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Iván Ania, a la altura de los mitos: 93 partidos para entrar en el olimpo del Córdoba CF
Hay victorias que son mucho más que tres puntos. Son un balón de oxígeno, un puñetazo en la mesa, un argumento para creer. La del Córdoba CF este domingo en el Ibercaja Estadio (0-1) fue todo eso y, además, una página de historia. En un partido de supervivencia, de oficio y poco brillo, el equipo se llevó un triunfo vital que, de paso, catapultó a su entrenador a los libros de récords del club. Y es que, mientras el cordobesismo debate sobre el juego irregular del equipo, sobre su versión Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Iván Ania Cadavieco se ha convertido, en silencio y pasito a paso, en una leyenda viva del banquillo blanquiverde.
Los datos, fríos e irrefutables, hablan por sí solos. Con el pitido final en Zaragoza, Ania sumaba su partido oficial número 93, un hito con el que supera a Lucas Alcaraz (92) y se apropia en solitario de la octava plaza en el ranking de entrenadores históricos del club. Pero la gesta no termina ahí. De hecho, el dato más impactante es que esos 93 partidos han sido consecutivos, sin interrupción desde su llegada en verano de 2023. Con ello, iguala una marca de longevidad que solo ostentaba el mito entre los mitos: Pepe Escalante, quien también dirigió 93 encuentros seguidos entre diciembre de 1998 y diciembre de 2000, superando a su vez al propio Alcaraz (92) en este sentido, según los datos compartidos por Álvaro Vega (@LaLigaEnNumeros) en la red social X.
Un récord entre la autocrítica y la necesidad
Sin embargo, esta proeza histórica vive en una extraña paradoja con la realidad deportiva. El propio Ania, lejos de la euforia de haber logrado el primer triunfo de la temporada lejos de El Arcángel, fue el primero en ponerle calma a la celebración con un ejercicio de honestidad brutal tras ganar en Zaragoza: “Sacamos los tres puntos quizá en uno de nuestros peores partidos como visitantes”. Una frase que resume a la perfección el momento del equipo: un conjunto que, como se vio ante la Real Sociedad B o el Racing, es capaz de lo mejor y de lo peor en un mismo partido, que aún busca la contundencia perdida y que, pese a la victoria, sigue en la zona media-baja de la tabla (15º), a tan solo un punto del descenso.
Esta bipolaridad ha colocado al técnico asturiano, por primera vez desde su llegada, en el centro de un cierto debate, sereno pero palpable, en algunos sectores de la afición, sobre todo cuando los resultados no llegaban. La afición ve el potencial, como en ciertos tramos de lucidez de la temporada pasada donde se llegó incluso a soñar con pelear por el play off de ascenso a Primera División, pero sufre con la fragilidad de un equipo que aún no ha encontrado la regularidad ni en juego, ni en sensaciones ni, sobre todo, en ambas áreas. Y es precisamente en medio de esas dudas donde Ania ha respondido con lo único que zanja cualquier discusión: los números y la historia.
Codeándose con los mitos del banquillo califal
Escalar hasta esa octava posición significa que el nombre de Iván Ania ya se codea con las figuras más sagradas que han ocupado el banquillo de El Arcángel. Ha superado a un técnico recordado por su solidez defensiva como Lucas Alcaraz y ya tiene en el horizonte a auténticos tótems como Roque Olsen (101 partidos), el hombre que llevó por primera vez al Córdoba a Primera División; Iosu Ortuondo (102), que logró ascender al equipo de Tercera a Segunda B; o José Juncosa (124), artífice de dos ascensos, uno a Segunda y otro a Primera.
El asturiano forma parte de un olimpo en el que residen leyendas como Ignacio Eizaguirre (139 partidos), el entrenador de la mejor temporada de la historia del club (quintos en Primera División en la 1964-65), o el propio Pepe Escalante, líder absoluto con 176 encuentros y dos ascensos en su haber. Son nombres que evocan las tardes de gloria más recordadas por el cordobesismo.
Así, el triunfo en Zaragoza deja un poso complejo. Por un lado, la alegría por tres puntos balsámicos que deben servir, como dijo Ania, para dar “tranquilidad” y que el equipo juegue más liberado. Por otro, la constatación de que Iván Ania, el hombre tranquilo, el arquitecto del último ascenso, sigue batiendo récords y grabando su nombre en la historia del Córdoba CF, incluso cuando las aguas bajan más revueltas. Una paradoja que solo el tiempo y los resultados dirán cómo se resuelve.
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