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El cambio, según Julián Maeso

Julián Maeso, en su ensayo de ayer antes del concierto. | MADERO CUBERO

Juan Velasco

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El exmiembro de The Sunday Drivers actó en Submarine dentro de la gira de presentación de su último trabajo ‘One Way Ticket To Saturn’ |

Para Julián Maeso, el cambio que estaba por venir y que anunció Sam Cooke empezaba dentro de sí mismo. Fogueado en numerosas bandas, bien como miembro -Sunday Drivers-, bien como músico de gira -M-Clan, Quique González-, Maeso comenzó a componer para sí mismo en una etapa difícil, tras una carrera en la que era una especie de Philip Seymour Hoffman en el mundillo del rock nacional. El loco del piano, ese robaescenas nato, un raro talento natural puesto al servicio de otros.

Sin embargo, el Julián Maeso que llegó ayer a Submarine Club es otro. El cambio se produjo y de él han surgido dos discos que son pura dinamita y que, además, se vuelven aún más expansivos en directo, cuando los pervierte aporreando su piano Hammond o empuñando su guitarra.

Las fuentes de las que bebe Maeso son clásicas: Rhythm & Blues, Rock & Roll y Soul más americanos que John Wayne, pero revitalizados por quien se sabe un invitado excepcional en esa gran jam session que es la música de raíz afroamericana. Aún así, la seguridad del músico toledano es impresionante. Una seguridad que ya demostró “debutando” con un álbum doble, Dreams Are Gone (2012), en una época en la que casi nadie escucha (ni compra) discos, y cuyos principales logros ha expandido en One Way Ticket To Saturn, su segunda incursión discográfica en solitario y que lo tiene estos días de gira por toda España.

Y la carretera ha estado bien presente en su vida, así como el concepto del viaje, una idea que traslada a la perfección en sus directos, en los que va acompañado de batería, un bajo, y guitarra, a los que se unen ocasionalmente coristas, a quienes ayer se echaron de menos, pero no mucho, en un Submarine que presentaba una excelente entrada y un sonido más que decente.

Con bastante retraso, Maeso arrancó fiero al piano, con un Blues de manual, seguida de un Rock granjero, antes de que, pasado el tercer tema, It´s Been A Hard Day, saludara al público, y agarrara la guitarra. Y, si con el Hammond destila intensidad, con la guitarra es una bestia. Maeso, músico autodidacta, muestra un respeto reverencial por la instrumentación, por eso deja que tanto él como sus músicos se explayen y creen una dinámica de diálogo muy fluida entre ellos y que, en la mayoría de las ocasiones, suele acabar en un clímax prolongado, en el que el cantante implosiona, mientras la banda explosiona. O viceversa.

Eso en los delirios rockeros, pero donde de verdad Maeso se descubre como un talento superlativo es en los temas de raigambre más Soul, en los que agarra el Hammond y todo suena a Iglesia de Harlem. Su Soul blanco, confesional, que flirtea con el Jazz, es muy parecido al de artistas como James Hunter y la armada de músicos de la discográfica Daptone. Un Soul respetuoso con el pasado, pero irreverente al mismo tiempo. Intenso, eléctrico, honesto y también bailable.

Fue en esos momentos en los que la comunión con el público se hizo más tangible, aunque lo que no desfalleció fue la solidez de Maeso, imperturbable durante todo el concierto, y desgranada tema a tema hasta llegar a su versión de Sam Cooke, A Change Is Gonna Come. El cambio había llegado.

Para el cierre, un espectacular cover de Do It Again de Steely Dan, pero antes ya había amagado con cerrar el recital con el increíble tema que da nombre a su último disco. Un tema en el que sólo se culpa a sí mismo del viaje sin retorno que ha emprendido su carrera, y que lo ha convertido como uno de los artistas más interesantes del panorama Rock

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