Sobre ruedas y bajo la carpa: la vida de seis generaciones dedicadas al circo
Malabares, equilibrios, contorsionismo, telas y otros números que dejan sin aliento es lo que se ve en un circo desde el lado del público, pero detrás hay años de trabajo y vidas enteras dedicadas al espectáculo. En el caso del Circo Encantado que visita estos días Córdoba, es la sexta generación de la familia Rossi -y próximamente la séptima- las que llevan trabajando en estos números.
Claudio Rossi, junto con su esposa, fue quien inició el camino de esta familia italiana de circenses. “Él siempre tuvo el sueño de montar su propio circo y cuando tuvieron a sus 12 hijos, decidieron hacerlo. Mi abuela pasó de vender ropa a meterse en la jaula con los leones”, ha contado Shannon Vasallo a Cordópolis. Ahora, ella, junto a sus hermanas (Sidney, Demi y Misshell), sus primas y otros artistas que se han sumado a la compañía, se encargan de los espectáculos que dejan al público boquiabiertos.
“Crecemos viendo cómo nuestras madres y tías trabajan en esto. Entonces, de pequeñas, empezamos a doblarnos, a saltar... Y cuando llegamos a una edad en la que fuimos más conscientes, comenzamos a hacerlo más enserio. Mi hermana pequeña, por ejemplo, salía con seis años o así con nosotras en un espectáculo de contorsionismo cuando quería”, ha explicado. Sin embargo, ha aclarado un mito extendido: “La gente piensa que al ser del circo podemos hacer muchas cosas, pero no tiene nada que ver. Dos de mis hermanas son muy ágiles y tienen mucha flexibilidad, pero a mí y a mi otra hermana, al ser más altas, nos cuesta más. Hay mucho trabajo detrás”.
Pero hay veces que el circo llama a la puerta sin ser de familia circense, como le ocurrió a Jorge Carlos, de Cuba. En su país, ha contado, no había mucha tradición circense y a él tampoco le había llamado nunca la atención. Estudió informática, trabajó dos años de ello y se marchó del país, donde también fue dependiente comercial, hasta que conoció a su expareja, que sí se dedicaba al mundo del circo. “Salimos juntos a trabajar fuera en Francia y empecé bailando, haciendo cosas pequeñas, pero me dijeron que para ganarme la vida ahí tenía que montar un número. Así que empecé a ensayar uno con patines”.
“A base de caídas” y ensayos fue haciendo de algo desconocido y que le asustaba su actual profesión. En España conoció a Claudia, que también trabajaba en otros circos-,y su tío les ofreció un número de fuerza. Ahora, ambos realizan uno de patines, de los más aclamados por el público. Pero a pesar del trabajo, “los espectáculos en vivo tienen riesgo”, ha señalado la ágil de este número. En algunas ocasiones han tenido caídas, algunas en el espectáculo, que por suerte se han quedado en un susto, y que repiten porque “el público es muy agradecido y siempre nos mucho ánimo”.
En cuanto al trabajo de los artistas, Shannon ha detallado que tienen libertad para entrenar, dedicándole cada uno el tiempo que considere necesario. En el caso de ella y sus tres hermanas lo hacen “de 10:00 a 14:00”. Sin embargo, no solo trabajan se dedican a entrenar, y a hacer los shows, ya que ha mencionado que también les gusta crear -en cierta manera- sus trajes, “poniendo por ejemplo la pedrería”, aunque son diseñados por un modista. Pero además, los más jóvenes -de 15 años- compaginan el trabajo con los estudios online.
El trabajo en el circo es continuo, viajan sobre cuatro ruedas y ubican sus caravanas en distintas ciudades cada mes. El viajar les permite conocer “más de lo que cualquier persona podría, tanto ciudades grandes como pueblos pequeños”. Por ello, en los ratos libres visitan también cada uno de los rincones, como ya han hecho con Córdoba, donde estarán hasta el próximo 10 de diciembre.
Sus shows tienen una vida aproximada de un año ya que, según ha mencionado Shannon, “tenemos la meta de sacar un número por año, porque intentamos renovar el espectáculo y que la gente vea algo distinto”. Pero su máximo cambio fue adaptarse a no tener animales en sus shows, a pesar de haber sido “uno de los circos más grandes de España que trabajaban con ellos”. El cambio fue “muy duro” al tener que adaptar todos los números. “Hicimos uno que se llamaba Vida, otro Salvaje, en el que los animales éramos nosotros y ahora este, El Circo Encantado”.
En este último espectáculo, el público vivirá una experiencia algo más terrorífica aunque sin olvidar el toque clásico de todo circo: el humor de los payasos. Un show de casi tres horas de duración para toda la familia en el que las risas y los sobresaltos estarán presentes en cada momento, gracias a los más de 20 artistas que pasan por el escenario. Los contorsionismos, los aros, equilibrios y otras sorpresas -no tan comunes en un circo- harán salir encantado a todo el que entre por su puerta.
0