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El centro de mando califa vuelve a resurgir

Mario Ortiz, en un partido del Córdoba en El Arcángel | ÁLEX GALLEGOS

Jesús Ventura

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Un cambio de filosofía necesario. El año natural del Córdoba ha sido de todo menos tranquilo. Los problemas extradeportivos y judiciales se aliviaron en gran parte cuando la Real Federación Española de Fútbol otorgó los derechos federativos a la actual SAD comandada por Infinity. Gracias a la estabilidad social y económica, la hinchada blanquiverde pudo centrarse en lo verdaderamente esencial de este deporte, pero los contratiempos seguían llegando. Los malos resultados cosechados con Juan Sabas al mando del banquillo califa obligaron a la directiva a tomar decisiones drásticas. Gracias a esto, Pablo Alfaro llegó para comandar el barco cordobés y ha logrado cambiar la mentalidad reinante en el vestuario, incluido el del mediocampo. El centro de mando del Córdoba no ha variado mucho conforme el paso de las jornadas, pero el estilo de juego sí y gracias a esto, la entidad cordobesa ha retomado nuevamente el vuelo.

Y es que el centro del campo blanquiverde ha recuperado su seña de identidad. Juan Sabas ofrecía un juego atípico para la composición real de la plantilla. De hecho, el Córdoba se sentía mucho más cómodo sin el balón en numerosas fases del partido y se dedicaba más a no pasar apuros en defensa que a volcarse en la portería contraria. Gracias a esto, la entidad califa ha sufrido mucho para perforar el arco rival y ha encajado empates o derrotas que, a priori, eran inesperadas. Por ello, la directiva cordobesa se vio obligada a cesar al técnico madrileño y firmar a un Pablo Alfaro que cambio por completo la filosofía del vestuario, empezando por intentar desplegar un juego más alegre basado en el balón como protagonista por encima de todas las cosas.

Esta permuta en el estilo benefició a los actuales jugadores que componen la plantilla cordobesa. Y es que la escuadra fue planificada con el objetivo de dominar y presionar al rival en campo contrario, sobre todo para los hombres que están llamados a ser importantes en el medio del campo. Mario Ortiz y Javi Flores son dos futbolistas de toque y calidad que se veían muy perjudicados a la hora de defender en su propia área y que no disfrutan de una gran velocidad para salir al contragolpe. Con el actual plan de juego impuesto por Pablo Alfaro, tanto Ortiz como Flores están disfrutando de sus mejores minutos de la temporada sobre el césped. Sin embargo, hay un jugador que ha sobresalido por su simpleza y elegancia en el pivote. Alberto del Moral se ha posicionado como el componente más importante de este plantel después de su gran actuación en las últimas tres victorias del cuadro blanquiverde ante unos rivales exigentes como son Real Murcia (0-1), El Ejido (4-0) y Albacete (1-0)

El gran nivel de estos tres futbolistas ha hecho que piezas, a priori, importantes se hayan diluido con el paso de las jornadas. El primer nombre es el de Darren Sidoel. El neerlandés comenzó la temporada siendo titular ante el Lorca Deportiva, pero a los 52 minutos fue sustituido y ya no ha podido participar más vistiendo la elástica blanquiverde. Por otro lado, las lesiones han perjudicado tanto a Djak Traoré como a Xavi Molina. La polivalencia del catalán le permite actuar tanto de pivote como de central, pero sus dolencias musculares le han tenido apartado de los entrenamientos durante muchos meses y no ha encadenado las suficientes sensaciones positivas. Mientras tanto, Traoré sí que ha contado con más minutos en esta temporada, pero no ha terminado de cuajar ni como líbero ni como un seis natural. El paso de las jornadas y el trabajo en las sesiones diarias marcarán si estos futbolistas se merecen una oportunidad más en el once inicial impuesto por Pablo Alfaro. Mientras tanto, el centro de mando empieza a carburar.

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