Liga Plenitude ASOBAL

— Ángel Ximénez - Anaitasuna

El Ángel Ximénez se aferra a la vida con un triunfo de coraje ante Anaitasuna

El fortín del Alcalde Miguel Salas volvió a respirar balonmano del bueno, y sobre todo, alivio. El Ángel Ximénez de Puente Genil consiguió este sábado lo que tanto necesitaba: una victoria. Y no una cualquiera, sino una de esas que valen doble, ante un rival directo como Helvetia Anaitasuna, para sumar los dos primeros puntos de este 2025 y coger oxígeno en la agónica lucha por la permanencia en la Liga Plenitude ASOBAL.

La tensión se mascaba desde el inicio. Conscientes de lo que había en juego, ninguno de los dos equipos dio su brazo a torcer en los primeros minutos. El Ximénez golpeó primero, con un David Estepa enchufado y un Daniel Ramos que le secundaba (3-1), intentando marcar territorio en casa. Pero Anaitasuna no había venido a Puente Genil de paseo. Los navarros replicaron rápido, devolviendo las tablas (4-4) e incluso tomando la delantera por momentos (8-9), dejando claro que la batalla iba a ser larga y dura. El equilibrio fue máximo hasta bien entrada la primera mitad (11-11, min. 20).

Fue entonces cuando el equipo de Paco Bustos cambió el guion. Liderados por la garra de Rubén Ledi y la efectividad de Paco Bernabéu, y con un Álvaro de Hita que empezaba a hacerse notar bajo palos (aunque Ben Tekaya fue el titular y clave después), los pontanos metieron una marcha más. Un parcial demoledor justo antes del descanso, cimentado en una defensa más sólida, les permitió irse a vestuarios con una sonrisa y una renta considerable: 16-11. Un golpe sobre la mesa.

Tras la reanudación, ni siquiera la exclusión tempranera de David Estepa pareció hacer mella en el ánimo local. Al contrario, el Ángel Ximénez salió dispuesto a sentenciar. Mantuvieron la intensidad, controlaron el ritmo y llegaron a disfrutar de su máxima ventaja (19-13, min. 40). Un gol más de Daniel Ramos (20-13) parecía poner la puntilla.

Pero si algo tiene esta liga es que nadie regala nada. Helvetia Anaitasuna, herido en su orgullo, tiró de casta y protagonizó una reacción fulgurante. Un parcial de 0-4 metió el miedo en el cuerpo de la parroquia local (20-17) y obligó a Paco Bustos a solicitar un tiempo muerto providencial. Había que cortar la sangría navarra como fuera.

Y vaya si funcionó. El parón táctico devolvió la calma y las ideas a un Ximénez que supo sufrir en los minutos finales. El equipo aguantó el tipo, gestionó la presión y, aunque Anaitasuna no bajó los brazos, consiguió amarrar dos puntos de oro (26-23) que saben a gloria bendita. Una victoria trabajada, sufrida y vital que da alas y, sobre todo, mucha moral a los de Puente Genil para seguir creyendo en la salvación. El Alcalde Miguel Salas celebró un triunfo que era pura necesidad.