Un gigantesco mural convierte el enorme silo de El Carpio en un lienzo
Con la intención de dar cabida al mayor número de lenguajes plásticos posibles, Scarpia XVII ha desarrollado la intervención del artista urbano Manolo Mesa, El Puerto de Santa María (Cádiz), licenciado en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Un gigantesco mural pintado sobre una de las fachadas y la torre del antiguo silo (el pequeño) en El Carpio, interesantísimo espacio prototipo de la arquitectura industrial del siglo XX, que cuenta con una gran visibilidad desde distintos emplazamientos. Y cuya creación, forma parte ya, de la Colección de Arte Público Scarpia.
Una pieza pictórica que comenzó sus primeras pinceladas el sábado día siete de julio, y culminó justo una semana después. El primer día, “comencé a pintar la figura principal situada en la parte central del mural, para continuar con los segundos y terceros planos, ya con la mano más caliente y con mayor fluidez”. Siete días de intenso y duro proceso creativo, “en la pared más bonita que yo he podido pintar nunca, y mira que he pintado paredes por toda España”, ha asegurado el propio artista. Y además, no estaba solo. Durante todo el proceso, ha sentido la compañía de golondrinas, cuyos nidos, están situados en los salientes de la fachada del silo, “ha sido una de las experiencias más bonitas. Al principio se asustaban y se iban, pero, al cuarto día, ya me he sentido uno más, y ha sido súper bonito pintar con las golondrinas alrededor”.
Esta acción ha consumido un total de 68 litros de pintura blanca, marrón, roja, amarilla, verde, azul y magenta, para finalizar un mural, titulado El antes, el ahora y el después, cuya temática ha girado en torno a la representación del trabajo, figurando esta idea en las imágenes de tres recolectores, queriendo homenajear a las personas que labran la tierra, y a la dureza de su trabajo.
Manuel Mesa se ha mostrado “muy contento con el resultado final, ha sido performántico, parece un mural del Renacimiento”. Un muro, además, que se relaciona con los elementos preexistentes del entorno, usándolos como soporte para integrarse dentro de la vista que ofrecen los alrededores de El Carpio, privilegiado e indiscutible rincón de arte, que lo tiene. ¡Y tanto!
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