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La Mezquita pop de David Hockney

Mezquita de Córdoba. David Hockney

Marta Jiménez

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“Yo pinto lo que quiero, cuando quiero y como quiero”. La frase pertenece al artista del pop art británico más famoso del mundo, David Hockney. Un mantra que se le debió pegar a la piel hace casi 20 años al entrar en el bosque de columnas de la Mezquita de Córdoba. Tras fotografiar el espacio o tomar apuntes, no está muy claro, el artista acabó trasladando su impresión a una acuarela de gran formato creando una imagen del templo que posee su sello inalienable.

No es necesario ser ningún experto en arte para conocer el nombre de David Hockney, de 86 años. Un artista que cambió las nubes inglesas por el sol y las piscinas de California. Las famosas piscinas donde siempre es verano y en cuya luz y colores adoran zambullirse millones de espectadores de todo el  mundo.

Se trata de uno de los creadores plásticos más cotizados en las salas de subastas, cuyas obras se venden por millones de dólares. Alguien a quien la Tate Britain dedicó una gran retrospectiva en 2017 y que fue pionero en utilizar herramientas digitales para el arte. Hockney ha creado con faxes, fotocopias o fotos polaroid. Se pasó el confinamiento de 2020 dibujando paisajes de primavera en su tableta y ahora realiza paisajes en movimiento que registra con varias cámaras y presenta en una enorme trama de casi 20 pantallas. 

Unos años antes de todo eso, en 2004, Hockney realizó su gran tour por Andalucía. Tal vez siguiendo la estela romántica de pintores que lo precedieron, como Eugène Delacroix, Gustave Doré o del fauvista Henri Matisse. El artista pop sintió la llamada de alumbrar los “paisajes de paisajes” de esta tierra extranjera que tanta atracción ha ejercido siempre sobre el mundo del arte.

Hockney recorrió entonces en coche las ciudades de Córdoba, Sevilla y Granada durante un par de semanas. Antes había pasado por el Museo del Prado. El resultado se tradujo en seis acuarelas que miran a la arquitectura islámica del sur de España en una colección que fue presentada en la Exposición de Verano de la Royal Academy de Londres ese mismo año 2004. La  institución eligió para el cartel un detalle de su pintura de los arcos de la Mezquita de Córdoba.

Sus paseos por la mezquita cordobesa, por la Alhambra de Granada y por los jardines sevillanos en un sur que recordó al artista al Oeste de los Estados Unidos, dejaron una estela de colores suaves, pinceladas delicadas y detalles de columnas, palmeras, arcos, fuentes, azulejos y geometrías en las seis obras de gran formato.

Entra en el terreno de la imaginación lo que debió sentir el pintor al entrar en la sala de oración de la Mezquita de Córdoba. Solo sabemos que la dibujó diáfana, en toda su horizontalidad, más cerca de su concepción espacial original y sin atisbo de la catedral ni de ningún elemento expositivo que invadiera el espacio.

Para Hockney, la perspectiva lineal no era ni es el único sistema para representar el espacio. Su libro, y también el documental del mismo nombre, La cámara oscura, muestran, no exentos de polémica, que a partir del siglo XV los maestros pintaban con ayuda de esta herramienta.

Un documental y un libro que hablan a los espectadores sobre cómo se ven, se arreglan y se construyen imágenes hoy en día, en una época de manipulación informática. Hockney nos abre los ojos y nos hace ser conscientes de la manera en que percibimos y representamos el mundo. Justo lo que proyectó con su particular impresión del paisaje interior de la Mezquita de Córdoba.

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