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Sueños de barrio

Santísimo Cristo de la Oración y la Caridad en la Conversión del Buen Ladrón | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Cuando la noche es madrugada, la emoción contenida aflora de manera irremediable. Las puertas se cierran antes de que otras se abran. Cuando se suceden los primeros minutos del día esperado, diferentes sensaciones sobrevuelan la plaza. Una página termina antes de empezar la primera de un nuevo capítulo. Cuando la ciudad dormita entre ilusiones, otras permanecen más allá del final. El Domingo de Ramos comienza bajo la luna previa y tras un preludio brillante. El Sábado de Pasión queda poco a poco atrás como el prólogo perfecto de una Semana Santa que ya respiran los cofrades de Córdoba. Un relato escrito a golpe de compromiso y constancia, pero sobre todo de la enormidad de los sueños. Sueños que son de barrio, y no de uno solamente sino de varios. Desde Cañero a Electromecánicas, entre Figueroa y la Colonia de la Paz, de El Naranjo y Poniente cumplidos, en El Higuerón siempre renacientes.

En el olvido cayó la incertidumbre del pasado año en una jornada de Vísperas que de nuevo fue de sentimiento impetuoso. Ése que recorrió desde primera hora de la tarde el largo camino que otrora separara un sueño de la realidad hoy por hoy plenamente alcanzada. Las puertas de la parroquia de Santa Victoria se abrieron a las cuatro, con el cielo claro, y el Santísimo Cristo de la Agonía inició, portado por hermanos de su cofradía, su trayecto hasta la Mezquita Catedral. Con música de capilla y rezo del Vía Crucis el Crucificado marchó hacia el primer templo en un traslado que es ya ineludible cita de la Córdoba cofrade en el día previo al Domingo de Ramos. Fue la apertura de un Sábado de Pasión en el que los sueños antiguos florecieron con la fuerza con que lo hicieron otros nuevos. Los sueños de un barrio como Figueroa, que a las cinco vio aparecer sobre su paso -antes de ocupar el donado por la hermandad de la Paz y que estrenará en 2018 si nada lo impide- María Santísima de las Penas.

La cofradía de las Lágrimas inició su segunda estación de penitencia, que realizó en la parroquia de Santa Rafaela María, con el calor añadido de sus vecinos. Estos acompañaron tanto a su titular como a sus hermanos a lo largo de un trayecto, que concluyó en el comienzo de la noche. Tras un sueño cumplido otro se hace real: esta vez fue el estreno de unas decenas de hábitos de nazareno. Las túnicas dibujan otro horizonte de aspiraciones para la corporación de Figueroa. Las ilusiones no terminan jamás, y bien lo saben en Electromecánicas, donde los sueños de barrio se renuevan tras un marzo inolvidable. La hermandad es desde entonces hermandad de derecho pleno y como tal completó por vez primera su salida procesional. Lucía diferente el sol, o eso parecía, sobre la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, cuyas puertas dieron otra luz al día a las seis de la tarde. Comenzó entonces el recorrido del Santísimo Cristo de la Oración y Caridad, imponente ante la torre de su templo cuando la luna coronaba Córdoba. La recientemente erigida en cofradía realizó su estación en la parroquia de Santa Beatriz de Silva.

A la salida fueron numerosos los vecinos y cofrades que se congregaron en torno a la imagen, que caminó una vez más con los sones de la Agrupación Musical Santísimo Cristo de Gracia. Esta formación, como la Banda Sinfónica Municipal de Dos Torres en Figueroa, puso los sones a un Sábado de Pasión en el que también obsequió con su saber hacer la Banda de Cornetas y Tambores Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora de la Fuensanta en El Higuerón. Al otro lado del puente, en la parroquia de San Isidro Labrador, arrancó su tránsito la pro hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre. Las saetas llovieron después, en la parte antigua de un barrio que también sueña despierto en las Vísperas de cada Semana Santa. En esta ocasión lo volvió a hacer con la calidez de la tarde -a las seis menos cuarto inició su salida la corporación- y al amparo de un manto oscuro. El que cubría ya la ciudad cuando la Sagrada Cena completó su serio rezo de las Estaciones del Vía Crucis con la imagen del Santísimo Cristo de la Luz.

La hermandad de Poniente consiguió sus primeros sueños y otros nuevos tiene de cara a un futuro cada vez más próximo. No tardará en caminar por su feligresía y por Córdoba María Santísima de la Esperanza del Valle. La ilusión de un palio que cobra forma es tan intensa como el trayecto de los hermanos de esta cofradía con la talla del Cristo de la Luz. Y no menos lo es la constancia que mantiene de unos años a esta parte el grupo parroquial del Traslado al Sepulcro. Son más sueños de barrio, los que existen en la Colonia de la Paz. La corporación volvió a realizar estación de penitencia, que completó en la parroquia de las Santas Margaritas, con Nuestra Señora de la Salud y Traspaso. Todo dulzura en su dolor, la Virgen fue portada en andas en potente sobriedad. Es el sello de una pro hermandad -que busca serlo oficialmente- cuyos pasos son medidos pero seguros en Nuestra Señora de la Consolación.

Sueños de barrio. Como los que brotaron tiempo atrás y recobraron color este Sábado de Pasión en Cañero. Una multitud aguardaba a las siete y media de la tarde en la plaza. Apenas restaba un espacio por ocupar. Como la aspiración pasada, la realidad actual tomó presencia de nuevo en San Vicente Ferrer. Nuestro Padre Jesús de los Afligidos volvió a acudir ante su pueblo, como hiciera por vez primera en 2017. Pero esta vez lo hizo sobre un nuevo paso, el que permite pensar en un Misterio que ande elegante pero vivo, como ha de ser cuando entre los naranjos está la pasión de toda una vecindad. Aunque la hermandad de la Presentación no tiene fronteras, sólo la de la noche. La luna marcó el final de una vibrante tarde para la corporación, que mostró un numeroso cortejo -otra vez- y caminó en todo momento rodeada de una multitud. El Señor cerró las Vísperas que ya eran Domingo de Ramos, hasta el último instante con el buen sonido de la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Fe en su Sagrada Cena. Sueños de barrio.

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