Nuevos retos para el festival de piano más longevo de España: “Hay que llegar al público joven”
El festival pianístico más longevo de España ha arrancado su edición número 22 estos días. Hablamos del Orozco Piano Festival (OPF) que, durante los últimos 22 años, se ha llamado Festival de Piano Rafael Orozco. Una cita nacida de una efeméride que iba a quedar en algo puntual, pero que, año a año, ha ido ganando prestigio en el circuito pianístico internacional.
Cuando hace memoria, el director del festival, el catedrático de piano Juan Miguel Moreno Calderón, no puede evitar reconocer que, lo que hoy es el festival, en realidad nació como un impulso para prestigiar el Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco en un momento político en el que el entonces Gobierno Andaluz amagaba con cerrar algunos de estos centros. Así, aprovechando el centenario de conservatorio, que además llevaba desde 1998 el nombre del pianista Rafael Orozco, Moreno Calderón convenció a Angelina Costa, la entonces edil de Cultura del Gobierno de Rosa Aguilar, para que apoyara un ciclo de conciertos.
Aquel ciclo acabó siendo un éxito de público que sorprendió incluso a los propios organizadores. El resultado fue que, desde el Ayuntamiento, insistieron en que había que mantener la cita. Así es como nace el Festival Internacional de Piano Rafael Orozco, el más importante festival pianístico de Andalucía y el más longevo de España en este formato.
Su director intenta matizar la épica del titular, pero reconoce que el festival cordobés es especial porque, a diferencia de otros ciclos más antiguos, como pueden ser el ciclo de la Fundación Scherzo en el Auditorio Nacional de Madrid, las Jornadas de Piano de Oviedo o el ciclo de pianistas del Auditorio de Zaragoza, en Córdoba todo se concentra en unas cuantas semanas y no a lo largo de todo el año.
La élite del pianismo internacional
Más allá de la nomenclatura, lo cierto es que el Orozco Piano Festival ha logrado consolidarse como marca dentro del pianismo internacional. Si uno echa la vista atrás, la nómina de intérpretes que ha pasado por Córdoba es impresionante. Figuras de la talla de Grigory Sokolov, Jean-Paul Gasparian, Arcadi Volodos, Nikolai Lugansky, Goran Filipec, Peter Bithell, Joaquín Achúcarro, Yulianna Avdeeva, Boris Berman, Mischa Dacic, Jorge Luis Prats, Boris Giltburg, Akiko Ebi, Juan Pérez Floristán, Alexandre Kantorow, Hortense Cartier-Bresson, Josep Colom, Rosa Torres-Pardo, Katia y Marielle Labeque, Benedetto Lupu, Alberto Nosé, Herbert Schuch, Ana Guijarro, Jaeden Izik-Dzurko, Olga Scheps, Anna Fedorova o Ashley Wash, han compartido cartel con jóvenes talentos que después se han convertido en reputadas estrellas del pianismo mundial.
En este ámbito, Moreno Calderón reconoce haberse inspirado en la fórmula del prestigioso Festival International de Piano de La Roque d'Anthéron, en Francia, y que, al igual que ocurre en Córdoba, busca siempre combinar la presencia de figuras consagradas y pianistas emergentes con potencial de trascender.
Así, el festival ha servido de plataforma para pianistas jóvenes que luego han ganado importantes concursos como el Rubinstein o el Chopin. Artistas como Alexandre Kantorow, quien pasó por Córdoba antes de ganar el prestigioso Concurso Tchaikovski, o Javier Perianes, hoy convertido en el pianista español más internacional, y que ofreció el primer concierto del festival en el año 2002.
Nuevas sedes
A lo largo de estas dos décadas, el festival ha experimentado cambios y mejoras notables. Inicialmente, los conciertos se limitaban al auditorio del Conservatorio, probablemente la sala con mejor acústica para este tipo de concierto que hay en Córdoba, aunque con capacidad para 300 personas, lo que impedía contratar a los mejores. Así, desde muy pronto se decidió diversificar las sedes, con conciertos en el Teatro Góngora y llevando la música a espacios tan emblemáticos como la Mezquita-Catedral.
Sobre estos cambios de emplazamiento, Moreno Calderón reconoce que son un estímulo visual y promocional y multiplican notablemente el aforo, aunque también suelen presentar complicaciones acústicas que no siempre son ideales para los matices delicados del piano. En cualquier caso, la apuesta del festival pasa por descentralizarse del conservatorio, buscando alcanzar a un público más amplio.
“Evidentemente, si queremos que venga (Krystian) Zimerman, el concierto no puede ser en el Conservatorio”, reflexiona el director del festival, consciente de que las figuras de mayor envergadura, por contrato, exigen auditorios amplios y con condiciones acústicas excepcionales, que en Córdoba sólo podría ofrecer el Gran Teatro. En sus planes, desde luego, está seguir creciendo, como demuestra el hecho de que, en los últimos cinco años, el presupuesto destinado a esta cita ha tenido un aumento sostenido, al igual que ha logrado sumar a nuevas entidades y patrocinadores.
En ello juega a favor el hecho de que, a su juicio, en Córdoba hay un público muy fiel a la música clásica. “Lo cierto es que, año tras año, hay muchas personas que se quedan fuera de los recitales del conservatorio”, añade el catedrático de piano, que reconoce que el principal reto de este festival, como el de muchos otros similares, es encontrar una fórmula que los conecte con las nuevas generaciones. Es la única fórmula que hay para que el Orozco Piano Festival siga siendo el más longevo de España.
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