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El falso cura del Valle de los Caídos, acusado de matar y robar la identidad a una persona con enfermedad mental

Imagen que aparece en el sumario de Pedro Gómez, el principal acusado, y tomada en una de las cámaras de un cajero; al fondo, la casa donde se encontró el cadáver.

Alfonso Alba

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Pedro Gómez fue novicio benedictino en el Valle de los Caídos en los años noventa. Allí aprendió liturgia religiosa y, también, a esconderse bajo un disfraz de cura para cometer delitos. En su historial delictivo cuenta con haber robado el Lignum Cruci (una reliquia con supuestos restos de la madera de la cruz en la que murió Jesús de Nazaret) del propio Valle de los Caídos. Fue descubierto al ser detenido por un atraco que cometió en un banco con una pistola falsa. “Sí, yo robé el Lignum Crucis. Está en mi habitación, sobre la estantería”, relata una crónica publicada por El Mundo en el año 2009 que le dijo a la Guardia Civil cuando los agentes acudieron a su casa. Lo hizo 15 días antes de aquel atraco.

Este mismo Pedro Gómez se enfrenta ahora a una pena de prisión permanente revisable. Está acusado de haber asesinado a sangre fría a una persona con enfermedad mental en una pequeña aldea de La Carlota (Córdoba) en el año 2017. Actualmente, está en prisión preventiva por estos hechos. Fue arrestado con el coche de la víctima, a la que presuntamente había vaciado sus cuentas bancarias, había suplantado su identidad y había pedido un importante préstamo bancario en el BBVA. Los abogados de la familia de la víctima, Juan Carlos Rodríguez Borrego, piden la máxima condena del Código Penal español para este exnovicio del Valle de los Caídos que llegó a la aldea de La Chica Carlota haciéndose pasar por cura. El relato de los hechos y la cronología trazada por la Guardia Civil en una laboriosa, larga y muy compleja investigación son una auténtica película de terror, sobre lo que tuvo que pasar la víctima, asesinada y enterrada en su propio jardín.

La cronología

Juan Carlos Rodríguez Borrego sufría una esquizofrenia paranoide por la que percibía una pensión de incapacidad de 1.500 euros al mes. El hombre se puso en contacto con un abogado de Madrid, Joaquín R. G. (sobre el que también pena la petición de prisión permanente) en febrero de 2017. Quería contratar a un letrado para que le defendiera ante unos hechos que no eran reales, sino fruto de su enfermedad mental.

El abogado, según el relato de la acusación (ejercida por los abogados Aurora Genovés, Carlos Arias y Rosa Catena), “en claro abuso de la enfermedad que padecía y lejos de efectuar el trabajo profesional encargado, se aprovechó del mismo y de su situación”. Este relato coincide con el de la Guardia Civil, que asegura que el letrado, presuntamente, comenzó a pedirle dinero para llevarle el caso que quería denunciar. Así, logró un primer pago de 6.000 euros, otro de 2.420 euros, otro más de 3.630 y finalmente otro por la misma cantidad.

Según la acusación, presuntamente este abogado “ideó” un plan “para seguir estafando” a la víctima y “se inventó la necesidad de contratar a un detective privado para que consiguiera pruebas que pudieran justificar el planteamiento de las denuncias pretendidas en su delirio por el señor Rodríguez Borrego”. Ese detective sería Pedro Gómez, el antiguo novicio del Valle de los Caídos, al que conocía por haberle defendido en varios casos penales anteriores.

El falso cura

Según la Guardia Civil y los abogados de la acusación particular, Pedro Gómez, presuntamente, acudió a La Chica Carlota disfrazado de cura. Así lo vieron varios vecinos. Llegó el 5 de julio de 2017 a la casa de la víctima y se quedó a dormir, según comprobaron varios vecinos de la zona. No se sabe exactamente qué pasó allí dentro, pero los abogados creen que la víctima comenzó a sospechar de que tanto el abogado como el falso cura tramaban algo. El letrado y Pedro Gómez se cruzan unos 400 mensajes de texto, algo que la Guardia Civil considera una prueba. Los mensajes han sido borrados.

Entonces, y siempre según el relato presunto de la acusación, se pone en marcha la siguiente fase del plan: asesinar a Juan Carlos y robarle la identidad para limpiar sus cuentas bancarias. Pero no se ejecuta hasta dos meses después, en septiembre de 2017. El día 3, el falso cura vuelve a la Chica La Carlota, también vestido de sacerdote. Vuelve a la vivienda de Juan Carlos donde pasa al menos dos días. Y es ahí, según la Guardia Civil, cuando, supuestamente, en algún momento de entre el 3 y el 5 de septiembre de 2017 cuando “acaba con la vida” de Juan Carlos “seguramente por estrangulamiento y asfixia”, según los datos de la autopsia.

Justo después, el principal acusado, siempre presuntamente, comenzó a “eliminar pruebas” y a “terminar el plan”. Así, habría ocultado el coche de la víctima y lo aparcó en un parking subterráneo de Córdoba, y se hizo con todas sus tarjetas de crédito, sus claves y sus documentos de identidad. Ya ese día comenzó a vaciarle, presuntamente, la cuenta bancaria en diversos cajeros. Sacó 1.000 euros en la calle de la carretera de Trassierra de Córdoba.

El falso cura habría vuelto a la aldea en transporte público. Allí recogió su coche (de alquiler), según la cronología trazada por la Guardia Civil a través de un minucioso estudio de los movimientos de su teléfono móvil. Volvió entonces a coger su coche para marcharse a Alhambra, su pueblo natal, en la provincia de Ciudad Real.

En Alhambra, según el atestado de la Guardia Civil y el relato de la acusación, el acusado habría vuelto a sacar otros 1.000 euros de la víctima en un nuevo cajero. Sigue vestido de cura y en una ferretería de Valdepeñas compra “todo lo necesario para esconder el cadáver del desgraciado con cargo a la tarjeta de crédito de Juan Carlos”, señala la acusación. Consta, por tanto, la compra de una carretilla, un pico, guantes y cuerdas. “Todo lo comprado fue encontrado en casa del fallecido”, afirman los abogados.

Supuestamente, regresa de Ciudad Real a Córdoba, a La Chica Carlota, donde enterraría el cadáver en el jardín, rodeado con mantas y atado. El trabajo posterior de la Guardia Civil fue intenso, ya que a pesar de haber revisado la vivienda varias veces tras la denuncia de la familia no hallaron nada raro hasta que un perro no marcó el lugar en el que Juan Carlos estaba enterrado. El 8 de septiembre, según los seguimientos de su teléfono móvil, regresaría a Madrid. Allí vuelve a sacar otros 1.000 euros de Juan Carlos.

Al día siguiente queda con su compañero de piso, según el relato de la Guardia Civil, y cogen el AVE a Córdoba. Recogen el Land Rover de Juan Carlos y regresan a Madrid en él. De nuevo, en otro cajero, saca otros 1.000 euros de la cuenta de Juan Carlos, siempre supuestamente. El 10 de septiembre saca los últimos 230 euros que quedan en la cuenta.

Los abogados de la acusación sostienen que como la cuenta estaba ya limpia decide pedir un préstamo por 30.000 euros al BBVA. Como necesita más documentación de la víctima, el 30 de septiembre volvería, siempre supuestamente, a La Chica Carlota. Allí en una casa donde ya estaba enterrada en el jardín la víctima “culmina su plan criminal”, dicen los abogados.

Logra el crédito, supuestamente, y para seguir vaciando la cuenta va cada día al cajero a sacar 1.000 euros. Pero la víctima tenía otra cuenta en ING. Haciéndose, presuntamente, pasar por la víctima le pide al banco un código para operar con la tarjeta de crédito. ING envía el código al domicilio de La Chica Carlota, al que vuelve entre el 21 y el 22 de diciembre de 2017. La familia ya había denunciado la desaparición pero “era público y notorio que el cadáver no había sido encontrado”.

La detención

Pero el 27 de enero de 2018, la Policía Local de Madrid le detiene. Se buscaba el Land Rover de Juan Carlos, que Pedro Gómez estaba usando, según consta en el atestado del arresto. Los agentes registraron el coche donde encontraron el carnet de conducir de Juan Carlos y diversas tarjetas bancarias. Ese día se comenzaron a atar cabos. Pero el cuerpo de Juan Carlos seguía sin aparecer.

El 2 de agosto de 2018, prácticamente un año después de que se produjesen, presuntamente, los hechos, la Guardia Civil encuentra a Juan Carlos enterrado en el jardín. El cuerpo está en avanzado estado de descomposición y hay que identificarlo, algo que no sucede hasta días más tarde. En la casa, los agentes encuentran el pico y la pala, y la carretilla que Pedro Gómez habría comprado en Ciudad Real. Allí fue identificado vestido de cura haciendo las compras. Los agentes atan los cabos y le imputan el asesinato a Pedro Gómez. Posteriormente suman también a la causa al abogado con el que contactó la víctima.

En total, consta que el falso cura habría, presuntamente, robado más de 39.000 euros. Y se sospecha también que su plan era usar la identidad de la víctima para fugarse al extranjero.

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