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Carlos Caballero, el último superviviente

Carlos Caballero, en una acción del pasado curso. | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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El centrocampista es, tras la salida de López Silva, el único jugador que continúa en el Córdoba desde 2011, inicio de la etapa Carlos González | La próxima será su sexta temporada como blanquiverde

Es el único que continúa en El Arcángel. Su continuidad, otrora en duda, no genera la más mínima incertidumbre en la actualidad. Incombustible en el centro del campo, es uno de esos futbolistas que quizá pierden presencia en determinados partidos -la perfección no es cosa del ser humano- pero capaz de crear donde nada hay. Trucos de prestidigitador son habituales en él, magia en la medular que no pocas veces tiene el resultado final del gol. Carlos Caballero, sin necesidad de chistera y varita, es artista sutil y el Córdoba es su escenario desde hace cinco años. El siguiente será el sexto. Y el primero en el que no comparta el vestuario, que es su camerino, con su inseparable ‘pájaro’. La salida de López Silva, el otro intérprete originario hasta ahora, le convierte además en el último superviviente del punto de partida de la etapa de Carlos González al frente de la entidad blanquiverde.

Carlos Caballero Pérez (Alcorcón, Madrid, 1984) observa en el horizonte, este verano, el comienzo de su sexta temporada como futbolista del Córdoba. El madrileño recaló en el conjunto blanquiverde en aquel verano de 2011 de cambio total en El Arcángel. Fue uno de los tres primeros fichajes que realizó Juan Luna Eslava en los albores de la propiedad y presidencia de Carlos González. En el anuncio de su incorporación le acompañó Jaime Astrain y, por supuesto, López Silva. Junto con el onubense llegó procedente del Cádiz y en un principio tanto el suyo como el de sus compañeros, uno nuevo y otro conocido, fueron nombres acogidos con reticencia entre la afición. Era por aquello de que viajaban desde Segunda B. El defensa corrió peor suerte, pero el centrocampista, al igual que el extremo, recordó que en el fútbol no manda tanto la categoría como la calidad. Aunque en su primer año no gozó de excesiva regularidad, mostró los detalles del fútbol nacido de sus botas.

Al jugador natural de Alcorcón le correspondió jugar, de algún modo, un papel secundario en el Córdoba de Paco Jémez. En la 2011-12, esa campaña inolvidable por ser la de la recuperación del sueño de Primera, disputó más de 20 partidos no obstante. Mucho mayor fue su protagonismo en la siguiente temporada y más lo habría sido en la 2013-14, la del retorno a la elite, de no ser por una lesión que le mantuvo alejado del césped largo tiempo. Con el cuadro califal en la máxima división no logró obtener la confianza de Djukic tras salir del dique seco -a Ferrer apenas le dio tiempo de devolverle su plaza-. Salió entonces rumbo a Grecia, donde estuvo cedido en el Veria. Fue ése el inicio de una extraña y desagradable travesía. Apenas jugó y cuando regresó el club no acertó a cerrar los trámites burocráticos necesarios para que el madrileño pudiera actuar en Segunda A. Otros seis meses fuera de juego. En enero, el problema quedó solventado y Carlos Caballero enseguida retomó el pulso a su espectáculo en el campo, que en el play off, sin ir más lejos, indicó el camino al gol por dos veces. Oltra, poco a poco, le metió de lleno en su plan. Ahora, es el último superviviente de aquel Córdoba que se gestara en 2011.

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