La UCO prueba la eficacia de un fármaco para tratar la isquemia intestinal en animales
Un nuevo estudio publicado por la Universidad de Córdoba (UCO) ha probado en conejos un medicamento, el azul de metileno -un colorante orgánico y un viejo conocido de la medicina por su utilidad en distintos procedimientos terapéuticos-, que demuestra que su uso reduce las complicaciones tras el tratamiento de la isquemia intestinal en animales, una urgencia veterinaria frecuente en perros y caballos y que impide la circulación de la sangre en el intestino.
Según ha explicado la institución universitaria en una nota, la isquemia es una patología que se produce cuando un téjido deja de recibir el aporte vascular que necesita. Aunque puede afectar a distintos órganos, el aparato digestivo es uno de los mayores damnificados por la pérdida de este riego sanguíneo, lo que supone una de las urgencias veterinarias más comunes, especialmente en determinados animales como perros o caballos.
Aunque la patología puede originarse por diversos motivos, “parte del tratamiento consiste en reposicionar el órgano afectado y restaurar el suministro sanguíneo, lo que se conoce como reperfusión”, ha explicado el autor principal del estudio e investigador del Departamento de Medicina y Cirugía Animal de la UCO, Juan Morgaz.
El problema es que esta intervención también tiene consecuencias negativas. Durante el tiempo en el que las células no reciben los nutrientes de la sangre, intentan obtener este aporte energético a través de otros mecanismos, lo que produce sustancias tóxicas que son emitidas a través del torrente sanguíneo una vez que el intestino se recupera. Como consecuencia, se producen problemas cardiacos y otras reacciones que pueden provocar la muerte del animal.
Precisamente, el fármaco, además de contribuir a la restauración del flujo sanguíneo, amortigua los efectos de esta reacción en cadena y tiene un efecto protector sobre el resto del organismo. Según los resultados del trabajo, tras la administración del medicamento, el daño en los tejidos, la inflamación y el grado de necrosis es menor y la frecuencia cardiaca y la presión arterial mejoran de forma significativa.
Tras haber analizado la influencia de la dosis, el equipo de investigación ha concluido que la mejor estrategia para administrar el fármaco es emplear cantidades bajas y de forma continuada. “Se trata de un medicamento con un metabolismo rápido y el intestino suele tardar en recuperase tras una isquemia, por ello, una mayor dosis no garantiza un mejor efecto protector, sino todo lo contrario”, ha resaltado el autor principal.
La siguiente fase es evaluar el efecto del fármaco en modelos de animales en los que este tipo de patologías suelen ser más frecuentes. Por ejemplo, determinadas razas de perros son más propensas a sufrir rotaciones en el estómago que les provoca una interrupción del flujo sanguíneo, una enfermedad conocida como 'dilatación-torsión gástrica' y que puede resultar mortal. El objetivo, según ha señalado el investigador, “es estudiar este medicamento y ajustar la dosis en estos animales para evitar complicaciones e incrementar la tasa de supervivencia”.
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