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REPORTAJE

Superar el vértigo de exponerte en el Concurso Nacional de Arte Flamenco: “Es una oposición, pero es un antes y un después”

Imagen de archivo del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba

Juan Velasco

7 de octubre de 2025 19:58 h

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En el mundo del flamenco hay concursos y luego está El Nacional. Es un dicho que suena rimbombante y que, a veces, parece un tiro al aire, especialmente por la pujanza y visibilidad que tienen otros certámenes como Las Minas. Pero eso mismo es lo que defienden aún hoy muchos de los artistas jondos que han participado en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba (CNAF), el más antiguo y prestigioso de España.

Y también, el único que lleva el apelativo “nacional”. Creado en 1956, el CNAF es algo más que una cita trienal para muchos artistas emergentes y consolidados en un mundo tan competitivo como el del flamenco: es un rito, una prueba de fuego, un espejo donde el arte se mide desde el respeto y la tradición y donde cada fraseo, cada quejío y cada desplante aspiran a ganarse un lugar entre los más grandes nombres de la historia del género.

De Fosforito a Antonio Mairena, pasando por Merche Esmeralda, Vicente Amigo, Javier Latorre o Farruquito. Ganar —o incluso llegar a la final— es un sello de prestigio que abre puertas y, sobre todo, deja cicatriz. Eso bien lo sabe la cantaora Rocío Luna, finalista en el Nacional en 2022, apenas unos meses antes de convertirse en ganadora en Las Minas.

“Al Nacional no puedes ir de cualquier manera. Es una meta propia, algo que te obliga, en el buen sentido, a ponerte las pilas, a preparar un repertorio y a dar lo mejor de ti”, explica la artista, una de las voces más reclamadas del flamenco actual, y que, con la distancia, defiende mucho su trabajo de hace tres años: “Me sirvió de aprendizaje, fue un antes y un después”.

La cantaora Rocío Luna

“Una oposición artística”: el precio del prestigio

Luna ya había mencionado alguna vez que para ella presentarse al Nacional fue como una oposición. Es un paralelismo que repiten otros artistas que han pasado por el concurso. Y no es una metáfora exagerada. El guitarrista Niño Seve, ganador en 2013, lo dice con naturalidad: “Es una oposición de guitarrista. Para mí, el concurso más completo que hay, porque te exige dominar las tres modalidades: acompañar el cante, acompañar el baile y tocar en solitario. No basta con ser buen concertista o buen acompañante. Tienes que ser un guitarrista completo”.

Su preparación, según cuenta, fue, literalmente, de opositor: jornadas de siete u ocho horas diarias, estudio metódico y una exigencia máxima. “Me preparé a conciencia. Monté los bailes, repasé los estilos, afiné cada detalle. Era un reto, sobre todo porque era en mi tierra, y en Córdoba te conoce todo el mundo. La responsabilidad era enorme. Pero cuando lo gané, sentí una satisfacción doble: por el trabajo hecho y por haberlo hecho aquí”.

Rocío Luna vivió algo parecido desde el cante. “Yo me lo tomé como unas oposiciones. Me estudié las bases del concurso, miré qué cantes no tenía preparados y fui a por ellos. Entrené la voz, trabajé mis debilidades. Me sirvió muchísimo. Te obliga a un nivel de disciplina que luego se nota cuando te subes a cualquier escenario”.

Durante los meses de preparación, cuenta, hubo momentos de soledad, de vértigo y de autocrítica. “Hay nervios, claro. Mientras estás allí es una montaña rusa. Pero cuando pasa, te das cuenta de lo mucho que has crecido. Después del Nacional me sentía más suelta, más preparada, con más seguridad”.

El guitarrista Niño Seve

La huella de un sueño: la mirada de Lola Pérez

Para la bailaora Lola Pérez, ganadora en 2004 en una de las modalidades de baile (en su caso, por tarantas) el concurso supuso la consecución de un sueño de infancia. “Desde pequeña lo veía como el más importante, el que habían ganado los grandes maestros. Era una meta. Cuando por fin tuve la edad y la preparación, me presenté. Y ganarlo fue una de las mayores alegrías de mi carrera”.

Pero junto a la emoción aflora la reflexión. Pérez lamenta ciertos cambios en el formato que, a su juicio, han restado singularidad al certamen: “Antes los premios se agrupaban por palos —soleá, tarantos, tangos—. Eso te obligaba a prepararte para todo, a conocer bien la estructura de cada estilo. Era una manera de respetar la raíz. Ahora el formato es más genérico, y en eso nos hemos igualado a otros concursos”.

Su discurso mezcla nostalgia y reivindicación: “El Nacional es también una forma de entender el arte flamenco desde la profundidad. No es solo competir, es representar una tradición. Creo que eso no debe perderse. Hay que venir bien preparado, con respeto. No se trata solo de ganar, sino de honrar lo que significa estar ahí”.

Pérez, sin embargo, reconoce que no muchas bailaoras y bailaores actuales se atreven a presentarse. “Es una oportunidad única. Pero también un acto de valentía, porque te expones. Cuando ya tienes carrera o nombre, presentarte a un concurso es ponerte en riesgo, volver a empezar. Y no siempre gana el mejor, porque influyen muchas cosas, pero lo importante es la experiencia. El Nacional te enseña a mirar el arte de otra manera”.

La bailaora y profesora Lola Pérez

Nuevos caminos del flamenco: los instrumentistas, a escena

Algo similar ocurrirá, seguramente, con los músicos flamencos, para quienes, este año, se ha abierto por primera vez, el premio a Mejor Instrumentista. Es la principal novedad del concurso nacional de este año. Era de justicia reconocer la labor de percusionistas, pianistas, bajistas, flautistas, violonchelistas o saxofonistas que, desde hace ya 50 años, forman parte del paisaje flamenco.

Así que hay expectativa por ver la nómina de artistas que optará a ser el primer instrumentista ganador del Premio Nacional de Córdoba. Entre los que ya se han apuntado, este periódico ha contactado con un músico -que por razones obvias permanecerá en el anonimato- que aspira a incorporar este premio a su palmarés.

“Me presento por tres motivos: por ilusión, porque el premio es muy importante —12.000 euros— y porque creo que es fundamental que exista un premio nacional para los instrumentistas. Es un reconocimiento que nos faltaba y que, aunque llegue tarde, bienvenido sea”, reflexiona este artista, que recuerda que los discos de Paco de Lucía con su sexteto (con vientos, batería, bajo, percusión o piano) son de finales de los 70.

Su reflexión apunta a un vacío estructural: “En los conservatorios españoles se puede estudiar percusión o piano de jazz, pero no hay clases de piano flamenco o percusión flamenca. Y sin embargo, cada vez somos más los músicos que hacemos flamenco desde otros instrumentos. Que el Nacional reconozca esa realidad me parece un paso adelante para todo el género”.

Este nuevo apartado abre la puerta a una ampliación del concepto de flamenco, sin perder la raíz. “El flamenco evoluciona —añade—, pero necesita instituciones que acompañen ese cambio con respeto. Y no hay escenario más simbólico para hacerlo que Córdoba, que es la cuna de tantos artistas”.

Imagen de archivo de un balance del CNAF

Córdoba, escenario y espejo

Córdoba no es un lugar cualquiera para el flamenco. Aunque no tiene el reconocimiento del que gozan Sevilla, Jerez o Cádiz, sí que ha forjado un sonido y una personalidad propia. Y tiene tres fechas clave en el calendario jondo: el Festival de la Guitarra, la Noche Blanca y el Concurso Nacional (y este año, las bases premian a los ganadores con actuaciones en los dos primeros festivales en el año 2026).

El periodo para presentarse a cualquiera de las cuatro modalidades finaliza el 10 de octubre. Las bases para apuntarse están en la web https://teatrocordoba.es/cnaf/. Una vez termine el plazo, el jurado oficial, formado por las bailaoras Mercedes de Córdoba e Inmaculada Aguilar; los guitarristas José María Gallardo y Pablo Salinas; el cantaor David Pino; la cantaora y guitarrista Rosario La Tremendita; el director del Instituto Andaluz del Flamenco, Cristóbal Angulo, y el director de la Bienal de Flamenco de Sevilla, Luis Ybarra, estudiará cada solicitud y seleccionará a los artistas que continúen en la siguiente fase.

El Concurso arrancará finalmente el 3 de noviembre y la gala final, donde se conocerán a los ganadores, será el 22 de noviembre en el Gran Teatro de Córdoba.

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