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Las tormentas no palian la sequía: apenas ha entrado agua en los pantanos cordobeses

Sequía en el Guadalquivir

Alfonso Alba

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Como era de esperar, las lluvias del mes de mayo y lo que va de junio en Córdoba no han aliviado la sequía. Aunque han aportado recursos extraordinarios para algunos cultivos (el cereal se da por perdido), las lluvias han sido en forma de tormentas, muy concentradas en determinados puntos, puntualmente torrenciales y por tanto no generalizadas. Esto ha motivado que apenas haya habido escorrentías en unos arroyos y ríos que estaban prácticamente secos y que a los embalses de la provincia haya llegado muy poca agua.

Aunque ha llovido, la sequía era tan profunda que las precipitaciones han servido principalmente para rellenar acuíferos, salvar cultivos, que vuelva a brotar el pasto y a reverdecerse el entorno natural. Pero las tormentas no han evitado que la provincia tenga un profundo déficit hídrico que solo podría paliarse con la llegada de los ábregos, amplios frentes atlánticos con lluvias generalizadas. Y eso es algo que no ocurrirá al menos hasta que acabe el verano.

Las tormentas han dejado unos cinco hectómetros cúbicos más de agua en los embalses cordobeses. Ese aporte extraordinario ha evitado además el desembalse que se había iniciado para salvar cultivos de regadío en el Valle del Guadalquivir y también en la zona del Genil Cabra. Es probable que una vez que acaben las tormentas se vuelva a activar el desembalse, tal y como informó la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) a inicios de la pasada semana.

Actualmente, los embalses de la provincia de Córdoba están al 18% de su capacidad. En total, retienen 597 hectómetros cúbicos de agua. En marzo de este año había 637 hectómetros en los pantanos cordobeses. Esa es el agua que se desembalsó antes de la llegada de las lluvias.

El consumo en los municipios se mantiene como hasta ahora. En el norte, la empresa pública Emproacsa trabaja a contrarreloj para lograr potabilizar el agua de La Colada. El consumo del agua que sale del grifo de unos 80.000 cordobeses sigue estando prohibido. A Sierra Boyera no ha entrado el agua suficiente como para que se pueda aprovechar (no estaría contaminada). De hecho, y a pesar de la lluvia, queda tan poca agua en el pantano que los peces se están muriendo.

En Córdoba capital, tanto el Guadalmellato como San Rafael de Navallana tienen agua suficiente como para aguantar otros dos años más. Y en el sur, en Iznájar quedan 175 hectómetros cúbicos de agua. Son recursos suficientes como para que no haya restricciones durante este verano. Aunque a unos niveles en los que habrá que aplicar medidas, similares a las que se pusieron en marcha con la aprobación de la ordenanza de sequía por parte de la Diputación de Córdoba.

Ahora mismo, los embalses están al 18%. Hace justo un año, ya en plena sequía, estaban al 22%. La media de los últimos diez años señala que a estas alturas del año deberían estar al 61%.

La sequía, por tanto, solo acabará si ocurre como en 1995, que llegue un otoño muy húmedo con una sucesión de frentes atlánticos que dejen abundantes precipitaciones y de manera generalizada. Las tormentas suelen concentrarse en puntos muy concretos y no acaban con periodos extremos de sequía, aunque ayuden a paliar la sed y el estrés hídrico de las plantas y cultivos.

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