añade para después defender el valor de las categorías inferiores: “Córdoba tiene cantera y potencial de sobra como provincia y como ciudad”.

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