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Las 144 millas de la vía romana de Córdoba a Mérida: la autopista de los metales

La calzada romana de la Loma de los Escalones.

Alfonso Alba

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Tácito cuenta en sus Anales la historia de Sexto Mario, el hombre más rico de Hispania, que fue arrojado desde la Roca Tarpeya para que el emperador Tiberio pudiera apoderarse de sus riquezas: las minas de Sierra Morena. Esta leyenda es el mejor ejemplo para saber que el norte de la actual provincia de Córdoba era una de las grandes fuentes de riqueza de Roma. La orografía de la zona y lo poco habitada que ha estado siempre ha provocado que Sierra Morena sea la gran olvidada de la arqueología, a pesar de que tuvo un pasado increíble y unas infraestructuras dignas de los lugares más ricos del Imperio Romano.

Tan rica fue la zona que necesitó de una gran autopista, una vía romana diseñada por lo mejor de la ingeniería de la época, para poder transportar rápidamente a la metrópolis su gran tesoro: sus minerales. Ahora, un trabajo de la Unidad Patricia de la Universidad de Córdoba y el proyecto Ager Mellarensis ha logrado identificar parte de las 144 millas romanas de la antigua vía Córdoba-Mérida (o Corduba-Emerita Augusta) que cruza la provincia de sur a norte. O de norte a sur. Lo ha hecho después de completar prácticamente la última zona que aún se desconocía, junto al río Guadiato y en el entorno del embalse de Puente Nuevo. Y usando una técnica no invasiva, la tecnología Lidar.

De hecho, este tipo de tecnología se ha mostrado capital para poder analizar vestigios arqueológicos en zonas complicadas, como el terreno montañoso de Sierra Morena, con una intensa vegetación donde es difícil ver e incluso intuir qué puede haber en el subsuelo. “Este enfoque ha permitido detectar numerosas anomalías que se han identificado como parte de la red minera romana, proporcionando evidencias del ciclo completo desde los lugares de extracción de mineral hasta las instalaciones de almacenamiento y las rutas de transporte hasta Corduba. Los datos revelan la existencia de decenas de yacimientos industriales y muchos kilómetros de calzadas romanas”, concluyen en su informe los investigadores, José Luis Domínguez Jiménez y Antonio Monterroso Checa.

Pero, ¿cómo se diseñó la vía Corduba-Emerita?

Los ingenieros romanos diseñaron una vía de comunicación rápida en un espacio complejo, con montañas, ríos y vaguadas. El objetivo era unir todas las minas, con sus caminos secundarios, las ciudades del norte y la propia Corduba. En la capital, el mineral era exportado rápidamente a Roma gracias al río Guadalquivir, navegable durante la mayor parte del año. “Estos descubrimientos confirman que las vías romanas en terrenos montañosos discurren habitualmente a media ladera y no por la cresta de la montaña o el fondo del valle, pero en valles amplios, donde las vías deben desviarse de la montaña, siguen el curso cambiante del río, dejando una separación suficiente para protegerse frente a inundaciones y terrenos inestables”, señalan los investigadores.

Los científicos señalan además que uno de los errores tradicionales de la historiografía ha sido identificar como romanas a las antiguas calzadas medievales, algo que “puede llevar a conclusiones erróneas”. Así, “las calzadas medievales de esta zona se han visto afectadas por asentamientos posteriores que no existían en época romana, así como por necesidades económicas diferentes a las de los romanos. De hecho, las calzadas romanas en este territorio montañoso se han visto condicionadas por las explotaciones mineras y los puertos de montaña, como demuestra el descubrimiento de tramos de calzada hasta entonces desconocidos” y que han podido ser descubiertos después de que hayan bajado las aguas del embalse de Puente Nuevo.

La vía romana desde Córdoba arrancaba en las inmediaciones de Fátima. El puente sobre el arroyo Pedroches es de origen romano. A partir de ahí, se buscaba el hoy Santuario de la Virgen de Linares, bajo La Carrera del Caballo, hacia la Cañada Real Soriana, y comenzaba el ascenso por los famosos “escalones” que no son sino romanos hasta Cerro Muriano. La vía está identificada en la zona hasta El Vacar, pero se le perdía la pista en las inmediaciones de Puente Nuevo. Ahora, con el nuevo trabajo de la Universidad de Córdoba se han descubierto varios tramos más: en El Bujardillo (Belmez), Los Tejares (Peñarroya-Pueblonuevo) y en el Cascajoso (Hinojosa del Duque).

Desde el Cascajoso, y casi siempre con líneas rectas en su mayoría, la vía romana gira hacia el noroeste buscando Mérida ya entrando en Extremadura por el enorme valle que se abre entre las sierras que protegen el Zújar hacia lo que hoy es Castuera. Y ya desde Castuera hacia Don Benito, para girar nuevamente al oeste buscando Mérida.

“Hasta ahora, nuestro conocimiento se ha limitado a la fama de los metales de Córdoba en Roma, las riquezas amasadas por los propietarios de las minas y el protagonismo de las sociedades que extraían los metales. Es bien sabido que Corduba tuvo un papel fundamental en la recepción y gestión de estos metales extraídos y que el río Baetis sirvió como ruta para transportarlos hasta la capital imperial. Sin embargo, aún no se habían localizado todos los yacimientos donde se extraían, transformaban y almacenaban estos metales, así como las vías de comunicación con el valle del Guadalquivir”, aseguran los investigadores, que esperan que su “éxito” les anime “a aplicar esta metodología en futuras investigaciones con vistas a obtener un conocimiento más completo de la logística del conventus”.

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