Vuelve el metrónomo al Festival de la Guitarra: “Estar de tú a tú con Dani de Morón es un lujo”
El guitarrista sevillano David Chércoles lía un cigarro en la puerta del Conservatorio Rafael Orozco, mientras charla con un compañero. Al poco rato se les une Daniel, otro alumno de guitarra flamenca del centro, cuyo acento lo delata: es mexicano. A unos metros, un poco más aislado, está Manuel, un joven neoyorquino que ha cruzado el océano hasta Córdoba.
Los tres cargan un estuche negro sobre la espalda. Los tres esperan a Dani de Morón, uno de los guitarristas más importantes del flamenco contemporáneo y que este viernes debuta como profesor del primero de los cursos formativos que ofrece el Festival de la Guitarra de Córdoba, que recupera este año una de sus señas de identidad.
El tabaco, la guitarra y la flamencura estaban en la génesis de aquel Primer Encuentro Flamenco, que fue el primer nombre que tuvo el Festival de la Guitarra en su primera edición, la del año 1981. La idea de Paco Peña atrajo entonces a la ciudad a casi 70 estudiantes de una quincena de países distintos. Este año, los números aún se están cerrando, aunque ya se ha confirmado la presencia de guitarristas de Reino Unido, Estados Unidos, Chile o México, según detallan desde la organización.
De tocar con Paco Peña a dar clases en el Festival de la Guitarra
Los cursos han vuelto al Conservatorio Superior Rafael Orozco, el primer centro público de España donde se impartieron los estudios superiores de flamenco, y que estos días se convierte casi en un campamento de verano para guitarristas de todo el mundo.
Que sea Dani de Morón quien devuelva la vida a los cursos tiene su punto. El guitarrista no sólo es uno de los artistas flamencos más importantes de su generación, es que viene de tocar en Londres con Paco Peña, el impulsor de este festival. De hecho, en su camino hacia el conservatorio, se ha cruzado con una imagen del maestro, que forma parte de la exposición de fotografías que hay en el Bulevar del Gran Capitán.
En Londres estuvo entre el público uno de los alumnos, que hoy, antes de la clase, se acercaba a Dani de Morón para felicitarle por la serneta que tocó en Solera, un espectáculo que el guitarrista sevillano recordaba con orgullo: “Habría que pagar por estar con Paco Peña en el escenario y por convivir con él. Es fascinante asistir a la forma en que ve la música y el arte en general. Es algo increíble que alguien con esa edad sea todavía un niño chico y se rodee de gente buena para alimentarse. Y es muy apasionante como proyecta su carrera desde Londres sin olvidarse de su Córdoba nunca”, contaba minutos antes de que arrancara la clase, apuntando a Peña como un auténtico maestro.
“Yo lo que soy es un estudioso”
Maestro. A los flamencos, por norma, les da alergia la palabrita. Dani de Morón se ríe. “A los de Jerez le da mucho coraje que los llamen maestros, a mí no me importa. Entiendo que es una cuestión de educación, pero yo lo que soy es un estudioso”, señala el tocaor, que suele decir que “la guitarra debería ser un poco más fea y un poco más fácil, pero es muy complicada y muy bonita. Así que estudiando y con ilusión es cómo se consigue”.
Sabe lo que dice. Cuando era joven -rememoraba-, no pudo venir a los cursos de verano del festival, a pesar de que ya eran algo de lo que hablaban los flamencos de la época. “Nunca pude venir porque no estaba la cosa en casa para eso, pero, fíjate, mañana he quedado con José Antonio Rodríguez para comer y él era uno a los que yo quería venir aquí a verlo y aprender de él. La vida me ha permitido hacerme amigo de mis ídolos. La lástima es que no coincidamos a la vez”, dice Dani de Morón.
Seguramente, los alumnos que asisten a su curso -que se prolongará hasta el domingo-, estarían encantados. Aunque, por el momento, les basta con aprender de Dani. “Lo que está haciendo Dani de Morón con las armonías es lo más moderno que hay, bajo mi punto de vista”, señalaba uno de sus alumnos, Manuel Childres, un guitarrista neoyorquino de 19 años, amante del jazz y el flamenco.
La cultura de la juerga
Es su segunda vez en los cursos del festival (la primera fue hace seis años en una clase de Cañizares). Si quieres hacer fusión de flamenco y jazz, explica, Córdoba es un buen sitio desde el que partir. No obstante, sostiene que “es complicado mezclar ambos estilos porque hay mucha tradición flamenca y uno no quiere ser irrespetuoso”, reconoce el joven guitarrista, de padre neoyorquino y madre jienense.
¿Se está en condiciones de incorporar el flamenco como un género más al jazz? Childres duda: “Yo creo que aún está verde. Es algo que he hablado con los músicos que he hablado y mis compañeros de universidad: es una cultura que es difícil. Hace unos años estaba el tío Sabicas allí en Nueva York, pero no se llegó a crear una escena”, afirma el joven guitarrista, que reconoce que en Estados Unidos falta “cultura de juerga”, que él considera que es “lo que crea a los grandes tocaores”. “Si no hay juerga, no hay cultura flamenca”, sentencia Manuel Childres.
Daniel, por su parte, tampoco ha tenido mucho de “juerga flamenca” en México, su país de origen. Fue allí, curiosamente, donde descubrió el flamenco. Le sedujo de tal manera que cuenta que aparcó la guitarra clásica buscando ese otro sonido. También fue lo que le atrajo hacia Córdoba. Hoy era su primera vez en el Festival de la Guitarra. “Tenía muchas ganas, vengo expectante pero es que admiro muchísimo a Dani de Morón, que es una de las figuras más importantes que hay en el mundo de la guitarra”, reconocía el guitarrista.
También debuta el tocaor sevillano Miguel Chércoles, que lo hace por partida doble: como alumno de los cursos y como artista del festival (actúa el día 8 de julio en La Casa de las Campanas). Para entonces, algo nuevo habrá aprendido de esta master class. “Esto es una experiencia increíble poder estar de tú a tú con gente como Dani, que son artistas que están en primera línea, y poder ver cómo funciona su mente y cómo es su concepto”, señala.
El maestro, por su parte, advertía de que, en realidad, iban a ser los alumnos quienes, como el metrónomo, marcaran el tempo de las clases. Dani de Morón insistía en que, para aprender hay que escuchar. A veces, de dentro a dentro. “Cuando uno explica las cosas, se las está explicando a uno mismo”, remataba el guitarrista.
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