Salir adelante lejos de casa: Daniela, Mayya y Musa, tres vidas refugiadas en Córdoba

Cada 20 de junio se celebra el Día Mundial del Refugiado, una fecha que debe servir par poner rostro y voz a quienes se han visto forzados a dejarlo todo atrás: su hogar, su familia, su historia. En Córdoba, más allá de estadísticas y cifras, hay historias reales, concretas y profundamente humanas. Hoy, desde Cordópolis le damos voz a Daniela, Musa y Mayya, tres personas refugiadas en Córdoba -los dos primeros, muy jóvenes- que están recibiendo el apoyo de la Universidad de Córdoba (UCO). Son originarios Colombia, Palestina y Ucrania, pero tienen en común un largo viaje lleno de incertidumbre, decisiones difíciles y una lucha diaria por salir adelante lejos de casa.
Daniela tiene 21 años y llegó a Córdoba en 2023 desde Colombia. Su intención era participar en un intercambio universitario, pero cuando eso no fue posible, decidió quedarse en la capital cordobesa intentarlo por su cuenta. Había invertido tiempo, dinero y muchas esperanzas en ese viaje. Podría haberse dado la vuelta. Pero no lo hizo. Sabe que la situación en su país es complicada, pero su decisión de abandonar su país respondió a su deseo de formarse y poder trabajar. En esa decisión, dejó a toda su familia en Colombia y viajó a Córdoba.
“Tenía claro que no quería regresar a Colombia. Tenía la ilusión de seguir estudiando, de tener otra vida, de formarme. Mis padres no tienen muchos recursos, y sabíamos que era una oportunidad única”, explica. Así que, con apenas 20 años, tomó la decisión de quedarse en Córdoba y tratar de encauzar su plan. Buscó cómo matricularse en la Universidad y logró entrar en Educación Social.

Camina por los pasillos de la Facultad de Educación de la UCO cargando una mochila que parece pesar más por las responsabilidades que por los libros. Estudia por la mañana el Grado de Educación Social, de 8:30 a 15:00, pero su jornada empieza mucho antes. De 6:00 a 8:00 trabaja limpiando gimnasios para poder pagar facturas y, al fin y al cabo, “sobrevivir”. Desde Colombia se trajo unos pocos ahorros, pero desde su llegada a Córdoba empezó a trabajar. Pudo obtener su condición de asilada política y así conseguir el permiso de trabajo. Desde hace apenas dos meses consiguió la residencia para poder estar legalmente en España.
Reconoce que el primer año estudiando Educación Social fue el que más le costó, tanto económica como académicamente. “Una parte de la matrícula la pagué con lo que me traje de Colombia y el resto, lo fraccioné. Pude afrontar esos gastos gracias a los trabajos que me salían. Gracias a que aprobó buena parte de las asignaturas, quedó exenta de pagar otras durante este segundo curso. Además, solicitó una beca para el pago de matrícula que ofrece la UCO dentro del plan UCO-Refugio y que le fue concedida.
Su futuro solo pasa por seguir en Córdoba. Desde que emigró a la capital no ha vuelto a ver físicamente a sus padres, quienes no quieren abandonar su país de origen. “Reconozco que me hace mucha falta mi familia, pero aquí tengo la oportunidad de salir adelante y de que mi carrera sea reconocida para poder trabajar, algo que no ocurre en Colombia”.
Como Daniela, Musa también llegó a Córdoba en busca de un futuro para el que es clave la formación y el estudio. Oriundo de Palestina, su primer aterrizaje en España fue Granada, en 2021. Allí se preparó la Selectividad y pudo entrar en el Grado de Ingeniería Eléctrica de la UCO en septiembre de 2022. También emprendió su viaje solo. Sus padres y sus hermanos viven en Jordania, después de que hayan tenido que abandonar Palestina ante el genocidio que está cometiendo Israel.

El recrudecimiento de la guerra hizo que Musa pidiera la condición de refugiado hace menos de un año pidió asilo debido “a las complejidades que conlleva la tarjeta de residencia, que se tiene que renovar continuamente, un proceso que, además, tarda”. En este caso, la UCO también lo ha apoyado a través de una beca para afrontar el pago de la matrícula. En un español que se le entiende a la perfección -ha asistido a clases desde que aterrizó en España-, explica que nunca ha experimentado racismo en Córdoba, pero sí ha sentido una cierta sensación de “abandono” cuando, al principio, no manejaba el idioma y no sabía relacionarse. Tres años después, Musa tiene amigos y una red de apoyo en su día a día, pero “siempre” echa de menos a su familia, quienes tampoco quieren abandonar Jordania.
Y el testimonio de Mayya sí está directamente relacionado con la guerra, en su caso, la de Ucrania. Cuando Rusia decidió invadir su país, ella era jefa de una cadena de restaurantes. Lo tenía todo y su situación económica era buena, pero la guerra lo aniquiló todo. Puso un pie en Córdoba en abril de 2022 porque su hija ya vivía en la ciudad antes del conflicto.
Hace muy poco que se ha enterado de que su marido ha muerto en Mariúpol. Durante semanas, ella y su hija no supieron nada de él. “Llamábamos muchas veces, pero no había conexión. Finalmente, una vecina que logró salir hacia Alemania nos contó que había muerto”, relata. Su hija, que regresó a Ucrania, tiene ahora una pareja luchando en el frente.

En Córdoba, le ha tocado empezar de nuevo. En Ucrania ya estaba jubilada dado que allí la edad está fijada en los 60 años. Pero sabe que en España debe ponerse a trabajar. Gracias a la organización Accem, que trabajar con personas refugiadas, aprendió español, participó en actividades comunitarias y buscó orientación para rehacer su vida. La UCO la ha becado para conseguir el nivel B2 de español a través de UCO Idiomas. “No pensaba quedarme. Quería volver a Ucrania, pero ahora no veo que sea posible”, lamenta amargamente esta mujer, que está en Córdoba gracias a una protección temporal que renueva continuamente hasta que le sea otorgada la condición de refugiada.
Daniela, Musa y Mayya son solo tres de los muchos rostros que encarnan el drama y la resiliencia del refugio. Jóvenes o mayores, solos o con familias rotas por la distancia y la guerra, todos ellos buscan reconstruir una vida digna en un lugar que no eligieron, pero que los ha acogido.
El Plan de la UCO para ayudar a los refugiados
El Plan UCO Refugio, aprobado el Consejo de Gobierno de la UCO, contempla tres grandes líneas de acción que se extenderán hasta 2030. La primera de ellas se centra en los servicios y apoyos que puede ofrecer la Universidad de Córdoba a personas refugiadas o solicitantes de asilo que ya sean estudiantes de la UCO. Es decir, está pensada sobre todo para quienes están en situación de refugio y también desean continuar o comenzar estudios universitarios.
Dentro de esta línea se ofrecen becas de grado y posgrado, así como asesoramiento especializado para el empleo y el emprendimiento. También se comunican todo tipo de programas y se resuelven dudas académicas. Además, existe una flexibilización en convocatorias y requisitos, ya que muchas veces estas personas no pueden presentar documentación por su situación, tal y como señala la directora del Área de Cooperación y Solidaridad de la UCO, Mayte Hernández Merino.
La segunda línea está dirigida a personas refugiadas o solicitantes de asilo que no pueden acceder a la universidad, ya sea por no cumplir con los estudios requeridos o por no haber podido hacer la prueba de acceso a la Universidad.

Para ellas, la UCO ha puesto en marcha diferentes acciones, como la cesión de instalaciones deportivas una vez por semana, en colaboración con asociaciones de acogida de Córdoba, donde realizan actividades de ocio, integración y distracción. También se les facilita el acceso a cursos de formación, por ejemplo, en natación, que pueden realizar durante tres meses.
Estas personas también pueden recibir becas para formación en idiomas, tanto en español como en inglés, como ha sido el caso de Mayya. Aunque no estén matriculadas oficialmente como estudiantes de la UCO, se les orienta a través de la Fundación Universitaria para el Desarrollo de la Provincia de Córdoba para su inserción social y profesional.
La tercera y última línea del Plan es de sensibilización y concienciación dirigida a la comunidad universitaria. En este marco cuenta Hernández, se ha organizado una exposición fotográfica sobre Palestina en la Biblioteca Universitaria, y en redes sociales se difunden mensajes, actividades y cursos.
Según los datos ofrecidos por la directora del Área de Cooperación y Solidaridad de la UCO, en cuanto al impacto actual del Plan, se han otorgado 13 becas este año, todas por valor de 1.000 euros, para que puedan ser usadas en formación, ya sea en estudios de grado o en cursos de idioma de la UCO. Actualmente, hay unas siete personas previstas para iniciar el curso de natación y en las actividades deportivas semanales participan entre 20 y 30 personas refugiadas.
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