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Historias tras el deporte | Guillermo Lama: del problema, virtud con la raqueta

Guillermo Lara, en su entrevista a CORDÓPOLIS | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Sucede con frecuencia que nimiedades obtienen una preocupación desmedida. Como si nada más grave pudiera ocurrir. De hecho, es excesivo en cierto modo el hábito de convertir granos de arena en gigantescas montañas, como se suele decir. Quizá es en esos instantes cuando más necesidad hay de conocer problemas mucho más serios, los que sufren otras personas. También para saber la admirable forma en que muchas afrontan esas vicisitudes. No es sencillo, por ejemplo, perder la capacidad de correr, saltar y jugar cuando se es niño como consecuencia de una enfermedad. Menos aún cuando es una carencia, la de movimiento pleno, para toda la vida. Es la adversidad a la que se enfrentara con apenas cinco años quien hoy es uno de los deportistas más laureados de Córdoba -de la capital y la provincia-. Porque para Guillermo Lama nada es tan difícil como para desistir. Así, este hombre ejemplo de superación en su silla de ruedas desconoce el significado de la palabra complicación.

La vida de José Guillermo Lama Seco (Córdoba, 1970) es en apariencia tan compleja como en realidad dichosa. Puede resultar extraño entre terceros, sobre todo entre los que no forman parte de su entorno. Sin embargo, la afirmación es certera. E irrefutable a través de una de esas historias tras el deporte, como es la suya, que merecen ser contadas. De entrada, a sus 50 años presume de contar con más de una treintena de oros nacionales, tres medallas europeas y otra mundial en una disciplina asiduamente ignorada por el público común y los grandes medios como es el bádminton en silla -o el parabádminton, como se prefiera-. Por tal motivo es tan importante que cada cierto tiempo surja alguna figura como la de Carolina Marín. Campeona olímpica, tres veces a nivel mundial y cuatro en Europa aporta conocimiento de la modalidad también para quienes la practican de manera adaptada. “Claro que a nosotros nos hace tener más visión. A partir de que consiguiese sus primeros títulos se nombra más el bádminton, antes era impensable”, asevera el cordobés.

La polio, un problema convertido en oportunidad

“Además, yo tuve oportunidad de entrenar con ella un par de jornadas en la Blume, en Madrid, antes de irnos de un Internacional y es una chica encantadora”, rememora una vivencia con la onubense. Lo hace antes de insistir en la circunstancia de que “todo lo que se consiga en un deporte es importante para que esté en el punto de mira en ese momento”. Esa experiencia en la Residencia del Consejo Superior de Deportes (CSD) es sólo, sin embargo y aunque relevante para él, una anécdota dentro de la existencia y la trayectoria de Guillermo Lama -que milita en el Club Sierra Morena-, cuyo relato comienza muchos años antes. Para ser más exactos, cuando era un niño y una enfermedad desaparecida ahora -excepto en algunos países- y casi extinta entonces le marcó para siempre. Sufrió poliomielitis, o polio en su forma abreviada y más utilizada. “Yo cogí la polio con cinco años. Luego, personas más pequeñas que yo con polio casi no he conocido. Soy uno de los últimos en España que la contrajo”, explica. Para quien no tenga datos, la patología afecta principalmente al sistema nervioso y lleva a parálisis, atrofia muscular e incluso, si se da incidencia en el diafragma, la muerte.

Pese a haber transcurrido más de cuatro décadas, Guillermo Lama tiene vivo recuerdo de aquellos días en que su vida cambió de forma brusca. “Yo vivía en Levante y vino una fiebre de polio muy grande que nos cogió a muchos. Según dice mi madre, se me puso la vacuna, pero no estaba en muy buenas condiciones y ahí nos afectamos unos pocos”, expone acerca del origen de la situación. “Con seis o siete años me pusieron los bitutores (piezas ortopédicas), he estado toda la vida con bastones, hasta que en el 98 me senté por primera vez en una silla de ruedas para jugar al baloncesto”, prosigue el campeón de España 31 veces -entre oros individuales, de dobles y de mixtos- de parabádminton. Si mantiene la mirada en ese período, señala sobre la primera reacción que “eres un niño y no lo entiendes”. “Estaba corriendo y jugando con mis amigos en la calle y de pronto un día me siento mal, con mucha fiebre, se me dobla una pierna y vamos al médico, que dice: para el hospital ya”, relata del momento en que en su casa supieron que algo no iba bien. “De ahí ya no me acuerdo de casi nada porque estuve tres meses en el hospital y después sí recuerdo porque tuve momentos en los que dije: ¿Por qué me pasa a mí? Tus padres siguen bajándote a la calle pero ya no estás corriendo sino sentado en una silla”, continúa el laureado deportista.

“He intentado crecerme y lo he vivido tanto tiempo que ya es natural”, agrega sobre su relación con las consecuencias de la enfermedad. Otro capítulo distinto, aunque dentro de la misma historia, es su inicio en la práctica deportiva. “A mí me ponían siempre en Educación Física exento, nunca era evaluado. A las personas que en aquel tiempo teníamos algo el deporte siempre nos ha llegado demasiado tarde y con 18 años a lo que sí estaba acostumbrado era a andar”, narra al respecto. Fue unos años después cuando, casi por capricho del destino, recibió la llamada primero de la piscina. “Nunca me había planteado hacer nada. Conocí a una persona, que fue el presidente de la Federación Andaluza (de deporte adaptado), y fue quien me preguntó si quería hacer algún deporte. Yo le dije que sí”, continúa Guillermo Lama la revisión de su trayectoria personal. “Empecé con natación y no me gustó. Se creó un club de baloncesto en silla de ruedas, el Club Baloncesto Córdoba, y entrenábamos en el Parque Figueroa, en un subterráneo de los Colegios Provinciales”, apunta.

El camino de un campeón

Guillermo Lama evoca su primera vez en silla de ruedas con emoción. “Aluciné porque dije: oye, puedo hasta correr. Recuerdo que de chico lo que más me gustaba, antes de ponerme malo, era correr mucho. En aquel momento, con 27 años que tenía, me senté en la silla y podía correr, y fue alucinante”, asegura. Sin embargo, poco después se vio afectado de nuevo por un hecho fuera de su control. “Me enganchó la forma de hacer deporte. Estuvimos dos años jugando en Liga Nacional y en 2000 cambió el criterio de la Federación Española (de Baloncesto) y nos dijeron que para estar en Liga Nacional teníamos que ser un mínimo de diez personas”, comenta. “Nosotros, los dos años que habíamos jugado, íbamos cinco o seis, los justos, ni para hacer cambios. No pudimos entrar y dijimos: vamos a dedicarnos a otros deportes más individuales”, añade acerca de ese fin de ciclo. De esta forma, el 31 veces campeón de España llegó a la disciplina en la que es referente casi por casualidad. “La mayor parte del equipo empezamos a hacer bádminton allí, en los Colegios Provinciales”, rememora.

Comenzó entonces, quizá sin esperarlo, una carrera deportiva envidiable. Todo a partir de la recomendación que le hizo Alfonso Otero, presidente de la Federación Andaluza de Deportes de Personas con Discapacidad Física (FADDF) y figura esencial con no pocas medallas nacionales e internacionales del parabádminton. “Las personas que empezamos, que veníamos del baloncesto, fuimos los primeros en España porque no se conocía. Sí en Europa, en Francia o Alemania, y fuimos contactando con ellos para que nos fueran dando indicaciones”, se remonta Guillermo Lama su otro inicio. “Como estaba el presidente de la Federación Andaluza (FADDF), nos apoyó, y también la Española, y ya empezamos a hacer nuestros primeros campeonatos por Córdoba, en Cabra, Baena. Luego se fue apuntando gente y dimos el salto a nivel andaluz y luego de España”,  repasa. “En España nosotros fuimos los pioneros. Alfonso Otero fue el que nos introdujo y nos metió el gusanillo”, resalta.

Lo cierto es que algunos de ellos no sólo practicaron el bádminton en silla sino que se hicieron merecedores de roles referenciales a nivel nacional incluso. El mejor ejemplo es precisamente Guillermo Lama, que tiene en su historial los mencionados 31 oros de España, una plata y dos bronces en el Campeonato de Europa y otro bronce mundial. Precisamente este último logro es el que más aprecia transcurridos los años, lo cual es lógico también. “Recuerdo mi medalla de bronce en Seúl, en 2009. Aquello para mí fue muy grande, revivo cada vez el último punto que gané en el tercer set”, confiesa. Pero llegar hasta la cima no fue sencillo, menos lo es en esta disciplina. “El bádminton es un deporte que la primera vez que lo practicas golpeas el volante y dices: oye, hasta le he dado. Luego, el perfeccionamiento es lo complicado, el poder evolucionar”, arguye el ejemplar deportista. “A mí me llamó la atención del bádminton que podía competir y no se me daba relativamente mal”, agrega.

Sin la familia todo habría sido imposible

El caso es que no basta con entrenar sin más, en una disciplina que por cierto no ha sido paralímpica hasta ahora de cara a Tokio. “Dedicándole tiempo y robándoselo a mis niñas. La verdad es que mi mujer y ellas han sido las que han estado ahí siempre para que no lo deje. Cada año me cuesta más pero son ellas y el intentar superarme”, argumenta. Y por supuesto, esencial fue en todo instante otro respaldo, que cita con especial sentimiento. “Tanto mis padres como mis hermanos me han apoyado toda la vida, tanto en lo personal como en el deporte”, expresa. Ese aliento ayuda a cobrar impulso en una sociedad compleja para personas con discapacidad. “Parece que no pero las personas que tienen cualquier tipo de dificultad, entre comillas, tienen que demostrar siempre un poco más para ser tenidas en cuenta”, asevera. “Me ha pasado en el trabajo, en la vida diaria y en el deporte”, precisa en este sentido. Lo dice quien es capaz de completar un palmarés inmenso mientras crece profesionalmente, ya que Guillermo Lama tiene como empleo la jefatura del grupo de unidad administrativa del Centro Sanitario Carlos Castilla del Pino -popularmente llamado Las Setas-.

De esta forma, demuestra más si cabe su capacidad de salir adelante ante cualquier vicisitud, seria además. “Esa dificultad lo que ha hecho es motivarme más que otra cosa porque siempre he sido muy competitivo. He tenido muchas ganas de crecerme ante las adversidades”, subraya. En este sentido, el deporte juega papel esencial pues “una vez que tú te ves que eres capaz de conseguir cualquier cosa y que los únicos límites que tienes te los pones tú, te ayuda muchísimo”. “Te ayuda a tener muchísima disciplina contigo mismo y a esforzarte. Cuando quieres subid un poco de calidad, eso hace que tengas fuerza de voluntad y vayas a por ello”, destaca acto seguido. Y así, Guillermo Lama nunca pensó en dejarlo sólo ahora se plantea un “proyecto de año en año”. Aun cuando por primera vez en la historia el bádminton en silla va a ser, al fin, modalidad paralímpica.

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