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La 'caravana de valientes' quiere ser talismán

Alegría en la grada blanquiverde en Santo Domingo | LOF

Redacción Cordópolis

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Caravana de valientes (1950) es una película del eterno John Ford (así se tradujo Wagon Mast en Latinoamérica; en España fue Caravana de paz) y así quiso llamar el área de mercadotecnia del renovado Córdoba CF a su última idea: fletar autobuses gratis para que la hinchada blanquiverde acompañe en masa al equipo fuera de casa en su vía crucis hacia la salvación. El convoy se estrenó esta jornada viajando a Alcorcón y lo formaron unos 330 seguidores de repartidos en cuatro buses de la empresa Pérez Cubero, además de los dos autocares oficiales de las peñas y un grupo reducido de aficionados del club califal que se desplazaron en coche particular desde distintos puntos de la Comunidad de Madrid. En total, alrededor de medio millar de valientes ubicados en el Fondo Norte de Santo Domingo.

Como los mormones de esa cinta del Genio del western, la intrépida expedición partió a las 11 de la mañana desde El Arcángel rumbo a localidad madrileña con una rotunda ilusión: alcanzar la Tierra Prometida, la de praderas fértiles para poder cultivarlas, que, en el caso del Córdoba, llevan por nombre Permanencia en la Liga 123. Los cánticos y las arengas animaron el trayecto, con la conjura a bordo de hacerse notar en la grada y animar al equipo con más fuerza que nunca en las salidas de esta temporada. Sobre todo, sabiendo que el Córdoba no gana a domicilio desde el mes de agosto (cuando lo hizo frente al Albacete en la segunda jornada), que el Alcorcón es un duro rival directo en la batalla del descenso y que el conjunto alfarero ha hecho de su estadio un fortín (no ha perdido aquí en los últimos casos meses). A sacar el orgullo del aficionado blanquiverde también contribuyeron unas encendidas declaraciones del centrocampista rival Jon Errasti, que jaleó a los suyos para convertir el campo en una caldera contra los visitantes: “Santo Domingo tiene que ser un infierno para el Córdoba”.

Ni el recinto amarillo fue un infierno (demasiadas lagunas en las gradas) ni los valientes se amilanaron. Todo lo contrario. El tempranero gol de Asdrúbal (minuto 3) no hizo mella alguna en el ánimo de los seguidores cordobesistas que siguieron empujando al Córdoba con la fe intacta. Así, pensando en que la remontada era posible viendo el voluntario arranque del plantel de Sandoval,  llegó el tanto de Narváez, que certificó la confianza de la hinchada califal. “Sí se puede, sí se puede”, gritaron los valientes en la celebración del extremo colombiano.

Alentando varios arreones sin éxito del Córdoba -Javi Lara no acertó con una falta muy peligrosa-, los valientes dieron un respiro a sus gargantas en el descanso conscientes de que los momentos de más tensión, donde debían llevar al equipo hacia la gran gesta, estaban por llegar. El conjunto madrileño salió a morder en la segunda mitad y el Córdoba se echó atrás aguantando las embestidas. Fue tras los cambios de Sandoval, cuando el equipo se quitó la presión y dio la vuelta al marcador con un remate de Aythami a saque de falta en el 77. “Sí se puede, se puede”, volvieron a gritar los incondicionales con esperanza de salvación. Incluso el equipo escuchó su “A por ellos, a por ellos” y Aguado (que había reemplazado a Javi Lara en el descanso) tuvo la sentencia en el minuto 85, pero la echó fuera.

Los minutos finales fueron los de resistir y apretar los dientes. Los incondicionales blanquiverdes, a escasos metros de la portería de Pawel, protegieron la meta blanquiverde, junto a su defensa, desestabilizando a la delantera rival (Pereira se encaró con ellos). Y por fin, con un Alcorcón que no supo materializar ninguna de sus múltiples ocasiones, llevaron en volandas a los de Sandoval hacia el triunfo. Pitido del árbitro y éxtasis en la grada visitante. El Córdoba tuvo ese mínimo de fortuna que le faltó en jornadas anteriores. Tras el encuentro, tanto el técnico de Humanes como la plantilla salieron a aplaudir a su hinchada, que devolvió el agradecimiento. En gesto de cierre de filas con el presidente Jesús León, también se acordaron de su predecesor: “¡González el que no bote!”, cantaron con la euforia de quien gana a domicilio medio año después. El regreso a Córdoba en bus no pudo ser más dulce. La desbordante alegría neutralizó el cansancio.

Con su impulso, la caravana de valientes quiere ser talismán. “Con 46 puntos nos salvamos”, se escuchaba en el convoy antes del partido. “Ya nos faltarían 21”, decían los mismos aficionados en el regreso. Quedan otras 13 batallas por el camino. La machada de Santo Domingo debe ser el punto de inflexión. La Tierra Prometida -como en la película de John Ford- para no perder la categoría está hoy algo más cerca.

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