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Charo Lagares radiografía los amores feroces en la clase alta sevillana

Charo Lagares

Rosario Ostos

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La periodista sevillana Charo Lagares decidió hace dos años ampliar su pasión por la comunicación y la escritura. El resultado de este proceso ha sido su primera novela, Sevillana, una historia enfocada en la relación de tres generaciones de la clase alta de esta ciudad y sus intensas relaciones con su entorno.

Como su título indica, Alejandra Díez de la Cortina, la protagonista de estas páginas, se mueve por barrios sevillanos y mantiene la esencia de una ciudad antigua sobreviviendo en tiempos modernos. “Me apetecía que hubiera una historia en el centro de Sevilla, aunque es mucho más grande que eso”, explica la escritora en una entrevista con Cordópolis.

Las relaciones de Alejandra se mueven entre el amor, el cansancio y la incertidumbre, elementos que existen en la vida de todos los mortales. Lagares enlaza la relación tormentosa entre una madre y su hija con la teoría de los apegos de Vivian Gornick. “Esa idealización logra que la madre esté frustrada con la hija y se lo recrimine de forma sutil. La hija lo percibe y eso le causa dolor al saber que no está haciendo lo que la madre considera correcto”, explica.

Durante este proceso de escritura y correcciones, que ha durado dos años, la sevillana asegura que se dio cuenta de que “la idea artística de la llegada de las musas hay que tirarla por la ventana”. Compaginaba la escritura con su trabajo, y cuando se tomaba tiempo libre le asaltaba una sensación de culpabilidad porque “la gente está esperando a que termines”.

Mientras creaba esta estructura de sentimientos, conversaciones y pensamientos, buscaba que cualquiera pudiera conectar con su historia. “Imagino a cualquier lector con curiosidad por saber cómo funcionan otras partes del mundo y saber cómo se vive la vida en una ciudad mediana de España”, señala. Para ella, son formas de vivir y hábitos que se repiten porque “cuando el grupo social es más cerrado, busca mantener las costumbres”.

La imposición de la belleza

Esta forma de vivir también incluye la obsesión por los cánones de belleza, el tener que estar siempre “perfecta” y las discusiones cuando alguien señala: “¿y esa barriga?”, en público. En estas historias “se crean roces al no entender que no podemos imponer a los otros una manera de ser para complacernos”, apunta.

“La forma de juzgar el valor de las personas a través del físico es algo triste, pero que todos tenemos. El prejuicio es una forma de acceder al mundo muy rápida, el trabajo está en no quedarte en eso”, afirma. La cuestión de la belleza está ligada a la cultura de la dieta y la comida, algo que en algunos personajes resulta negativo para la autora es “una forma de celebrar la vida y aliviar las penas”.

Entre estos elementos en común, que unen a todos sin importar su cuna, está la muerte como forma de conectar a través de un diálogo interno con la parte más íntima de cada uno. “La muerte nos sacude y nos hace conscientes de nuestra propia mortalidad”, señala la autora, mientras que explica que acudir a un entierro supone preguntarse si “te querrán tanto como al difunto o qué puedes hacer para que otros se sientan tan queridos”.

La “circularidad del cariño”, como Lagares lo define, “dura unas semanas y después entras de nuevo en la locura del despertador”. Un planteamiento finito que sucumbe a las obligaciones de la agenda.

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