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Dos dientes y un húmero fueron claves para identificar el cadáver de La Chica Carlota debido a su descomposición

Registro en la vivienda de Juan Carlos

Alejandra Luque

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De nuevo, las piezas dentales de un cadáver ha permitido conocer la identidad de su propietario. Así ha ocurrido en el caso del asesinato de Juan Carlos en 2017 en la Chica Carlota. Su muerte se produjo, presumiblemente, a primeros de septiembre pero no fue hasta agosto de 2018 cuando fue encontrado su cadáver en el jardín de su vivienda.

Debido a este largo periodo de tiempo, casi un año después, el cuerpo se encontraba en avanzado estado de descomposición, por lo que su primera identificación fue imposible para los investigadores. Para ello se valieron de dos dientes y un húmero encontrado en la fosa donde fue arrojado el cadáver. Estas muestras, cotejadas con las recogidas a dos hermanos de la víctima, certificaron que el cadáver pertenecía a un hermano, llegando a la conclusión de que se trataba de Juan Carlos.

Así lo han ratificado los guardias civiles del Departamento de Biología que participaron en el caso, que este miércoles ha celebrado su tercera sesión del juicio en la Ciudad de la Justicia. Durante la mañana han tenido lugar las declaraciones de cerca de una decena de agentes de este mismo departamento, todos ellos investigadores del caso.

Al inicio de la sesión ha declarado un testigo que estaba citado para el pasado lunes y que se trata del dueño del taller mecánico a donde el acusado, Pedro Gómez, llevó el Land Rover de la víctima para arreglarlo. Este testigo ha reconocido que el procesado acudió a su taller vestido “con un alzacuellos, aunque otras veces venía con ropa normal” y que lo conocía del barrio. Los arreglos que realizó en el vehículo afectaron a una ventanilla y al parachoques, adeás de proceder al cambio de agua y aceites. Ha manifestado que el acusado le comentó que se había comprado el Land Rover para usarlo en “una finca que tenía en Córdoba” y que en una ocasión se bajó del coche “de forma tambaleante” porque “decía que se había operado del estómago”.

Tras estas declaraciones, han hecho lo propio los diferentes guardias civiles, quienes han ratificado todos los informes que forman parte de la causa. En resumen, el trabajo de estos agentes fue analizar todas las muestras que otros compañeros del Xuerpo les remitieron de las inspecciones oculares realizadas en la vivienda de la Chica Carlota, en el Land Rover de la víctima y en el coche Ford Focus del acusado Pedro Gómez, así como otras muestras de los hermanos de la víctima con el objetivo de dar con el ADN del cadáver que fue hallado en al jardín.

Así, los análisis arrojaron presencia de ADN de Pedro Gómez en varias zonas de ambos vehículos, así como en una habitación de la vivienda de la Chica Carlota. Concretamente, en la casa se recogió “una mancha” que fue analizada y que, según declaró este martes el instructor de la Guardia Civil encargado de la investigación, dicha mancha se trataría de sangre. La correspondencia de esta mancha con el ADN de Pedro Gómez fue posible después de un rastreo en las bases de datos de la Guardia Civil, arrojando datos de otro caso en el que se vio envuelto el acusado sobre un delito de robo con intimidación en Ciudad Real.

Por último, los agentes de la Guardia Civil han confirmado que en ninguna de las muestras recogidas, tanto en los vehículos como en la vivienda de la Chica Carlota, se halló ADN coincidente con el del segundo acusado, Joaquín Robles, alejándolo por tanto del escenario del crimen.

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