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El dilema de Enrique Martín

Enrique Martín, pensativo en un entrenamiento | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Es uno de los asuntos más tratados en lo que va de temporada. Pocas veces se habló tanto del tema. Las dudas en torno al juego y la falta de alguna que otra victoria más son las causas principales del debate, que cobra fuerza tras la última decisión desde el banquillo. El sistema empleado por Enrique Martín es aspecto esencial hoy por hoy en el entorno del Córdoba, que el pasado domingo presentó sobre el campo un dibujo distinto al habitual desde la llegada del navarro. La convicción del técnico por el 5-3-2 diseñado en verano parece no ser tal en este momento dada la variación que realizó ante el Cádiz B, un choque en el que dispuso una defensa de cuatro y sólo un punta. El resultado fue satisfactorio pero quedaron varias incógnitas.

Grande fue la sorpresa en el último partido cuando el Córdoba dio a conocer el once confeccionado por su entrenador. No sólo por los cambios de jugadores respecto de la anterior jornada, que provocó que titulares indiscutibles quedaran fuera, sino por la ya mencionada variación de esquema. Desde su llegada al conjunto blanquiverde Enrique Martín había apostado de manera firme por una zaga de tres con los laterales a modo de carrileros. Era su idea predilecta y con ella fue adelante incluso cuando no acababa de despegar el equipo. Por ejemplo, en Villarrubia de los Ojos la imagen fue discreta y en Yecla más si cabe. Aun así, insistió el preparador califal en esa disposición. Y eso que no dejó de probar con otras fórmulas.

“En todo esto de los sistemas siempre he pensado que es el futbolista el que los hace buenos o no”, expresó el navarro en la previa del choque con el Cádiz B. El discurso es el mismo que mantuvo con anterioridad y al mismo añadió que “lo normal es que se siga esta línea”. Esto último iba en relación a un 5-3-2 que sólo dos días después dejó en el cajón. Después de seis encuentros, el técnico quiso buscar otra manera de ir a por una victoria que se le resistía a los blanquiverdes durante tres jornadas. En la zaga colocó una línea tradicional de cuatro y reforzó la medular con un doble pivote tras una tripleta en tres cuartos. La permuta hizo que tuviera que pensar en los extremos, como es lógico. Ahí entraron Raúl Cámara y Zelu para la banda derecha, por ejemplo.

Consiguió Enrique Martín resolver su dilema. Aunque fue sólo por el momento. Cierto es que el cuadro califal mejoró en bastantes facetas. Sin ir más lejos, logró una mayor posesión del balón y otorgó más consistencia al centro del campo. Quizá perdió en la parcela ofensiva, si bien esto fue sólo una percepción ocasionada por una actuación menos llamativa de Owusu. Condicionante pudo ser en este sentido el hecho de que el ghanés fuera el único hombre en punta de ataque en esta ocasión. Pero lo que no tuvo el Córdoba con el africano lo recuperó con la llegada desde segunda línea de hombres como De las Cuevas -de hecho el alicantino fue el autor del gol del triunfo-.

Pero otra realidad, más allá de los detalles positivos mencionados, fue precisamente la incapacidad de mover el marcador. Ante el Cádiz B el empate a cero continuó hasta el minuto 94, cuando llegó el tanto de la victoria. Por tal motivo se vio obligado Enrique Martín a reordenar las piezas durante el choque con el filial amarillo. Primero introdujo a Gabriel Novaes por Zelu y el esquema se aproximó más a un 4-4-2 que al 4-2-3-1 de inicio. Después hizo lo propio con Juanto Ortuño, que suplió a Xavi Molina en lo que ya se asimiló a un 4-3-3 -aunque el dibujo no fuera éste exactamente-. Tampoco es que se produjera un cambio notable, dado que el conjunto blanquiverde se empleaba a fondo en  materia ofensiva desde bastante antes.

Las permutas a lo largo del encuentro, con todo, no tuvieron como significado que el nuevo sistema fuera imperfecto. Diferente es la situación en referencia con la plantilla con que cuenta Enrique Martín. Ahí sí surgen dudas en torno al 4-2-3-1. Más que nada por la escasez de efectivos para las bandas en ataque. El primer equipo apenas tiene un extremo como tal, que es el propio Zelu. A él se pueden sumar Sebas Moyano o De las Cuevas, así como Owusu, para intervenir en un momento dado en alguno de los flancos del cuadro califal en línea de tres cuartos. En este punto se encuentra por tanto la principal problemática para seguir adelante con el esquema recién elegido, lo que supone que el técnico mantenga su dilema.

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