Rocío Luna y Rafa del Calli, un soplo de cante jondo y joven en la Noche Blanca del Flamenco
Les cuesta, tanto a Rocío Luna como a Rafa del Calli, imaginar un multiverso en el que no son cantaores de flamenco. Sentados en un bar de la plaza de San Agustín, donde este sábado protagonizan uno de los recitales clave de la Noche Blanca del Flamenco, Rocío y Rafael, vestidos de calle, podrían parecer cualquier otra cosa. Sin embargo, antes de sacar la grabadora, en las mesas colindantes, su mera presencia ya generaba una expectación de la que ellos no eran conscientes.
Es un aura o una luz especial lo que rodea tanto a Rocío Luna (1998), ganadora del Festival de Cante de Las Minas, como a Rafa del Calli (1993), ganador del Concurso Nacional de Arte Flamenco. Dos de las mejores voces del flamenco contemporáneo, por resumir. Y son jóvenes y jondos. Guardan dentro un baúl lleno de cantes y letras que son, en muchos casos, centenarias. Y, de momento, nada intuye la posibilidad de que vayan a transitar otra vía que la del flamenco ortodoxo, aunque ambos estén abiertos a la experimentación.
Y al juego. “Yo esto lo he mamado en mi casa”, dice Rafa del Calli, miembro de una de las familias flamencas más importantes de Córdoba e hijo de El Calli, paradigma del cante gitano. Continúa: “Pero siempre lo he vivido como un juego, incluso cuando se ha puesto serio. Y por eso me siento afortunado”. Luna, a su vez, cuenta que el cante siempre ha estado presente en su vida, aunque a veces haya sido como estímulo para terminar los estudios. “Mi madre siempre me decía que, si no aprobaba, lo primero que me iban a quitar era de cantar”, recuerda la artista, natural de Cañada del Rabadán, una pedanía de Fuente Palmera, y actualmente residente en Sevilla.
Una carrera paralela
El Calli, por su parte, no se ha mudado de Córdoba. Hace unos meses abrió un nuevo negocio, el tablao El Pañuelo, siguiendo los pasos de su padre, que estuvo toda su vida detrás del mítico Tablao La Bulería, que llegó a ser el más antiguo de Córdoba, y donde Rafael prácticamente echó los dientes como cantaor.
En cualquier caso, ambos han vivido una carrera paralela que les ha conducido al recital de este sábado. Ambos fueron Premio de Jóvenes Flamencos de la Diputación en el 2014. Luego, ambos llegaron a la final en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de 2022, en el que acabó imponiéndose El Calli, mientras que Luna ganó en Las Minas unos meses después, en 2023. Desde entonces, ambos han cantado juntos en espectáculos por toda España. Pero en Córdoba, salvo por algún proyecto esporádico, faltaba algo más solemne y a la altura del momento profesional en el que están los dos.
Así que no resultó raro que, entre ambos, idearan la posibilidad de llevar a cabo el espectáculo de este sábado. Fue El Calli el que lo comentó con Rocío. Se preparó el dossier y en la Delegación de Cultura dieron el OK. La perspectiva, cuando charlan animadamente unos días antes en la misma plaza, no parece tenerlos demasiado nerviosos, aunque no tardan en reconocer que es uno de los retos más importantes de su carrera.
“Córdoba es una plaza muy difícil”, dice Rocío Luna. Rafa se suma a la observación. “Ser profeta en tu tierra es muy complicado. Y en Córdoba, esto no solo aplica al cante, sino al arte en general”, añade. Ambos creen, no obstante, que la Noche Blanca debería reservar siempre un espacio a los jóvenes cantaores de Córdoba, ya que precisamente es una ciudad que, por muy flamenca que sea, no tiene un circuito en el que resulte fácil hacer carrera.
En este ámbito, Luna reconoce que Sevilla es una ciudad más grande y con una mayor concentración de artistas flamencos, aunque los criterios para poder brillar en Córdoba son igual o más exigentes que en la capital de arte jondo. El Calli, por su parte, apunta que, si en Sevilla, Cádiz o Jerez aparece un niño que cante bien, “en 0,2 lo tienen en la fiesta de la Bulería o en la Bienal de Sevilla”. Eso no es aplicable en Córdoba.
Córdoba es, a su juicio, “más tranquila, más cauta”. “Aquí todo cuesta un 'pelín' más de trabajo, aunque es parte de la personalidad de la ciudad”, reflexiona el cantaor, que coincide con Rocío Luna en que la combinación de calidad y paciencia es lo que hace que los artistas acaben, tarde o temprano, encontrando su sitio. “Esto es un camino de mucho esfuerzo, mucho estudio, mucho trabajo. Pero sí te digo que yo no me imagino siendo otra cosa que cantaora”. Las palabras de Rocío Luna encuentran réplica: “Yo tampoco”.
Más espacios, más festivales, más voces
Técnicamente, todo hay que decirlo, el concierto de este sábado no es el primer recital que dan en la Noche Blanca. Lo cuentan ellos, haciendo memoria. Rafa del Calli era apenas un adolescente cuando, en la primera edición, su tío El Güeñi lo subió a cantar por bulerías en un espectáculo paralelo en el Sector Sur. Luna, a su vez, también participó en otro similar de jóvenes cantaoras en la barriada de Villarrubia hace unos años.
Pequeños pasos hacia San Agustín, una de las plazas más flamencas de la Noche Blanca, un festival del que ambos dicen que está reconocidísimo en el mundillo. Aunque los dos cantaores se suman a la petición que hizo el otro día el maestro El Pele, que reclamó un festival de flamenco para Córdoba. “Todo lo que se haga por el flamenco y de opciones a que haya más festivales y más espacios, ayuda a la ciudad”, dice El Calli, mientras Luna sugiere un formato simular al Festival de la Guitarra, pero centrado en el toque, el baile y el cante, con los teatros de Córdoba como escenario.
La reserva de los cantes de Córdoba
Porque ambos se reconocen muy cordobeses en las formas y en su cante. Rafa del Calli, por ejemplo, siempre suele incluir alegrías de Córdoba cuando canta cantinas. “Son palos propios de la tierra y no se utilizan tanto porque estamos un poco en una dictadura del compás, pero yo sí que los hago siempre”, explica. Luna subraya que disfruta mucho escuchando a los maestros y asimilando su pureza.
Para la cantaora, la Córdoba actual no suena tan distinta a lo que hacían sus antecesores. “Sigue siendo solemne, tranquila, profunda y elegante”. El Calli añade el adjetivo visceral, y reflexiona también que el cante de Córdoba es profundamente personal y melancólico. “Córdoba siempre ha tenido la reputación de no ser tan fuerte en el ritmo, pero eso también le ha dado su propia personalidad. En Córdoba no se está tan pendiente de hacer lo que se lleva”, afirma.
Al hilo, ambos recomiendan el espectáculo Flamencos de Verdad, que reúne este año en la Noche Blanca a Chaparro, Morenito, Guerrita y Patrocinio, los cantaores cordobeses del Campo la Verdad, que tienen un sello propio haciendo soleá de córdoba, serranas o alegrías.
“Tenemos palos muy bonitos que son nuestros, son estilos muy propios y especiales, y la verdad que no deberían caer en el olvido”, concluye Rafa del Calli. Luna está de acuerdo, aunque ella viene apostando por reactualizar algunos versos cuando mira a la tradición. “Hay letras antiguas que están para guardarlas en un cajón y cerrar con llave”, comentaba hace unas semanas en un acto en la Casa de las Campanas, al ser cuestionada por ello.
Lo que sí sienten ellos, es que tienen un papel como correa de transmisión. “Yo creo que está en nuestras manos, que es nuestra responsabilidad de los cantaores jóvenes, conservar esos cantes, aunque luego los interpretemos nosotros con nuestra personalidad y poniendo el acento en cómo los sintamos”, concluye Luna.
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