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Guille Roldán, el último guerrero: en armas desde el origen del Córdoba B

Guille Roldán, antes de lanzar un penalti con el Córdoba B.

Rafael Ávalos

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Probablemente ni los más veteranos del lugar sean capaces de recordarlo. No tanto el caso concreto -cuando éste se dé- sino en plano global. Quizá sí lo hagan quienes, sin importar la edad pero presentes entonces, mantengan raigambre por el equipo. Ya se sabe que no es mayoritario -y es una lástima- el seguimiento a conjuntos de base. Más difícil resulta que haya gran número de miradas en la plantilla que marca la transición entre los escalafones inferiores y la categoría sénior. Con todo, el cuadro de aquellos años es histórico. Así es por la condición de pioneros que tuvieron quienes formaran parte de él desde su inicio hasta el cambio de siglo. Son los integrantes del Córdoba B en sus orígenes, conocidos como Generación Pepe Murcia por estar al frente de ellos el entrenador que después alcanzara, sin suerte, el primer escalón. De ellos, como es lógico, ninguno sigue en los terrenos de juego. ¿O sí? Una excepción confirma esta regla, cuyo nombre deportivo es Guille Roldán. A sus 39 años, todavía está en armas.

Guillermo Roldán Méndez, nacido el 23 de junio de 1981 en la capital, es, por decirlo de forma literaria, el último guerrero de una generación ya en descanso. Parece como si el paso de los años no fuera con él, incombustible para esto del fútbol. Ahora inicia otra aventura, quizá la definitiva. O quizá no, ¿quién sabe? El Ciudad de Lucena llamó a su puerta y el veterano futbolista tomó sus armas y aceptó el desafío de la batalla en el Grupo X de Tercera. El suyo es uno de los fichajes más sonados del club celeste de cara a la próxima campaña. Se enrola, curiosamente, en el sucesor de una entidad en cuyas contiendas también participó. Tras un periplo por Gibraltar, el extremo regresa a su tierra como el único jugador de los inicios del actual filial -equipo dependiente es lo más correcto- del Córdoba, del que surgieron no pocos nombres para el recuerdo.

Fue en 1997 cuando, con Rafael Gómez en la presidencia y con Pepe Murcia como el impulsor desde el banquillo, el conjunto blanquiverde volvió a contar con un segundo equipo. Que esta vez, además, era netamente propio. El comienzo no pudo ser mejor: el B ascendió en su primera temporada y la posterior lo hizo de nuevo, ya para llegar a Tercera División. De entonces es probable que la mayoría recuerde a hombres como Rafa Fernández, José Jesús Lanza, Pepe Díaz o Rafa Requena. Pero ya se formaba una cantera prolífica con otros como Curro Vacas, Antonio Sarmiento, Andrés Armada, Rafa Moreno, Javi López o, posteriormente, Rubén Cuesta y el propio Guille Roldán. Con muchos de ellos compartió vestuario Serafín Tobajas, que es quien recientemente atestiguó a CORDÓPOLIS el hito del extremo que durante el curso 2020-21 va a competir con el Ciudad de Lucena. En efecto, de la Generación Pepe Murcia sólo continúa activo él.

Tras pasar por el Séneca, la otra gran cantera futbolística de la ciudad, Guille Roldán no tuvo problema en dar el salto desde el primer equipo juvenil al segundo sénior, éste es el filial, tras su creación. Con el B comenzó a despuntar de tal modo que el técnico de turno -que entonces eran dos- del primer cuadro califal tuvo a bien contar con él. Ocurrió en el tramo final de la temporada 2000-01, con Juan Verdugo y Rafael Jaén Cone en el banquillo. En la trigésimo séptima jornada de Liga, ya sin problemas para la permanencia ni opciones de ascenso, los entrenadores apostaron por el extremo, en ese momento con 19 años. Los mismos que tenía Rubén Cuesta, que también tuvo sus minutos durante aquel curso. El ahora veterano futbolista debutó con el Córdoba y en Segunda A ante el Salamanca. Después participó en otros cuatro duelos, de forma que parecía abrirse hueco en la escuadra califal. Pero no fue así.

Su progresión se vio cortada, como también le sucedió al propio Rubén Cuesta, o tal y como ocurrió con otros como Curro Vacas o Antonio Sarmiento, aunque cada uno con oportunidades y trayectorias diferentes en El Arcángel. Así, en 2003 tuvo que buscar acomodo en otro club para seguir con una carrera que todavía está en marcha. Fichó por el Lucena cuando aún era Atlético Lucentino y con el cuadro celeste, tras un paso breve por el Guadalajara, celebró un histórico ascenso a Segunda B. Una gesta de la que fue gran partícipe al igualar el marcador del partido decisivo y mostrar el camino a Izco para que en el tiempo de descuento certificara no sólo el triunfo sino el impulso a la división de bronce. Con los aracelitanos se estrenó después en el Grupo IV de la superior categoría, en la que también defendió los intereses de otros equipos como el Atlético Ciudad -de Murcia-, el Melilla -en dos etapas- o el Éibar. También actuó en Segunda A de la mano del Albacete y el Alcoyano.

Con todo, quizá su etapa más gloriosa fue la que vivió en edad avanzada en territorio peninsular pero en otro país. Sí, en Gibraltar. En verano de 2015, con 34 años ya, se enroló en el Europa de la máxima categoría del Peñón. Con el conjunto británico logró hasta cuatro títulos. Sin embargo, su experiencia en este caso terminó de mala forma al ser inhabilitado por su entidad por una presunta relación con asuntos de apuestas. Fue un borrón en su hoja de servicios pero también la oportunidad de hacer el curso venidero una cuenta nueva. Para ello firma con el Ciudad de Lucena, con el que desea ascender a Segunda B. De conseguirlo, cerraría un ciclo único en la Subbética y en el fútbol provincial: dos saltos a la división de bronce con distintos equipos pero en una misma ciudad. Lo cierto, eso sí, es que Guille Roldán es el último guerrero de aquellos que comenzaron a forjar la cantera del Córdoba.

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