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Dolor y gloria: el día en que todo cambió para Pablo Villa

Pablo Villa, en la sala de prensa del Córdoba. FOTO: MADERO CUBERO

Paco Merino

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El nuevo entrenador del Córdoba marcó un gol en la mayor remontada de la historia del club y sufrió una lesión que marcó el final de su carrera

Hay momentos en los que uno sabe que algo importante está pasando. Más allá de las sensaciones del instante, de las repercusiones inmediatas o de la visión subjetiva del hecho por parte del ojo ajeno. Pueden ser unas décimas de segundo, una pulsión interna, una toma de consciencia definitiva. Uno lo sabe. Simplemente. Pablo Villa, el nuevo entrenador del Córdoba, experimentó ese viaje íntimo una calurosa tarde del 8 de mayo de 2005. Un día tan malo como cualquier otro de aquella nefasta temporada blanquiverde, en la que los festejos por el cincuentenario de la fundación de la entidad habían derivado en una procesión de desgracias. Por aquel entonces, en las gradas del estadio colgaban pancartas con impactantes leyendas -“El Arcángel no se rinde”, una de las más célebres- y sobre el césped se buscaba la salvación con el grupo más internacional de todos los tiempos. Había argentinos, brasileños, venezolanos, un italiano, un sueco... y uno de Alcorcón. Pablo Villa. Pongámonos en situación.

Jornada 36 del campeonato 2004-05 en Segunda División. El Córdoba, después de dos bofetadas consecutivas (un 1-2 ante el Racing de Ferrol, con un tanto del cordobés Curro Vacas, y un 4-1 en Carranza a manos del Cádiz), es colista del campeonato y tiene la salvación a siete puntos de distancia. Le visita el Málaga B, clasificado en el puesto 17º y obviamente con la permanencia como objetivo. Los anfitriones estaban obligados a ganar para seguir manteniendo una esperanza. Ganar para sobrevivir. Metidos en esa espiral de presión máxima estaban desde las primeras jornadas, obligados a protagonizar un milagro cada domingo para neutralizar el peor arranque que jamás se haya visto: 7 puntos sobre 54 posibles. Un drama colosal.

El público cordobesista, por esas cosas que tiene el veneno del fútbol, creía en el milagro. Jamás ningún club en la historia del fútbol español había conseguido salvar el pellejo con unos números tan espantosos. Pero el Córdoba es el Córdoba. Comienza el partido. A los 3 minutos, el equipo  sufre la expulsión del central Selu por agarrar al malaguista Paco Esteban cuando éste se iba sólo hacia la meta de Saja. Con uno menos, el conjunto que dirigía Juan Carlos Rodríguez (director deportivo que había sustituido a Crispi, quien lo había hecho antes con Roberto, que a su vez había suplido a Esteban Vigo) se disponía a sufrir su particular calvario semanal. El castigo se acrecentó con un gol de Paco Esteban en el minuto 24. Sesenta segundos después, el mismo protagonista para el 0-2. Caos. Muchos espectadores comienzan a irse del estadio. En silencio. Sin protestar. Para qué.

Y entonces comenzó la magia. El brasileño Marchiori hace el 1-2 en el minuto 35 y cuatro minutos después empata el argentino Cristián Álvarez. En inferioridad numérica, el Córdoba había logrado equilibrar el marcador antes del intermedio. La transformación continuó ante el delirio de la grada. Berruet, que había suplido a Cristian Álvarez, firmó el 3-2. Y Txiki, que había salido al campo por Anderson, sentenció con el quinto en el 84. Tres minutos antes, Pablo Villa había puesto su sello al 4-2, el tanto que definitivamente noqueó la resistencia del filial malaguista. Villa celebró el gol de una manera curiosa, con un gesto indefinible. La imagen salió en casi todos los periódicos al día siguiente. En el rostro del jugador no se dibujaba alegría, sino una mezcla de alivio por la resolución de un problema presente y un dolor por lo que podría traer el futuro. Con los brazos caídos y una expresión de sufrimiento infinito, Villa recibió el abrazo de sus compañeros. Ese día, el Córdoba protagonizó la mayor remontada de toda su historia. De un 0-2 (y con un jugador menos) al 5-2.

También ese mismo día, Villa sufrió una lesión de menisco que le provocó intensos dolores en los siguientes partidos. El jugador aplazó su paso por el quirófano y resistió mientras pudo. “Si no estuviésemos en la situación en la que estamos, ya hubiera sido operado. Está poniendo todo lo que tiene”, explicaba el entrenador, Juan Carlos Rodríguez. El Córdoba abandonó aquel día de mayo el último puesto y peleó de una forma conmovedora hasta el aliento final. Terminó descendiendo en la penúltima jornada, tras caer en El Arcángel ante el Valladolid (3-4). Villa no volvió a ser el mismo. Fue operado y siguió dos años más en el Córdoba, en Segunda B, sin alcanzar ya nunca la condición de titular. Se despidió del club tras el retorno a Segunda, después de celebrar la macrofiesta en Las Tendillas. Ahora es el entrenador del Córdoba. Le encargan una tarea épica, para la que seguro que encontrará inspiración en aquel día inolvidable ante el Málaga B, un partido especial que quedó grabado en la memoria de muchos cordobesistas como una de las mayores lecciones de orgullo que nunca se hayan presenciado en El Arcángel. De aquel Córdoba ya no queda nadie, aunque hoy visten la blanquiverde -no se sabe por cuanto tiempo más- dos chavales de aquel emergente filial malacitano: Armando y Alberto Aguilar.

FICHA TÉCNICA

Córdoba: Saja, Marc Bertrán, Pierini, Selu, López Ramos, Fredrick Soderstrom, Marchiori (Leo Jiménez, 72'), Cristian Álvarez (Iñaki Berruet, 58), Ruano, Pablo Villa y Anderson Costa (Txiki, 60').

Málaga B: Goitia, Barajas (Ador, 66'), Armando, Silva (Diego Castro, 75'), Rubén, Jesús, Iván Hernández (Calderón, 57'), Usero, Alberto Aguilar, Geijo y Paco Esteban.

Árbitro: Jesús María Orueta Ibarrola. Expulsó en el minuto 3 al cordobesista Selu.

Goles: 0-1 (24') Paco Esteban. 0-2 (25') Paco Esteban. 1-2 (35') Marchiori. 2-2 (38') Cristián Álvarez. 3-2 (62) Iñaki Berruet. 4-2 (81') Pablo Villa. 5-2 (84') Txiki.+

Incidencias: Jornada 36 del campeonato de Liga de Segunda División 2004-05. Unos 12.000 espectadores en El Arcángel.

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