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El falso cura y el abogado acusados en el crimen de La Chica Carlota se enfrentan a la prisión permanente

Imagen que aparece en el sumario de Pedro Gómez y tomada en una de las cámaras de un cajero; al fondo, la casa donde se encontró el cadáver.

Alfonso Alba

16 de diciembre de 2021 14:48 h

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Cuatro años después del crimen de La Chica Carlota, el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número uno de Posadas ha ordenado la apertura de juicio oral contra los dos acusados de haber planeado y perpetrado el asesinato de Juan Carlos Rodríguez Borrego, un joven con enfermedad mental. Tanto el falso cura del Valle de los Caídos, Pedro Gómez, como el abogado Joaquín R., se enfrentan a la pena máxima en España: la prisión permanente revisable. Además, Gómez, presunto autor material de los hechos, se enfrenta a otros 20 años de cárcel por los delitos de robo con violencia, tenencia ilícita de armas, usurpación de estado civil, estafa y falsificación de documento mercantil. El abogado Joaquín R. se enfrenta además de la prisión permanente revisable a otros 12 años de cárcel por los presuntos delitos de robo con violencia, usurpación de estado civil y estafa.

El magistrado ha admitido la petición de la acusación particular y ha desoído la de la Fiscalía. La acusación, representada por la familia de la víctima, pedía la prisión permanente revisable para los dos acusados. La Fiscalía, tan solo para el falso cura. El juez entiende, como la familia, que sin la presencia del abogado, Juan Carlos Rodríguez Borrego no estaría hoy muerto. Así, se sostiene que fue este abogado el que llamó a Pedro Gómez para que acudiera a visitar a este hombre, que vivía en una casa de la pequeña aldea de La Chica Carlota.

Ahora, la Audiencia Provincial de Córdoba tendrá que designar sala y convocar a un jurado popular para juzgar estos hechos. Es la primera vez que en Córdoba se va a sentar en el banquillo a una persona (en este caso dos) que se enfrenta a la prisión permanente revisable. Esta pena solo se aplica en casos de crímenes cometidos sobre personas especialmente vulnerables, como niños, mujeres víctimas de violencia machista o enfermos mentales. La enfermedad mental que sufría la víctima es clave en este caso.

El juez ha considerado clave la situación de especial indefensión de la víctima y también el papel jugado, presuntamente, por el abogado, al que contrató para una denuncia. El magistrado relata que cuando la víctima se puso en contacto con otro abogado, al detectar que presuntamente el primero le estaba estafando, fue cuando se precipitaron los acontecimientos. Así, sostiene como prueba los más de 400 SMS que se cruzó con el falso cura y que acabó provocando que éste fuese a La Chica Carlota, donde presuntamente acabaría con la vida del hombre, se hizo con su documentación y comenzó a hacerse pasar por él. De hecho, llegó a someterse a una operación de cirugía estética, presuntamente para cambiarse la identidad por la de la víctima de manera total.

La investigación

El crimen de La Chica Carlota es uno de los casos más complejos de investigar y resolver, presuntamente, de los que ha desarrollado la Guardia Civil en Córdoba en los últimos años. La familia de la víctima, que sufría una grave enfermedad mental, denunció su desaparición y su cuerpo no fue hallado hasta meses después, enterrado en su propio jardín.

Fue durante el verano de 2018 cuando agentes de la Guardia Civil hallaron el cadáver de un hombre, Juan Carlos Rodríguez Borrego, que se encontraba desaparecido desde septiembre de 2017, en el huerto de su vivienda en La Chica Carlota. Tras meses de investigaciones, una minuciosa inspección logró localizar un lugar sospechoso. En el huerto había una pequeña zona en la que se notaba que la tierra estaba algo más alta. Los agentes excavaron y rápidamente vieron que algo había bajo tierra. Era un cadáver en avanzado estado de descomposición. La investigación apuntó a que se trataba de un hombre, de 45 años, propietario de la vivienda cuya desaparición fue denunciada por sus hermanos en septiembre del año anterior.

La instrucción del caso arrancó prácticamente entonces, hace más de tres años. Pedro Gómez fue detenido en Madrid con el vehículo del desaparecido, había usado sus tarjetas de crédito y sus documentos de identidad. En la casa donde fue hallado el cadáver también se hallaron un pico y una pala que se analizaron por si los restos de tierra que conservaban se corresponden con los del huerto donde se encontró el cuerpo. Este pico y esta pala se habría comprado en Ciudad Real.

Pedro Gómez ya entró en la cárcel acusado de haber robado a otras personas drogándolas previamente. De hecho, tiene numerosos antecedentes penales y en el momento de los hechos estaba en busca y captura para cumplir una condena. También, este hombre, que se hacía pasar por abogado del Arzobispado de Madrid, había estado nueve años como novicio del Valle de los Caídos. Allí robó un relicario, por lo que fue condenado. El principal móvil por el que presuntamente mató a su víctima en La Chica Carlota fue el robo, ya que está acusado de vaciarle las cuentas, robarle el coche y también la identidad.

Los agentes de la Guardia Civil acudieron varias veces a La Chica Carlota para saber qué había pasado con el vecino desaparecido. Peinaron la casa en numerosas ocasiones pero hasta que no vieron algo sospechoso en el jardín no dieron con el cadáver de la víctima. Según la investigación, el asesino había cubierto el cuerpo de la víctima con tres colchas y almohadas, que impedía que los gases de la descomposición afloraran por el terreno, lo que hizo que los perros no descubrieran nada raro en la zona.

Los informes telefónicos

La investigación ha durado varios años más, en los que se han sucedido los informes. Los últimos en poder del juez son de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil en Córdoba. Así, por ejemplo, se han analizado todos los dispositivos informáticos de Juan Carlos Rodríguez Borrego. En estos dispositivos se ha hallado material que apuntaría a la presunta participación del abogado contratado por la víctima, Joaquín R. G., en el crimen. De hecho, supuestamente fue este abogado el que puso en contacto a la víctima con su verdugo.

Por último, el juez ha ordenado sobreseer la acusación contra un tercer hombre, que compartía piso con el falso cura. El magistrado considera que no estaba al corriente de los hechos.

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