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Un extraño regreso a El Arcángel

Imagen de un entrenamiento del Córdoba | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Es el día. Llega uno de los instantes más esperados cada año. Después de dos meses y algo más de una semana, el fútbol vuelve a El Arcángel. Sucede con un partido que siempre resulta especial. Esta vez lo puede ser más, dadas las circunstancias. Tras un verano de ausencia, el tradicional partido de presentación ocupa la plana principal de este sábado. El Córdoba recibe al Rayo Vallecano en un duelo que supone su puesta de largo ante una afición que, sin embargo, está casi más pendiente de otros asuntos. Porque el cuadro califal expone sus nuevas armas, en esta ocasión para combatir en el Grupo IV de Segunda B, a su gente en medio de una compleja situación institucional del club. Con una pugna por la propiedad y una amenaza de embargo, el equipo que dirige Enrique Martín tiene la intención de incitar al olvido de temas que no tengan que ver con el fútbol y, por ende, agradar a una hinchada necesitada de alegrías.

A las 21:30 va a comenzar un encuentro en el que el Córdoba va a tener la complicada tarea de vencer a un rival de superior categoría. Un choque que además significa la vuelta al coliseo ribereño de más de un viejo conocido. Al frente del Rayo Vallecano está Paco Jémez, que tiene como segundo a Juan Luna Eslava. Con ellos comienza la fiesta de los reencuentros, de la que también va a participar Alberto García. Pero quizá los nombres que más relevancia tienen en este sentido son los Federico Piovaccari y Andrés Martín, que militaron en el conjunto blanquiverde el pasado curso. Los focos apuntan sobre todo al joven atacante, que llamó la atención de propios y extraños en su debut en Segunda A y permitió al club califal ingresar 2,5 millones de euros. Ésta fue la cantidad en que se cerró su traspaso al cuadro madrileño y que ayudó a cerrar la 2018-19 en el apartado económico a su ya anterior equipo.

De vuelta al Córdoba, que es lo que realmente importa en torno a El Arcángel, el duelo es una oportunidad de demostrar un potencial que, desde fuera, se ve por encima del nivel de Segunda B. O como mínimo, se considera top para la categoría de bronce. El conjunto blanquiverde encara el partido después de cinco muy distintos: ante rivales de inferior división y otros de superior, también ante uno de la misma; con juego más vistoso y menos acertado; y, principalmente, con pocas pistas reales sobre lo que es el equipo. Es en esta ocasión en la que, en teoría, se va a contemplar un once próximo al que plantee Enrique Martín en el inicio del campeonato liguero. Las probaturas quedan poco a poco atrás para dejar paso a los ensayos serios, al menos sobre el papel. Esta vez lo lógico es observar sobre el verde una alineación de posibles titulares y después una retahíla de cambios que discutan esa condición.

Sea como fuere, el partido va a significar un extraño regreso a El Arcángel. De inicio, el plantel está renovado casi en su totalidad. Apenas tres jugadores que terminaron la 2018-19 continúan en el vestuario blanquiverde y hasta trece son los fichajes que, por el momento, realizó la dirección deportiva de la entidad. El encuentro ante el Rayo Vallecano va a ser, por tanto, la primera toma de contacto de la mayor parte de los futbolistas de Enrique Martín con su nuevo hogar deportivo. También lo va a ser para el técnico, estandarte casi desde el primer día del proyecto. Del mismo modo ésta es la cita indicada para que la afición conozca a los jugadores que la campaña venidera defiendan su camiseta. En principio debe existir comunión entre el campo y la grada en el punto de partida antes de encarar el desafío del retorno a Segunda A.

Pero la vuelta al coliseo ribereño no es extraña tan sólo por los hechos mencionados. Lo va a ser además por el ambiente enrarecido que rodea al Córdoba. Los seguidores asisten entre atónitos e indignados a una problemática administrativa que parece va a ser la más grave de la historia de la entidad. El impago de Jesús León en lo que debía ser el cierre de la compraventa del club, la reaparición de Carlos González para luchar por la propiedad y, en último lugar, la diligencia de embargo abierta por reclamación de Luis Oliver hacen que el verano resulte más desagradable para todos de lo esperado. Más si cabe cuando el conjunto califal realizó desde el inicio una notable planificación deportiva. El hecho es que las circunstancias pueden generar la primera oleada de críticas al dueño y presidente de una temporada que, a nivel competitivo, va a resultar difícil y va a requerir de una unión máxima.

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