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FOTOGRAFÍA REPORTAJE
La Córdoba y la Sevilla de los años 50, en la mirada de la fotógrafa callejera Dorothy Bohm

Córdoba, 1959.

Juan Velasco

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Una mujer joven descansa durante un momento sentada junto a su cesta de la compra y sonríe mientras de fondo se adivina la fuente de la cuesta del Bailío. Es la Córdoba de 1959 en la mirada de la fotógrafa Dorothy Bohm, fallecida en Londres el pasado día 15 de abril, y que, en sus muchos viajes por el mundo practicando la fotografía callejera, acabó inmortalizando algunos rincones de Córdoba.

La muerte de esta artista, Nacida en Könisberg (hoy Kaliningrado) y criada en Lituania, ha sacado a la luz algunas de las imágenes que tomó en la Córdoba de la posguerra. Lo hizo varios años después de que lo hiciera Erika Groth-Schmachtenberger, otra fotoperiodista pionera que inmortalizó la realidad de la ciudad con su cámara cuando no era nada habitual que las mujeres viajaran cargadas de carretes y objetivos.

Al igual que Groth, Dorothy Bohm sintió fascinación por la ciudad, aunque sus imágenes de Córdoba no son tan accesibles como las de la autora alemana. Lo curioso es que, tras su muerte hace unas semanas, medios de todo el mundo han incluido entre las imágenes seleccionadas a aquella joven que la fotógrafa captó en la cuesta del Bailío.

Otros medios también han escogido otra imagen de su paso por Córdoba: una foto a una calleja de Córdoba en la que la luz cenital cae justamente sobre una farola fernandina. Otro ejemplo de brillante composición fotográfica, del que se hacía eco unos días antes de la muerte de la autora, la web El marginador, y que el Daily Telegraph ya usó como imagen principal en un reportaje que dedicó a la autora.

La página de la autora incluye tres imágenes de su viaje a la España de finales de los 50. De ellas, dos fueron hechas en Córdoba. La tercera, hecha a un grupo de mujeres gitanas, también parece hecha en Andalucía, aunque parece difícil descifrar si se hizo en Córdoba o Sevilla, una ciudad que también visitó, y donde inmortalizó a una niña vestida de gitana en la Feria de Sevilla.

Otra de sus imágenes bien podría haber sido tomada en cualquier de las dos ciudades y es, quizá, la más impactante. En ella aparece una mujer vestida de negro y de mediana edad que se lleva las manos a la boca en señal de asombro, anticipación o sorpresa, mientras que atrás a la izquierda, entre la sombra y la luz del sol, se alza un carro junto al que hay un grupo de mirones y una adolescente con una falda estampada. La imagen probablemente retrate el asombro de la población andaluza de la época ante la propia fotógrafa.

La propia Bohm, que escapó con su familia de los nazis y viajó por todo el planeta, explicó qué significaba para ella la fotografía: “La fotografía satisface mi profunda necesidad de impedir que las cosas desaparezcan. Hace menos dolorosa la transitoriedad y conserva algo de la magia especial que he buscado y encontrado. He intentado crear orden a partir del caos, encontrar estabilidad en el flujo y belleza en los lugares más inverosímiles”, dijo en la inaguración de una de sus exposiciones en las que se pudieron ver algunas de las imágenes que captó en la Córdoba de 1959.

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